Destinado
-Estas bromeando conmigo ¿verdad? -por primera vez en su vida Madox sintió el sabor del pánico en su boca.
Julian negó con la cabeza gacha. Todo su cabello rojizo caía en una cascada rizada cubriendo totalmente su rostro.
-Quieres que acaso quede como el imbécil ahora. Bloqueé a todos los contactos con los que tuve relación, te traje a este maldito viaje y lo único que quería pedirte es que fueras mi enlace y ahora me sales con esa- no pudo regular su tono de voz ni feromonas que hicieron temblar al omega.
Pero no fue eso lo que lo hizo temblar aún más. Fue la declaración de Madox. Sus ojos se llenaron de lágrima y apretó tanto la mano en su brazo que enterró sus uñas. El celular cayó de sus dedos rebotando en la alfombra en el suelo.
-Dime Julian, ¿por qué demonios tenemos que dejar de vernos? Sé que no te soy indiferente. Tenemos buena química, nuestros cuerpos son compatibles y podemos tener una relación que pase más allá de lo sexual. ¿Por qué rayos me dices que terminemos con todo?-
El alfa caminaba por todo el cuarto como un tigre enjaulado. Las feromonas de él casi lo asfixiaban pero él no dijo nada. Aún si sus piernas querían doblarse.
-Dime- exigió otra vez. Aun no podía creer que él lo estuviera rechazando así sin más.
Estaba seguro que el omega estaría de acuerdo con enlazarse con él. Habían estado más tiempo dentro de la cama teniendo sexo que caminando por ahí o haciendo cualquier cosa. Y a ninguno de los dos le había incomodado eso.
Le había costado mucho darse cuenta de sus sentimientos, estos días habían ayudado a mirar las cosas desde otro punto de vista, y tomar la decisión definitiva solo para ser botado así sin más. Con que así era como se sentía el rechazo.
Realmente dolía como una perra.
-¿Es porque no soy el alfa apropiado? ¿Es porque no tengo suficiente dinero?- hablaba por hablar solo porque su lengua necesitaba moverse y soltar la frustración que obtenía para no romper nada de la habitación- ¿Es porque el sexo no te satisface? ¿Porque no te gusto? ¿Por qué?- se llevó las manos a su cabeza donde esta palpitaba.
-Encontré mi destinado- dijo él interrumpiéndolo.
La atmósfera de pronto se enfrió dentro de aquellas paredes y las feromonas de Madox se esfumaron.
Julian alzó levemente la vista y vio el rostro del alfa. Su pecho dolió. Que era aquello que reflejaba ¿Dolor, decepción, angustia?
-Es una broma, y una de mal gusto, por cierto- se carcajeó nervioso- Nunca hablaste de eso antes-
Julian tragó en seco. La persona que tenía delante no era para nada el alfa siempre controlado de siempre que parecía que nada le importaba. Eso lo ponía nervioso. Sabía bien que no le pondría un dedo encima, pero en su estado no estaba tan seguro. Aun así prosiguió.
-Recuerdas el olor a alfa que tenía antes, pues era de él. Vino a buscarme antes de irme de viaje contigo- las palabras fluían de su boca poco a poco sacando cada pedazo de su alma.
-¿Y entonces porque demonios aceptaste venir conmigo si ya lo tenías a él. Acaso me ves como que tengo que recoger limosnas de otro alfa- se pasó las manos por el rostro y se dejó caer en la cama totalmente frustrado. Apretaba su cabello con fuerza.
-Yo...yo no le creía al principio. No puedo sentir las feromonas al igual que Aidan como cuando no podía saber que Dominic era su pareja- su voz era temblorosa, sus manos estrujaban la parte de delante de su ropa- Pero los recuerdos de mis lagunas mentales han estado volviendo poco a poco mientras estaba aquí-
Vio a Madox soltar un largo suspiro y levantarse dándole la espalda. Sus hombros estaban tensos y a la vez decaídos.
-Lo conozco hace mucho tiempo- Julian se mordió el labio inferior- Solo nos separamos por cosas de su familia y ahora que se independizó volvió para buscarme. Me dio tiempo para que pensara la idea. Y creo que es lo mejor volver con él. Porque es mi destinado- con decir eso se rompió por completo. Finas y silenciosas lágrimas bajaban por sus mejillas.
Madox todavía le daba la espalda. No dijo nada por al menos diez minutos donde el ambiente fue sumamente pesado.
-Si eso es lo que decidiste que así sea- dijo al final con voz tan seria que Julian tembló y no puedo leer sus emociones- De todos modos tú eres mi paciente yo tu doctor, y llegamos al acuerdo que solo lo haríamos hasta que tuvieras una pareja- se detuvo para tomar aire- Una vez que regresemos te daré la última prescripción de tus medicamentos para que con eso tu nuevo doctor sepa que hacer. Lo siento, pero, no puedo hacer más esto- caminó hacia la puerta y tomó la manigueta- Le diré a Aidan que te ayude a terminar de empacar y buena suerte con tu destinado-
La puerta se cerró con un sonido sordo.
Julian se derrumbó por completo en el suelo. Llevó sus manos a su boca tapando los fuertes sollozos que lo atacaron. Las lágrimas corrían como mares por sus ojos hasta que apenas podía ver nada. Su pecho dolía tanto que era insoportable. Todo lo que él había querido desde hacía tiempo se le había esfumado de las manos.
«y lo único que quería pedirte es que fueras mi enlace»
Aquellas palabras retumbaban en su cabeza una y otra vez haciendo que la agonía fuera aún más grande. Madox lo había aceptado como su omega. Lo había aceptado. Pero en qué momento lo había hecho.
Se recogió toda en el suelo como si quisiera hacerse más pequeño. Temblaba de impotencia, de dolor, la habitación incluso ahora era más grande, vacía y fría. Pero al final alzó la cabeza secando sus lágrimas con su rostro completamente vacío.
¿Por qué lloraba?
Él se había ganado todo aquello. Él era la que había tomado la decisión y ya no había vuelto atrás. Selló todos sus sentimientos en su interior y se levantó tambaleando hacia el baño.
Miró su reflejo en el espejo. Era un total desastre. Los labios hinchados al igual que sus ojos totalmente tojos, las mejillas pálidas y su cabello en una inmensa maraña.
Abrió el grifo del agua y mojó sus manos para después enjuagar su rostro en un intento vago de buscar un alivio que nunca vino. Sonrió ligeramente, una sonrisa de total tristeza y se tragó un nuevo sollozo que amenazaba con atacarlo. Pasó sus dedos húmedos por encima de la herida en su cabeza.
Se estremeció como siempre ocurría que la tocaba. La odiaba y ahora aún más. Se dio cuenta que la cuchilla de afeitar de Madox estaba allí. Era una navaja larga y muy afilada que él adoraba.
El omega estiró su mano temblorosa y la agarró entre sus dedos.
¿No sería más fácil si él simplemente desapareciera? El dolor ya no estaría en su pecho. No tendría que pensar en su pareja destinada, cuando amaba a otra persona. Ya no tendría que pensar en nada.
Abrió suavemente la navaja sacando la larga y plateada hoja de su funda. Tragó con dificultad. Era tan hermosa. El filo se veía tan delgado que de seguro apenas si lo sentiría cuando cortara su piel.
Se dio una última mirada en el espejo. Ya había perdido todo, que más podría perder. Al menos le hubiera gustado ver el rostro de Madox sonriendo para él, pero solo podía recordar la imagen de su espalda ancha y tensa por su culpa.
Alzó su mano y miró su muñeca donde las venas azuladas visibles por la palidez de su piel. Solo sería un corte y ya podía olvidar de todo. Acercó la cuchilla hacia la zona lentamente. No vacilaba, sabía que lo haría, su mente estaba en blanco como para que hubiera algo que la detuviera.
El filoso metal cortó los primeros milímetros de su piel y pronto la sangre brotó de la herida cayendo sobre el lavamanos y dispersándose con el agua de la pila sin cerrar. Tenía razón no dolía e hizo máss presión contra su muñeca para infligir más daño.
Cuando su mano fue agarrada.
-Julian- un grito se filtró entre la nebulosa de su mente y antes de que se diera cuenta la navaja estaba en el suelo lejos de él y el rostro conmocionado de Aidan frente a sus ojos- ¿Qué demonios estás haciendo?-
-Aidan- murmuró suavemente para que sus rodillas se doblaran y cayera al suelo.
El omega lo agarró en el suelo y lo abrazo contra su cuerpo.
-Dominic, una toalla- Aidan le pidió al alfa que corrió y le envolvió él mismo sobre la herida de su muñeca. No era profunda pero si sangraba bastante.
Julian rompió en un fuerte y desesperado llanto en los brazos del omega. Los gritos de él apenas eran opacados y resonaban en el inmenso baño. Aidan lo apretó más hacia su cuerpo y miró a Dominic.
Él asintió y se levantó mirando la escena. Se dio media vuelta y los dejó para que su omega pudiera calmarlo. No había nadie mejor en ese momento.
Cerrando la puerta de la habitación sacó el celular y marcó el número de Madox y llamó. Antes había recibido un mensaje de él de que ayudaran a Julian a recoger y no entendía que ocurría, pero desde que había entrado al cuarto de ellos se podían sentir las feromonas espesas y ácidas. Eso lo había puesto en alerta.
El celular sonó tantas veces que perdió la paciencia, pero siguió insistiendo. Más le valía a Madox no apagarle el celular porque tendría más problemas para sumar a la lista. Varios intentos después, fue descolgado del otro lado pero no hubo respuesta.
-Madox, mierda, dónde rayos estás-
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