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Despertar

Julian se quedó en shock después de oír aquéllas palabras proviniendo del mismo alfa que conocía hace tiempo. O él estaba medio dormido todavía y estaba teniendo alucinaciones, o a Madox realmente le ocurría algo.

Pero solo se limitó a morderse el regordete labio inferior para no decir nada que incomodara al alfa. Madox nunca había sido violento pero conocía bien el estado inestable de los alfas para saber cuándo hablar y cuando quedarse callado.

Agarró la crema corporal y se trepó en la cama acercándose a él. El cuerpo del alfa era realmente grande en comparación con el suyo y no solo por su altura. Su ancha e irregular espalda por los músculos desarrollados, que descendía en una estrecha cintura, unas nalgas redondeadas perfectas que rogaban ser agarradas con fuerza y unas largas y fibrosas piernas. Era el alfa que todo o toda omega quisiera como su pareja. Y allí desnudo entre sus sábanas era toda una deliciosa tentación. Más él no se hizo ilusiones.

Puso una mano en su hombro y se ayudó para pasar una pierna por sobre él para sentarse a horcajadas sobre la espalda baja. Los muslos de él acariciaron la cintura del alfa y lo sintió ronronear con los ojos cerrados.

-¿Madox, seguro que todo está realmente bien?- había preocupación en su voz.

-Estoy perfecto cachorro, por qué tendría que pasarme algo-

-No… por nada- Julian echó una buena cantidad de crema entre sus manos y la calentó antes de esparcirla por la piel aún húmeda del alfa.

Inmediatamente los músculos tensos comenzaron a relajarse bajo su tacto. Madox se removió acomodándose mejor y abrazando la almohada, un gemido de satisfacción salió de sus labios haciendo sonrojar al omega. Sus dedos masajeaban su espalda intentando abarcar la mayor parte y presionando donde encontraba nudos. Apretó la zona de la nuca y e hizo movimientos circulares con los pulgares oyéndolo gemir de placer otra vez por esto.

-Así bebé, se siente realmente bien ahí- la piel de Madox se erizaba por el delicioso contacto y las sensaciones que lo recorrían sin tener que llegar al sexo.

Julian se sintió complacido con su trabajo y como estaba haciendo sentir al alfa. Debido a que en su trabajo se trataba todo lo que tuviera que ver con la estética personal había un salón de masaje y él había aprendido algunos trucos en sus tiempos libres. Sabía que el alfa que se uniera con él llegaría algunos días tensos pues ellos también tenían sus problemas solo por su estatus y él podría ayudar a relajarlo. Solo que nunca se imaginó que el alfa que estaría entre sus piernas sería Madox. Era verdad que se lo había propuesto pero en primera él había venido a mitad de la noche y segundo no se había negado, todo lo contrario.

Bajó sus manos por el centro de su espalda masajeando sus omóplatos hasta estar satisfecho y después desplazó sus dedos hasta los bordes de su cintura donde comenzó movimientos de arriba abajo. Esta zona de Madox estaba dura por los músculos trabajados por lo que se levantó ligeramente para poder ejercer más presión.

-No te esfuerces tanto amor, solo con lo que has hecho estoy en el cielo- su voz soñolienta casi se apagaba entre las sábanas. Pero despertó muy bien al omega que tembló al escuchar la palabra amor. Madox solo lo llamaba así al llegar a un estado de relajación total, casi siempre después del sexo.

-Estás seguro, aún tienes algunos nudos aquí- señaló la zona con un puchero, era de los que le gustaba hacer su trabajo bien. Ignoró la reacción natural de su cuerpo y apretó su parte inferior evitando que si se calentaba de más su lubricante se escurriera.

Madox abrió los ojos ligeramente y moviendo su brazo lo agarró y lo tiró hacia la cama poniendo la espalda de él contra su pecho. Buscó el borde de la colcha a ciegas y al encontrarlo los tapó a ambos.

-Ahora si puedo dormir- abrazó a Julian y enterró su cabeza contra la nuca de la omega aspirando su aroma con los ojos tan pesados que ya no podía volver a abrirlos.

Julian se quedó quieto por unos minutos sintiendo que la respiración del alfa se hacía pesada contra su nuca despertando cierto deseo en él. Esa era una de las zonas más sensibles de los omegas y más cuando era estimulada por un alfa. El cuerpo grande y desnudo de Madox se pegó más a él introduciendo una pierna entre las suyas desde atrás, el miembro de tamaño razonable para ser alfa ligeramente excitado quedó atrapado entre sus nalgas solo evitando el contacto por la fina ropa que hacía de barrera. Su ano palpitó y esta vez no pudo evitar que un fino hilo de lubricante escapara pero todo quedaría allí. Madox ya no se movía aunque no tenía intenciones de dejarlo ir y Julian por su parte se sentía protegido bajo su calor y estimulado, pero…

¿Por qué si se sentía tan bien, dolía tanto?

Sus ojos se cerraron con esa duda y rápidamente cayó dormido ignorando la excitación aplacada de su cuerpo. Pensar en ese tema solo lo agotaba más.

***

Dominic entró por la puerta del hospital más renovado después de una noche de sueño profundo. Había dormido hasta que el sol le había dado en el rostro y ni siquiera había puesto la alarma. Era fin de semana por lo que la empresa estaba de descanso y él realmente lo necesitaba para enfocarse en su omega. Miró su reloj. La hora de visita había empezado hacía ya tres horas.

Se detuvo frente al dormitorio donde él descansaba y apretó entre sus dedos el ramo de rosas blancas que le había mandado a hacer especialmente para Aidan. No sabía si eran sus flores favoritas, rayos que no sabía casi nada de él. Tampoco sabía que cara ponerle después de los sucedido el día anterior. Primero la conversación tan densa entre ellos referente a su relación. Con eso podía lidiar. Y después lo de Hans y su madre.

No era que le importara mucho la existencia de esas personas. Había hecho lo correcto, al menos seguían vivos y ellos tendrían años para pagar todo lo que le habían hecho a Aidan. Era mejor olvidar eso. Su prioridad número uno era su omega, su mundo.

Respiró profundo y cuando fue a tocar oyó varias voces desde el interior y no las reconoció en primera por lo que no eran ni Madox ni el omega que lo acompañaba. Sin más abrió y entró encontrándose a Aidan rodeado de lo que era el equipo de trabajo de ellos. Los betas en cuanto vieron a su Presidente entrar, de estar sentados en sillas o en el borde de la cama se levantaron como si hubieran visto al mismo diablo.

-Presidente- exclamó uno.

-Presidente- otro.

Aidan se tapó la boca ocultando una leve sonrisa ante los rostros conmocionados de sus compañeros.

-Presidente, vino a ver a nuestro jefe- una de las chicas le preguntó curiosa y con un leve rubor en su rostro debido al efecto que causaba Dominic con su imagen aunque ahora no llevaba su clásico traje. Había optado por un par de jean y un suéter delgado de cuello alto oscuro que resaltaba tanto su cabello rubio ligeramente despeinado y sus ojos verdes.

-Digamos que es algo un poco más personal- respondió Aidan y recibió una mirada de todos los que estaban en la sala. Todos.

-Acaso...acaso, ustedes están saliendo- otro de ellos estaba conmocionado.

-No es tan sencillo como piensan- Dominic por fin se acercó y dejó el ramo de flores en un búcaro –Es algo más denso como una simple relación-

-A mí me encantan las historias densa- alguien confesó y recibió un carraspeó de garganta por parte de Aidan.

-No sabía que le interesaba incomodar a su presidente- los ojos de él brillaron y los betas se tensaron. Conocían muy bien a su jefe para saber que cruzaba por su mente.

-No, no hace falta, nosotros ya nos íbamos ya- y como si el lugar estuviera en llamas el equipo se despidió de Aidan, de su jefe y salieron como hormigas en fila por la puerta cerrándola a su espalda.

Dominic resopló cuando la tranquilidad los envolvió y se sentó en la banquilla cerca de la cama.

-¿Cómo te sientes hoy?- estiró su mano agarrando la de Aidan y besando sus nudillos con cariño.

-Bastante mejor. Ya no me duele nada- su rostro tenía mejor aspecto que ayer –El doctor dijo que los medicamentos están siendo bien asimilados en mi cuerpo y la desintoxicación está avanzando favorablemente. La mayor parte de los químicos en mi sangre han sido reemplazados a partir de las trasfusiones por lo que podré empezar un tratamiento de fertilidad pronto-

El rostro de Dominic mostró alivio tras una sonrisa. Sobre todo porque Aidan había decidido por sus propios medios tomar ese tratamiento que garantizaría que ellos tuvieran cachorros en un futuro. Porque claro que le encantaría tener un hijo que fuera idéntico al omega.

-¿A dónde quieres ir cuando salgas?- él pestañeó con dudas –¿Estarás cómodo en mi casa?-

-Estaré bien alfa. No me trates como si fuera un cristal solo porque mi corazón le dio por unas vacaciones mal posicionadas-

Dominic bufó levemente con sus palabras.

-Estoy hablando en serio, solo quiero que te sientas bien ahora que estás saliendo de esto-

-Dominic, dame tu celular- Aidan estiró el brazo

El alfa no comprendió pero se lo dio después de desbloquearlo. Aidan abrió la pestaña de contacto y buscó un nombre y lo marcó esperando a que contestara.

-Oye, necesito que le expliques y recalques varias veces a Dominic lo que siente un omega cuando un alfa lo marca y como debe reaccionar porque si vuelve a decirme algo como lo de ahora las neuronas me van a explotar. Vale- y colgó devolviéndole el celular a su pareja que lo tomó con la boca abierta.

-¿A quién le hablaste así?- Dominic estaba impactado
-A nadie importante- él mostró una sonrisa inocente pero Dominic sabía que recibiría una buena bronca después de ver el registro de llamadas.

Madox tiró el celular a la cama maldiciendo al omega y dejándose caer boca arriba.

-Ese Dominic, tendré que darle unas clases de cómo tratar a su omega o este me volverá loco antes de que llegue el año que viene- todavía las palabras de Aidan retumbaban en su oído con la respectiva autoridad que lo caracterizaba. No le importaba que él fuera un alfa.

Pasó la mano sobre las sábanas regadas y frías. Julian debía haberse ido hacía mucho. Suspiró con insatisfacción. El olor de él todavía estaba latente en la habitación, del champú que siempre usaba y de la ligera colonia que no hacía nada para ocultar sus deliciosas feromonas. Madox sintió como se endurecía solo con esto y su piel palpitaba, no había tenido un orgasmo en más de 24 horas por lo que era normal que reaccionara así.

Miró el reloj y era bastante tarde. No recordaba la última vez que había dormido tan plácidamente sin necesidad de sexo y hasta tal hora. Pero eso no era lo que más le llamaba la atención de su extraño comportamiento de anoche.

Siempre volvía a su casa no importara la hora que fuera después de su actividad sexual por lo que era la primera vez que pasaba la noche en una cama que no fuera la suya. Y diablos que eso lo hacía sentir bien.

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