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Beso

-Necesito su ayuda-

Dominic no podía creer lo que sus oídos estaban escuchando. Primero la impresión de recibir una llamada de su pareja, que parecía evitarlo a toda costa, lo había asombrado y después le pedía ayuda. Wao, que estrella se caería del cielo.

-En lo que desees- respondió sonriendo. Sabía que no tendría que esforzarse mucho. Él llegaría a donde debía estar por sí solo. No tendría que mover ni un solo dedo. Y esa llamada era el inicio de todo -¿Qué quieres que haga por ti, amor?- dijo de forma sensual.

-¿Conoce algún hospital donde hagan la prueba de género, de forma segura y anónima?- Aidan al parecer ignoró su indirecta

Dominic se tomó unos segundos en responder. Si le pedía algo como aquello quería decir que estaba dudando de que era un beta. Eso era buena señal.

-El hospital privado al que asisto-

Él volvió en tardarse en responder, Dominic concluyó que se estaba tomando su tiempo para medir sus palabras.

-¿Cuánto costará?- por supuesto que venía la pregunta. Aidan era director de un departamento por lo que no debía irle mal, pero a diferencia de él que era millonario, como que la brecha era grande y más a él que le gustaba la atención especializada.

-El costo es- sonrió por lo que iba a decir- un beso tuyo, si sabes a que me refiero-

Esta vez no fueron segundos, Dominic creyó que había perdido el teléfono sin colgarlo hasta que su voz salió algo inestable.

-Está bien- 

Eso lo tomó desprevenido y su cuerpo se calentó en reacción. Tanto quería besarlo que, él le respondía si, y actuaba como un adolescente.

-¿Cuándo quiere que te lleve? La clínica está a una media  hora de aquí-

-Después de la reunión de esta semana con los nuevos operadores de marketing-

Dominic estaba tan motivado con salir con él que había olvidado ese pequeño detalle.

-Como digas, estaré esperando el día, mi omega-

Lo sintió chasquear los dientes del otro lado.

-Hasta mañana-y colgó.

Dominic esperaba que le dijera algo como que no era su omega o que no le dijera palabras así pero eso era cosa de jovencitos y a pesar de que el chico no tenía ni un cuarto de siglo cumplido parecía más maduro para su edad.

Dejó el teléfono sobre la mesa y se recostó cómodamente sobre su silla olvidándose de todo trabajo pendiente. Su mente estaba enfocada en otra cosa. Había escuchado hablar y leído sobre las parejas destinada, pero nunca pensó que sería tan...especial. Era más intenso, más salvaje, más delicioso que todo lo que había vivido y solo conocía apenas detalles de su pareja. Eso lo solucionaría dentro de poco.

Ya la duda de que era un beta estaba plantada solo tenía que germinar y sería solo cuestión de tiempo para que fuera solo suyo.

Su entrepiernas latió y miró hacia abajo.

-Como que alguien está de acuerdo conmigo pero en muy mal lugar- se lamió los labios resecos y su respiración se volvió otra vez agitada. Estaba excitado y la idea de llamar a su prometida para que lo relajara no le parecía apetecible. La imagen de su omega era lo único para lo que tenía mente.

Se levantó y cerró la puerta con llave. Él se encargaría solo de su cuerpo con la imagen de su pareja, esperando tenerlo debajo de él completamente desnudo y sumiso a su persona.

Aidan suspiró cuando cortó la llamada. Llegó a pensar que había sido de las cosas más difíciles que había hecho. Aceptar el beso de su jefe y el que decía que era su pareja destinada. Quizás para otras personas eso sería lo mejor que le hubiera pasado en la vida, más no para él que estaba ahora mismo en una encrucijada y tenía a su novio viviendo en la casa de al lado. No era un hombre infiel y no quería serlo en el futuro. Guardó la pastilla dentro del frasco y este lo tiró dentro de la gaveta. Vería cuales serían los resultados de no tomar la medicina. Esperaba no arrepentirse de aquél decisión.

Su puerta fue tocada y él no respondió, sabía quién era y no tenía ganas de verlo. Su cuerpo estaba rechazando la idea de estar cerca de su novio Hans, eso no era buen indicio. La fecha de matrimonio la estaba planificada para dentro de 7 meses, y romper los planes pondría a más de uno caminando por las paredes. No era que le importara mucho la verdad, pero antes de dar cualquier paso debía estar seguro de lo que iba a hacer. Mañana encararía la situación, esperaba salir ileso de esto.

Aidan se detuvo a uno metros de la entrada de la empresa. Después de una mala noche de sueño tuvo que tapar las ojeras con más maquillaje de su madre y estaba de muy mal humor. Tanto el trabajo como las preocupaciones le estaban ocasionando un severo insomnio. Tal vez tendría que ir primero al hospital a resolver ese asunto.

Miró el auto lujoso que se estacionaba en la entrada y de donde salía Dominic seguido de una mujer. Él retrocedió y se ocultó entre la sombra de uno de los árboles del jardín de la empresa y esperó, no quería aparecer de improvisto y más desde lo hablado el día anterior. Esperaría a que entrara y después él lo haría, dilatando así el momento de su encuentro. Su preparación mental estaba más débil de lo que se imaginaba.

-Esto de que estés trabajando no me gusta, casi no estás en el apartamento- Dulse hizo un puchero- Necesito atención y lo sabes-

Dominic suspiró y desenrolló los brazos de su cuello sintiendo su estómago revolverse con el contacto de él.

-Dulse, hoy regresaré temprano y tengo algo que decirte-

La vio fruncir el ceño y pararse tiesa, estaba seguro que ya se había olido algo, después de todo no había querido quitarse el olor de su pareja después del roce de aquel día y sería extraño que su actual novia no lo hubiera sentido.

-Está bien- volvió a ponerse melosa -te estaré esperando con un deliciosa cena.

Se acercó nuevamente y besó sus labios mordiendo el inferior. Dominic solo la dejó hacer, aunque no correspondió. Solo llevó las manos a su cintura y á estabilizó ya que él era bastante alto como para tuviera que ponerse de puntillas. Aunque para los protagonistas de la escena solo era un beso de despedida sin ninguna atención por parte de uno de ellos, para cualquiera que viera la escena parecía una pareja en un fogoso beso.

Uno de ellos fue Aidan que solo apretó los labios. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Pidiéndole ayuda? Él ya tenía pareja, una hermosa omega.

¿Acaso quería darse cuenta que de verdad también era un omega y correr a sus brazos? Dominic ya tenía alguien al lado, no la dejaría por él, alguien que conoció apenas unos días. Seguro que como alfa había encontrado algo inusual en su vida y le había interesado para entretenerse. 

Ingenuo

Estúpido

Eso era lo que había sido.

¿De qué valía descubrir la verdad? 

Pelear con su familia. Pelear con su novio. Romper su compromiso. Inestabilizar su futuro preparado. Arriesgar su puesto de trabajo. 

Y solo por un alfa que la había hecho dudar.

Rebuscó en su bolso y encontró el pote blanco. Sus manos vacilaron pero lo abrió. Sacó una pastilla y la tragó sin pensarlo.


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