Capitulo 8 Primer día en busca de trabajo
–¿Por qué lo preguntas?—Nadie me había hecho esa pregunta hasta ahora, aunque casi todo el mundo piensa que no lo soy. Eso es lo malo de andar con mi loca amiga salía.
–Dicen que todos son caliente en el caribe. Una buena respuesta sería que tus hormonas no se alborotan ¿Qué se yo? Dime algo.—Ohm tema sensible.
–Mis hormonas están perfectamente. No quierer tener sexo hasta ahora no se trata de ningún problema, solo que me he apartado de ese asunto.—Es cierto no está en mis planes. Después de ver a mi amiga sufrir y convertirse en otra persona no me atrajo mucho el asunto. No era una puta pero si hace de sus hombres su pasatiempo. Además no he querido pensar en ello.
–Ohm, sorry no lo quería hacer un problema. Pienso que esto pasa porque aún no te ha tocado un hombre todo caliente, mandón.—No me gustan los hombres mandones.
–Puede ser que no me ha tocado un hombre que me sacuda el piso pero te aseguro que si es mandón, lo mando a pasear ¿Sabes? A veces creo que no nací para el amor.—Me sincero no sé por qué, pero nunca había tocado este tema a profundizar y cada vez me siento más a gusto con Rush. En el sofá Jess está durmida, otro día pediré su opinión.
–Sigue creyendo eso. Las personas que hablan así son las que caen y se hunden hasta el fondo.—Dios, mi boca está abierta.
–Ven acá, ¿quieres ser mi amigo y vivir un poco más o qué te tire del balcón en este preciso momento?—Digo en amenaza.
–No creo que me tires, no tienes balcón.—No me había percatado de eso.
–Pero tiene una ventana y la ayudaría a tirarte de ella, mira que eres exasperante Rush, aún no sé cómo te soporto.—Dice Jess mientras se levanta del sofá.
–Disculpa por levantarte pero me vendría muy bien esa ayuda.—Mientras voy acercándome a Rush.
–Vale chicas, no digo nada más. Prometo portarme bien.—Sus ojitos brillan parece el gato con botas en la película de Sherk.
–No puedo contigo como me ayudaste te dejo dormir en el sofá.—Se va con la cabeza baja hacia el sofá.
–Vamos Jess a dormir, él se lo busco por estar de preguntón.—La cojo del brazo y nos dirigimos a nuestros cuartos. Mañana será un día duro.
Mi despertador suena a las siete. Los nervios están en mi y me llevan a ponerme la ropa al revés. Rush se levantó más temprano al parecer pero hace unos veinte minutos llegó todo tranquilo como si no pasara nada y a mí me parece que se mueve hasta el suelo. Desde que empezamos a desayunar, no sé porque viene aquí teniendo una cafetería. Al parecer es normal, me dijo Jess que hace unos minutos fue a trabajar. Me deseo suerte y me dejo hace media hora discutiendo con un Rush malhumorado.
–Deli, respira y desayuna que estamos en tiempo.—Ya se le fue el enojo, o será bipolar.
–Rush please, no quiero de verdad. Cuando salgamos nos comemos lo que quiera pero ahora no.—Nunca como cuando estoy nerviosa.
–Vale, solo para no ponerte más nerviosa.—Por fin deja los regaños por no desayunar.
–Nos podemos ir ya—Estoy nerviosa pero mientras más rápido salga de la boca del lobo mejor, ese era mi consejo para caperucita.
Al parecer me hace caso y salimos del apartamento. Sigo a Rush por unas escaleras traseras; estoy al punto de virar cuando veo un garaje, él me va a llevar en carrito y yo penando que me va a secuestrar. Él se acera a un auto que ni por asomo creo que es suyo.
–Oye, no robemos nada ¿Serio Rush? que no quiero que me deporten.—El muy tranquilo y riéndose saca las llaves del puto mercedes, no sé qué más; soy mala con las marcas. Me subo calladita tratando de no hacer un rayón, no puedo imaginar lo que tengo que pagar por un raspón.
–Muñeca, deja de temblar, parece que vas al matadero y no a una empresa.—Creo que estoy en el matadero.
–¿Qué bueno que no se te ha afectado tu sentido del humor?—Miro por la ventana mientras arranca.
–Claro que no, nena; eso nunca. Cuando pase estaré muerto.—No respondo más los nervios me atosigan.
El camino es súper tranquilo, tan tranquilo que recuerdo las palabras de mi madre, a veces después de la calma llega la tormenta, en este momento rezo porque no sea verdad. Llegamos a la primera compañía, mi mente la siento nublada y mis manos me sudaban un montón. Rush parecía darse cuenta porque me las agarró y no me la soltó hasta traspasar la puerta del gigantesco edificio.
–¡Joder Rush! creo que de verdad me muero.—Si estoy exagerando pero así me siento por dentro.
–No digas eso nena, mírame respira conmigo, inhala....... Exhala...inhala... exhala.... Ahora vamos que sí esta no sale, pues tenemos otras catorce.—Como doy las gracias de conocerlo.
–Ok, vamos.—No soy ninguna cobarde, compórtate delis. Aquí vamos.
Entramos al ascensor, mi nuevo amigo me acompaña como todo un caballero. Despuésspués de hablar con la secretaria ella me indica mi número en la lista, soy la tercera para la entrevista. Espero mi turno y hago los ejercicios de respiración; en un abrir y cerrar de ojos, llaman mi nombre.
–Deli Días, por favor pase a la oficina del señor Jean Carlos.—Me paro con valentía pero no sin antes irme con un apretón de mano de parte de Rush. Entro a la gigantesca oficina con pasos fuertes.
–Por favor, tome asiento.—De camino a la silla que me señala, le agradezco y doy los buenos días. ¿Qué no se diga que no hay educación?
–En su currículo dice que ha trabajado mucho en esta industria pero no en este país. ¿Es correcto?—Muy correcto, el hombre que me está entrevistando tiene una cara de perro, es decir, parece cansado de hacer entrevistas. Hizo una mueca enfatizando las últimas palabras.
–Así es señor, estudie y trabajé en mi país.—No mires su cara, no mires su cara, puede que no sea tan malo.
–Lo siento—¿Qué?— En mi compañía solo acepto estadunidense.—Mis plegarias terminaron, hijo de perra no podía poner eso en el anuncio antes de publicarlo.
–Mejor dígame que no aceptan caribeños, esa sería la verdad.—Iba a decir algo pero proseguí—No me tiene que responder, sé que le faltan huevos para ser sincero. Está empresaucha es muy grande pero si jefe es muy pequeño de mente.
–No se lo tome así, solo no acep...—Y una mierda, me levanto del puto asiento y le digo.
–Sí, entendí, me voy. Para una empresa racista ni mis huellas se merece.
Salí hacia la puerta como alma que lleva el diablo, Rush me sigue, no sé en qué momento llego detrás de mí pero está ahí. Llego al garaje, gritan mi nombre, lo escucho en la lejanía pero no hago caso. Encuentro el coche y me desplomo en el asiento delantero. Estoy decepcionaba pensé que si me rechazaban por ser caribeña dolería menos pero no, duele igual o más de lo que pensé.
–Nena, mírame, mírame conejita—Rush intenta conversar pero no quiero
–¿Qué Rush?... tenía razón.—Sé que no entiende pero tampoco quiero hablar.
–Nena, ellos se lo pierden tú no has perdido nada; todavía te quedan más oportunidades.—¿Como que es un amor de persona? Ni siquiera sabe que paso.
–¿Eso crees, de verdad?—Please ayúdame con tus palabras necesito tu fuerza.
–Claro, levántate y vamos a volver a intentarlo.—Me río.
—No sé supone que tú debes montarte y conducir.
–Carajo, siéntate y nos vamos a la próxima. Me dices por qué fallaste.—Ahí va la historia del maniquí de empresa.
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