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1.

12 años después.

Fue algo que conmocionó bastante al alto japonés que estaba sentado al lado de una de las tantas motocicletas de su tienda, lugar que antes le pertenecía al hermano de Mikey, Shinichiro Sano. El pelinegro acababa de hablar con los oficiales que volvieron al lugar del incidente para recolectar un poco más de información, era una mañana bastante agitada. Aquella noche en donde Sanzu haruchiyo asesino a un hombre y atacó a Draken, el mayor no dudo en llamar a la policía y notificar lo sucedido.

—Eso es todo lo que sé.—termino de decir Draken.

—Así que, recapitulemos.—dijo uno de los policías.—Un hombre, Kenya Shinichi, de 34 años de edad, al parecer estaba huyendo y intentó entrar en tu tienda. Pero, un extraño hombre vestido de negro lo arrastró hasta un callejón y lo asesino.

—Si.—asintió.

Los oficiales se miraron por unos segundos, intentando procesar un poco más lo ocurrido, olían que había un cabo suelto. El policía que acababa de hablar se fijo en el tatuaje de Draken, su expresión algo ruda no le daba tampoco buena espina. Era normal, después de todo en Japón existe cierto tipo de prejuicio por la forma de verse los demás, cosas como usar tatuajes o algún tinte son suficientes para pensar que eres algún tipo de criminal o que estuviste involucrado en algo así en el pasado.

—... Muchacho, Ryuuguuji Ken, no quiero sonar un poco rudo ni nada por el estilo, tampoco es que dude tu palabra, pero... ¿Eso es todo?

—¿Qué está insinuando?—frunció el ceño, un poco molesto.—Le dije que eso fue lo que pasó, ese tipo mató a ese hombre, me atacó y se fue.

—Ahí está el problema—agregó su compañero.—solo piénsalo, ¿porqué un asesino dejaría vivo un testigo?

—Le juro que no conocía a ese criminal y que no tengo idea del porqué no me mató.—dijo.—Créanme, yo jamás haría ese tipo de cosas.

Los policías se quedaron mirando a Draken por unos segundos, aún tenían sus sospechas, sin embargo tampoco es que vieran alguna pizca de mentira en el chico.

—Bueno,—resoplo.—si así está la cosa, le agradezco que nos haya brindado toda está información.—se dio media vuelta y dirigió a la puerta.—Que pase un buen día, Sr. Ryuuguuji.

Los dos oficiales se marcharon, al mismo tiempo, Inupi llegó un tanto desconcertado al ver como dos policías salían de la tienda, el rubio con una cicatriz en su rostro entró y preguntó por ello:

—¿Qué pasó?, Draken.

El mayor suspiro, estresado.

—... Nada, solo hubo un pequeño incidente anoche.

Inupi frunció el ceño, Draken se veía muy cansado, tenía algunas ojeras que daban a saber que no pudo dormir bien anoche.

—No dormiste bien, puedo verlo.—mencionó.—Traere un café, así tal vez te sientas un poco mejor.

—Está bien Inupi.—fingió una sonrisa y estar de ánimos.—Solo no pude domir bien por lo que pasó, pero no es para tanto.

—... Si tú dices.—susurro.—Compre una piezas nuevas para la motocicleta que enviaron.—se las mostró.

—Excelente, empezaremos de inmediato.—exclamó.—Oh, Inupi, ¿conseguiste tu traje?

—¿Hm?—no entendía a que se refería, pero entonces se acordó de lo que le dijo.—¡Ah!, si, lo hice.

—¡Tienes que verte elegante para mañana!, es la boda de Pahchin.

—No hay problema con eso.—sonrió.

Draken todavía tenía en mente lo que ocurrió ayer, eso no lo dejó dormir, tuvo que comunicarse con Chifiyu y contarle todo lo que ocurrió. Todavía no puede creerlo, se siente como si fuese un sueño, casi irreal, que ese rubio tan torpe, miedoso, débil y despistado en la mayoría de las ocasiones este envuelto en algo como esto.







El día transcurrió muy rápido, la mañana llegó y con ello la gran celebración de la boda de Pahchin con quien fue su amiga de la infancia Hanayome. Todos se reunieron ese día, amigos, compañeros de trabajo, conocidos de Pahchin y por supuesto familiares estuvieron en ese día tan especial. Draken y Inupi llegaron al lugar, se veían muy bien en sus respectivos trajes cada uno, aunque llegaron a llamar un poco la atención, pero tampoco es que haya sido la gran cosa.

Los dos muchachos se encontraron con la enorme sala llena de personas con lindos vestidos y trajes elegantes, mesas bien decoradas, comida deliciosa y un ambiente relajante e divertido, se podía ver a la gran cantidad de gente reunida el día de hoy, cosa que sorprendía a Draken de cierta forma, nunca pensó que ese tipo Pahchin llegara a estar en un escenario así, pero se siente muy feliz por él y le desea lo mejor.

—¿Dónde deberíamos sentarnos...?—preguntó Inupi.

El pelinegro miró a su alrededor, cuando sus rasgados y oscuros ojos se toparon con un amigo suyo, era Mitsuya. El color púrpura de su cabello lo hacía sobresalir mucho, además de su buena selección en ropa, aunque para él sería un conjunto simple a Draken le sorprende todavía el tipo de estética que puede elegir su amigo de la infancia.

—¡Draken!—exclamó, saludando desde la distancia.—Y también Inupi.—le miró, este le sonrió.—¿Cómo han estado?, ha pasado cierto tiempo desde que no nos vemos.

—Habla por ti, he oído que has empezado en el mundo de la moda, diseñando cosas.—expreso Draken sonriente.

—Si.—rió un poco.—He estado algo ocupado últimamente, pero eso no significa que no tenga tiempo para ver un rato a mi amigos. O venir a una boda. ¿Cómo les va con la tienda?

—Nos va muy bien. Lo tenemos todo manejado.—contestó Inupi.

—Pero para mí es un trabajo extra, a veces tengo que ponerle un ojo encima a Inupi.

—Solo se me dificultan algunas cosas.—sonrió, algo avergonzado.

—Supongo que les va de maravilla.—exclamo.—Vengan, acompañenme, los demás están por aquí.

Draken y Inupi siguieron a Mitsuya, los demás estaban alojados en una mesa del sitio, Kazutora, Chifiyu, Souya, o mejor conocido como “Angry” y también su hermano mayor, Naoya, mejor conocido como “Smiley”, también se encontraban Hakkai y su hermana Yuzuha, Pehyan el mejor amigo de Pahchin, y por último, Hina. Estos los vieron llegar, se sintieron nostálgicos y felices al verlos, todos se empezaron a saludar, sin poder evitar sonrojarse o algo por el estilo, gracias a las vidas cotidianas que tienen, se han encontrado muy ocupados y apenas tienen el suficiente tiempo para verse, aún así todavía está esa “chispa” en ellos.

—Kazutora, has crecido mucho.

—Tú sigues igual, amigo mío.—sonrió el muchacho.

—Ambos son dos postes de luz.—agrego Naoya.—Pero Hakkai seguirá siendo un monstruo en ese sentido.

—Todos los enanos siempre tienen algo que decir encontrá de los que son más altos.—burlo.—Me merezco mi altura, mira hasta donde he llegado.

—Disculpen su arrogancia.—intervino Yuzuha.—Se ha vuelto así después de ser tan famoso.

—Si, ya nos hemos dado cuenta.

—Estas siendo muy molesto, hermano.—le dijo Souya.

Estos nunca cambian.—pensó Draken.—Kazutora, tu motocicleta no ha vuelto a averiarse después de que la arreglamos, ¿o sí?

—¡Para nada!, me atrevo a decir que parece una nueva.—exclamó.—Todo gracias a ustedes.

—Al final todo fue por ser muy descuidado.—mencionó Chifuyu.—La próxima vez no deberías de conducir borracho.

—No exageres, solo tome un par de copas contigo, Chifuyu.

—Como digas.—se acercó a los recién llegados.—Enrealidad no aguanta tanto el alcohol, por eso se lo tengo restringido.

—No me digas.—rió Draken la oír eso.

—¿No se supone que deberían de estar hablando de Pahchin?—interrumpió Pehyan.—¡Hoy es su boda!

—¡Pehyan!—Draken lo abrazo.—Maldición, tan solo mirate, tú y Pahchin realmente han hecho una gran movida.

—Se podría decir que sí.—sonrió de oreja a oreja.—Puedo decir lo mismo de ustedes, pero te ves un poco raro con el pelo negro, Draken.

—Me lo han dicho, pocas veces.—dijo.—Al diablo con eso.

—¿Y quién es él?—miró a Inupi.

—Es Inupi, es un amigo mío, ¿no lo recuerdas?, estaba cuando se enfrentaron a Tenjiku.

—¡Oh, cierto!, eres ese tipo super resistente.

—No podría llamarme de esa forma.—dijo un poco nervioso.

—Uh, Hina, también viniste.—se acercó Draken, sentándose a su lado, dejando que Inupi y Pehyan se conozcan un poco más.

—Hola, Draken.—sonrió con dulzura.—Mitsuya me contó que tenías una tienda de motocicletas, pensé que estarías ocupado y no vendrías.

—Nah, soy el dueño, no hace nada de daño que me tome un día libre.—aclaro.—¿Y qué hay de ti?

—Soy maestra en un jardín de infantes.

—Eso es genial, te queda.

—Mi hermano me dice lo mismo.—suspiro.

—¿Dónde está él?—preguntó al percatarse de como se desánimo ella al mencionar eso.

—No podrá venir. Está muy ocupado con un caso o algo así, dice que es muy urgente.—Hina se entristeció un poco, parecía que ambos tuvieron una  pequeña discusión, ella lo recordó y no pudo evitar sentirse mal.—... Se veía desesperado.—pensó, aún preocupada por él.

Draken puso su mano sobre el hombro de Hina, llamando su atención.

—No te sientas mal ahora por eso, solo diviértete tú y que él se lo pierda.

Hina lentamente sonrió, las palabras de Draken la reconfortaron un poco. Sin embargo, en ese momento ella se puso sería, fue inevitable para ella no preguntar por esa persona.

—Draken...—el mayor la miró.—... Tú, ¿sabés algo de Takemichi?

La pregunta tomó por sorpresa al mayor, rápidamente pensó en alguna mentira que contarle, Hina esperaba la respuesta impaciente.

—... Hace doce años, Takemichi me dijo que podía viajar en el futuro.

—También lo sabes.—susurro.

Ella asintió.

—Pero, después de lo que pasó con esa pandilla, no he vuelto a saber nada de él.—contó, con su voz tan suave y dominada por la melancolía.—Creí que tal vez tú... Supieras algo sobre él.

Draken suspiro.

—Yo tampoco sé nada de él.

—Oh...

—Hina, y-

—No importa.—interrumpió. Ella lo miró con una mirada aún llena de esperanza.—Sea donde sea que esté, sé que estará bien. Después de todo, él es nuestro héroe llorón.

Esas palabras le dieron un cosquilleo a Draken, específicamente en su cicatriz, varios recuerdos atravesaron su mente, una sonrisa comenzó a dibujarse en sus labios lentamente, asintiendo, confirmando lo que dijo Hina. Entonces, Chifiyu tocó el hombro de Draken, lo miró y la mirada del pelinegro de ojos azules lo decía todo.

—Disculpame Hina, tengo que hablar algo con Draken.

Chifuyu y Draken se alejaron de la multitud de personas, estando apartados de ellos, se fueron al pasillo que estaba absolutamente vacío, ahí ambos comenzaron a hablar sobre lo ocurrido.

—Anoche cuando me llamaste, me dijiste que Sanzu asesino a un hombre...—trago saliva.—... Y que, Takemichi era su jefe.

—Si.

—Esto es... Agh, no sé que pensar.

—Yo estaba como tú en un principio. Ni siquiera pude dormir.

—¿Porqué?, no entiendo. ¿En qué está pensando Takemichi?, no, ¿qué está pasando realmente?

—No tengo la menor idea.—nego con la cabeza.—A mi también me gustaría saberlo pero... No sé por dónde empezar.

—Maldición.—chasqueo sus labios.—Takemichi desapareció de la nada luego de lo de Tenjiku, pensé que volvió al futuro pero eso sería imposible, porque estoy seguro de que se hubiera despedido de mí y de Hina también.—comentó.—O por lo menos hubiese dicho algo, o tal vez su cambio de personalidad; de algún modo lo hubiese sabido.

—Entiendo a lo que te refieres. Cada vez que pienso sobre ello me da un mal presentimiento.—dijo.—No sólo Mikey, ahora Takemichi. Es como si todo se estuviera derrumbando.

—... ¿Crees que alguien más sospeche algo?

—Solo te lo he contado a tí. Pero si crees que puede servir de ayuda alguien más, eso no nos vendría mal.

Chifuyu chasqueo sus dedos, se le ocurrió una idea.

—El hermano de Hina. Gracias a él, Takemichi podía viajar en el tiempo, si logramos dar con Naoto, tal vez podríamos tener una idea o llegar al fondo de esto.

—Tienes razón.—dijo.—Y Hina me contó que él no vino por estar ocupado...—tomo en cuenta esto Draken.

—Han pasado doce años pero todo se siente tan igual. Como un desastre.















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