—¿Sabes? —dice pasando su dedo por mi caligrafía—. Yo hasta hace unos años trabajé en una importante editorial —comenta y levanta la vista a verme. Ya todos se están retirando.

—¿En serio? —pregunto—. ¿Por eso la deferencia en el trato de Reyna?

—Supongo —sonríe encogiéndose de hombros—. Me tocaba leer muchos manuscritos, corregirlos y prepararlos para su publicación.

—Oh... entonces has leído mucho —sonrío y él toma un bolígrafo en sus manos.

—Sí... por eso quiero corregirte esto... —dice señalando con la punta del bolígrafo mi texto—. Lo siento, el trabajo me ha hecho obsesivo con los errores —sonríe.

Lo miro en busca de algún error ortográfico. No lo encuentro...