Capitulo-9
Vencida por el cansancio se quedó profundamente dormida. Al despertar volteó su cabeza siguiendo el sonido de unos sollozos provenientes de su madre.
―Mamá―pronunció con voz débil extendiendo su mano para coger la de su madre.
―Nayet, hija, porque no dijiste nada de lo que te pasó. Nos llamaron del hospital.
―No he pensado que fuera grave. Estoy bien no te preocupes, no tengo nada roto ni nada.
―Ya, el doctor Zuniga nos ha puesto al corriente. Por cierto hija que guapo es tú jefe.
―Bueno no está mal.
― ¡Ay hermanita! ¿Qué te ha pasado, qué mal aspecto tienes?
―No te preocupes estoy bien. Tan sólo unos chiquillos que me quisieron robar. Estoy bien.
―Mejor que no te haya pasado nada. Oye por cierto entre nosotras dos, he vuelvo a ver a tu jefe, umm, está guapo el condenado.
Nayet se quedó paralizada al escuchar como su hermana hablaba de la belleza de Gael. Sus celos reaparecían en su piel, intentaba mantener la calma escuchado a su hermana. Sus temores se volvieron hechos. Gael vestido con su uniforme azul oscuro, pasó para preguntar por su estado. Gina que no dejaba de comérselo con los ojos dando pequeños pasos para ponerse muy cerca del doctor, entabló conversación con él poniendo como excusa el estado de su hermana llegando hasta fingir un amor que no desprendía acerca de su hermana. Gina es guapa como aprovechada e interesada sin descartar envidiosa y avara. Sin dejar de atraer la atención del doctor pasaron de hablar del estado de Nayet a narrarle su vida. Gael escuchaba engatusado por esa bella mujer que tenía tan cerca siéndole imposible dejar de sonreír.
―No ves Nayet, todo lo que me propongo lo consigo.
―Ya lo veo. Me dado cuenta que le acabas de pedir una cita a mi jefe.
―Es que no lo he podido evitar. Debe ser interesante llegar con él a más.
―Gina, para. Gael no es hombre como los que tú sueles salir. Además es mi jefe.
Gina no era tonta, y sabía perfectamente que ella no era la única que estaba interesada en Gael. Miró repetidas veces a su hermana convenciéndose que Nayet sentía algo por Gael. Girando su boca haciendo una mueca mirándola con recelo, en su mente estaba pensando la manera de cómo Gael iba a salir con ella, tan solo para molestar y mortificar a su hermana.
Por la noche pasó de nuevo Gael a visitarla, ya no estaba vestido con su uniforme. Llevaba unos jeans a juego con un polo negro que le marcaba todo sus pectorales y unas deportivas.
Un cosquilleo emprendió por todo el cuerpo de Nayet, sin poder evitarlo le preguntó si había quedado con su hermana.
―Nayet, no quiero ser borde, pero de mi vida privada no suelo hablar.
―Gael, no lo hagas. Gina no es buena, te hará daño, solo quiere sexo y pasarlo bien. Por favor no cometas ese error de irte con ella, cuando te utilice te hará daño. ―Sus ojos castaños no tardaron en cargarse de agua, mirándolo con súplica agarró su mano. Gael no entendía que ocurría realmente y el por qué Nayet hablaba así de su hermana. Agarró una silla sentándose a su lado, posando su mano en su mejilla acalorada. En silencio se miraban, ella suspiró más tranquila, tanto así que el sueño le venció. Al despertar aún era de noche, miró para esa silla que horas antes se encontraba Gael sentado. Ya no estaba, se había marchado. Sus temores volvieron a fluir, su mente se inundó de pensamientos desde su infancia hasta ahora. Sabía que Gina no iba a parar hasta conseguir su propósito, por eso los meses que estuvo con José Arlhey no se lo presentó a su familia, y menos habló con su hermana por miedo a que se lo quitara y José Arlhey se fijara en Gina y no se enamorase de ella. No era la primera vez que intentaba salir con chico y su hermana se metía por miedo. Unas veces por fastidiarla otras para hacerle ver que ella era mucho más guapa y podía tener a todos los chicos que quisiera con tan solo chasquear los dedos.
Al día siguiente tras haberle hecho las pruebas necesarias le dieron el alta, dándole unas semanas de baja. Esos días lo aprovechó para descansar y recuperarse. Todos los días iban a visitarla sus amigos, Lucas le contaba cómo le iban los exámenes, Lili y Dulce la ponían al tanto de lo que pasaba en el hospital. Incluso contándole que su hermana iba todos los días al hospital a buscar a Gael, lo habían visto en varias ocasiones subiéndose los dos juntos en el coche de él. En apariencia Nayet sonría como si tal cosa, sin embargo por dentro sentía un escozor de tener que escuchar lo que no deseaba admitir.
A solas en su habitación su tristeza volvía aparecer, se hizo un ovillo comenzando a inquietarse notando una punzada en su corazón. Sin poder dominar sus lágrimas que resbalan solas pensaba en Gael. Volviéndose hacer la misma pregunta. ¿Porqué sentía esas emociones sinsabores incluso amargas por él?
Dispuesta a no venirse abajo, los días que le quedaban de reposo se los pasó estudiando y yendo a la facultad. Todas las tardes quedaba con Lucas, paseaban contándose sus problemas, iban a tomar un batido incluso al cine. A Nayet le encantaba contarle la película a su manera. Se reía mucho con Lucas, y eso le compensaba.
De vuelta al hospital, lo primero que hizo fue ir a visitar a Camilo, como no ha contarle por qué no había ido a visitarlo. Acto seguido se fue para la consulta de Zuniga. No tenía muchas ganas de verlo y más sabiendo que estaba saliendo con su hermana. Tocó la puerta, pasó dentro saludándolo como siempre.
―Buenos días doctor Zuniga.
―Hola Nayet, que alegría de verte y tenerte de nuevo. Bienvenida. Y la abrazó.
Ella casi no podía ni respirar, su cuerpo se quedó paralizado sin esperarse que Gael la abrazara. Al mismo tiempo era agradable sentir su cuerpo, su fragancia. Cerró por unos minutos los ojos agarrándolo por sus hombros para saborear ese momento. Despacio se separaron sin apartar sus miradas, reservándose lo que pensaban, ansiando hacer sus fantasías realidad. Con discreción Gael la besó en su mejilla acariciándola con sus dedos. Nayet notaba como cada fibra de su organismo se alteraba, ocultando lo que sentía por ese hombre que tenía ante ella.
El ruido de la puerta los sacó de su encantamiento para devolverlos a la realidad. Con disimulo comenzaron a tratarse como todos los días. Hoy tocaba pasar consulta. La mañana había sido algo ajetreada, era la hora de la comida. Como ya era habitual Nayet se dirigió a la cafetería para comprar su comida. Localizó una mesa y se sentó. Ese día había quedado con Lucas. Nada más ver a Lucas, Nayet lo abrazó susurrándole lo feliz que se encontraba. Lo que Nayet no sabía era que Gael desde otra mesa comiendo con otros compañeros estaba observándola. No podía soportar como ese hombre le tocaba su cara, la agarraba de sus manos susurrándole a su oído al mismo tiempo que ella sonreía.
―Lucas voy un momento al baño. Ahora vengo, y te llevo a la salida.
―De acuerdo te espero aquí, voy a dejar la bandeja me pilla cerca.
Al momento de levantarse Lucas, Gael siguió observándolo, aprovechando que estaba dejando su bandeja él también quiso imitarlo. Dejó su bandeja en el carrito, al girarse para volver a su mesa golpeó tan fuerte a Lucas con el hombro que éste perdió el equilibrio cayendo al suelo. Las risas de los demás no tardaron en aparecer. Desde la puerta Nayet presenció todo, vió como Gael había empujado a Lucas. Salió corriendo en su ayuda, éste quitándole importancia quería marcharse. Pero Nayet no estaba dispuesta a dejar que Gael se saliera con la suya.
Encolerizada caminó hacia donde estaba Gael sentado, irritada sin dudarlo le dio un bofetón con todas sus fuerzas.
Gael comenzó a reírse irónicamente, ―Qué pasa Nayet que ese hombre no se puede defenderse solito, tienes que sacar la cara por él.
―Pensaba que tenías un poco más de humanidad, pero cada vez me sorprendo menos contigo, eres un miserable.
―Tan pocas agallas tiene que no puede venir él.
―Es ciego imbécil. No te has dado cuenta que no ve. Y tú vas y lo empujas aposta. No me lo puedo creer.
―Nayet, amiga, vámonos, no ha pasado nada estoy bien, solo me caído porque he perdido el equilibrio. Tranquilízate.
―No trates de justificarlo, lo he visto, y sé que lo ha hecho a posta. --Gritó Nayet enfurecida mirando con odio a Gael.
Gael se quedó impactado, ante él tenía a una mujer distinta. No podía creerse la manera que Nayet estaba defendiendo a su amigo. Nunca antes la había visto tan enfadada y fastidiada. Fulminándolo con la mirada agarró a Lucas y se marchó.
Antes de irse para los vestuarios ha cambiarse, Lili le había pasado un aviso, Ginés quería hablar con ella.
Al subir a la oficina de Ginés el director del hospital, y el mejor amigo de su padre, sus nervios fluían por todo su organismo. Tímidamente entró en la oficina, agachando su vista al suelo avergonzada retorciéndose sus dedos de los nervios... escuchó toda la reprimenda de Ginés. Al parecer el bofetón que le había dado a Gael no había pasado desapercibido, tanto así que su plaza en el hospital estaba en juego. Ginés tenía que decidir si seguía o se tenía que marchar del hospital.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro