Capítulo 48
Un pequeño brote de cólera comenzó a fluir por el organismo de Nayet. Se sentía traicionada por el único hombre que ha amado. No era la hora de llorar, no debía dejar que su dolor la afectase. Por su mente se cruzaban los momentos que ha pasado junto a el y en su corazón están almacenados todas las palabras que le ha dicho.
Apretó sus puños mirando hacia el suelo aguanto de alguna manera el inicio de su sufrimiento. Alterada se montó en su auto para ir al hospital a buscar a Kendal. Debía darle una explicación si o si.
Al salir del quirófano Gael y Kendal tuvieron algunas palabras respecto a Nayet.
--Espera Kendal.
--Qué quieres Zuniga.
--He visto que Nayet está algo rara. Sus ojos marcan dolor. Te avisé que si algo le hicieras te la tendrías que ver conmigo.
--Mira gilipollas no me toques los bajos. Y menos intentes acercarte a mi mujer. Nayet es mía, lo entendiste payaso.
De palabras pasaron a los empujones y golpes.
Entre varios enfermeros tuvieron que separarlos. Kendal furioso se marchó hacia su consultorio. Gael para el área de descanso.
A escasos metros Gina había presenciado todo. Atónita miraba hacia la dirección que tomaba Gael. Su corazón dió un vuelco, su cuerpo comenzó a temblar. Estaba claro que su boca decía una cosa y su corazón seguía latiendo por su hermana.
Algo más relajada se marchó con su pequeña en brazos estrujándola contra su pecho intentando ahogar un pequeño sollozo. Aquella escena le había afectado demasiado.
Rabioso Kendal pasó a su consultorio, no podía soportar que Gael siguiera interesado en Nayet. El la amaba y a pesar de estar mal, estaba dispuesto hablar con ella aunque por ello tuviera que volver a recordar un pasado que quería olvidar.
Se encontraba curándose las heridas cuando escuchó la voz de Nayet.
Se volteó despacio clavando sus ojos en ella.
--Hola Nayet.
--¿Qué Kendal no tienes nada que contarme?
--Me acabo de pegar con Gael, ese imbécil sigue enamorado de ti. No soporto que siga interesado en ti y le he atizado.
--Me da exactamente igual las hostias que te metas con Gael. Me refiero a que si no tienes nada que contarme, si no me ocultas nada.
--Aclárate, porque no sé por donde van los tiros.
--No te hagas el tonto. Me engañastes Kendal, me dijiste que eras estéril y es mentira. Eres un cretino, como pudiste.--Los nervios, la traición y la impotencia se apoderó de ella y acabó abofeteando a Kendal.
Kendal ni se movió del sitio, tan solo se cayó como un cobarde mirando a Nayet que se mantenía firme y resentida con él.
--¡¡Qué!! No piensas decir nada. Te callas como los cobardes. Eres despreciable Kendal, jamás me hubiera imaginado que llegarás hacerme algo así. Ahora entiendo todo cuando me decías que no querías someterte a las pruebas. Eres un desgraciado, me estabas quitando la oportunidad de ser madre.
--Eso no es cierto. Acuérdate de cuando te dejé ir con Camilo porque...
--¡¡Cállate!! No vuelvas más a mencionarlo. Tú, si tú, tuviste toda la culpa de lo que me pasó. Si tu egoísmo no te hubiera cegado nunca hubiera pasado por el calvario que me hizo pasar. Te odio Kendal.
--Nayet no por favor. Escúchame te lo suplico. Te debo una explicación.
--Eso haberlo pensando antes. Ahora es tarde para dar explicaciones. ¿no crees?
Nayet salió del consultorio lo más rápido que podía. Sentía como le faltase el aire, su corazón bombeaba rápido. Le estaba dando un ataque de ansiedad.
Inmediatamente Kendal la cogió en volandas y la llevó a bóxer para atenderla.
El tiempo que estuvo mal Kendal no se movió de su lado. Verla así era como sentir una daga clavada en su corazón.
Tras reponerse un poco, Kendal intentó hablar de nuevo con ella. Pero ella no quiso escucharlo, se sentía defraudada por él. Quería estar sola y romper a llorar para aliviarse. Por los menos con las lágrimas se aliviaría por un momento.
Kendal arrepentido, buscaba cualquier momento para intentar hablar con ella. Su corazón se encontraba herido por el rechazo de ella. Tan sólo de pensar, que ni volverá a verla su mundo se apagaría.
Los días iban transcurriendo, Nayet seguía enfadada con Kendal. Apenas le dirigía la palabra. En el trabajo era una lucha para evitarlo y tener que disimular ante sus amigos que nada ocurría entre ellos.
A solas Nayet intentaba buscar algún motivo por el cual Kendal le mintió. ¿Porqué se negó a darle la oportunidad de ser madre?
Todo resultaba tan difícil y complicado.
Con dolor de cabeza y harta de no encontrar una lógica en todo lo que le estaba sucediendo. Recurrió como siempre a los consejos de su abuela.
Sentadas en la cocina tomando un café, Seferina intenta que Nayet vea algo positivo de lo sucedido con su marido.
--No abuela, me niego a creer que Kendal me ha estado engañando por algún motivo.
--Nayet, todos los hechos tienen un porque. Si de verdad lo amas, dale la oportunidad de poder explicarse. Abre tú corazón, si no lo haces ahora podrás arrepentirte.
--No sé abuela, me ha dolido tanto su engaño y lo peor de todo su silencio.
--Nayet, no te dejes llevar por la ira y la mentira. Darle esa oportunidad, escúchalo y después juzgas. No te anticipes a las cosas pensando lo que no es.
En ese momento llegó Kendal. Seferina le dió un pequeño apretón a su nieta en forma de ánimos.
En el salón, Kendal con sus ojos empañecidos le pedía perdón por todo a Nayet.
--Nayet, mi amor, sé que no tengo perdón, entiendo que me portado muy mal escondiéndote algo que por miedo a perderte me he callado.
--No sólo te has callado, si no que me prohibiste hacerme esas pruebas. Sabías que yo quería tener un hijo tuyo. Kendal te amo, pero ese engaño ha superado todas las barreras. No sé ni cómo mirarte, no sé si alguna vez pueda llegar a confiar en ti.
--Nayet escúchame, yo lo hice para no perderte. Tenía miedo que te ocurriese algo malo.
--Que irónico por favor. Según tú, para no lastimarme me tengo que meter en una urna de cristal.
Te equivocas Kendal, soy una mujer con sueños, con sentimientos y sé lo que quiero. No necesito tu protección.
En realidad no te necesito.
Kendal clavó sus rodillas en el suelo, su dolor era más intenso que apenas le quedaban fuerzas para retenerlo. Unas gotas recorrían sus mejillas pidiéndole perdón a Nayet.
--¿Me estás diciendo que me vaya de tu lado?--preguntó el limpiándose sus lágrimas.
--Sí, es lo mejor Kendal.
--¿Estás segura?--preguntaba sin creerse lo que le estaba diciendo.
--Kendal no hagas esto más doloroso. Nos hemos equivocado.
--¿Acaso no me amas?
--Nunca dejaré de hacerlo. Pero no puedo perdonarte haberme herido de esa manera. Adiós Kendal.
Nayet se giró dándole la espalda, ya no podía seguir mirando a ese hombre que estaba tirado en el suelo llorando de remordientos.
Él se levantó mirando a su alrededor notando como toda su vida se apaga,
Nayet era su mundo, y ahora todo se había convertido en oscuridad cegándose por unos hechos que el mismo los ha causado. Quería pedirle o gritarle que vuelva con él.,
Su alma está en quiebra y la única que podía repararla era ella.
Ahora sus hechos le habían llevado a cargar con una condena, y a un dolor sentenciado.
Lo único y lo más sensato que podía hacer, aunque sintiera su corazón desgarrase y en cada gota que cayera al suelo sería un día más lejos de ella, volver a Houston e intentar seguir con su vida.
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