Capítulo 47
☆☆DEDICADO A TOD@S LOS LECTORES ☆☆
Tumbada en la hamaca del jardín mirando hacia el cielo, Nayet se cuestionaba si de verdad quería o no someterse al estudio de fertilidad. Por una parte estaría pasando por alto la opinión de su marido y por otro le estaría dando una sorpresa. Su mano rozó su vientre dibujando una sonrisa esperanzadora. Cerrando sus ojos se imaginaba escenas en las cual veía a Kendal con su bebé en brazos.
Sintió como la hamaca se hundía y unos dulces labios empezaron a saborear los suyos.
--Me tienes loco Nayet. Eso hace que cada día te ame más y pierda mi cabeza por ti.
--Umm. Y ese brote de romanticismo.
--Tú eres mi musa. Por ti sería capaz de hacer cualquier cosa.
--¿Hasta de someterte a las pruebas de fertilidad?
--No. Eso nunca. No insistas más.
Kendal se levantó tenso notando cada parte de su cuerpo tenso y lleno impotencia de no poderle contar la verdad a Nayet. Aquel día se juró a sí mismo que no volvería a pasar por lo mismo dos veces. Aún sabiendo que le está prohibiendo algo que ella tanto desea, se sentía como un canalla por no permitirle cumplir con su sueño de ser madre.
Nayet lo rodeó con sus brazos, apoyando su cabeza en su espalda, quería poderlo tranquilizar.
--Nayet, te amo demasiado, más que a mi propia vida. Jamás consentiría que nada malo te ocurriese.
--Kendal, ¿no exageres mi amor? Sé que a tu lado todo irá bien.
--Ven vayamos dentro tengo una sorpresa.
Kendal le tapó los ojos a Nayet con sus manos mientras la iba dirigiendo hacia dentro de la casa, le susurraba cosas picantes en su oído, logrando excitándola urgentemente con las ansias de sentirse amada por su adorable marido.
Al quitarle sus manos de sus ojos, Nayet vio como la habitación estaba adornada de velas y flores.
Su corazón martilleaba contra su pecho provocando lágrimas de emoción. Sonriente y feliz abrazó a su marido besándolo con pasión.
Kendal deseaba tanto acariciar su nuca para poder enredar sus dedos sus cabello. Su miraba iba brillando cada vez más de pasión y ansiando sentirla desnuda rozando piel contra piel.
El corazón de ella se agitaba y ardía de deseo ante la cercanía del contacto de él.
Ansiosa buscaba su boca para entregarse a sus besos.
Primero suaves y llenos de ternura, para ir en un crescendo vivo, intenso ciego de amor y fuego lujurioso.
Sus manos descendían por su espalda apresionándola más para poder juntos gozar de inmensas caricias y besos interminables que cosechaban más furor y deseo de formar uno.
Sus dedos se entrelazaron al compás de sus jadeos, sus cuerpos ardían de placer, sus movimientos eran lentos y repentinos. Sin apartar sus miradas entre gemidos Kendal la presionó más contra su cuerpo quería sentir como se extremecía bajo su cuerpo llegando al clímax.
--Te quiero Nayet. --Dijo tras terminar de hacer el amor con ella. Y sin darle tiempo a reaccionar la cogió en volandas y la llevó al baño. Allí se darían un baño con espuma.
Terminando de enjabonarse, Nayet se quedó pensativa, dudosa quizás. Sin duda amaba a Kendal, sabía que lo que iba hacer estaba mal, aun así debía arriesgarse.
Llena de júbilo abrazó a su marido diciéndole cuanto lo amaba.
A la mañana siguiente Kendal marchó al hospital para empezar a trabajar y Nayet quedó en reunirse con Harvey para ir a la clínica para comenzar con las pruebas de fertilidad.
Al llegar a la clínica Harvey le presentó al ginecólogo, estuvieron charlando un buen rato, explicándole a Nayet cómo sería el proceso.
Al finalizar la charla con el doctor Alcaide, Nayet acompañada de una enfermera se hizo una analítica y una ecografía para determinar la estimulación de sus ovarios.
Tras dar el primer paso, ella salió contenta, por lo menos le daría esa satisfacción y alegría a su marido de poder ser padres.
Tras hacer varias visitas a la clínica y hacerse las pruebas, comenzaron estimulando los ovarios y comprobar que el número y tamaño de los folículos es el adecuado. Quedaba dar el último paso, la entrega de los espermatozoides para hacer la inseminación.
Los nervios de Nayet afloraban cada vez más, temía que durante este tiempo que se la ha pasado poniendo excusas a Kendal todo saliera mal.
En una habitación aparte Kendal en compañía de Harvey se masturbaba para poder entregar la muestra al laboratorio.
--Harvey aun no entiendo porque me la tengo que cascar para que me hagan un chequeo.
--Tu sigue dándole, contra antes llenes el vaso antes nos vamos.
--Sabes, estoy con la mosca detrás de la oreja. ¿Acaso Nayet no querrá hacerse la inseminación artificial?
--Que va. Anda mira la tele ahora viene lo mejor.
La enfermera pasó y se llevó el vaso de la prueba de semen.
--Gracias señor, espero que la muestra sirva y puedan ser padres.
La cara de Kendal se congeló. Su respiración era agitada mezclada de rencor. Volteó su cabeza desafiando con la mirada a su amigo. Apretó sus puños tensando cada músculo de su brazo.
--¿Qué me dices de esto Harvey?
--Kendal tranquílizate, todo tiene una explicación.--Comenzó a balbucear Harvey temiendo la que se le avecinaba.
--Eres un desgraciado Harvey. Como me has podido hacer esto. Responde joder. Sabías que yo no quería y te has dejado arrastrar por Nayet.--Hablaba sintiéndose desilusionado y cabreado.
--Suéltame. Basta ya Kendal, Nayet no es Lumia. Eso ya pasó. Estás arrastrando un recuerdo del pasado para privarte de tener un futuro.
--¡¡CÁLLATE!! Ponte en mi lugar. Si algo le pasase a Nayet entonces si que mi vida ya no tendría sentido.
Kendal empezó a caminar desesperado y frustrado, de pensar que Nayet le había mentido.
A la salida de la clínica Kendal vio salir a Nayet, fue derecho hacia donde se encontraba hablando con Harvey. Plantado ante ellos Kendal estalló contra su amigo y Nayet.
--¿Qué pretendías Nayet? Responde.--Gritaba enojado Kendal.
--Kendal yo...--Las palabras casi no le salían a Nayet. Su cuerpo temblaba ante la reacción de Kendal.
--Kendal serenate un poco y no armes un escándalo. Todo fue idea mía. Arremete contra mí y deja a Nayet en paz.
Kendal clavó sus ojos en ella, intentaba controlarse pero no podía. Nayet le había engañado ocultándole lo que él le estaba prohibiendo.
--Kendal lo siento, tan solo quería darte una sorpresa.--Los ojos de ella lo miraban con súplica recorriendo una pequeña gota sintiéndose mal por haber engañado a Kendal.
En su casa, Nayet intentaba pedirle disculpas, sus explicaciones no eran suficientes para que Kendal la perdonarse.
--Sabías que no quería que te sometieras a esas pruebas, y no es poco que lo has echo y encima me has engañado.
--Kendal, por favor recapacita. Lo he echo por los dos, porqué no darnos la oportunidad de ser padres. Nos amamos.
--Sabías de sobra mi problema, por qué Nayet. ¿Por qué? No entiendes que no quiero que te pase algo malo. No comprendes que si algo te ocurriese jamás me lo perdonaría, jamás podría vivir sin ti. Jamás.
Enojado Kendal se fue, dejando a Nayet afligida y apenada culpándose de haberle fallado.
Las horas pasaban tan despacio, sin apartar sus ojos de la puerta esperando que llegase su marido. Al oir la puerta Nayet salió al encuentro de él. Kendal seguía dolido, furioso por todo y más con el mismo. Sin embargo prefirió callar y sufrir a contar la verdad y aclarar todo.
Pasaban los días y todo entre ellos había cambiado. El ambiente era frío y entre ellos había un muro de enemistad dejando a un lado sus sentimientos. Al caer la noche ese distanciamiento se volvía en lágrimas.
A la semana Nayet volvió a la clínica para proceder a la inseminación.
Al entrar habló con el ginecólogo contándole que no iba a someterse a la prueba puesto que su marido es estéril y no desea lastimarlo.
--Discúlpeme Nayet. Debo informarle que hemos seleccionado los espermatozoides de su pareja y todos están bien.
--No entiendo doctor. ¿Me está queriendo decir que mi marido no es estéril?
--Exacto. Según los resultados su marido se sometió a una operación de vasectomia. Por lo cual le haremos la fecundación in vitro. ¿Está dispuesta Nayet?
Nayet se quedó pensativa, molesta y furiosa tras haber descubierto que Kendal le ha estado ocultando la verdad. Ahora debe decir si continuar con la inseminación artificial o no, tras sentirse dolida y traicionada por Kendal.
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