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Capítulo 46

Los dos se miraban mutuamente con adoración desde su posición. Kendal la abraza sin poder creerse que por un pequeño milagro estuvieran juntos.
Ella con sus ojos brillantes de la emoción apoyaba su cabeza en el pecho de él escuchando los latidos de su corazón.

Algo más tranquilos se dirigieron en busca de Gina y Gael que se encontraban discutiendo.

Cuando Gael alzó sus ojos y vio a Kendal, una pequeña descarga de ira se fue creando en su organismo. Por alguna extraña razón tenía todavía la esperanza de recuperar a Nayet.
Sin embargo Gina sonrío al ver a su hermana junto a Kendal.

Sin poderlo disimular Gael le echó una mirada a Kendal asesina. Kendal le extendió su mano sonriéndole, haciéndole entender que no tiene nada que hacer.

Después de estar un rato hablando, Gina se despidió de todos y se marchó para ir atender a su hija.
Gael, Nayet y Kendal volvieron de nuevo al lugar del accidente para colaborar y poder ayudar a las familias de las víctimas.

Ya había pasado una semana desde Kendal y Nayet se reencontraron.
Si un día era feliz el otro era boyante. Nayet no podía pedirle más a la vida, era tan afortunada y dichosa de tener a Kendal a su lado, que pareciese que aquellos días negros que pasó meses atrás se han ido convirtiéndose en un arco iris lleno de esperanzas y deseos.

Hoy habían ido a visitar a su hermana, Gina seguía indecisa de volver con Gael.

--Gina daros tiempo, si de verdad te quiere va luchar por ti y por esta preciosidad de niña.--Le decía Nayet mientras sostenía a su sobrina en su regazo.

--Gina si te soy sincero no se que ves en ese imbécil. Tú eres una mujer guapa e inteligente. ¿porqué estar velando por un hombre que no está seguro de lo siente hacia ti?

-- Llevas razón Kendal, pero desde fuera se ve mejor los errores que cuando lo estas viviendo.

--Te entiendo. Ten en cuenta que aunque nos equivoquemos en nuestras decisiones todo lo que hacemos tiene un por qué.

--Gracias Kendal por tus consejos. Que afortunada se debe sentir mi hermana en tenerte a su lado.

Kendal volteó su cabeza clavando sus ojos platino resplandescientes conteniendo las ganas de besarla.
Nayet comenzó a sonrojarse mordiendose su labio captando el mensaje se su marido.

--Venga tórtolitos dejad algo para esta noche. Nayet me ayudas con la cena.--Dijo bromeando Gina siendo testigo de lo afortunada que era su hermana, pensando para sus adentros ojalá Gael se preocuparse por ella un tercio de como lo hace Kendal con su hermana.

Nayet siguió a su hermana hasta la cocina dejando a su sobrina con Kendal.
Preparando la cena, Nayet contemplaba como Kendal jugaba con su sobrina y le hacia monerías llegándose a preguntar de porqué Kendal no deseaba intentar tener un hijo.

--Nayet te encuentras bien. Te noto algo decaída.

--No, estoy bien. No es nada.

--¿Nayet?--Gina sabía que le ocurría algo a su hermana. Volteó la cabeza y miró como Kendal jugaba con su hija, y como su hermana cambió su semblante.

--Qué padrazo se ve Kendal. ¿porqué no os animáis a tener uno?--Preguntó Gina con la intención de tirarle de la lengua a su hermana.

--Es...que...

--¿No me digas que no quiere Kendal?

--No es es eso Gina. Es...--Nayet comenzó a contarle a su hermana el motivo por el cual no pueden tener hijos. Gina escuchaba a su hermana atenta, haciéndole preguntas para buscar una solución.

Decaída, Nayet se fue a poner la mesa. Durante la cena, Gina miraba de reojo a su hermana, sabía de alguna manera que ella deseaba tener un hijo y no hacia falta mas que ver como Kendal jugaba con Jennifer. Todo parecía tan contradictorio.

Terminada la cena, Gina le propuso a su hermana que hablase con su marido, si lo hablase con el podría sembrar esa nostalgia y por qué no intentar hacerse la inseminación artificial.

A solas en su dormitorio, Kendal miró a Nayet algo preocupado, le preguntó si le sucedía algo pero ella lo negó.
Para quitarle importancia se puso de puntillas para deleitarse con los dulces y golosos besos que recibía por parte de él.

Sumiso ante lo que le hacía su mujer, Kendal tomó el control, quería hacerla sentir que la amaba y poder llegar juntos al séptimo cielo.

Sus bocas se aclamaban deseosas entrelazando sus lenguas juguetonas. Sus manos se deslizaban por el cuerpo de ella desnuda y excitada. Sus respiraciones eran agitadas, él quería todo de ella. Comenzó besándola el cuello bajando hasta sus pechos que ya estaban listos para ser lamidos por el. Siguió besándola por su vientre erizándole a su paso su vello hasta llegar a su triángulo donde con sus dedos jugó un rato viendo cada reacción de ella, para introducir su verga y darle ese placer que tanto deseaban.


Después de hacer el amor y con sus respiraciones más tranquilas, Nayet tímidamente le preguntó si le gustaría tener un hijo.

Aquel comentario puso tenso a Kendal. Sabía que tarde o temprano le haría esa pregunta. Aun así no estaba preparado para someterse de nuevo a más exámenes de fertilidad para que le dieran la misma respuesta. Eres estéril y nunca podrás tener hijos.

Enfurecido salió de la cama para darse una ducha. Ella sintió un pinchazo en su corazón. Se levantó y fue tras el para intentar hablar con el.

--Qué quieres Nayet.

--Tranquilízate Kendal, solo deseo que te hagas las pruebas y porque no pobrar, tampoco vas a perder nada.

--Sí voy a perder mis nervios. Cómo puedes preguntarme algo así sabiendo lo mal que lo pasé.

--Kendal escúchame.

--No puedo Nayet. Es muy desolador tener que exponerte a un exámen de fertilidad cuando ya sabes que no sirves. No puedo Nayet, lo siento.

--Kendal probemos. Por favor.

--No voy a volver a hacerme más pruebas.

--Entonces no te importa lo que deseo.

--Tan sólo piensas en ti, y yo qué no siento ni padezco.

Los dos empezaron a discutir, acabando durmiendo Kendal en el sofá.

Furiosa por la terquedad de él, Nayet empezó a pensar en la manera de que se hiciera esos exámenes sin que lo supiera.

El día en el hospital fue un poco desastroso para Nayet no daba pie con bola en nada.
Sentada en la cafetería contemplando su sanwich pensaba si debía o no someterse a esos estudios. Por un lado debía respetar la decisión de su marido, pero por otro si no pruebas nunca lo sabría y se quedaría con esa duda si pudiese o no dar positivo las pruebas.

--Con mirarlo no te vas alimentar.--Bromeó Harvey.

--No tengo apetito.

--Lo sé. Kendal me ha comentado lo que ocurrió anoche.

--Muy bien ya sabes mi problema. Y ahora qué te vas a poner a defenderlo.

--Error mi querida señora Rosman. Estoy de tu parte y quiero ayudarte. Si Kendal es un gilipollas que le da miedo ver la realidad nosotros intentaremos hacerle ver que la ciencia avanza y existen los milagros.

--¿Me lo dices enserio Harvey? Tú estarías dispuesto a que yo y Kendal sin que se entere podamos ser padres.

--Sí. Conozco a un buen ginecólogo amigo mío. Me pondré en contacto con el y te iré contando sobre vuestro caso.
Ahora como se entere Kendal, me parece que mi pollito de canela se va quedar sin catarlo. Fijo que me la corta.

--Como eres. De momento no diremos nada. Pero llegará a enterarse.

--Confía en mí y déjamelo en mis manos. O sale todo bien o nos decapitan, una de dos.

--Correré el riesgo. Gracias por tu ayuda Harvey.

--No hay de qué. Deseo de corazón que después de todo lo que le sucedió por fin Kendal pueda ser feliz.

Harvey se marchó dejando impactada a Nayet con sus últimas palabras.
¿Qué misterio se traía Kendal, le estará contando la verdad respecto al motivo de no quererse hacer los exámenes?

Harvey dió unos cuantos pasos y se giró mirando con tristeza a Nayet pensando para sus adentros si ella supiera la verdad.

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