Capítulo 45
♢♢DEDICADO A TOD@S LOS LECTORES ♢♢
Su lágrimas eran incontrolables, sus pulsaciones eran lentas y su lamento aumentaba. Nayet seguía sin creerse que había perdido para siempre a Kendal. Su dolor era insoportable, negándose a creer que nunca más lo vería. Con las pocas fuerzas con las que disponía se puso de pie. Miró fijamente a su hermana y a Gael proponiéndole buscar el cuerpo el Kendal.
Mirando hacia el frente con su mirada pérdida, escuchando tan sólo los latidos de su corazón, caminaba hacia el puesto de socorro para ayudar a los demás médicos y bomberos con la búsqueda de los cadáveres.
Como era de esperar el avión no llegó a despegar, las llamas se esparcieron en milésimas de segundos, todos los pasajeros murieron calcinados.
Estaríamos hablando de unas 184 personas.
Nayet en compañía de Gael y Gina llegaron al puesto de socorro. Escucharon las instrucciones que le daban para seguir el protocolo. Una vez puestos los plásticos avanzaron hasta el lugar de los hechos.
Al llegar al lugar, Nayet abrió todo lo que pudo sus ojos impactada, percibiendo como su corazón martilleaba contra su pecho más deprisa.
Aquello era un caos, coches de policía, bomberos, helicópteros apagando las llamas...y ahora tocaba lo peor. Ver los cuerpos de las personas que han fallecido y con el mayor dolor que pueda sentir una persona intentar encontrar el cuerpo sin vida de la persona que amas. Armándose de valor caminó hacia donde estaba la catástrofe para poder encontrar el cuerpo de Kendal.
--Nayet, ¿Estás segura que podrás hacerlo?--Le preguntó Gael preocupado.
--Creo que podré hacerlo, no sé. Por lo menos me quedaré tranquila. Llorando no voy a sacar nada.
--Nayet sé que eres fuerte,pero si ves que no puedes continuar dímelo y abandona inmediatamente.
--Lo haré, gracias Gael.
--Adelante ponte la mascarilla y sígueme con el maletín, debemos reunirnos con los forenses.
--Adelante. --Pronunció Nayet aguantando como el dolor se iba apoderando de ella. A pesar de sus continuas lágrimas se resbalaban por sus mejillas, ella de algún modo quería comprobar que Kendal estaba vivo, que no era una ilusión sino una realidad.
Comprobó de nuevo su reloj, tan sólo faltaba una hora para montar en el avión. Miraba una y otra vez su móvil leyendo el sms que había recibido. Tragó saliva nervioso mirando hacia arriba, en señal que ocurriese un milagro.
Detrás de él, había una pareja que comenzaron a discutir.
--Mira Milagros que te lo dije, no debes viajar en tu estado.
--Cállate Miguel. Aún me queda 2 meses para que nazca la niña. Deja de decir tonterías.
--Milagros, no seas terca. Qué tú estás de parto.
Kendal se giró preocupado mirando a la mujer. Se acercó a ella, comprobando su estado.
--Hola, no se preocupe Milagros, soy el doctor Rosman. Permitame que la revise, me da la sensación que este bebé quiere venir antes al mundo.
--Doctor, haga lo posible para que no viajemos. Mire no es por nada, pero no me apetece mucho ir a ver a la bruja de mi suegra.--Le susurró Miguel a Kendal al oído bajito.
--Miguel, si usted cree en los milagros, tengo que decirle que aquí su parienta está de parto.
--Si creo doctor, por eso me case con mi Milagritos.
--Deja de decir tonterías y dame la mano que quiero sentir como crujen tus dedos a cada contracción que me da.
--Milagros, mírame. Ya he avisado una ambulancia, van a venir a por usted y llevarla a un hospital.
--Doctor no me deje sola soy primeriza.
--Tranquila no la dejaré.
Kendal siguió atendiendo a la mujer, hasta que pronto se escuchó un ruido que retonó en todo el edificio. La gente comenzó a chillar y a correr de un lado a otro histéricos.
Kendal agarró a Milagros y se la llevó a parte para poder seguir atendiéndola. No sabía exactamente lo que había ocurrido. La gente hablaba de una bomba, de un atentado pero nadie especificaba lo que había sucedido.
Las contracciones cada vez eran más seguidas. Miguel llamaba nervioso a una ambulancia, pero todo estaba saturado debido al accidente.
Kendal comenzó a preocuparse, el bebé ya estaba en camino y la ambulancia no llegaba.
Echándole coraje, acomodó con la ayuda de Miguel a Milagros para prepararla para el parto.
--Doctor sabe lo que hace.--Preguntó intranquilo Miguel.
--Hombre para ser sincero, es mi primer parto. Soy cirujano no matrona. Pero haré lo posible para traer al mundo a su bebé, pero si le tranquiliza ayudé a mi abuelo en un parto de una vaca. Digo yo que será lo mismo.
--Por Dios bendito. Pero porque me tiene que pasar esto a mí. Mi mamá se va preocupar, mi marido está más nervioso que yo, y me va atender un médico que no tiene ni idea de partos...
--Milagros, piensa que vas a traer a la pequeña Angustias al mundo.
--Venga Milagros, cada vez que sienta una contracción empuje.
--Me duele mucho doctor.
-- Vaya si me lo hubieras dicho me hubiera echado la epidural. Adelante, empuja con todas tus fuerzas.
Milagros a pesar de la situación y del miedo que sentía, hacía caso en todo lo que le decía Kendal hasta que una hora después y tras gritar del dolor, nació su hija.
--Aquí está la pequeña...¿Cómo la vais a llamar?--Preguntó Kendal envolviendo en una mantita a la pequeña comprobando que esté bien.
--Angustias, como mi suegra.--Respondió Miguel resignado.
--Vaya nombre, no había otro peor.
--Eso dígaselo a mi mujer. Quiere que se llame como su madre. Lo que me faltaba.
--Milagros, mire que bonita es Gloria.
--¿Gloria?-- Pronunció la madre extrañada.
--Yo le pondría a esta preciosidad Gloria.
La mujer se quedó pensativa;--En agradecimiento y lo bien que se ha portado, la llamaré así.
--Gracias. Mire ahí viene la ambulancia. Le deseo mucha felicidad.
Kendal se despidió de los recién estrenados padres, y marchó para el servicio para lavarse las manos. Dentro del servicio se enteró de lo ocurrido. Inmediatamente fue al mostrador de la agencia de viajes cuando vio a Nayet desde lejos. Echó a correr llamándola, sus esfuerzos para llamar su atención no sirvieron de nada, ella no le escuchó y seguía caminando.
Desesperado, Kendal la siguió. Podía sentir como su corazón latía más fuerte, su respiración aumentaba tal como su angustia y desesperación por encontrar a Nayet.
Tras dar vueltas y chocarse con personas, pudo ver de nuevo a Nayet en compañía de Gael dirigiéndose al lugar de los hechos. Intranquilo y preocupado imitó lo que un rato antes hizo Nayet y la siguió.
Allí estaba agachada y enfundada con los plásticos, buscaba entre los restos alguna pista que le dijera que Kendal no estaba muerto.
Con unos breves pasos Kendal se colocó detrás de Nayet, con movimientos cortos se fue poniendo a su lado, estaba cerca de ella, conmocionado la veía respirar hondo a la vez que se limpiaba sus lágrimas.
Èl extendió su mano para hacerle saber que estaba ahí, la interrupción de Gael consiguió que se alejase unos metros hacia atrás.
Agotada y con sus fuerzas al límite, mirando hacia todos lados sin hallar una respuesta. Se dió por vencida y salió de aquel lugar para poder llorar a solas la pérdida de su amado.
En los servicios Nayet se lavaba la cara, con su cabeza gacha se mortificaba por haber perdido a Kendal. Dejó su cuerpo caer al suelo rota de dolor. Ya no podía más con esa tortura que la ahogaba más.
Unas manos acariciaron sus hombros, se sobresaltó dando un pequeño grito ahogado. Esos ojos verdes platinos la miraban con ternura y devoción. Sus manos seguían acariciándola, de alguna manera quería tranquilizarla.
--Nayet mi amor soy yo.
--Ken-dal...eres tú...
--Sí mi amor. Estoy vivo, estoy aquí a tú lado.
--Kendal...
Los dos se levantaron del suelo llorando emocionados de alegría abrazándose muy fuerte. Ninguno de los dos se podía creer que después de todo estuvieran al fin juntos.
Kendal miró con sus ojos verdes más brillantes que nunca a Nayet, bajó su mirada hacia sus labios, deseoso uno de el otro se fundieron en un apasionado beso.
--Kendal ¿qué haces?
--Shusss...calla cotorra que nos van a escuchar. ¿Tú que crees? Hacerte mía Nayet te necesito.
--Tú estás loco. ¿Aquí? A ti te se va la olla.
--O te hago ahora mismo mía o me va a dar un paro cardíaco. Tú calla y déjate llevar.
Y así lo hizo, se pasaron dentro del servicio echando el pestillo, comenzando a besarse con lujuria. Sus respiraciones estaban agitadas,
la calidez de su aliento rozaba la piel de ella consiguiendo que se le erizase, sus manos palpaba cada parte de ella, sus besos eran más intensos, con ardor la levantó en volandas para que ella lo rodease con sus piernas su cintura. De una embestida se adentró en su interior sintiéndola suya. Ella echó su cabeza hacia atrás gimiendo de placer, sintiendo el ritmo de las embestidas de él notando como su cuerpo estaba a punto de estallar en intenso orgasmo.
Jadeantes y satisfechos, con sus frentes apoyadas seguían mirándose con lujuria y deseo. Kendal volvió a besar a Nayet, la voz de una mujer los sacó de su encuentro.
Fuera, sin poderse creer lo que había sucedido, Nayet abrazaba a Kendal enterrando su cara en su pecho llorando. Pero esta vez sería de felicidad por tener de nuevo a su lado al hombre que más ama.
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