Capítulo 42
Terminada la cena, todos se reunieron en el salón para fijar la fecha de matrimonio. Gina no apartaba sus ojos de su hermana, alzando su cabeza orgullosa de haber conseguido lo que deseaba. Casarse con Gael.
Mientras tanto Nayet los observaba preguntándose por qué su hermana aparentaba algo que ni ella misma siente. Y Gael, claramente estaban sus intenciones, al sentirse despechado, tan sólo le quedó recurrir a Gina, y ésta tan tonta acepta todo le que dice Gael, aún sabiendo que la va lastimar.
A solas en su habitación Nayet intentaba convencer a su hermana que no cometiera la estupidez de casarse con un hombre que no la quiere tal y como se merece. La soberbia de Gina, volvió aparecer acabando discutiendo con su hermana.
--Es que acaso no te das cuenta del error que vas a cometer Gina.
-- ¿ Y a ti qué te importa, o acaso te da coraje que me case con Gael?
--Por favor Gina recapacita, mírate eres joven, hermosa, tienes a tú hija, un motivo suficiente para luchar y quitarte la venda de los ojos. Gael se va casar contigo por despecho.
--¡¡Cállate!! Quiero a Gael y no estoy dispuesta a que tú seas feliz a su lado.
--Gina. Hermana, yo no amo a Gael, dejé de amarlo cuando lo encontré a él. A ese hombre maravilloso que me puso el mundo a mis pies, consiguiendo que deje atrás mis dudas, inseguridades por ser gordita y tener complejos. Él, Gina no le importó que sea gordita, se fijó en mi interior. Lo que nosotras no somos capaces a vernos. Si no que acabamos menospresciándonos, cuando en realidad nos tenemos que querer y valorar tal y como somos.
--Que romántico por favor. Tú siempre as estado gorda, y no creo que ese hombre te haya soltado esa sarta de mentiras. Y si lo ha echo es con otras intenciones.
--Amor, Gina. Eso se llama amor, por su puesto tú no lo sabes porque tu obsesión por tener a Gael no te hace ver la realidad.
--Entonces que, mañana te vienes a elegir mi vestido.
--Si no me queda de otra.
Gina se marchó algo confusa. Las palabras de su hermana le habían afectado en un sentido. Era tan orgullosa e ingreída, que a pesar de todo seguirá adelante con su idea de casarse.
Qué bonita se veía las luces de la ciudad en la noche. Con su cabeza apoyada en el cristal pensativo, se encontraba Kendal, desesperado aún por no tener noticias sobre Nayet.
--Kendal, ¿estás bien? --Le preguntó Marina que iba vestida con una camisa de él puesta.
--Estoy pensando en mi mujer. Aún no sé nada sobre ella y ya no puedo soportarlo.
--A lo mejor no quiere saber nada de ti.
--Nayet es muy sincera y noble y sé que me ama. Nunca dudaría de su amor. ¿Y tú que haces en cueros con mi camisa puesta?
--No te gusta como me queda.
--No. Si te gusta te la regalo.
--Kendal, mírame. Me gustas mucho y en estos días que estás aquí me he imaginado como sería poder hacer el amor contigo.
--¿Enserio? ¡¡Guau!! No me lo esperaba. Es que soy tan tímido que para entrarle a una mujer necesito preguntárselo antes a mi madre.
--Me gustas y deseo que me hagas tuya.
--Umm. Pero que guapa que eres, déjame probar el sabor de tus besos.
--Estoy deseando, Kendal. Estoy tan excitada.
--Tienes a mano el móvil.
--Si ¿por?
--Déjamelo. Toma ya está en función de vibrador utilízalo.
-- ¿No estarás hablando en serio?
--Sí. Lo siento Marina, pero yo no puedo tocarte, amo a mi mujer. Y nunca la voy a engañar, para mí Nayet es tan bonita como especial. Ella es única.
--Kendal, que romántico. Hombres como tú no quedan.
--Marina si quedamos. Gracias a Dios. Lo que pasa qué no lo encuentras. Cuando lo encuentres te darás cuenta lo bonito que sentirse querido.
Kendal le dio un beso en la frente a Marina disculpándose. El amaba a Nayet y a pesar de que estuviera enfadado y preocupado por no tener noticias de ella debía encontrarla, no podía pasar un día más sin ella.
De boutique en botique a cual más pija se encontraba Nayet eligiendo el vestido que se pondría para el gran acontecimiento. Aburrida, se sentó en un gran sofá rojo mirando como su hermana se probaba vestidos.
--Gina. Por favor no sigas con esta estupidez. No te das cuenta que todo esto te hará una desdichada.
--Ves que bonito me queda el vestido.
--Precioso, si la novia lo luciera con felicidad y amor.
-- Estoy indecisa, cual de estos dos te gusta más.
--Llévate los dos, si total para lo que te van a servir.
--Gracias por tu consejo. Me llevaré los dos.
Nayet intentaba por todos los medios abrirle los ojos a su hermana para que viera la realidad. Sus esfuerzos eran en vano, Gina se hacía más la desinteresada sin querer escuchar y razonar que su hermana llevase razón.
Tras salir de las boutiques, Gina le propuso ir a comer a Nayet. Desganada ella aceptó. Al llegar al restaurante Nayet tomó asiento en la mesa que el camarero le indicó, mientras esperaba a Gina pudo ver sentado un poco más lejos de donde ella se encontraba a Kendal en compañía de una mujer, al parecer se lo estaban pasando muy bien.
Los primeros síntomas de celos aparecieron inmediatamente. Nayet no se podía creer que Kendal le mintiera y lo peor de todo verlo en compañía femenina.
Arrugando la servilleta del mismo enojo que sentía fulminándolo con la mirada intentando que su rabia bajase.
--Nayet qué te pasa, pareces algo histérica. --Le preguntó Gina recién llegada del baño.
--Nada. Estoy bien.--Respondió entre dientes sin dejar de observar a Kendal.
Gina volteó su cabeza en el sentido que su hermana miraba.
--Anda, ¿pero ese no es Kendal? Espera...tú...mira qué callaito te lo tenías.
--Gina no estoy para tus tonterías. Déjame en paz.
--Pues se le ve muy entretenido. Esa chica tiene buen tipo, y se ve que tiene clase, y has visto como se miran. A esto me refería yo Nayet.
--Que te calles Gina.-- Dejándose llevar por sus celos, Nayet se levantó caminando furiosa hasta la mesa donde se encontraba Kendal.
Antes de llegar, se paró observando la escena, sin duda ese era el tipo de mujeres que le gustaban a él. Cerró sus ojos fuerte intentando aguantar ese sufrimiento que poco a poco se iba a destapar en forma de lamento.
No podía creerse lo que estaba viendo, aquel hombre que amaba tenía agarrada de la mano a otra mujer haciéndola de reír.
Sin poderlo soportar más se acercó a la mesa.
--Hola doctor Rosman, que bueno verlo.--Pronunció Nayet con sarcasmo.
--Que hay doctora Morales. Que bien la veo.
--Pensaba que se había ido a Estados Unidos. Al parecer a cambiado de opinión.
--Nunca cambio de opinión. Y le agradecería que se guardarse sus hipocresías y nos dejara comer tranquilos a esta bella mujer y yo.
--Ya veo. Siento mucho haberlo molestado, pero no me voy a ir sin decirte que eres un gilipollas, pensaba que tú y yo... Déjelo. Que tenga buen día.
Nayet empezó a caminar deprisa hacia el baño. Necesitaba llorar a solas donde nadie le dijiera lo tonta que ha sido por creer que Kendal la ayudaría, que estaría a su lado cuando más lo necesitaba.
--Nayet. Abre por favor.
--Vete no quiero verte, no se supone que estas en buena compañía.
--Nayet quiero verte la cara. No soy un cura para confesarte.
--Kendal déjame en paz.
--No. No te voy a dejar, te he estado buscando como un loco.
--Si claro, mientras te acostabas con esa.
--¿Qué dices?
--Lo que oyes. No soy tonta Kendal y he visto como la mirabas.
--Pues no me voy a tapar los ojos. Mira loca los huevos, deja de decir tonterías. Yo con Marina no tengo nada, es mi abogada y una mujer que me ha ayudado.
--A qué Kendal. Basta ya de verme la cara de tonta. Y no trates de convencerme de algo que no te voy a creer.
-- ¿Tampoco confías en mí para dudar de lo siento por ti?
Kendal miró fijamente a Nayet, sus músculos se iban tensando de frustración de haber escuchado que Nayet no confía en su palabra.
--Sólo quiero que sepas, que mi corazón te pertenece. --Le dijo Kedal con sus ojos rajaos en agua.
Kendal se marchó enojado, escuchar la palabra desconfianza en los labios de la mujer que más amaba, había sido como quemarlo vivo.
--Nayet te encuentras bien.--Le preguntó su hermana pasando su mano por su espalda intentado aliviarla.
--No estoy bien, porqué Kendal me ha dejado sola justo cuando más lo necesitaba, y ahora lo veo con esa zorra.
Una voz femenina interrumpió la conversación.
--Hola. ¿Eres Nayet?
--Sí. Qué problema tiene conmigo.
--Soy Marina la abogada de Kendal, y bueno decirle que él vive desde hace tiempo en mi casa. Desde que nos conocimos surgió entre nosotros una aventura, que desde entonces estamos viviendo. Resumiendo que Kendal y yo...
--¿Qué? ¿Qué sois amantes?
--Admítelo Nayet, Kendal ha puesto los ojos en mí. Tú estás ahí...haber como te lo digo...para divertirse.
--Gina para. --Gritó Nayet, había sido demasiado tarde, Gina le dió un bofetón a Marina.
--Gina vámonos.
--Mira carita de porcelana, si te atreves a meterte con mi hermana. Te juro por mi cosmética que te arranco la cabellera y me hago un abrigo de visón.
Nayet sacó a empujones a su hermana del baño y del restaurante. Antes de que le diera a su hermana un arrebato y acabara en pelea con esa mujer.
De camino para buscar el coche Nayet estaba pensativa, sin poder creerse que su hermana la hubiera defendido de esa manera.
Al sentarse en el coche, Gina con sus ojos empañecidos comenzó hablando a su hermana como nunca antes lo había echo.
--Nayet, lo primero que quiero decirte, que no te creas nada de esa bruja.
--Ya.
--Escúchame Nayet, Kendal te quiere, y tú a él.
--¿ Y tú cómo lo sabes?
--Porque he visto con la sinceridad que ha dicho que su corazón te pertenece. Nayet, jamás un hombre me ha dicho eso a mí. Solo uno, Luis Enrique, y por estúpida lo dejé. Nayet si de verdad lo amas, ve búscalo y prométeme que lo escucharás.
--Gina. No esperaba esto de ti. Y tú que vas hacer con Gael.
--Nada. Hablar con él y decirle que soy demasiado guapa y joven para casarme. Si me quiere esperará por mí. Si no quiere hacerlo, entenderé que no me quiere.
--Gina, me siento muy orgullosa por ti.
--Pues hazme sentir orgullosa tú a mi. Busca a ese pedazo de bombón que lo tienes derretido por ti.
Nayet sonrío haciéndole caso a su hermana. Fue de nuevo al restaurante para buscar a Kendal y pedirle disculpas por haber dudado de él. Lo buscó y no lo encontró.
Desanimada fué de nuevo para la calle donde tenía aparcado el coche su hermana. Parada en el semáforo vio a Kendal abrazado a esa mujer.
Marina, hacia un momento había visto a Nayet, se aprovechó del estado de Kendal para abrazarlo. No conforme con eso, se puso de puntillas posando sus labios en los de Kendal.
Le gustaba demasiado Kendal, y no iba a permitir que una mujer gorda como Nayet tuviera el amor de un hombre tan atractivo y romántico como Kendal. El tipo de hombre que siempre había deseado, y ahora que tenía esa oportunidad no la iba dejar de escapar.
Nayet seguía observando la escena, sus piernas empezaron a flaquear sintiendo un pequeño nudo en su interior. Armándose de valor comenzó a caminar hasta donde se encontraba Kendal con esa mujer.
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