Capítulo 40
En la sala de espera donde se hallaban todos los familiares y amigos de Nayet, aguantando en silencio y preocupados, esperando que le digieran algo a cerca del estado de Nayet.
Paulatinamente Nayet intentaba abrir sus ojos, al abrirlos sus confusión apareció, tanto como su miedo. Al intentar deducir que era lo que le había ocurrido, sus manos se pararon en su vientre, dando comienzo a su lamento.
-Doctora Morales como se encuentra-Le pregunta la enfermera de guardia.
-Juani, qué me ha pasado, y mi bebé-Pronunciaba Nayet intentando ahogar sus sollozos.
-Doctora Morales, tengo malas noticias-El rostro de la enferma cambió mientras intentaba consolar a Nayet.
-Enseguida viene el doctor Sanchís y la revisa para darle el diagnóstico, quiere que avise a sus familiares para que pasen y la puedan ver.
-Dentro de un rato, primero deseo escuchar lo que no quiero saber.
Al momento llegó el doctor Sanchís notificándole a Nayet el motivo de su ingreso, revelándole las pruebas que le habían practicado y el motivo de cual perdió a su bebé.
Encerrado en su celda irritado por todo lo que estaba sucediendo, Kendal paseaba sus manos por su cabello sintiéndose cada vez más enojado. No podía creerse que a él lo tuvieran encerrado y el verdadero culpable estuviera fuera.
Adolfo, cansado de esperar que no hablese Kendal, le ponen un abogado de oficio para que declare y puedan intentar esclarecer las causas del porque su hija había acabado en el hospital golpeada.
-Señor Rosman, acaba de llegar su abogado, espero que con él pueda hablar.
Kendal le echó una mirada de desafiado a Adolfo, ambos se retaron con la mirada mientras Kendal era conducido a una sala donde lo esperaba su abogado.
-Buenas días señor Rosman, soy la licenciada Rojas.
-Mucho gusto, llámeme Kendal.
-Encantada soy Marina. Ahora dígame, por que no quiere colaborar con la justicia, sabe que hay una denuncia interpuesta por usted por haber golpeado a dos personas. Una el señor Camilo y la señora Morales.
-Yo no soy ningún maltratador. Yo no golpee a Nayet, fue ese miserable de Camilo.
-Según lo que ha declarado Leonor la señora que limpia la casa, vio como usted golpeaba a Camilo mientras éste defendía a la señora Morales.
-Lo que me faltaba. Eso es mentira. Yo no golpee a Nayet, fue ese miserable, esa maldito quien la golpeó y ella intentó quitarse la vida.
-Kendal, tranquilícese por favor, yo estoy aquí para ayudarlo. Cuénteme los hechos.
Kendal comenzó a contarle lo sucedido a la joven abogada, de vez en cuando ella miraba a Kendal con disimulo sintiéndose atraída por él. No podía negar que su cliente fuera sexy y todo un caballero.
Al otro lado de la habitación, oculto entre unos cristales se encontraba Adolfo escuchando la declaración de Kendal, en su interior corría pequeños brotes de cólera por haberse equivocado en juzgar a Kendal. Pero aun así el padre de Nayet seguía empeñado en saber cuál fue el motivo que le llevó a su hija a intentar quitarse la vida.
En el hospital Gael pasó a la sala de cuidados intensivos para saber del estado de Nayet. Al entrar sus ojos pudieron admirar la tristeza que la rodeaba. Inmediatamente se acercó a su cama y le agarró su mano acercándosela a su mejilla intentando de alguna manera consolarla.
-Gael, por que, por que me tiene que pasar todo esto a mí. Qué echo yo de malo para que la vida se enzañe de esta manera conmigo.-Los ojos de ella brillaban al mismo tiempo que se deshacía de su sufrimiento en forma de lágrimas.
-Nayet tú no has hecho nada malo. Lo único que en ocasiones nos topamos con gente mala. Como Camilo, ese desgraciado.
-Y Kendal, ¿dónde está?
-En la cárcel, se lo llevaron detenido.
- ¡¿Cómo?!-En ese momento su corazón se paralizó, impactada de saber que Kendal estuviera en la cárcel.
-No puede ser, Kendal no ha hecho nada malo.
-Lo sé, solo golpeó a Camilo y ahora está detenido. El mismo Camilo lo ha denunciado.
Nayet sacudía la cabeza sintiendo una pequeña opresión en su pecho.
-¿Saldrá de la cárcel?
-No sé, no tengo noticias.
Desilusionada Nayet comenzó de nuevo a llorar, todo lo que amaba estaba lejos de ella o desaparecía, como su bebé.
En silencio Gael seguía contemplándola intentando comprenderla, o hacer algo por ella. Tan solo podía permanecer a su lado tratando de consolarla.
El primer día consciente Nayet lo pasó muy mal, sumida en su dolor y consternación de pensar que Kendal estuviera en la cárcel. Sus amigos la visitaban contándole relatos de lo que se enteraban, ella prefería guardar silencio ante las continuas preguntas de sus amigos.
El turno de sus padres llegó. Adolfo, serio y con rostro de cansancio empezó preguntándole a su hija por todo. Agobiada con tanta pregunta, Nayet estalló. Llena de ira sin apartar sus ojos de su padre desafiándolo le respondió enojada.
-Qué quieres saber padre. Dime.
-¿Por qué has intentado quitarte la vida? ¿Por qué no nos dijiste que estabas embarazada? Tan malos padres nos consideras para tener que ocultarnos todo referente a tu vida.
-Acaso os habéis preocupado de mí. Desde que me marché a Estados Unidos, solo he recibido unas cuantas llamadas vuestras, y todo para hablarme de Gina. Y yo qué papá.
-Nayet, tú también eres mi hija, y ese miserable de Rosman te pegó.
-Kendal no me pegó, fue Camilo, por él intenté quitarme la vida. No podía más papá, era todo un calvario vivir con él. Él me... -Sus lágrimas agolpadas en su garganta no le permitieron seguir hablando. Se abrazó a su padre derramando gotas de sufrimiento. Su padre, un hombre serio y recto, apretaba contra su pecho a su hija comenzando sus ojos a enrojecer. Le dolía todo lo que le había sucedido a su hija. Y ahora más que nunca le haría pagar a Camilo el haber puesto una mano encima a su hija. Iba a saber quién era Adolfo Morales.
-Marisa, quédate con Nayet.
-Adolfo ¿dónde vas?
- A meter de por vida a ese desgraciado que se ha atrevido a ponerle una mano encima a mi hija.
-Adolfo, hay algo más.
-¿Más?-Pregunta su marido confuso.
-Ese...canalla...ha...violado a Nayet.
Los puños de Adolfo se cerraron, su rostro cambió inmediatamente, por cada parte de su piel corría una descarga de ira. Camilo no solo había pegado a Nayet si no que se había atrevido a violarla. Miró a su mujer que permanecía llorando desolada. Se giró y con paso firme se fue hacia la comisaría donde pondría la orden para detener a Camilo.
Horas más tarde Camilo fue detenido cuando intentaba escapar en el aeropuerto. Inmediatamente fue trasladado a comisaría. Allí fue juzgado por maltrato y violación.
Arrepentido, Adolfo fue a la celda donde se encontraba Kendal.
-Señor Rosman, tengo que hablar con usted.
-No tengo nada que decir sin estar presente mi abogada.
-Es sobre mi hija, Nayet.
Kendal se quedó asombrado, mirando fijamente a ese hombre alto robusto que tenía ante él.
-Qué le ha ocurrido a Nayet. Ella está bien.
-Mi hija no está bien, como bien se podrá imaginar, ese miserable la ha lastimado demasiado, y...ha perdido a su bebé. Podrá imaginarse cómo se puede encontrar.
-Quiero salir de aquí, deseo estar al lado de Nayet. Yo...
-Quería disculparme por pensar que usted fue el causante de lo que le ha ocurrido a mi hija. Ante todo soy padre, y no deseo que nada malo les ocurriesen a mis hijas. Nayet lo ha defendido, ahora ella debe declarar. Mientras tanto usted estará aquí en la cárcel hasta que salga el juicio. Intentaré ponerlo en libertad bajo fianza. Pero la denuncia de Camilo se está procesando.
-Maldito desgraciado. -La sangre de Kendal le hervía de tener que permanecer lejos de Nayet y Camilo lo hubiera denunciado.
-Por favor ayúdeme, quiero estar con Nayet, necesito saber que está bien.
-Le ayudaré. No se preocupe que le ayudaré, si usted ha defendido a mi hija, de alguna manera deseo compensárselo.
-Gracias señor Morales.
Kendal y Adolfo estrecharon sus manos con firmeza, los dos querían a Nayet y los dos deseaban su bienestar.
Al día siguiente, Nayet seguía sumergida en su cúpula de desconsuelo y pesadumbre llena de consternación sin poder hallar una salida a todo lo que le estaba ocurriendo. Tirada en una cama, con su cuerpo dolorido, miraba hacia el techo, pensando en la manera de ver a Kendal y saber cómo está. Sin Kendal a su lado se sentía muy sola, lo necesitaba tanto que el destino se ha empeñado en separlos.
En la cárcel, la licenciada Rojas hablaba con su cliente. Mirándolo fijamente a sus ojos verdes, sintiendo un pequeño cosquilleo en su estómago, Marina le comunicó a Kendal que podría salir bajo fianza, aun así, cabía la posibilidad de que perdiera su certificado de médico por golpear a un paciente. Dejaría de ejercer su carrera. La única solución para no perder su carrera y seguir ejerciendo su carrera, sería volver de nuevo a Estados Unidos.
Pegó un salto enojado, sin poder creerse lo que su abogada le decía. Arre pesado a la pared con su cabeza gacha, Kendal intentaba controlar su furia. Debía de marcharse y dejar sola a Nayet.
-Marina, y si me niego a irme a mi país. ¿Qué me ocurrirá?
-Debe irse Kendal, si no quieres perder tu certificado de médico. Dejarías de ejercer tú profesión si te quedas, todo está en tú contra.
-Yo...no quiero irme, deseo estar al lado de Nayet. Ella me necesita, y yo no puedo dejarla sola.
-Sé que es un sacrificio lo que debes hacer.
-Prefiero perder mi carrera a perder a la mujer que amo.
Marina sintió un golpe de desilusión cuando Kendal le dijo lo que sentía por Nayet. Agachó su mirada hacia el suelo, era locura lo que iba a hacer, su cliente le gustaba y ella estaba dispuesta ayudarle.
Sentada con su cara mojada, Nayet hablaba con su abuela Seferina, la única que podía desahogarse.
-Nayet, siento mucho lo que te ha sucedido. Pero hija ahora debes de ser muy fuerte y luchar. La vida no es fácil y nos ponen muchos obstáculos difíciles. Seamos expertos o no debemos saber afrontarlos. Nayet eres afortunada de tener amigos que te quieren y te brindan su apoyo no los dejes a un lado. Y el amor, qué te voy a contar de él. Nos eres la única que se equivoca en enamorarse. Primero Gael, que eligió a Gina y ahora ese maldito desgraciado de Camilo.
-Abuela, yo no amo a Camilo, si no a Kendal.
Nayet le contó la historia de cómo conoció a Kendal, de la forma que se casaron y a pesar de todo lo que ha tenido que llorar por su ausencia lo ama. Serafina abrazó a su nieta dándole ánimos para que luchara por salir adelante y por Kendal.
Tras hablar con su abuela, Nayet se encontró más aliviada. Se levantó y comenzó a comer, incluso a hablar con Violeta y Nacho. Pero seguía cabizbaja sin tener noticias sobre Kendal.
Ya habían pasado varios días, ella seguía sin saber nada sobre Kendal, preguntaba a Harvey, pero él solo le podía decir que se había marchado de vuelta a Houston.
Inmóvil, como si el tiempo pasara muy deprisa, Nayet aguantaba a duras penas la noticia que le había dado Harvey. Kendal se había marchado sin haberse despedido de ella. Sus lágrimas brotaron inmediatamente, preguntándose cómo le había dejado sola cuando más lo necesitaba.
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