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Capítulo 32

Cerrando sus ojos por décimas de segundo y tras suspirar en repetidas ocasiones, Nayet armándose de valor abrió aquella puerta donde se encontraba Kendal con esa mujer. Sin duda era la misma mujer que había visto anteriormente. Una oleada de emulaciones comenzó a danzar dentro de su estómago, sentía necesidad de salir corriendo, pero obligada por su amiga se adentró más hasta ponerse a la misma altura donde se encontraba Kendal y esa mujer.

Furiosa, le pego un bofetón a Kendal. Él no dijo nada, solo pudo clavar su mirada en la de ella sintiéndose ofendido.

―Ahora sé la clase de persona que eres Kendal Rosman, eres más falso que un billete.

―¿Kendal que está pasando? ―Dijo la mujer que se encontraba con Kendal.

―Nada, aquí la loca los huevos que no le da masque por pegarme más hostias que un cura repartiéndolas.

―Nada, a engañarme tú lo llamas nada. Si señora, soy Nayet su mujer.

―Espera, se me había olvidado presentaros, Nayet esta es Georgina con la que te pongo los cuernos.

―Eres un gilipollas Kendal, y sabes esto no te lo voy a perdonar, yo cometí un error y tú me humillaste ahora señor Rosman, quédese con esta mujer porque yo no deseo saber nada de ti. Que tonta he sido por no darme cuenta la clase de hombre que eres.

Nayet salió enfadada y desilusionada del restaurante, esperaba que Kendal le diera una explicación, esperaba una reacción algo más dura y lo único que ha obtenido es que sus sospechas sean ciertas. Kendal puede que hubiera sincero con ella, sin embargo la había avergonzado y ridiculizado.

―Kendal, ¿Qué te pasa, porque no sales en busca de tu mujer y aclaráis todo?

―No puedo Georgina, no puedo. Es mejor que piense que la estoy engañando, así su dolor será más fácil de taponarlo y olvidarse de mí por completo.

―Kendal, tú no eres un hombre que deja escapar el amor, te conozco muy bien para saberlo. Aunque me duela admitirlo, sé que la amas, ¿por qué estás haciendo todo esto?

―La voy a perder, de todas formas la voy a perder, ella no siente nada hacía mi salvo lastima, se ha encariñado conmigo, como yo con ella. Pero entre los dos no existe amor, y por mi problema yo no deseo atarla a un hombre que está condenado a no tener hijos.

―Se lo has preguntando para saber si es lo que desea ella, o estás hablando bajo tu ensañamiento.

―Las dos cosas Georgina, ahora terminemos de cenar.

―No vas a hablar con ella. ¿Verdad?

―Sabes que siempre cumplo con mis promesas, no puedo y no deseo que nos volvamos a ilusionar para acabar alejándonos y lastimándonos.

Georgina observaba aquel hombre que años atrás estuvieron comprometidos y ella acabó abandonándolo para casarse con otro hombre, lo humilló sometiéndole a todas sus burlas sobre su problema de esterilidad. Él acabó deprimido, abatido y ofendido por los insultos constantes por parte de ella. Y aun así a pesar del todo el daño que le hizo, está sentado con ella dejando escapar a una mujer que la quiere.

Georgina dejó que transcurrieran unos días para poder haber con Nayet, Kendal no ha movido un dedo y ella sabía que aquella chica estaba sufriendo. Tras salir de oncología tras su último diagnóstico, Georgina necesitaba hablar desesperadamente con Nayet. Se fue al mostrador y preguntó por ella. Una enfermera le dio el aviso y la condujo hasta su consulta. Tras haber recibido el aviso, Nayet acudió a su consultorio, al entrar se encontró de frente con esa mujer. La causante de que su moral estuviera por los suelos y su odio hacia Kendal esté en el nivel ocho.

―Hola Nayet, soy Georgina, mucho gusto en conocerte.

Nayet miró aquella mano extendida y esa mujer con rostro pálido. Con pocas ganas le chocó su mano tomando asiento.

―Bueno tú dirás, ¿qué es lo que debes hablar conmigo?

La mujer comenzó a toser, intentaba hablar pero no podía su debilidad se aferraba a ella, tanto que su tos la llevó a vomitar. Nayet se levantó enseguida ayudándola para que vomitara, al ver el vómito Nayet ya sabía lo que ocurría. Aquella mujer tenía cáncer.

―Mejor, toma bebe agua.

―Lo siento mucho, no suelo salir de casa, pero hoy me tocaba consulta.

―Has venido sola, o con Kendal.

―Con Kendal. ―La expresión de Nayet se endureció, miró aquella mujer que seguía bebiendo agua a duras penas.

―Nayet, tengo que hablar contigo.

―Si es sobre mi marido, mejor dicho sobre el gilipollas de Kendal, quédatelo te lo regalo con papel de aluminio y todo.

―Escúchame, por favor. Entre Kendal y yo no hay nada, lo que hubo forma parte de nuestro pasado. Un pasado que yo destrocé como lo hundí a él. Yo soy la única causante de la desconfianza de Kendal, y del desengaño hacia el amor. Nayet, yo me burlé de él, lo dejé tirado cuando más me necesitaba, egoístamente lo dejé para tener una mejor vida. Me volví a casar, me quedé embarazada, y cada día le mandaba fotos de mi tripa avergonzando a Kendal. Un hombre ocho años mayor que yo me había dejado embarazada y él no puede. Jugué con sus sentimientos, me divertía a costa suya actuando de la peor manera posible. Tras dar a luz a mi hija, me diagnosticaron cáncer, me operaron inmediatamente del tumor. Estuve durante años en tratamiento, hace un año el tumor volvió a reproducirse y ahora mi enfermedad está en metástasis. Nayet me voy a morir, ese es mi castigo, dejaré a una preciosa niña, pero ese es mi destino. Cuando me diagnosticaron mi enfermedad, mi marido me dejó por otra, perdí la custodia de mi hija. Si te digo todo esto es porque Kendal no te lo va contar, le hice prometer que no contaría nada a nadie. El solo me está ayudando a tener una muerte digna. Por favor Nayet, él te quiere a ti, no lo dejes y hablar las cosas.

―Siento mucho todo lo que te pasa, si en algo te puedo ayudar.

―Gracias pero ya recibo suficiente. Kendal ya se encarga de todo, aquí no tengo a nadie, no conozco a nadie, y las pocas personas que conozco me han dado la espalda. Quien va querer cargar con una moribunda.

―No digas eso Georgina.

―Es la verdad. Nayet, prométeme que hablarás con Kendal y aclararéis las cosas. No podéis estar separados, os amáis, y dos almas como las vuestras están destinadas a estar juntas.

―Georgina...

―Kendal es un hombre maravilloso, bueno, gentil, bondadoso, bromista, algo capullo, pero nadie manda en su corazón salvo tú. Recuérdalo, dos personas que se quieren y están destinadas a estar juntas, ni la marea más violenta podrá separaros.

Conmovida y emocionada por la declaración de Georgina, Nayet la acompañó hasta el ascensor donde se despidió de ella prometiéndole ir a visitarla. Aquella declaración la hizo de pensar, pero seguía enfadada con Kendal, ¿porque no salió en su busca el día del restaurante? ¿Porque no ha hecho nada por recuperarla y porque se mantiene lejos de ella si todavía siente algo hacia ella?

Afectada y agotada por el duro día de trabajo, se marchó hacia su casa, nada más entrar vio a Kendal cantando y cocinando. Una pequeña alegría brotó en su interior. Sus ojos verdes plateados la miraban emergiendo sus emociones flotando de nuevo sobre su cuerpo. Con esa sonrisa de pícaro la miraba, salió a su encuentro y la estrechó entre sus brazos.

―Pero como eres tan gilipollas Kendal. Porque no hablaste conmigo.

―Lo siento loca los huevos, pero no podía. No solo soy médico también hago de canguro.

―Kendal...eres el hombre más tierno y maravilloso que conoceré.

―Ay tontina que me pones rojillo. Nayet eres y serás la mujer más increíble y loca que conoceré. Pero aun así este gilipollas te quiere igual modo.

―¿Eso es una declaración?

―Ya sabes que cupido y yo estamos discutidos. Nayet, quiero que sepas que siempre te he sido sincero, nunca te he engañado, tal vez te ocultado cosas, pero son por buena causa. Sin embargo estos días que pasado sin ti me han hecho pensar, y pensar en que tú tienes la llave de mi corazón, de ese candado que cerré hace años y como una estrella iluminada en el cielo caíste en mis brazos más borracha que la rana Gustavo, desde ese día supe que serías para mí. No comparto, porque una preciosidad como tú no se puede compartir, solo desear y querer.

Nayet no pudo más, entre sollozos lo besó, pasó sus dedos por su cabello rodeándole con sus brazos su nuca para atraerlo más. Los dos se deseaban, las melodías de sus corazones ya empezaron a surcar al compás de sus caricias. El camino que recorrían con sus cuerpos desnudos envueltos en llamas y deseos incontrolables era más que suficiente para demostrarse cuando se necesitaban, cuanto se deseaban. No hacía falta decir mil palabras, con tan solo una caricia era más que suficiente para sentirse querida.

Tras acabar de haber mantenido el mejor sexo de su vida, se vistieron y comenzaron a cenar. Kendal le habló sobre su pasado y sobre Georgina, ella le escuchaba atentamente intentando comprenderle.

―Y tú, ¿algún hombre en tú pasado?

―Solo uno, José Arlhey.―Entre risas comenzó a contarle la historia. Tras acabar se sentaron y volvieron a disfrutar uno del otro.

Al día siguiente muy temprano ya se encontraban en el hospital, hoy tendrían una reunión, debían de hablar sobre varias operaciones y la evolución de varios pacientes. Sonriente, Nayet se sentó enfrente de Kendal, él la miraba con disimulo guiñándole un ojo. Aquel gesto la volvía loca. El director pasó y dio comienzo a la reunión, en la mesa junto con tres carpetas más, estaba el historial de los pacientes. Pero tan solo uno le dedicarían más tiempo, se trataba de un futbolista muy famoso, ya había sido operado y esta sería su segunda operación, había pasado por varias pruebas y dichas pruebas todo estaba listo para su operación. Revisaron el historial, las pruebas...hasta que Nayet sintió el corazón congelarse. El paciente se trataba de Camilo Lazer.

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