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Capítulo 26

La noche se había echado encima, apoyado en la repisa de la ventana miraba con sus ojos rajaos en agua, hacia un cielo nublado grisáceo con inicios de llover, sus ideas estaban desordenadas y sus hechos eran todo un desacuerdo. Maldiciéndose repetidas veces por haber cometido un error tras otro. Se dió la vuelta, miró a esa hermosa mujer que descansaba en la cama. Pensó en cómo la hizo suya, comparando los momentos que pasó con ella y con su hermana. Eran muy distintas, sin duda a pesar de sus complejos ella era la única mujer que consiguió que volviera a querer de nuevo. Tocar su cuerpo, hacerla suya mientras se reían del miedo que tenía por si le aplastaba, esa era ella. Nayet. Y ahora está lejos, muy lejos de su alcance, de no poder verla, tocarla, reñir... Cobarde, por no saber valorarla, miedoso por no haber luchado por ella. Gael suspiró, agachó su cabeza escondiéndose de él mismo. Ahora tenía una responsabilidad, debía quedarse al lado de una mujer que no ama y madre de su hijo.

(...)

--¿Queda mucho para llegar?--Preguntó Nayet sintiendo como sus nervios la comían por dentro.

--Tranquila, señorita, en unos minutos ya estaremos en la casa de los señores Rosman.

--Florinda, está todo listo para recibir a nuestra huésped.

--Sí señora Hilary. Tan solo falta que llegue su hijo.

--Desde luego, que voy hacer con este hijo mío.

--Tranquila Hilary, la recibiremos nosotros. Además estará a punto de llegar.--Le decía Iván a su esposa consultando su reloj de bolsillo.

--Mira ahí llega.

Con algo de miedo, asombrada por el jardín tan grande y bonito que veía sus ojos, andaba despacio sin poder cerrar la boca moviendo la cabeza para ambos lados admirando la belleza de ese jardín y casa. Dentro de esa casa grande de tres plantas adornada con muebles antiguos y modernos, figuras y cuadros de todos los tamaños representando paisajes y obras de pintores. Era una casa grande, y acogedora a la vez. A su encuentro salió un matrimonio, él era delgado y alto, moreno con algunas canas en su cabello también negro. Ella era algo mas bajita, delgada y se veía que se cuidaba, no hacia falta masque ver su rostro de porcelana adornado con unos ojos azules y pelo platino.

--Bienvenida a nuestro hogar, Nayet.--
Le extendió su mano Ivan presentándose y hablando en castellano.

--Mucho gusto, señor Rosman.

--Llámenos Ivan y Hilary. Ginés nos a hablado muy bien de ti, tengo entendido que te licenciates hace poco.

--Sí. Espero aprender mucho, no voy a desaprovechar esta oportunidad.

--Me alegro que pienses así, mi marido es el director jefe del hopital, yo soy también cirujana, en pediatría.
Estaremos encantados de ayudarte, aunque trabajarás en el equipo de cirugía que dirige mi hijo.

( Esto si que no lo esperaba) --Gracias por todo, pondré todo de mi parte.

--Seguro que vendrás cansada. Si lo deseas puedes darte una ducha y después comemos para que puedas descansar.

--Se lo agradecería, estoy algo cansada.

--Hola madre, siento el retraso.--Anuncia su llegada el hijo de Hilary e Iván.

--Vaya horas. Mira esta es Nayet la ahijada de Ginés y la nueva médico que trabajará en tú equipo.

Al llegar a la sala donde se encontraba Nayet hablando con Iván, ésta se giró al escuchar a Hilary que le presentaba a su hijo. Sus ojos se abrieron como platos, tratando de contener sus nervios.

-- Pero Nayet, que bueno que estes aquí. Dame un abrazo.

Sus padres observaban la escena incrédulos, hasta que Kendal le aclaró que ya conocía a Nayet.

--Gracias, yo también me alegro de verte Kendal. <<capullo, te se ha olvidado un detalle,el del hotel, mejor que no se enteren que vergüenza>>

--Si no les importa quisiera ir a darme una ducha.

--Te acompaño Nayet.

En compañía de Kendal subió hacia la segunda planta donde se encontraba el baño y varias habitaciones más.

--Lleguemos. Este es el baño, si quieres que te frote la espalda no dudes en decírmelo.

--Gracias pero te vas a quedar con las ganas.

--Las tuyas de que te toque pervertida.

--Tú tía.

En menos de dos segundos Kendal tenía agarrada a Nayet de su rostro besándola.

--Animal, me has mordido haciéndome sangre.

--A qué te ha gustado.

--Va una cosa tonta de hombre. Acaso no te da vergüenza que estas en casa de tus padres.

--Pero chica, para saber donde estoy le tengo que mandar antes una ubicación por WhatsApp.

--Exagerado. Me dejas que me duche.

--¿Y a qué esperas?

--A qué te vayas.

--Por favor, que soy hombre. Veo muchos cuerpos desnudos.

--Era necesario ese comentario, imbécil.

--Soy médico, hago muchas extirpaciones. Si quieres ...

--Largo. Creído, presumido y fantasioso.

--Me das un beso.

--Vete al congo. --le gritó cerrándole la puerta en las narices.

Con su respiración transtornada, se miraba en el espejo con ojos de enfado. 《No Nayet, no puedes ser tan estúpida, acaso no has tenido bastante con lo que te ha pasado con Gael. Reconoce que Kendal es guapo, algo creído, pero ojo como besa el jodio》Se repetía mil veces para sus adentros.
Había venido a una ciudad desconocida, sola, sin conocer a nadie, huyendo de un hombre que se ha quedado con su hermana sin mover un dedo por ella. Necesitaba borrar esos momentos y volver a empezar. Al salir del baño ya cambiada, bajó para el salón. Allí con la mesa puesta todos la esperaban para comer. Después de comer, agotada subió en compañía de Hilary hacia la que sería su habitación. Al abrir la puerta, Nayet se quedó sorprendida, no solo era espaciosa, si no que no faltaba ningún detalle. Sonriendo a Hilary pasó dentro, se puso un chándal y se recostó en esa inmensa cama. Sus párpados no tardaron en cerrarse dejándose llevar por el sueño.

La voz de Mariah Carey, la sacó de su sueño. La música sonaba tan cerca. Se levantó y al salir se encontró a Kendal colocando algo en las estanterías.

--Pasa, no te cortes, estás en tú casa.

--¿Qué haces?

--Colocando mis DVDs de mis películas preferidas por orden de veces que las he visto.

--¿Así? Te puedo ayudar, a me encantan de drama y de lucha.

--Entonces estas te gustaran, tienen un drama que no veas.

Al coger una película leyó el título : Se Fue En Busca De Trabajo Y Le Comieron Lo De Abajo.

--Vaya esta tiene que tener buen argumento. Cerdo.

--Entonces no has visto esta. Tetanic.
Pero mi favorita y la mejor es esta:
Hospital Genital. Como la adoro.

--Pedazo de psicópata adicto al sexo.

--Nayet hija, que te voy a tener que hacer la respiración asistida. Por favor esto es lo más normal del mundo.

--Lo vas normal de mundo ver a otras personas como...

--Fornican, Nayet. ¿Es que acaso tú no lo haces?

--De higos a brevas.

--No jodas, entonces vivirá spider man en tu cueva.

Frustrada Nayet salió de esa habitación. Como iba ella a pensar que Kendal fuera tan estúpido.

--Nayet. Te traigo un libro, espero que lo leas, a mi me encantó.

--Si es el kamasustra le prendo fuego.

--No, es 50 sombras de Grey. Cuando acabes la saga te espero en la habitación de al lado.

Mientras que Nayet soltaba pestes por su boca, Kendal se encerró en su habitación escuchando su canción favorita. My all de Mariah Caray. Una canción muy especial para él, deseaba compartir con ella. Aunque estuvieran tabique por medio. Se había divertido con ella, era más vergonzosa y sincera de lo que el creía. Sin duda Nayet era esa mujer que estaba buscando y por fin la había encontrado.

Tumbada escuchando la canción, su cabeza no paraba de pensar y su cuerpo de admitir que Kendal tenía algo especial, algo que la confundía y la atraía a la misma vez. Pero no estaba dispuesta a sufrir de nuevo, a ilusionarse para luego sufrir. Había cometido muchos errores, había aprendido de ellos y no iba a caer de nuevo.

Muy temprano Nayet se encontraba con la familia Rosman en su nuevo lugar de trabajo. Tras conocer a varios médicos, Kendal se la llevó a la planta de quirófano donde le presentaría a sus nuevos compañeros. Todo era nuevo para ella, con algo de timidez preguntaba a Kendal por los nuevos aparatos, éste con la ayuda de Zoraida otra cirujana, le explicaban las funciones de cada uno de los aparatos que utilizaban para operar. De vez en cuando, Nayet echaba un vistazo a Kendal. Estaba muy serio, a su vez se veía tan atractivo, no era de extrañar que varias mujeres se lo comieran con los ojos. Le dió la impresión que la historia se iba a repetir, por lo cual todas sus preguntas se las hacia a Zoraida. A la hora de la comida, Nayet bajó a la cafetería, se pidió algo de comer y se sentó en una mesa sola. Había pedido permiso para sentarse con otras chicas, éstas no quisieron. La comida le sabía cada vez más amarga, da igual donde estés, si no encajas no eres bien recibida.
Al fondo se escucharon una risas, Nayet se giró y vio a Kendal flirteando con una médico muy guapa.

--Es Brenda Warren. --Le dijo una chica algo mas joven que ella, también estaba rellenita.

--Aha. Es muy guapa.

-- Si tú lo dices. Soy Anais. ¿Y tú?

--Nayet, soy nueva y extranjera.

--Anda y yo. ¿De dónde eres?

--De España.

--Yo de Argentina. Por fin tengo una amiga que hable mi idioma. Las dos nuevas amigas se echaron a reír continuando con la comida y conociéndose.

La jornada tocaba a su fin, Nayet se marchó con Anais hacia la parada del bus. Al llegar a su parada ambas amigas se despidieron.

Al entrar de nuevo a esa inmensa casa, la recibió Florinda, no había nadie en casa. Nayet se duchó, se puso algo cómodo y cenó. Iván llegaría tarde y Hilary tenía guardia. Y de Kendal ni rastro. Acurrucada en su cama sus gotas se deslizaban por sus mejillas, se sentía tan sola, extrañaba tanto a su familia y amigos. La puerta se abrió de golpe entrando Kendal cabreado.

--Es que no puedes llamar a la puerta.

--No me da la gana, estoy en mi casa. Te lo voy advertir Nayet, le prometido a mis padres que estaría pendiente de ti. Vamos que haría de tu canguro, pero delante de ellos y en el hospital. Así que no vuelvas más a irte con esa lesbiana sin decirme nada. Y te aconsejo que te apartes de ella, no es una tía de fiar y tú eres muy tonta e ingenua. Te va engañar como quiera. Ya lo sabes, cada paso que des me lo debes de comunicar. Que tengas buena noche.

La puerta se cerró de golpe, inmóvil, alucinando sobre las palabras de Kendal, se estremeció volviendo a caer en su lamento. ¿Qué había echo de malo? Nadie se había tomado la delicadeza de hacerle caso y la única que lo hace, la crítican. Echa un manojo de nervios se tumbó en la cama tapándose con el edredón hasta la cabeza, quería silenciar de algún modo su llanto. Quería pensar que todo había sido una pesadilla. Era la realidad, una realidad que duele y debemos aprender a convivir con ella.

A la mañana siguiente, Nayet desayunó sola, Kendal se había ido sin esperarla y sus padres dormían.
Cabizbaja se montó en el coche, Zacarías la llevaría al hospital. De camino vio a Anais, le hizo a Zacarías de parar y montar Anais. Ella se lo agradeció mucho, había perdido el bus y no podía esperar al siguiente.

Juntas pasaron al hospital, se cambiaron, hablaban con normalidad hasta que apareció Kendal encrespado. Anais miró a Nayet y esta le hizo una señal de que todo estaba bien.
Él, furioso la agarró del brazo llevándosela a una habitación a parte.

--¿No te dije que te alejaras de esa lesbiana? ¿Eh? De la ira que sentía apretaba más el brazo de ella.

--Me haces daño. --Le decía despacio con sus ojos llenos de lágrimas.

--Te lo advierto, como te vuelva a ver con esa tía te mando de vuelta a tu país. ¿Entendido?

Nayet no podía ni hablar del miedo que sentía. Él de malas maneras la soltó pegándole un empujón cayendo al suelo. Sentada en el frío suelo tapándose su rostro lloraba sin cesar sin saber cual era el motivo por lo que Kendal odiaba a Anais y por qué la tomaba con ella. ¿Dónde había quedado ese hombre amable que conoció en el congreso y el que la recibió en su casa? ¿Qué era lo qué estaba pasando para que se portase así con ella?

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