Capítulo 25 PART.II
Gina no dudó en levantar la voz, para que todos los allí presentes la escuchasen, sin más remordimientos se lanzó por las escaleras, golpeando se la cabeza. Nayet desde arriba observaba la tragedia, sin entender lo ocurrido. El primero en llegar a la escena fue su padre, seguido de su mujer y Gael. Todos miraban con odio a Nayet que trataba de reanimar a su hermana.
--Quítate Nayet--le dijo Gael enfurecido. Mientras él seguía reanimándola, Nayet miraba a sus padres intentando explicar lo ocurrido.
--Papá, mamá. Yo no he sido, estabamos discutiendo y se ha caído sola. Te lo juro mamá, yo no le he echo nada.
Pronunciaba entre sollozos amargos, todos guardaron silencio, angustiados por el estado de Gina.
Su madre, intranquila y temiendo lo peor, abofeteó a su hija. Con rabia e impotencia comenzó ha alzar la voz;--¿Por qué le has echo esto a tú hermana? ¿eh? Contesta Nayet, es tú hermana, cómo has podido.
--Basta, tranquila Basilia, siéntate que te va dar algo. La ambulancia está de camino. Y tú Nayet, ya hablaremos de lo ocurrido. No quiero verte cerca de tu hermana.
--Pero papá...yo ...
--Ya me has escuchado, no quiero verte cerca de tu hermana.
Nayet se sentó en un escalón agarrándose sus piernas, viendo como montaban a su hermana en una camilla para llevársela al hospital. Tras escuchar de cerrar la puerta con un golpe fuerte, ella no lo pudo soportar más, emprendió un llanto desértico y doloroso. Tan sólo su abuela la abrazó pretendiendo consolarla. Había sido una injusticia, culpando a Nayet de algo que no había echo.
En el hospital, sus padres estaban preocupados por el estado de su hija. Gael nervioso y abstraído, ayudaba a sus compañeros, haciéndole las pruebas necesarias para determinar el estado de Gina. Afortunadamente, no le pasó nada grave, el golpe en su cabeza presentaba normalidad, lo peor era el estado de su feto. Le explicaba el ginecólogo a Gael, viendo en el monitor un puntito. Su furia se agolpaba en sus puños, si algo le ocurriese a su hijo, jamás se lo perdonaría a Nayet.
Dos días después, Nayet se vestía con un vestido azul marino, maquillada y con recogido que le había echo Violeta. Mientras terminaba de echarle laca la observaba por el espejo, sintiendo pena por su amiga. Habló con ella para animarla, pero fue incapaz de arrancarle una sonrisa. Nayet no dejaba de pensar en todo lo que ocurrió aquella noche, y la manera que se tiró Gina por las escaleras. Nadie la creía, todos se habían puesto en su contra. Su madre apenas le dirigía la palabra, y cuando lo hacía le respondía con resentimiento. Su padre se había dignado a escucharla, pero para qué, si no se creía nada de lo que le decía. Le aconsejó, que lo mejor que pudiera hacer es irse de la ciudad y dejar que su hermana viviera feliz con Gael.
¿Acaso alguien se preocupaba por la felicidad de Nayet?
Molida, sintiéndose como una androjosa, se levantó del sillón, abrazó a su amiga poniéndose en marcha para la entrega de diplomas.
Hoy era su graduación, mirase donde mirase veía a sus compañeros hablando sonrientes con sus familias. Y ella estaba sola, sin nadie que la felicitase y le diera ánimos. Se abrazó así misma aguantando su dolor como le era posible.
-Nayet, Nayet- gritaba Lili con los brazos en alto, corriendo a punto de caerse con los tacones. Detrás de ella iba Dulce, Violeta, Nacho, José Arlhey y su abuela.
-¡ay Jesús bendito! Si vengo con la lengua tiesa. Ya estoy aquí hermosura, qué pensabas que me lo iba a perder.
-Nayet amiga, dijo Dulce abrazándola, detrás Violeta, Nacho y José Arlhey, felicitándola.
-Nayet, perdona por el retraso, pero ha sido tú abuela que nos ha mandado donde no era.
-No importa, lo importante que estéis aquí, cuanto os lo agradezco.
Todos comenzaron abrazarse, hasta que el director subido en un gran escenario, comenzó dando el discurso continuando con la entrega de diplomas.
Al escuchar su nombre, Nayet se levantó chocando las manos de sus amigos para recoger ese diploma que tanto sacrificio y esfuerzo le había llevado. Por fin su sueño se había echo realidad. Sin embargo su felicidad no era completa, le faltaba algo o alguien.
Después de la ceremonia, todos se fueron a celebrarlo, Nayet estaba feliz, pero en lo más hondo de su ser, había una grieta que le impedía ser ella misma.
De madrugada se despidió de sus amigos, debía reconocer que se lo había pasado genial, lo peor vendría ahora, sola, entre cuadro paredes pensando en el desprecio que le había hecho sus padres al no asistir a su graduación, aunque lo negaran, Gina siempre ha sido la hija preferida y obediente.
-Nayet, no sufras más mi hija, que me duele mucho verte así.
-Abuela, no voy a llorar más. Mi padre lleva razón, lo he pensado mucho y me voy a mudar, voy a hablar con Ginés para que me traslade a otro hospital, esta situación está pudiendo conmigo.
-Nayet, tú eres una mujer luchadora, sencilla y humilde. Nunca te as acobardado por nada,si tu deseo es irte, hazlo. Donde vayas yo estaré contigo apoyándote.
Más relajada, con su cabeza apoyada en el regazado de su abuela se quedó dormida.
El sonido de su móvil la despertó, se trataba de Ginés, quería hablar con ella. Quedaron en verse fuera del hospital. Aceptó y se dispuso a ducharme mientras su abuela le preparaba el desayuno.
En la mesa Nayet le comentaba a su abuela lo que había hablado con Ginés, todo era muy sospechoso. Se encogió de hombros terminando de beberse su café, quedaba menos de una hora para reunirse con Gines.
Tranquila paseaba por el parque, viendo como la gente hacia sus compras o estaban sentadas tomando un café en las terrazas. A pocos metros vió a Ginés, que ya se encontraba sentado en una mesa de la terraza. Aceleró sus pasos para no hacer esperar a Ginés. Al verlo se saludaron, pidieron algo de tomar, cuando ya tenían sus bebidas en la mesa, Ginés comenzó hablando:
-Ante todo felicitarte, ya eres médico. Me alegro por ti Nayet.-Le decía mientras le daba un cariñoso apretón de manos.
-Gracias.
-El motivo de hablar contigo, es porque quiero proponerte una oportunidad que te beneficiará, pero...debes darme la respuesta hoy.
-Dime, ¿de qué se trata?
-Tengo un buen amigo en Houston, y me ha pedido que mandase algún médico para que trabaje en su equipo de cirugía, tendrás la oportunidad de aprender los últimos avances en medicina. Es una gran oportunidad, Nayet, ahora estas recién licenciada, tomalo como una gran experiencia. Tan sólo será un año.
-¿Tendré que viajar a Houston?
-Efictivamente. ¿Qué dices?
-No sé, todo me parece muy sospechoso, ¿y porqué yo?
-Nayet, te voy a ser sincero, aun que le prometido a tu padre no decirte nada. Ayer estuve reunido con él y el doctor Zuniga. Al parecer tu hermana fue hospitalizada porque tú la empujaste por las escaleras. Gael me ha contado que había algo entre vosotros y él ya no quiso saber nada de ti, incluso me ha afirmado que te dejó para que te casaras, cosa que no hiciste porque lo quieres. Todos están de acuerdo que fue en un acto de celos, terminé de hablar con ellos y me puse en contacto con mi colega para trasladarte.
-Entiendo. Una cosa, ¿Gael te pidió que me trasladarás?
-Me lo sugirió, por el bien tuyo y por el bienestar de Gina.
-Respiró hondo varias veces-,quiero decirte Ginés que yo no empujé a mi hermana por las escaleras, se tiró ella sola, pero nadie me cree. Respecto a Gael, si hubo algo y él puso distancia, yo ya me harté de su comportamiento, de hecho tenía pensado trasladarme. Pero como veo que todos quieren perderme de vista, acepto. Si tengo que viajar a Houston viajaré.
-No te arrepentirás, y aprenderás mucho, te lo garantizo. Te parece si en una semana vuelas hacia EE.UU.
-Por mí como si es mañana mismo. Cuando tú me digas.
-Déjame una semana para preparar todo. No te vas arrepentir Nayet, ya iremos hablando. Suerte, eres una excelente médico y sé que podrás agrandar tus conocimientos.
-Muchas gracias Ginés.
Seguidamente tras hablar con Ginés se dirigió hacia el hospital, debía de hablar con la causante de todos sus problemas.
Con paso decidido y firme, caminaba por el largo pasillo hasta llegar a la habitación donde se encontraba su hermana. Tocó la puerta y entró dentro la habitación, su vista fue a parar a Gina que le estaban cambiando el suero, después a sus padres finalizando en Gael, que le sostenía su mano.
Nayet enderezó sus hombros y se puso todo lo derecha que le daba desí sus vértebras. Esperó unos minutos para que su respiracion se apaciguase y dar comienzo con la conversación.
-Acabo de hablar con Ginés. Deciros que os ha tocado la lotería, la perturbada de vuestra hija se va para Estados Unidos.
-Hija, ¿estás segura que te quieres marchar?
-¿No es lo que queríais? Madre.
-Hija, piénsatelo, yo no quiero que te marches, no queremos que te marches. ¿Verdad Alfredo?
-Tranquila madre, es un favor que le voy hacer a los Beckan, no quiero que Gael tenga que dormir abrazado a una escopeta por si me da por estrangular a su apreciada...lo que sea.
-Nayet, si has venido a insultarnos, te puedes ir.
-Me iré cuando le pregunte a Gina por su estado.
-Gracias a ti, ha estado apunto de perder a nuestro hijo. - le dice Gael furioso.
-No te alteres que te va dar un infarto. No sé, por causolidad Gina, ¿tú sabías que estabas embarazada? Te lo pregunto por que así te hubieras ahorrado de tirarte por las escaleras.
-Gael, que se vaya por favor.
-A ver Gina, tu siempre has tenido las reglas irregulares, por lo que deduzco que ni tú misma sabías que estabas en cinta. Eres tan malvada y enviosa, que no me extraña que llegarás hacer lo que hiciste. Siempre has querido sin ningún esfuerzo ser mejor que nadie, y quieres que te diga, si no trabajas y eres una vaga, de alguna manera debes conseguir tus propósitos. Ahí tienes a Gael, quédatelo y espero que algún día no te arrepientas de obligar a una persona a estar contigo. Por mí parte te deseo que construyas un hogar con amor.
Nadie le respondió a Nayet, avergonzados agacharon sus ojos, Nayet había sembrado la duda acerca de Gina y nadie sabía que responder. Nayet se fue despidiendose de todos, en unos días partiría a EE.UU.
Días después, se encontraba en el aeropuerto despidiéndose de su abuela y sus amigos, triste y desolada agarró su maleta llena de tantos recuerdos, tantos errores y alguna felicidad... caminaba por el túnel hacia el avión. Tras acoplarse en su sillón, algo en ella pareciese que se rompía en mil pedazos. Cuando el avión tomó la altura perfecta, ella seguía pensando en que debía empezar desde cero, lo que le había pasado con Gael tan sólo le serviría como otra experiencia más. Volver a empezar en una ciudad distinta, lejos de tus amigos y familia no era buena decisión, sin embargo era la más correcta, tenía que poner distancias si quería ser libre de la prisión de sentimientos que se condenó.
Sin embargo contra el destino no podemos luchar, tan sólo intentar afrontarlo conforme nos vaya llegando las situaciones.
En el aeropuerto de Houston se encontraba esperándola con una pancarta muy grande escrito su nombre, un hombre mulato vestido de gris.
Hablaba un castellano regular, pero se le entendía. El hombre se presentó como Zacarías el chófer de la familia Rosman.
El hombre amablemente le agarró su maleta, la dirigió hasta el parking donde se encontraba un audi Q7 gris metalizado aparcado. El hombre le abriórdenes la puerta de atrás, ayudandola a subir. Cerrando la puerta y asegurándose que todo estaba en orden, arrancó el motor comenzando a conducir por las calles de esa hermosa ciudad. Atrás Nayet notaba como sus nervios afloraban, tenía miedo, pavor y falta de información. ¿Cómo sería la familia Rosman? ¿Porqué Ginés le había dicho que viviera con esa familia durante su estancia? Todo era un caos, y ahora tocaba esperar para ver y conocer a esa familia.
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