Capítulo 25
A cuenta gotas, así era como pasaban los días para Nayet. Todo era una rutina, de casa al hospital, del trabajo a casa y de vez en cuando quedaba con sus amigas. Su rostro dibuja una felicidad apagada, desencantada con todo lo ocurrido con Gael, decidió plantearse si todo lo que hacia merecía la pena. Desde hace varios días todo entre ella y él ha cambiado, dando paso a un lamento silencioso y un distanciamiento que él hacia posible, sin contar con las maneras tan groseras con la que le hablaba y trataba. Amargada y cansada de intentar solucionar las cosas en vano, se da por vencida recurriendo a su único amigo.
--Gracias Lucas por haber venido.
--Nayet te noto por tu voz melancólica que estás triste. Puedo hacerme una idea de lo que te ocurre. Pero dime, ¿qué es lo que te pasa exactamente?
--No puedes hacerte ni una vaga idea de todo el dolor y esta culpa que siento aquí dentro en el pecho. Ya no puedo más Lucas. He echo todo lo que podido para decirle a Gael que todo ha sido un mal entendido y que lo quiero a él.
--Y de José Arlhey, ¿qué has pensado?, le diste tu palabra de casarte con él.
--Lo sé, y eso es lo que más me preocupa, di una palabra y ahora no sé si pueda cumplirla.
--¿Has hablado sobre tu decisión con José Arlhey?
-No. Sólo le doy largas para intentar ganar tiempo.
-Sabes que el tiempo te se agota. Amiga, tú eres una mujer fuerte, no debes venirte abajo de esta manera, cuando todo tiene solución.
-Tú amigo lleva razón Nayet. Mira hija, soy tu abuela y espero que esta historia te ayude. Yo también fui joven, romántica y apasionada con Julián, mi primer novio y el único hombre al que amé. El se fue a la guerra y no volví a saber nada de él. Vencida y dispuesta hacer mi vida me casé con tu abuelo. Fui feliz, pero nunca mi felicidad fue completa, debido a que siempre estuvo ese amor guardado. Nayet, un matrimonio no es firmar un papel, es la unión de dos personas que se aman y se lo demuestran día a día. Todos cometemos errores, también se perdona. Si de verdad Gael te ama te lo hubiera demostrado. Un hombre te debe respetar, aceptar y querer. Piensa lo hija, aún eres joven y bonita.
-Nayet tu abuela lleva razón. Si no estas segura respecto a tus sentimientos, debes tomar una decisión.
-Como si fuera tan fácil.
-La decisión más apropiada, en ocasiones hace que debamos lastimar para no sufrir.
-Ya. Sigo confusa y perdida, no sé que camino coger, todo es tan confuso, yo para mí que me ha mirado un tuerto, porque no me explico porque tengo tan mala suerte.
--Tranquila hija, ahora estás liosa, pero piénsalo con la cabeza fría y seguro que tomaras la mejor decisión.
Tras acabar de tomarse un café con Lucas y su abuela, Nayet se dirigió al apartamento de José Arlhey, ella no era una cobarde para no afrontar sus problemas.
Al volver a entrar a ese apartamento, sus recuerdos se hicieron más visibles. Aquel día de otoño que llovía y se había empapado y enfermó, esos días que José Arlhey no se movió de su lado cuidándola, las noches que se las pasaba en vela y él la ayuda a estudiar, o la primera vez que se entregó a él. Eran tantos recuerdos y ninguno malo, poder revivirlo sus pulsaciones se aceleraban luchando contra el instinto y su cebrero le resultaba tan difícil no quererlo y mirar hacia otro lado.
--Hola mi princesa, llevas mucho tiempo esperando.
--No, José Arlhey he venido para que hablemos.
--¿Hablar? Tú dirás, te escucho.
Agarrando todo el aire para soltarlo despacio procurando dejar sus temores aun lado. Sus dedos jugaban entre ellos y apenas podía mirar a ese hombre a la cara. Tras unos minutos dándole vueltas y pensando como iba a decírselo, se acobardó. Su boca se secó, sus ojos cargados de agua miraban hacia el suelo mostrándose avergonzada.
--Nayet, qué te ocurre, hay algo que quieres contarme.
--Es-to...sssiii--dijo balbuceando sin apartar la mirada del suelo.
--Tú dirás.
(A ver por donde empiezo).-- José Arlhey, yo quería hablar contigo...porque...n-o me qui-e...---las palabras casi no le salían, el nudo en su garganta era cada vez mayor, impidiéndole hablar con claridad.
--Nayet, mírame y no evites. No debes de avergonzarte de nada. Pienso que debemos hablar.
--Es-que no me...en-cuentro preparada para...
--Para el matrimonio. Princesa, por nada del mundo te voy a obligar a que hagas algo que no deseas. Sé que mi partida nos ha cambiado a los dos.
--José Arlhey, ya no siento ese amor que sentía cuando te fuiste,pienso que me engañe yo sola porque nunca antes un hombre me había tratado como lo has echo tú, sin embargo he descubierto que no te puedo corresponder, como tú quisieras.
--Es una pena, pero llevas razón. He estado mucho tiempo fuera, sufriendo solo la enfermedad de mi madre, y mi cobardía hizo que me refugiarse en los brazos de otra mujer, cuando lo correcto era haberte llamado o llevado conmigo. Tampoco quería ser un egoísta, sé todo lo que te ha costado tu carrera y no quería que la dejaras por mí. Lo siento Nayet, siento haber callado antes de confersarte lo ocurrido. ¿Me podrás perdonar?
--No tengo nada que perdonarte, yo también he cometido mi error de fijarme en un hombre no apto para mí. De echo le mentí y ahora lo estoy pagando con su desprecio.
--Princesa, tú no te mereces eso. Mejor dicho, ese hombre no te merece. Todos cometemos errores, y si amas de verdad a una persona, todo se perdona. Te pueden llegar a criticar, pero lo que tus ojos ven y tu corazón siente, nadie lo ve. Si ese hombre no te escucha, no te perdona, es porque no te merece. Nunca lo olvides mi princesa. Para querer hay que ser querido, para amar hay que luchar por esa persona que nos hace sentir tan especiales.
--José Arlhey...eres maravilloso, que pena que no estemos hechos el uno para el otro. --Llena de emociones buenas, Nayet y José Arlhey se dan un fuerte abrazo. Al separase él acaricia sus mejillas mojadas, le sonríe terminando besándola. Ese sería el último contacto que tendrían los dos.
Quedarían como amigos, nada podría borrar esos momentos que juntos pasaron.
La mala racha, parecía que iba esfumándose. Su tristeza se había evaporado dejando un humo de alegría. En varios días sería su graduación, y oficialmente ya sería médico cirujano. Que mejor que celebrarlo con una cena en familia y después con tus amigos.
--Buenas tardes Nayet.--comienza hablando en un tono suave Gael.
--Hola doctor Zuniga. Se le ofrece algo.
--No, tan solo venía para darte mi enhorabuena, te felicito, pronto te vs a graduar, me siento muy orgulloso de ti, has demostrado que te gusta tu profesión y te deseo lo mejor, te aconsejo que no dejes de estudiar y aprender, es bueno poder salvar vidas, aunque en ocasiones esas vidas estén en nuestras manos y no podamos hacer nada.
--Lo sé. Es triste, pero hay que ser fuerte y mirarlo por el lado positivo.
--Nunca cambies, eres admirable y extraordinaria, para mí ha sido un placer haberte conocido y lo mejor que ha pasado haberte querido. Eres muy hermosa aunque no te lo creas.
Sin poderlo evitar Gael besó a Nayet.
En ese momento apareció Gina, quedándose impactada de ver como Gael había vuelto con Nayet. Su plan de hablarle mal de su hermana estaba fracasando, Gael debía ser para ella, Nayet no se lo merecía y para ello pensó en algo que los separase definitivamente.
--Gael, ¿qué haces?
--Besarte, te extrañaba mucho.
--Oh, por favor que bonito te ha quedado. Gael, no puedes ignorarme y venir ahora como si nada hubiera pasado. No estoy dispuesta a ser tu rueda de repuesto, esperar a que me des una de cal y otra de arena. Pues no chico, eres muy grande para saber lo que haces, aprende ya a ser responsable de tus actos. Ahora si me disculpas tengo que irme, me esperan.
--Nayet, perdóname.
--Cuando aprendas la definición lo haré. Que te vaya bien con mi hermana.
Nayet se alejó de Gael con una sonrisa de victoria. Estaba muy contenta por haberle dicho cuatro cosas a Gael, por haberse quitado un peso de encima con José Arlhey. Ahora sí estaba segura de que nada malo le podría llegar a ocurrir,en unos días sería médico, sentía que su mundo de penumbras comenzaba a ver luz. Y eso en una persona dudosa y insegura como Nayet le reconfortaba.
Todo ya estaba listo para la cena familiar. Nayet habló con sus padres respecto a la cancelación del compromiso con José Arlhey, ella no había comentado nada a sus padres, de eso ya se había encargado Gina de ir con el chisme. Sus padres la entendieron, pero no comprendían el por qué lo había invitado a cenar.
Gina llegó muy sonriente del brazo de Gael, tomaron asiento en la mesa para dar comienzo a la cena. Gael no dejaba de mirar a Nayet, sus ojos brillaban cada vez que ella hablaba de todo lo que ha aprendido a su lado. Gina harta de escuchar halagos hacia su hermana, tomó la palabra sorprendiendo incluso a Gael con su embarazo.
Ninguno de los presentes se esperaba esa noticia, su madre no tardó en levantarse y abrazar a su hija entre sollozos de alegría, su padre se quedó más serio, sin apartar la vista de Gael, éste a su vez miraba a Nayet asombrado. Ella aguantó su llanto dedicándole una sonrisa felicitando le. Gina que se encontraba en su salsa, no le dio vergüenza de besar a Gael aparentando una mujer feliz, riéndose para sus adentros de la cara que tenía su hermana.
Mientras sus padres se reunían con su hermana y Gael, Nayet se despidió de José Arlhey, quedando en verse en el día de su graduación.
La envidia que corría por las venas de Gina, era más poderosa que ella misma, cegada por los celos, fue tras su hermana que se hallaba recogiendo unos libros en su antigua habitación. Gina quería vengarse de Nayet por tener el amor de Gael, paso dentro y comenzó con una discusión. Nayet intentaba convercer a su hermana que no quería hombres en su vida, quería dedicarse a su carrera. Gina sorda ante la verdad de las palabras de su hermana, seguía insistiendo, que dejara en paz a Gael, puesto que iban a ser padres.
Cansada de escuchar a su hermana, Nayet la empujó y cerró la puerta de su habitación.
Gina cada vez más furiosa, y desesperada por lo que se le venía encima, debía de pensar en algo, había mentido sobre su embarazo para que ese hombre que la tiene tan absorbida, no estuviera con Nayet. Sabía que Gael le iba a pedir una prueba, sus nervios aumentaban, necesitaba hacer algo.
Una sonrisa de maldad salió de sus labios, golpeó la puerta de Nayet muy fuerte gritando palabras sin sentido, Nayet salió cabreada, ambas volvieron a discutir, Gina caminaba hacia atrás, cuando estaba en el lugar perfecto, no dudó en cometer una locura.
--Nayet, noooo.....
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