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Capítulo- 21

☆☆DEDICADO A K.M.RENDALL☆☆

Nayet salió corriendo sofocada para ponerse a salvo de los efectos que le causaba Gael.

―Nayet, hermanita espérame. ¿Qué te ocurre para que estés tan alterada?

―Nada, sólo que Gael es un poco exigente con mi trabajo y yo me pongo histérica.

―Ven, vayamos a una cafetería. Necesitas desahogarte.

Gina miró para atrás como si le diera reparo que la vieran en compañía de su hermana, la agarró de sus hombros interpretando el mejor papel de su vida ocultando una felicidad interna de victoria. Comenzaron a caminar hasta la cafetería. Una vez sentadas y con sus cafés puestos en la mesa, Gina miraba directamente a su hermana a los ojos. Sin embargo Nayet era más transparente y ya mismo se le notaba la flojedad de sus sentimientos, casi no los podía ocultar aunque quisiera.

―Mira Nayet, sé el motivo por lo que estás así. Eso es amor querida hermana, un amor imposible para tu alcance. Porque mira voy a ser te sincera, no lo tomes a mal. Tienes una carita muy mona, tus ojos son perfectos, pero tu cuerpo no te acompaña mucho, yo siempre te dicho que te sobran quilos y debes cuidarte por tu salud, eres médico y lo debes saber mejor que yo. La imagen Nayet importa mucho, y es lo que primero que se fijan los hombres. Por ejemplo tú y yo, salta a la vista, no es por presumir pero yo atraigo antes a los hombres que tú.

―Te entiendo Gina, llevas razón, pero soy tan floja que no me cuido como debería, sin contar que tampoco tengo mucho tiempo. Entre mis estudios, las prácticas, la facultad, no tengo tiempo para ir a salones de belleza como tú.

―Nayet no me has entendido. Que te olvides de Gael, él es un hombre prohibido para ti. No tienes que hacer más que mirarlo es guapo, atractivo, buen cuerpo y en la cama ni te cuento, es un hombre ardiente y pasional. Un hombre no apto para ti. Desilusiónate querida, no deseo verte llorar por un hombre como él. A ti te conviene un hombre más o menos de tus características. Gordito, sencillo, poca cosita, seguro que encontraras la felicidad que tanto buscas.

Mientras Nayet agachaba su cabeza removiendo su café desilusionada y dolida con las palabras de su hermana, ella escondía su triunfo de ver hundida a su hermana. Fingiendo un cariño que no es propio de ella, abraza a su hermana para irse de compras había quedado con una amiga.

Nayet permanecía sentada ocultando sus lágrimas en algún lugar de su interior, las palabras de su hermana le habían lastimado, pero cuánta razón llevaba. Suspiraba repetidas veces derrotada.

―Nayet Morales. Se puede saber qué carajo te pasa para que estés con la moral por el suelo.

―Violeta soy una desdichada, no tengo suerte para nada. Para una vez que me ilusiono, conozco a un hombre guapo, mira qué plan, tan solo me hiere con sus palabras perjudicándome con sus actos. Violeta tengo un pleito con mi cerebro y mi corazón que ya no sé ni que pensar.

―Gina te ha vuelto a envenenar otra vez. Pero por favor Nayet, mírate, tu eres mil veces mejor persona que ella y más hermosa. Ella sólo tiene estampa, mientras tú tienes alma y corazón, cuando te darás cuenta de lo que vales y empezar a quererte y apreciarte tal y como eres.

―Ya Violeta para ti resulta fácil reprochármelo, pero para mí es como subir una cuesta y no ver la cima debido a que me cuesta mucho valorarme como debería. Y si a eso le sumas que no tengo suerte, para una vez que me ilusiono incluso me lleno de fantasías mira el resultado. Soy un desastre Violeta, debería hacerle más caso a mi hermana y cuidarme más. Así por lo menos cuando se metieran en la cama conmigo no tocarían grasa.

―Me das pena Nayet. Como puedes hacer caso a la Barbie de tu hermana, por favor es que no tienes orgullo para mandarla a la mierda. Y tan buen cuerpecito como tiene, que hace que está soltera, donde están esos hombres que se la rifan, quieres que te lo diga yo. Esperándola para llevársela a la cama. Pues empieza a recapacitar de una vez Nayet, no creo que ningún tío te haya echo esa insinuación.

―Cómo quieres que me la hagan si no los atraigo, no ven masque un trozo de pan con ojos. Violeta esto es la realidad, yo no puedo aspirar al amor de Gael ni al de Camilo ni de otro hombre guapo, porque ellos jamás se van a fijar en mí.

―Nayet espera.

Pero ella no escuchó, dejó plantada a su amiga andando todo lo deprisa que le era posible, sus ojos abordaban lágrimas de escozor por todo lo que estaba ocurriendo, tenía una lucha entre su cerebro y su corazón que ya no sabía ni que hacer. Decaída con sus pensamientos dándoles vueltas se dispuso a cruzar la calle sin mirar, el ruido fuerte del claxon la alarmó pero no pudo moverse hasta que alguien tiró de ella hacia atrás.

―Nayet se puede saber qué te pasa ¿es que no has visto el coche?

Nayet no podía apartar sus ojos cristalinos de Gael que seguía regañándole por no haber mirado al cruzar. Ella angustiada se tapó con sus manos temblorosas su rostro en forma de vergüenza. Él sintiendo pena por ella la apretó contra pecho susurrándole que dejara de llorar no podía ver como ella se deshacía de su dolor mientras él no podía hacer nada para remediarlo.

―Estas mejor.―Su voz sonaba de preocupación observándola con ojos entristecidos seguía acariciando le su cabello intentando tranquilizarla de alguna forma.

―Algo, no sé ni cómo me encuentro.

―Ven, dame tu mano, te llevaré a mi casa y comeremos algo.

Nayet se quedó mirando la mano extendida de Gael percibiendo como sus fibras se alteraban, sus energías se alzaban aún sintiéndose indecisa seguía observándole mientras caminaban hacia el parking para coger el coche de Gael.

Al llegar a casa de Gael, ella se encontraba cohibida, él pudo ver como temblada, el susto permanecía en su cuerpo al igual que él se encontraba entristecido de ver como derramaba esas gotas cayéndole por sus mejillas. Con delicadeza se las limpiaba incluso se las besaba, era un acto tan bonito como cariñoso.

―Gael, ¿por qué te gusto?

―Me gustas porque eres muy hermosa. Sus dedos halagan sus mejillas encendidas. Eres agraciada por todo lo que tienes, egoísta por tu parte por no permitir que los demás disfrutemos de lo que nos ofreces. Eres perfecta, magnifica persona y divina mujer. Eres todo lo que deseo de una mujer, esa eres tú Nayet.

Perdido en sus ojos sin poder evitar las ganas de hacerla suya comenzó a tocarla. Ella tampoco podía controlarse empezando a temblar de la emoción. Gael la besó tan suave con tanta delicadeza que ella sentía que se perdía en un laberinto de sentimientos y emociones. Sentirlo tan cerca hacía que enloqueciera de deseo provocando oleadas de calor notando como las manos de él se deslizaban por su cuerpo ya desnudo contemplando cada detalle de su cuerpo al mismo tiempo que sus ojos brillaban con más intensidad. Ya no eran sus besos lo que la excitaban eran hasta sus movimientos lo que la hacían de sentirse tan cera del deseo que con cada mirada conseguía que perdiera hasta la razón. Con sus respiraciones agitadas, se miraban en silencio y sonrientes. Para Gael, había sido la primera vez que había hecho el amor en mucho tiempo, y hacerlo con Nayet era toda una novedad. Nunca se había sentido tan querido y amado como la echo Nayet devolviéndole sus besos acariciando cada centímetro de su cuerpo ansiando llegar al clímax juntos. Ella no podía decir nada, solo sonreír, solo habían sido unos minutos, unos minutos llenos de tanta dicha como amor.

Aún no se lo podía ni creer cuando se hallaba tumbada en su cama, recordando cómo había sido hacer el amor con Gael. Había sido como siempre ha imaginado. Pero cuando las palabras de su hermana se cruzaron, todo cambió. Nayet comenzó alterarse, como había sido tan tonta de caer en los brazos de Gael, por su puesto él está acostumbrado a revolcarse con mujeres, pero ella no. Ella solo desea que la quieran y la acepten como es. Cayó en la cuenta que todo había sido fingido por parte de él. Hundida de nuevo se hizo un ovillo llorando amargamente y mortificándose por el error que había cometido.

―Nayet ¿Dónde estás?-Pregunta Lucas preocupado.

―Aquí estoy tirada en el suelo como un harapo porque es así como me siento.

―Ven, dime que te pasa, cuando me llamaste tu voz sonaba de felicidad y ahora te encuentro aquí llorando como magdalena.

―Lucas soy una estúpida. Me dejado llevar o más bien arrastrar por los encantos de Gael acabando haciendo el amor con él.

―Y qué tiene de malo, no eres ni la primera ni la última mujer que mantiene relaciones con algún compañero de trabajo.

―El problema no es ese Lucas. El problema es que me ha dicho cuatro palabras bonitas y yo he caído como una estúpida cuando me había advertido mi hermana que Gael es un buen amante.

―Gina como no, ella y sus consejos. Por favor Nayet deja ya de mortificarte de esta manera, deja ya aún lado tus confusiones, tus dudas y acéptate tal y como eres. Si tú misma no te valoras y te quieres como vas a conseguir que los demás te acepten si tú misma hablas mal de ti.

―Cuánta razón llevas Lucas, eres el único hombre que me habla con el corazón. Pero es que soy tan insegura, tengo tan poca decisión y me da miedo que me hieran que todo lo veo más complicado de lo que es en realidad.

―Quédate con lo mejor. Has hecho el amor con Gael con el hombre que quieres y no tienes por qué sentirte así. Debes estar feliz, tampoco has hecho nada malo.

―Que tonta soy a veces. Gracias Lucas por ser mi amigo, tú si eres especial y perfecto.

―No te puedo ver Nayet, pero sabes que cuando te sientas sin aliento, cuando necesites que te escuchen, cuando todo te resulte borroso yo siempre estaré ahí extendiéndote mi mano para guiarte por tus inseguridades como tú me guías a mí a través de mi oscuridad. Los dos nos necesitamos y lo más bonito y lo que más valoro es tener esta amistad que nos une.

Al día siguiente Nayet lucía preciosa, su sonrisa era apreciada sus ojos brillaban como dos faros. Al llegar al consultorio de Gael él también se mostraba feliz. Sin pensarlo la abrazó posando sus labios en los de ella besándola recibiendo la con 《buenos días》Pareciese una locura, pero era una locura divina. Nayet apartó sus malos pensamientos para darle una oportunidad a Gael y a ella misma.

―Buenos días Gael. Cómo te encuentras Nayet.―Anunciaba su llegada con voz de alegría Gina.

Los dos respondieron al insonoro que bien. Gina miraba a su hermana, con coquetería se aproximó a Gael entregándole su móvil.

―Toma Gael cariño te lo dejaste anoche olvidado en la habitación. He venido a entregártelo he pensado que te haría falta y una persona sin móvil no puede andar por la vida.

Los ojos de Nayet se abrieron a más no poder del asombro de saber que había sido engañada nuevamente por Gael. Él tragando saliva intentando disimular sus nervios miraba a Nayet suplicándole perdón con sus ojos. Mientras Gina daba explicaciones a posta de lo que ocurrió anoche entre ella y Gael, Nayet aguantaba el tipo encubriendo su dolor reservándose su odio hacia ese hombre que le hizo el amor y minutos antes le había besado.

―Bueno doctor Zuniga, tengo que decirle que tenemos que subir a planta, hoy toca dar algunas altas y revisar algunos casos. ―Comienza hablando Nayet enmascarando de nuevo su sufrimiento e indignación.

―De acuerdo Nayet, ahora mismo comenzamos. Gina si me disculpa tengo trabajo.

Para no variar Gina besó a Gael en los labios ante la presencia de su hermana sabiendo que eso la estaba lastimando, pero a ella le daba igual, estaba consiguiendo su propósito; que su hermana no tuviera el amor de Gael y que él termina suplicándole a ella.

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