Capítulo-2
Los días son grises y nublados, tan sólo los recuerdos de su novio vagan por su mente entristeciéndola aún más por su ausencia.
Violetse halla preparando el desayuno no deja de mirar a su amiga que no deja de suspirar y lamentarse con su mirada pérdida resbalándose unas pequeñas gotas por sus rosadas mejillas.
-Nayet, no puedes seguir así. Mira tus libros ni los has mirado. Por favor amiga, debes de recomponerte, José Arlhey sólo ha viajado. No debes de estar así tan decaída.
-Lo sé. Pero sólo hace una semana que se fue y no se caminar sin él. Todo me recuerda a él, mi mundo era él, ese hombre que tantas veces me ha dicho lo guapa que soy.
-Pues ya está. Debes quedarte con sus halagos. Ahora ponte a repasar en varios días comenzarás las pruebas para coger la plaza en el hospital y sacarte ese certificado para terminar tu carrera.
-Llevas razón Violeta. Debo volver a retomar mis estudios para ser la médico que tanto deseo.
-Así me gusta que seas optimista y a por todas.
Los días van transcurriendo con normalidad, Nayet se puso de nuevo a con sus estudios intentando volver a ser ella. Al otro lado de la ciudad en un habitación de hotel yacían en la cama el doctor Zuniga con Priscila De Mateo.
-¡Oh... siii joder, sigue, sigue por dios!
-Umm, venga preciosa córrete para mí...
-Si, umm siii.
Minutos después sudados recuperando su aliento los amantes se miraban fijamente. Priscila se siente satisfecha con ese guapo hombre que la lleva al séptimo cielo. Un rato después cada uno se marcha a su casa. Zuniga pasa sigilosamente para no despertar a su abuela Charito. El oído de la anciana es muy fino y acaba despertándose, como otro día más acaba echándole la bronca por sus acciones.
-Gael Zuniga.
-Presente, abu.
-Qué, hoy que excusa me vas a dar, porque ya se me sé de memoria la mecánica del coche o mejor dicho, as estado fuera con otra mujer.
-Abuelita. Sabes que yo soy muy decente y no hago cosas malas. Y creo que hoy se me ha pinchao la rueda de repuesto.
-Si, si y yo me chupo el dedo. Lo de decente me lo creeré cuando te eches un candao a la bragueta, salio pervertido. Venga a la a dormir, mujeriego.
Dándole pequeños empujones lo pasa a su habitación. Rosario es una mujer de pueblo, siempre ha trabajado en el campo. La vida para Rosario o "Charito" no ha sido nada fácil. Tuvo tres hijos, y tan sólo le queda uno. Su marido y su hijo murieron en un accidente de tráfico. Y el padre de Gael murió de cáncer. Su viuda se volvió a casar y dejó a Gael al cuidado de su abuela. El único hijo que tiene vive en el extranjero. Tras ser marcada por los golpes de la vida Charito a salido adelante sin perder nunca su sonrisa.
-Buenos días abuela, qué cansao estoy.
-Normal no paras de sacar la cosa al aire para darle mambo a esas mujeres. No sé como no explotas hijo mío.
-Abuela, no hables así. Yo sólo hago felices a las mujeres.
-Lo que tienes que hacer es buscar una mujer que te quiera de verdad. Que te cases con ella merluzo. Y deja ya de bajarte tanto los pantalones.
-Abuela esa mujer no existe. Porque te tengo a ti, quien me cuida mejor que tú.
-Pero yo no soy inmortal. Ya sabes el amor no se busca, se encuentra donde menos te lo puedes imaginar.
Despidiéndose de su abuela se monta en su coche para ir al hospital. Hoy entran cinco residentes que aspiran a ser médicos y tener una plaza fija para trabajar en el hospital "Prat" unos de los mejores y más caros. Equipado con la última tecnología, y considerado el mejor por tener los mejores médicos especialistas trabajando. Entre ellos se encuentra Gael Zuniga. Médico cirujano de medicina general y atención primaria.
Como ya es habitual el doctor Zuniga no pasa desapercibido para ninguna de las enfermeras de la planta. Con su sonrisa de pícaro y con un brillito en sus ojos verdes claros hace que todas se vuelvan locas y deseosas por salir una noche con él.
Cargado con su café pasa a saludar a su compañero y mejor amigo Ignacio Montes. Médico psicólogo.
-Buenos días Nacho.
-Qué hay amigo. Hoy vienen los cinco residentes.
-Si. Que guay. Y Gines me ha encargado que coja uno de los cinco. Mira aquí tengo sus expedientes, anda echame un cable.
Tras revisar uno por uno los expedientes piensa en un nombre. Ahora toca verlos en persona.
Con los expedientes en mano se dirige al pasillo donde los nuevos residentes están nerviosos e impacientes por ser uno de ellos seleccionado. Dos chicos y tres chicas. Entre el grupo se encuentra Nayet. Se hacen las presentaciones, Nayet empieza a temblar, tiene dos rivales femeninas que disimuladamente coquetean con el doctor. Llega su turno, se presenta y habla el porque quiere ser cirujana, responde a las preguntas del doctor Zuniga casi balbuceando de los nervios. Al finalizar todos, el doctor piensa en escoger uno. Las dos compañeras que son muy bonitas con un cuerpo delgado, se lo comen con los ojos, Nayet agacha su cabeza, sabe que ante esas chicas guapas ella lo tiene todo perdido. Se mira sus pies, sube por sus piernas gruesas, después su cuerpo con algo de tripa, pechos algo voluminosos, se sonroja. Hace una mueca, definitivamente ella no entrará.
Minutos después el doctor Zuniga pronuncia un nombre.
«Nayet Morales».
Un escalofrío recorre su espalda, sus nervios afloran de nuevo. Se tapa con su mano la boca, pronunciando «imposible». Las otras compañeras la felicitan algo enojadas y envidiosas. No pueden creerse que una chica "rellenita" le haya ganado la batalla.
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