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Capitulo-19

Camuflando su ira, Nayet disfrazaba una alegría que no le nacía prosiguiendo con la conversación cómo si tal cosa, cómo si aquello no le afectase cuando por dentro le hervía la sangre. Llegando a sentirse como una idiota. Cuántas veces se había dicho que un hombre como Kendal, Gael...estaban ha años luz de tener algo. Sólo podía recrearse la vista y como mucho imaginarse alguna fantasía.

A solas en su habitación apretando sus puños, volvía a revivir los momentos que pasó en compañía de Kedal. Deleitándose con su belleza imaginándose que sus ilusiones se harían realidad. Su anhelo tan sólo quedó en un ensueño. Débil se arrodilló para que su lamento saliera a la superficie. Se hizo un ovillo torturándose por haber imaginado un espejismo.

(...)

De madruga seguía mirando a través del cristal como llovía. Su cuerpo esta tenso y su mente no había cavidad tan sólo para pensar en Nayet. Kendal miraba su reflejo maldiciéndose por su silencio. Cobarde por callar prefiriendo hacer como si nada. No se sentía satisfecho con sus actos, aún así no volvería a verla jamás. Ahora le quedaba mirar esa bola, cerrar sus ojos y escuchar su melodía para no hacer más duro su distanciamiento.

(...)

Lunes, mal día para comenzar a trabajar después de haber intentado sobreponerse de sus esperanzas y sentimientos. Da comienzo su jornada, agarra las carpetas con los historiales de sus pacientes dirigiéndose hacia la consulta de Gael. Con algo de nerviosismo toca la puerta. De nuevo la voz de Gael vuelve a sus oídos. Toma el aire que puede antes de entrar. Dentro Gael la mira de arriba abajo. Su cuerpo comienza a temblar con una mezcla de emociones entre odio y deseo.

-Buenos días Nayet.

-Buenos días doctor Zuniga. ¿Cómo se encuentra?

-No tan bien como tú. Qué calladito te lo tenías de que ibas a viajar con Ginés al extranjero.

-Yo...pero si fue él quien me lo dijo.

-Ya. Para tú información esa plaza me correspondía a mí.

-¿Qué estas insinuando Gael?

-Doctor. Aunque tú no lo seas yo sí.

-Pronto lo seré. Para eso me escuerno estudiando con el propósito de ser médico.

-No si ya lo veo. A Ginés ya te lo has echado al bolsillo.

-¿A dónde quiere ir a parar doctor?

-A qué eres una víbora. Por conseguir tus propósitos eres capaz de lo que sea.
Ahora vete a cuidar a tu paciente, el muy cansino no ha parado de preguntar por ti. Otro que le transmites mucha confianza.

-Mira Gael. Vete al infierno. Ginés me propuso ir a ese viaje, ni siquiera yo lo sabía. Y sobre Camilo es un buen hombre que está hundido y necesita que alguien le tienda una mano. No sólo somos médicos, también debemos ser amigos para nuestros pacientes.

-Ya lo veo. Si lo que yo digo: Que tiran más dos tetas que dos carretas.

Nayet se quedó atónita ante el comentario de Gael. ¿Qué le ocurría para estar así?

Gael caminaba por el pasillo echo una furia. En estos días no ha dejado de pensar en ella. Incluso pensó que la habían trasladado cuando en realidad se había ido a Houston. Ese viaje le correspondía a él, no ha una simple residente. Pensó Gael enfurecido. Una emergencia hizo que se detuviera para dejar su resentimiento a un lado y prepararse para operar.

Conmocionada Nayet empezó su jornada atendiendo los casos de sus pacientes.
Al atardecer fue a ver a Camilo. Nada más entrar saludó a Camilio. Sus ojos azules brillaban con intensidad, sus labios se ampliaron más mostrando una bonita sonrisa de felicidad.
Los dos permanecieron así unos minutos mirándose con devoción y cariño. Las mejillas de ella tomaron color, con sus manos jugaba de lo nerviosa que estaba.
Rompiendo el hielo, Nayet le contó su experiencia sobre su viaje. Saltándose lo de Kendal. Interrumpiéndola, Camilo le dijo que ya había comenzado con su rehabilitación. Nayet se puso muy contenta, tanto que sin darse cuenta lo abrazó. Sus caras estaban muy cerca, sus miradas su cruzaban al compás de sus respiraciones agitadas, sus labios gritaban unirse. La tos seca de Gael rompió ese encanto.

-Nayet puedes salir tengo que hablar con el señor Lezar.

Nayet movió sus ojos hacia Camilo después hacia Gael. Desilusionada se marchó temiendo algo. Se quedó en la puerta escuchando, tan sólo pudo alcanzar a escuchar que Camilo está condenado a una silla ruedas. Si logra andar es a través de una operación muy costosa y con muchos riesgos. Como para perder su vida. Ella lo sabía, aun así mantuvo la esperanza en su recuperación. El corazón de Nayet se desbocó. Una lágrima se deslizó por su rostro. Alzó sus ojos hacia arriba en forma de súplica. Los volvió a cerrar intentando asimilar lo que había escuchado.

Enfrente de ella está Gael traspasándola con su mirada de cólera.

-Somos médicos no Dios. No hace falta que te pongas tan lastimosa.

-Gael es injusto.

-Siento que lo sea para que no te f...

-Cállate. Puedes guardarte tus comentarios mezquinos. Insensible.

Echó andar dolida. ¿Por qué le tenía que afectar tanto lo que le ocurría a Camilo? Si tan sólo era un paciente. Ese era el problema que Camilio no era un simple paciente.

La noche había sido larga. Entre manzanillas y té le contaba a Violeta sus inseguridades. Violeta más pérdida y confundida en el amor que Nayet, intentó aconsejarla. Al final de la noche las dos amigas se daban ánimos a sí mismas entre sollozos.
Con cara de haber dormido poco, se dispuso a trabajar como siempre. La novedad que lo tenía que hacer en compañía de Gael.

-Toma Nayet. Estudia este caso. Es de un paciente con rotura del peroné, húmero y clavícula.

Nayet lo miró directamente a sus ojos intentando adivinar lo que le ocurría con ella. Gael era un misterio. Con toda la tranquilidad que le permitía su organismo y sonriendo agarró la carpeta y comenzaron a estudiar el caso hasta que llegó el momento de entrar en quiròfano. La indiferencia no tardó en aparecer. Gael hablaba con los demás médicos sobre la operación. Nayet escuchaba molesta. Temía preguntar por vergüenza, prefirió mantenerse en silencio y ver como Davinia le hacia ojitos a Gael. Y este le guiñaba un ojo de vez en cuando.

Al terminar la operación estaba agotada. Se cambió de uniforme, detrás de ella Davinia la miraba con recelo.

-Desde luego te miro y no sé cómo te lo montas para acabar sobresaliendo como el aceite.

Nayet decio ignorarla e ir a buscar a Camilo al pabellón donde se encontraba la piscina climatizada.

Davinia comenzó a enfadarse. Por su puesto se iba a vengar de ella por creerse lo que no es. Que se pensaba esa gorda que iba a acaparar la atención del hombre que tanto le gustaba. Decidida comenzó a pensar. Su jugada le salió bien. Vio a Gael medio tonteando le dejo caer que Nayet iba a buscar a Camilo. Dándole a entender que había algo entre ellos. La reacción de Gael fue inmediata. Davinia vio como los ojos de Gael se entornaban apreciendo la ira en sus pupilas.
Riéndose para sus adentros prosiguió con su venganza. Debía hacer algo para que esa gorda estúpida se fuera del hospital y que mejor que echar unas fotos con el móvil pillándole infraganti con Camilo. Era lo más ingenioso que se le había ocurrido.

Nayet se encontraba hablando con Camilo. Èl feliz le contaba su experiencia. Ella lo agarró de la mano sintiendo un pequeña
sensación, que no tardó en tocar su fibra mas sensible, admirando a ese bello hombre sintiendo, compasión y afecto por èl. Le soltó su mano sin poder mirar hacia otro lado que no fuera èl.

-¡Ay! que romántico por favor.

-Què quieres Davinia. Es que no me puedes dejar en paz.

- Pues fíjate que... No. Mira gorda insoletente. Me caes muy mal. Me das hasta asco, solo quiero que te larges del hospital y estas fotos me van ayudar a que te expulsen.

-Maldita zorra. Dame el móvil.

Davinia se reía viendo el terror y el pánico en los ojos de Nayet. Su lucha por conseguir el móvil fue en vano. Davinia vio lo cerca que estaba del bordillo de la piscina y no dudó en empujarla para salir de allí riendose victoriosa.

Nayet cayó al agua. No sabía nadar, estaba en el lado más hondo. Pedía socorro alguien le tendria que ayudar.

-Nayeeet...--gritaba Camilio cayendo al suelo. La angustia se apoderaba de él, se arrastraba por el suelo, extendía su mano aún sabiendo que estaba lejos. Se desesperaba por momentos, Nayet seguía en el agua y pronto podía quedarse sin oxígeno.

-Nayeet...socorrooo... Qué alguien me ayude...socorooo...gritaba de desesperacion Camilio rompiendo a llorar cuando dejó de escuchar la voz de Nayet...

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