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Capítulo-18

Con sus manos temblorosas sintiendo palpitaciones por todo su organismo Nayet finalizó la llamada. Impactada, se sentó de golpe en la cama dejando caerse hacia atrás. José Arlhey aún seguía con la idea de casarse con ella. ¿Pero en qué estaba pensando? Tan sólo se dejó llevar por un hombre guapo, sin pensar en las consecuencias. ¿Existiría un matrimonio sin amor? Harta de pensar salió de su habitación hacia el bar. Necesitaba una copa con urgencia. Para su mala suerte el bar estaba cerrado. Después de hablar con el camarero se dirigió al pub donde le había recomendado. Al llegar, Nayet miró aquel lugar asombrada. No podía creerse que estuviera en un pub de homosexuales. Importándole todo un comino, se fue para la barra y pidió su consumición. Sola, con sus pensamientos flotando en su cabeza, una mujer con el pelo teñido de rosa, comenzó hablar con ella con la intención de enrollarse con ella. Nayet sintiéndose cada vez más histerica, intentaba excusase. Pero aquella mujer con un cuerpo como un camionero se aproximó a ella para besarla.

--¿Nayet?
Ella al escuchar su nombre, le pidió a Harvey que la ayudara.

--Disculpe bella dama. Pero este bombón ya está cogido.

--Qué pena con lo buena que está y lo bien que lo íbamos a pasar.

--Otra vez será. Chao bella raggazza.

--Gracias Harvey.

--Oye y... ¿tú qué haces en un lugar como este?

--Recomendación del camarero del hotel.

--Será gay. Bueno ahora vente vamos a buscar al resto de la tropa.

Caminando detrás de Harvey, Nayet miraba para todos lados viendo como parejas del mismo sexo se enrollaban entre ellas. Al pasar a un privado, Nayet seguía a Harvey. Todo aquel ambiente parecía sacado de una película porno.

--Míralo al cabroncete, luego se queja y se las lleva a pares.

Los ojos de Nayet se abrieron como platos, no podía dar crédito a lo que estaba viendo ante ella. Kendal chingando con dos mujeres.
Al alzar su cabeza, Kendal se quedó estupefacto. Paralizado por ver a Nayet se deshizo de las mujeres para vestirse y salir tras Nayet.

--Hey Kendal que te pasa, vas a pagar un fuego.

--Pero tú eres gilipollas. Porque traes aquí a Nayet.

--Y qué pasa. Aquí venimos todos a chingar.

--Desde luego Harvey que cortito que eres. Déjame tengo que ir tras ella. Termina tú.

Despavorida con sus ojos enrojecidos se abría paso entre la gente deseando de salir de ese lugar.
Al salir a la calle, el aire golpeó en su cara acalorada aliviando la. Curvada con sus manos posadas en sus rodillas, procuraba tranquilizarse. Un pequeño toque en su espalda la sobresaltó.

--Nayet. ¿Por qué huyes? Acaso no te da morbo lo que as visto hay adentro.

--No te lo voy a negar. Pero yo no valgo para esas cosas.

--Es que acaso no chingas.

--Si...no...bueno...yo...llevo unos meses sin que me toquen. Pero ver a esas mujeres delgadas como causan efecto a hombres tan guapos como tú...yo no tengo nada que hacer.

--No debes hablar así de ti.

--Para ti Kendal es fácil. Para mí no. ¿Acaso tú me harías lo que estabas haciendo a esa mujer? -silencio-Ni te se había pasado por tu imaginación. Bueno, una no es tan perfecta como quisiera.

--Nayet...yo...

--Déjalo Kedal. Yo sólo he venido para ahogar mis penas en alcohol. Me marcho, lamento haberte interrumpido. Chao.

--Nayet, déjame que te acompañe.

--No gracias. Quiero y necesito estar sola.

--Volveremos a vermos.

--Por que no. Me has echo algo malo para no quedar contigo.

--Creo que sí.

--Venga tonto. No pienses así, ve dentro que te esperan esas mujeres. Diviértete.

Kendal se quedó en silencio viendo como Nayet se montaba en un taxi y se despedía de él con la mano. Inmóvil apretó sus manos furioso. ¿Cómo había sido tan cobarde por no haberle dicho la verdad y haberse ido con ella para hacerle el amor? Con sus manos en los bolsillos Kendal caminó sin rumbo pensando en Nayet, en esa chica tímida que trataba de ocultarse de ella misma, sin darse cuenta que tenía muchas más cualidades de las que pensaba.

Tumbada encima de la cama, Nayet pensaba e intentaba encontrar la salida de ese laberinto que se encontraba. ¿Acaso sólo estaba confundida, y todo no era como ella pensaba? ¿O todo lo que ella pensaba era una posibilidad entre un millón? Aturdida y harta de agobiarse intentó dormir. Muy difícil lo tenía, las imágenes de Kendal pareciese que no se iban de su mente.

Temprano se despertó, aún se encontraba un poco desorientada y baja de moral. No quería pensar en lo mismo. Bajó para el salón se tomó su desayuno con Ginés y Mari Sierra. Hoy también hay una reunión con especialistas e investigadores científicos. La charla duró un par de horas. Al salir se despidió de Ginés y Mari Sierra, quería ver la ciudad hoy era su último día.
Con disimulo buscaba a Kendal con la mirada entre la gente. Sin resultado salió hacia la calle dando un paseo. Aprovechó para comprar regalos a sus amigos y abuela. Cargada con los paquetes, se sentó a tomarse un café.

--Otra vez sola.

--¿Es que me persigues?

--Casualidad.

--Ya si. Como si las causolidades existieran. Mira Kendal te compradoesto.

--Pero Nayet...yo...

--Es para agradecerte lo bien que te has portado conmigo. Mañana me marcho y quiero que tengas un recuerdo mío. Es algo insignificante, es una bola de cristal con una réplica de la ciudad en miniatura con copos de nieve y una melodía.

--Gracias Nayet. Es preciosa, cada vez que la vea y escuche la melodía me acordaré de ti. Yo te comprado este colgante. Me dejas que te lo ponga.

--Sí. ¡Oh! Kendal es precioso.

--Es un colgante de una estrella, como lo eres tú. Una mujer que brilla pero sólo puede verse en la noche, y sin saberlo brillas más en la luz del día.

Con sus mejillas rojas y una sonrisa tímida continuaron tomando un café. Más tarde se fueron a cenar. Todos sus sentidos están puestos en Kendal. Pena que no pudiera verlo más. Pero cuanto deseaba probar esos labios jugosos y delicados. Aún así no le importaba. Estar cenando e intercambiando anécdotas de sus vidas ya le bastaba. Terminada la velada, Nayet se marchó al hotel. Kendalgustoso decidió acompañarla. En la puerta de su habitación, mantenían una absurda conversación. Cansada de ser una tonta tomó la iniciativa de besar a Kendal. En ese momento la presencia de Melody rompió sus ilusiones de golpe. Se despidieron, y vió como Melody lo condujo hasta su habitación.

Abajando sus ojos, cabizbaja pasó dentro. La noche perfecta había acabado en un desastre. Y todo por no saber tomar la decision adecuada y ser algo más atrevida. Afligida comenzó a recoger sus cosas. Dentro de lo malo queda lo bueno. Volvería a su país para ver de nuevo a las personas que quiere. Cuànto echaba de menos a sus amigos. Ya quedaba menos para estar de vuelta en casa.

Achuchones, risas, emociones... Lili, Dulce, Lucas, Violeta y Seferina daban la bienvenida a Nayet. A pesar de su experiencia en Houston Nayet estaba feliz rodeada de los suyos.

--Nayet que tal con los americanos has ligado.

--Ligar no, pero mirad que hombre más guapo conocí.
Nayet saca su móvil emocionada y le enseña a sus amigas la foto de Kendal y ella cenando. Otra en el hotel. Y otra que le pasó él.

--Dios Nayet, pero mira que tío si está que cruje.

--¡Guau! Esto si lo llamo yo un yogurin.

--Pero Nayet...

--Si Dulce.

--Pero si este hombre fue quien te ayudo a salir de la discoteca todo borracha ymedio inconsciente.

--¿Qué?

--Si, aquella noche que te pusiste tan borracha. Me acuerdo porque hablé con él.

--Joder Nayet que suerte tienes.

Nayet se quedó atónita. Apretó sus manos enojada, maldiciendo se así misma. Kendal ya sabía quién era y ha estado burlándose de ella...

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