Capítulo-17
Cerrando sus ojos por décimas de segundos intentaba reponerse de lo que había sucedido minutos antes. Aún podía notar como sus manos y su cuerpo temblaban al haber tenido tan cerca a Gael percibiendo todo lo que le ofrecía.
-Nayet. ¿Qué te ocurre te ves pálida, te encuentras mal?
-No sé Dulce. Estoy tan confundida, y desorientada. ¿Por qué Dulce, porqué me hace esto Gael?
-Ven vayamos a la sala de descanso y me cuentas.
Por el pasillo en voz baja Nayet le contaba a su amiga lo sucedido minutos antes con Gael.
-Nayet, sólo te pido que estés segura de lo que sientes hacia Gael. Yo lo conozco desde hace años, estuvimos estudiando en la misma universidad. Y Gael sufrió mucho en esa época. Su madre lo abandonó y años atrás perdió a su padre. Se encontraba solo, y las chicas tan sólo lo buscaban por su físico y para acostarse con él. Como verás Gael también a su modo, es una persona incomprendida. Pienso que tú le as dado una pequeña esperanza, as visto en ti a través de tus rechazos que sientes algo hacia él.
-Dulce, yo...no puedo aspirar a estar con Gael. Reconozco que cuando estamos solos se porta muy bien conmigo. ¿Pero porqué me humilla en público? ¿Acaso no puede ser el mismo?
-No sé amiga. Ahora estáis confundidos. Lili me ha contado que te vas a Houston al congreso de medicina. Mi consejo es que en esos días que vais a estar lejos pienses en todo. Y sobre todo disfruta de tu estancia, es una buena oportunidad aprovechala.
-Gracias Dulce. Ojalá me pudieras acompañar. Te haré caso y pondré mis ideas en orden. Por que tengo un pisto en la cabeza que no te puedes ni imaginar.
-Aprovecha y descansa. ¡Ah! Y sobre todo diviertete.
«Poner tus ideas al día». ¿Pero cómo se hace eso? Primero estaba José Arlhey. Ese hombre cubano moreno que le ponía el mundo a sus pies con esas palabras tan bellas. A día de hoy aún no sabe nada de él. Todo un misterio, desde que se marchó aún no tiene noticias de él. Después está Camilo. Qué pensar de Camilo, él es un hombre tan dulce, guapo, amable, cariñoso... y con sus palabras siempre la hace sentir especial. Gael. Èl era su mayor problema, ¿qué le pasaba con Gael?
Atrapada en un laberinto de dudas con sus ideas desordenadas, sin saber cual es la salida intentaba analizar todo lo que le ocurría sin resultado. Aturdida por no tener ese coraje se maldecía a sí misma. ¡Basta!.
Basta de vivir en un mundo de ilusiones donde nada es lo que uno imagina o desea.
Ahora Nayet necesitaba esos días para pensar y decidir qué es lo que realmente quiere. Despidiéndose de sus amigos y familiares pasa en compañía de Ginés y Mari Sierra su mujer por el túnel para coger el avión que los llevaría hasta Houston.
El viaje ha sido entretenido y corto. Mari Sierra es una mujer muy agradable y no ha dejado de hablar con Nayet.
Al llegar al hotel Nayet admira boquiabierta todo a su alrededor. El hotel es hermoso y no falta ningún tipo de detalle. Un muchacho joven muy amable le cogió su maleta y la acompañó a su habitación. A Mari Sierra y Ginés le dieron otra habitación en otra planta. Nayet se encontraba feliz y agotada, aún así se dió una ducha. Al salir Mari Sierra la llamó para reunirse abajo en el comedor y poder presentarle a más médicos. Gustosa y encantada se arregló. Se decantó por un vestido rosa desmangado y unos tacones color crema. Se maquilló sencilla, se roció de perfume agarró su bolso de mano cuando escuchó la puerta.
-Hola Nayet. Estas guapísima. Veo que ya as terminado, ven vamos para el comedor nos esperan y no tardarán en servir la cena.
- Si ya estoy lista. Gracias tú también estás muy guapa.
-Muy amable. Verás la cantidad de médicos jóvenes y guapos que hay abajo. Espero que estés cómoda y disfrutes.
Su estómago le advertía con un cosquilleo lo emociante que sería su estancia. Ni podía hacerse una idea hasta que bajó a un gran salón y vió todas las personas que había reunidas charlando en grupo. Impactada miró incrédula a Mari Sierra. Ésta la condujo hasta donde estaba su marido hablando con más médicos. Ginés muy cordial le presentó uno a uno a"sus colegas" y médicos especialistas. Tan sólo uno captó toda la atención de Nayet. Era joven, alto, castaño, cuerpo atlético, y de perfil se veía mono. Pero cuando se giró, sus expectantes ojos verdes claros a juego con una sonrisa bondadosa la dejó fascinada. Era el hombre más sexy y atractivo que había visto en su vida. Detrás de Gael y Camilo. Pero lo que más le llamó la atención fueron esos ojos verdes hipnóticos. Su respiración subía y bajaba, le costaba ponerse de acuerdo con su cerebro. Todo en aquel hombre era fascinante.
Cuando él le extendió su mano, Nayet permaneció inmóvil sumergida en esos ojos verdes platino.
-Hola soy Kendal Rosman.
-Nayet Morales. Apenas le salían las palabras y tocar su mano suave y grande consiguió que cada una de sus fibras sacudieran pequeños escalofríos latiendo su corazón con intensidad mostrando una sonrisa boba en su rostro.
Echas las presentaciones, cada uno ocupó su sitio en la mesa para degustar la cena.
Nayet no prestaba mucha atención a lo que se hablaba en su mesa. Seguía admirando a Kendal. Hasta su nombre le hacia sentir mariposas en su estómago. Al finalizar la cena, había baile. Mari Sierra animó a Nayet para que se tomara una copa. Al estar sola sin conocer a nadie se negó.
Por detrás con voz masculina propuso que la acompañase. Encandilada y hechizada como un imán por esos luceros y ese rostro tan hermoso se dejó llevar.
La noche era mágica para Nayet en compañía de Kendal. Hablaban de todo un poco, hasta que apareció un grupo de tres hombres y cuatro mujeres. A cual más elegante y bonita. Kendal le presentó a sus amigos. Encantada de poder conocer gente y pasarlo bien reía de felicidad, hasta que su sonrisa desapareció de un plumazo. Kendal estaba enrollándose con la tal Melody. Sus ojos se quedaron clavados en esa escena. Él agarrándola por la cintura paseando sus manos por su espalda que llevaba al aire. Ella morena pelo corto con su figura delgada se estrujaba más contra él dándole más acceso para que le estrujara sus glúteos. Nayet comenzó alterarse pidió disculpas y se retiró a su habitación.
Dentro de la habitación tiró los zapatos por un lado, el bolso por otro sentándose de golpe en la cama tapándose su cara con ambas manos. Sus ojos inmediatamente se cargaron de agua. Segundos después lloriqueaba en la almohada fastidiada por lo que había presenciado. Necesitaba hablar con alguien. Con el móvil en la mano mirándolo dolida decidió no molestar a nadie. Kendal era guapísimo. Ella sólo era una chica gordita del montón. Posibilidades cero. Relajada tras la lloriquera, se quitó el vestido, cerró sus ojos imaginándose a Kendal haciéndole lo mismo que le estaba haciendo a Melody. Con esa fantasía no tardó en encenderse. Al abrir los ojos se dió cuenta que estaba sola. Se puso su pijama y se sentó en el suelo a pensar. Debía meditar sobre lo que en estos meses había transformado su vida. Sin darse cuenta llegó al pasado. Estaba claro que el amor no se había echo para ella. Cuánto daría por que un hombre como Kendal.la tocase de esa manera. Gael lo hizo pero posiblemente fue por impulso o para humillarla como siempre hacía. Camilo era el único que le hablaba como ella quería.Pero era su paciente. Descartado. Y de José Arlhey, ya lo daba por perdido. Conclusión que debía dejarse de lamentarse y disfrutar del momento. Se acostó y sus párpados no tardaron en bajar quedándose dormida.
Al despertar se arregló, quería verse bonita. Se puso unos jeans, un top negro con un chaleco y unas botas. Luciendo una bonita sonrisa bajó a desayunar en compañía de Ginés y Mari Sierra. Al terminar de desayunar se dirigieron a un enorme salón, con una pantalla blanca grande colgada en la pared donde se proyectaban imágenes de los casos más raros e interesantes que habían tenido en los distintos hospitales. Horas más tarde con dolor de cabeza, se aisló de todos para dar un paseo. Caminaba feliz con su bolsa de snacks en la mano admirando esa bonita ciudad. Tan distraída iba que terminó chocando contra alguien cayendo al suelo.
«Oh no. Esto que es una pesadilla»
-Nayet te encuentras bien.
-Si Kendal. No ha sido nada. Lo siento iba distraída.
-Perdóname tú a mí iba marcando algo en mi móvil y no te visto.
-Da igual. Gracias.
-Estás muy sola.
-No tengo compañía. Sólo he venido por la conferencia. Ya que a terminado estoy haciendo turismo. Quiero llevarme un buen recuerdo de esta preciosa ciudad.
-Me dejas que sea tu guía. Te puedo enseñar los lugares más bonitos.
«Y a este que le han dao para que sea tan amable conmigo. Pero que rico que está el jodio».
-No quiero molestar. Me las apañaré. Muy amable.
-Insisto. Para mí no es ninguna molestia.
«Cosa más cansina de hombre, pero si insiste que remedio».
-Bueno cómo quieras.
Él la miró conforme, entrelazaron sus dedos y comenzaron a caminar por las calles de Houston. Al atarcer, sentados en una cafetería los dos reían y hablaban relajados. Nayet no tanto, pero debía quitarse la absurda idea de su cabeza de acabar en la cama con Kendal. Le dolía reconocer que era mucho hombre para ella. Había que mirarlo por el lado bueno, ya era demasiado pasar un día en su compañía.
Kendal la invitó a cenar, pero Nayet se negó poniendo como excusa que la esperaban en el hotel. Kendal no se lo pensó y la acompañó hasta el hotel. En el recibidor Nayet se despidió de él. Sin perder su sonrisa le abrazó agradeciéndole todo. Al sentir el cuerpo de Nayet, Kendal cerró los ojos exhalando su fragancia, sintiendo todo lo que le transmitía esa mujer que lo abrazaba. Prolongó todo lo que pudo ese abrazo, ambos no querían separarse. El paso lo dió Nayet. Con sus mejillas rosadas y sus ojos brillantes luciendo una sonrisa de felicidad se marchó hacia su habitación. Allí a solas, comenzó a saltar de la emoción de haber pasado una bonita tarde con Kendal.
Su felicidad no fue durarera cuando sonó su móvil. Miró la pantalla, dudó si responder o no. Al final lo hizo.
-Hola Nayet mi amor como está mi princesa.
La sangre se le heló al escuchar su voz con ese acento. Casi se le había olvidado el sonido de su voz. Su respiración no tardó en agitarse temblando de los nervios. Sorprendida respondió sin saber que decir.
-Ho..la José Arlhey...
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