Capítulo-10
Inclinando su cabeza casi sin poder alzar sus ojos hacia el frente, sintiéndose abochornada con todo lo que Ginés le estaba diciendo. Tan sólo lo miraba para intentar defenderse. Inútilmente resignándose agarró los papeles que le dio Ginés y se marchó de su oficina. Dio cuatro pasos. Imposible de continuar, dentro de sí misma percibía como se estaba desintegrando todo lo que había logrado hasta ese día. ¿Qué había hecho de malo para acabar así?
―Gael ¿se puede saber que ha ocurrido que eres el cotilleo del hospital? Las enfermeras no paran de hablar de cómo te ha humillado Nayet.
―Sí, Nacho. No he podido controlar mis celos, ver aquel hombre como la tocaba me estaba consumiendo de ira, al final le echo ver de alguna manera que se apartara de ella.
―Menos mal que no os habéis agarrado a golpes.
―Ese es el problema. Yo esperaba que me golpease, pero no que fuese Nayet. Ese hombre es ciego. Si la hubieras visto Nacho, no te puedes hacer una idea. Estaba furiosa, totalmente rabiosa. Hasta mirarla me daba miedo. Mira que me metido con ella muchas veces, nunca la he visto de esa manera.
―Normal, si es su amigo y encima ciego, lo estaba defendiendo. Esa persona debe ser muy especial para ella. En ocasiones las personas prefieren callarse cuando arremeten contra ellas, pero cuando lo haces con alguien a quien estimas y quieres, hay es cuando sacas tu verdadero yo. Defiendes lo que quieres sin importante nada y nadie. Es lo que le ha pasado a Nayet.
―Puede ser. El problema que va pasar ahora. Me siento como un miserable.
―Pues aquí viene, pregúntaselo a ella.
Dominando su degradación abatida pasa dentro de la consulta de Gael. Con rostro apenado lo mira dando varios suspiros a la vez.
―Gael...esto...yo quería pedirte disculpas por lo ocurrido en la cafetería.
―Nayet no debes de disculparte, yo he tenido la culpa, no sabía que Lucas era ciego. Estaba fuera de control, ni cuenta me dado. El que te tiene que pedir disculpas soy yo. Lo siento mucho.
―Bueno...ya todo ha pasado.
―Lo único Nayet, debo comunicarte que pasaras a ser la residente de Aguirre.
―No voy a ser la residente de nadie Gael. Ginés me acaba de suspender de la plaza. Estoy fuera del hospital, seguramente me tocará hablar con la facultad para ir a otro hospital. Me voy contenta de haber podido trabajar aquí, de conocerte y sobre todo de aprender mucho. Muchas gracias.
Sus gotas comenzaron a incidir por su rostro solas. Su cuerpo temblaba sintiéndose desamparada. Los brazos de Gael intentaron consolarla arropándola con su calor y compasión. Se separó de ella, todo enfurecido marchó para la oficina de Ginés. Sin golpear la puerta pasó como un torbellino todo frenético dispuesto a enfrentarse a Ginés.
―Qué quieres Zuniga.
―Demasiado lo sabes, Ginés, vengo para que le devuelvas la plaza a Nayet. Esa chica no se merece perder algo que tanto ansía y por lo que ha luchado. A mí me lo ha demostrado.
―Eso no es suficiente. Además te ha golpeado sin acatar las reglas del hospital. Lo siento, pero si eso le sumas varios fallos que ha tenido, con todo mi dolor debe de abandonar la plaza.
―No. Nayet se queda, yo he sido el causante de todo. Ella no ha tenido la culpa.
―No la defiendas y menos la justifiques. Está decidido, Nayet se marcha.
―Si ella se va, yo detrás. Prepara mi despido porque me voy del hospital.
―¿No estarás hablando en serio?
―Tengo cara de estar bromeando.
En mitad de la discusión, Consuelo la jefa de las enfermas entra para avisar que el paciente de la habitación 202, Camilo Lezar acaba de despertar y al parecer esta descontrolado. Inmediatamente los dos médicos salieron para la habitación. Allí se encontraban más médicos intentando tranquilizarlo y valorar su estado. Al parecer le estaba dando una crisis nerviosa comenzando alterarse. Sus pulsaciones se aceleraban, su cuerpo estaba rígido. Pronunciaba una palabra pero nadie podía saber con exactitud lo ese hombre estaba intentando decir.
Por los pasillos se hizo un revuelo, Nayet que ya se había cambiado de ropa escuchó algo acerca del paciente de la habitación 202. No lo entendía bien, pero tratándose de Camilo salió corriendo hacia la habitación. Al entrar todos los médicos reunidos seguían examinándolo, Nayet desde un segundo plano observaba todo inquietante. Los médicos con la ayuda de alguna enfermera hacían lo posible por estabilizar al paciente. Nayet no lo pudo aguantar más y se puso al lado de Camilo agarrándolo de la mano, susurrándole al oído que debía de ser fuerte.
―Nayet, puedes abandonar la habitación, aquí no haces nada. -Le reprimió Ginés.
Ella no quería irse y dejar así a Camilo, sus ojos estaban llenos de agua, le dolía mucho verlo en ese estado. Se deshizo lentamente de su mano, echándole un último vistazo se marchó. Al llegar a la puerta un fuerte sonido salió de la boca de Camilo hizo que Nayet se sobresaltara y todos los médicos se quedaron atónitos mirándose entre sí.
«Nayet». Pronunció Camilo quedándose de nuevo dormido por el suero que le habían suministrado para tranquilizarlo.
Los cinco médicos, se reunieron fuera, comentando lo que había pasado dentro con el paciente. Según los neurólogos aclaraban que tras aplicar una ligera sedación con el fin de tranquilizar al paciente, pueden tener recuerdos y percepciones durante este estado. Lo cual al hablarle estado hablando Nayet mientras el paciente estuvo en coma, puede que la recuerde, aunque no recuerde nada de su vida al principio cuando se vaya despertando.
Las cosas se estaban complicando, volvieron a revisar al paciente tras quitarle la sedación, ahora tocaba esperar si le quedaría secuelas.
En su oficina Ginés se encontraba intranquilo, abatido con sus manos puestas atrás en su espalda miraba hacia la calle. Todo era una contrariedad complicándo más las cosas. Nayet no se podía marchar, debía mantenerse cerca del paciente, éste incluso podría sufrir daños mayores. Tras pensarlo y meditarlo, volvió a llamar a Nayet, le explicó lo sucedido volviéndola a readmitir.
Feliz, casi llorando de la emoción abrazó a Dulce y Lili dando pequeños saltos de alegría, al parecer las cosas no le estaban saliendo tan mal.
Por el pasillo se encontró a Gael, agarrándola de un brazo la detuvo, examinándola la empujó hacia la habitación de la ropa sucia, pegándose todo lo que pudo a ella.
―Nayet, siento mucho todo, pero ya no puedo más, percibo a cada minuto que no estoy cerca de ti aprensiones dándome envidia de todo. A veces no soy consciente de mis actos y acabo dañándote, necesito probar tus labios,te necesito...Sus labios se sellaron, Nayet no le dio cavidad para llegar a más. Se mantuvo fría y rígida. Ante tal rechazo, Gael continuó mirándola acariciando con ambas manos sus mejillas acaloras, ella se moría de ganas de besarlo de verdad, estar tan cerca de él la aviva como la desconcertaba. Girando su cara para otro lado le dijo que el daño ya estaba hecho. Él no estaba dispuesto a que Nayet se deshiciera así de él, la deseaba y ansiaba llegar a más con ella. Estaría dispuesto a esperar todo el tiempo que ella quisiera.
Perturbada con sus pensamientos desordenados comenzó a caminar, no podía creerse lo que Gael le había dicho. La deseaba, a ella. La quería, una sonrisa se marcó en su rostro, iniciando una alegría en su interior de incredulidad. Al llegar a casa aún se mantenía flotando en una nube, girando sobre misma sin poder creerse lo que Gael le había confesado.
A la mañana siguiente se la pasó con los especialistas que trataban a Camilo, no pudo ver a Gael. Decidida y deseando de verlo ya que en todo el día pudo dejar de pensar en él, fue a buscarlo a su consultorio. Antes de llegar se quedó sorprendida al ver quién había dentro. Sus nervios comenzaron a fluir, sus temores iniciaron dando paso a sus sospechas. Gina estaba sentada hablando con él en una posición un poco inhabitual. Cuando Gina se giro y la vio que estaba mirándolos a través de las cristaleras no tuvo recato y besó a Gael. Gina disfrutaba viendo como el rostro de su hermana cambiaba. Ella había puesto los ojos en ese hombre, en su principio solo lo buscaba para tomar una copa acabando en la cama, pero ahora sabiendo que su hermana estaba interesada en Gael haría cualquier cosa para que se fijase en ella y no en su hermana.
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