capítulo extra
Spoiler
No será la continuación del 20, es decir el 21. Lo que dejo aquí es lo que pudo ser y no fue porque los hombres son unos tontos, bueno, algunos porque se creen que pueden ligarse a más de una mujer.
😌💪
LEILA
Siempre intuí la clase de hombre que era Ezequiel y lo comprobé minutos después de haber tenido mi último encuentro con él.
Me entretenía alguna vez mirándolo, me refiero a que me colocaba en el umbral de la puerta que daba al pasillo; sin que él me percibiera. Él estaba sexi llevando ropa de trabajo, y creo que ninguna joven de aquí opinaba distinto. Luego de verle entrar a la sala me dirigí a mi puesto, tenía trabajo pendiente. Más tarde me encontré a Teresa hablando con la limpiadora de aquí. Ambas se llevaban bien y a mí no me caían mal. En algún momento las vi reírse, y no le di importancia.
Un día estuve ocupada leyendo una valoración de un cuento. Graciela la escribió a mano y parecía que tenía letra de boticario, ella llevaba trabajando para Jerónimo durante un año. En consecuencia no supe decir que no cuando me pidió mi opinión. Al terminar se la dejé en su mesa pero ella no estaba.
En el pasillo me encontré con él, era tan oportuno. Percibí que me miraba con esos ojos marrones y quise que dejara de hacerlo.
—Me hubiera gustado tener alguna ocasión para charlar contigo, quizás fuera de aquí.
—A mi no, te quiero a kilómetros de mí.
—Se nota que te caigo mal y es una pena. Ojalá entierres esa lanza que usas para mantener tú desprecio hacía mí.
Me impresionó su frase. A mi me gusta leer y es obvio que a él también. Me enteré por Leti que no era ningún inculto. Tenía aspiraciones el muchacho.
—Puede que cambie mi actitud pésima contigo y más sabiendo que nos encontraremos por aquí, pero eso no quiere decir que me caigas mejor.
—No pretendo ser tú amigo porque está claro que no hay forma. Quizás algún día nos llevemos bien, y no me rechaces.
Reí, este se cree que tendrá una oportunidad conmigo.
—Me tengo que ir.
Me observó perplejo, y encima quiso seguirme.
—¿Qué haces?
—No puedes irte así sin prometerme que te pensarás lo de quedar.
—Nunca, sueña si quieres con ello.
—Eres injusta.
Lo enfrenté mirándolo a sus ojos, por primera vez él se sorprendió.
—¿Por qué sonríes?
—Porque no me evitas.
—No sé de lo que hablas. Además nos están mirando.
Allí, estaban algunos de mis compañeros de trabajo presenciando la escena. Me sentí avergonzada, estoy segura que pensaran que me entretuve con él y que no soy responsable. Al final Ezequiel entendió que tenía que rendirse, sabía que me estaba poniendo en evidencia delante del equipo.
★
En el instante de registrar mi bolso para dar con las llaves no se encontraba mi agenda, otra vez me la había olvidado. Sin embargo tenía prisa por entrar en casa y ver a Hércules.
EZEQUIEL
Al principio no perdí las esperanzas con ella, a pesar de su mal humor.
Otra ocasión tuve para ir a la empresa pero no era para llevar botellas de nuevo. Me urgía ser el primero antes que la limpiadora fuera la primera en llegar, no quería arriesgarme a perder mi gorra porque fue un regalo de mi hermana. Ayer, a causa de la conversación que tuve con Leila me despisté un poco. No entendía a esa mujer.
Al llegar aparqué mi coche, no me detuve a mirar si quedó alguna luz encendida o si estaba mal estacionado.
«No está la rubia y menos la morena, mejor». Me dirigí hasta el ascensor, presioné el botón correspondiente y por fin se abrió la puerta.
En dos minutos atravesé ese pasillo y pude llegar a la sala. «Allí seguía mi gorra». No perdí el tiempo y la recuperé. Luego miré a mi alrededor. «No hay nadie», Aproveché ese momento para curiosear y no porque me importe saber si era ordenada.
¿Y que hice allí? Dejé una nota adhesiva en su agenda, que por casualidad estaba en su escritorio. Escribí una frase significativa, sólo espero que haga efecto en ella.
Cuando me dirigía a la puerta de entrada al edificio de repente apareció esa rubia que aún no tenia nombre y apellidos. Pero sabía que tenía interés en mí y no me hice de rogar.
—¿Cuál es tu nombre? —dijo la joven.
—Ezequiel.
—Encantada, mi nombre es Teresa.
Ese nombre le queda perfecto, no conocí a ninguna Teresa en el pasado.
—¿Y que necesitas Teresa?
—Pues me gustaría saber si tienes la tarde libre.
—No tengo la tarde libre pero el sábado me viene perfecto.
No tenía planes este sábado y me apetecía pasar tiempo con esta rubia. No iba a desaprovechar esta oportunidad, y las que vengan después. Si una mujer me busca no se lo pongo difícil.
—Estupendo.
Ella se puso contenta y me pasó su número de teléfono. Lo apunté enseguida en mi móvil, de reojo miré a Teresa. Esta mujer está hermosa y si pudiera hubiera besado esos labios de color rojo. En algún momento se pasó su lengua por ellos y me puse algo nervioso. «Me atrae, no tengo dudas».
LEILA
Se podría decir que era mi primer ascenso. No volvería a hacerles el café con leche u otra variedad a los editores porque iba a pertenecer a su equipo. No volvería a estar pegada a esa fotocopiadora del demonio, y es que sufría cuando no quería funcionar como debía. También me despedí de las largas colas para poder almorzar en el bar de abajo. Conseguiría un sueldo mejor y podría ir a cualquier restaurante de los que sirven pescado de calidad. Aquí en Cádiz se puede comer pero que muy bien.
No volví a ver a Ezequiel durante dos semanas enteras, había días que lo extrañé, incluso las notas que me dejaba en mi agenda, la misma que me olvidaba en mi puesto. En ocasiones tenía prisa por irme.
Jerónimo y todos los demás aplaudieron esa valoración de la novela que hice. Él sabía que yo tenía un don innato, que sería una gran editora. A veces, una se sabotea a sí misma pensando que no es capaz de lograr algo mejor. Así que ahora tenía más responsabilidad que llevar, pero lo haría con gusto. Sin embargo, el jefe me ordenó que me tomara esos días de vacaciones, y que luego regresara con fuerzas para seguir colaborando con ellos.
Recogí mi agenda junto con mi cartera, allí siempre guardaba mis lápices, mis fluorescentes y mis notas adhesivas. También me llevaba esas notas conmigo, las que él me escribió y no rompí. Solo era culpable de destruir la primera y la segunda.
Una vez en casa, me di una ducha, me relajé como por primera vez, desconecté de todo. Apenas recordaba a mi exnovio. Alguien me había contado que había empezado a trabajar como abogado después de que tuviera éxito en su primera entrevista. Era normal. Al ser un pijo de renombre le iba a resultar fácil entrar en un bufete. En serio, poco me importaba si conseguía ascender o conocía a alguien a quien camelar. Tenía en mente solo disfrutar, y tenía la posibilidad. Al gato le dejaba comida y agua durante esa semana, pero lo echaría de menos.
GAEL
Leila necesitaba irse unos días y estuve de acuerdo, pero no quería que se fuera sola, a mí no me suponía un problema pedir permiso. Me podían reemplazar; además, como estaba sufriendo estrés por culpa de una señora exigente, me vendría bien. Quizás, cuando regresase, se hubiese marchado con sus nietos. Qué fastidio, nunca veía los pedales de la bicicleta porque no se ponía las gafas. No la echaría de menos.
Quedamos el viernes en el club náutico, antes tuvimos que escoger fecha para poder hacer esa salida en barco. Ella eligió ese corto paseo, estaba deseando contemplar todo a su alrededor. Recordaba que, cuando era niña, me había confesado que quería ser pirata y tener una lancha motora. Le había dicho que era muy conformista, al menos podía imaginarse que llevaba un yate y podía aventurarse en el ancho mar. Ella solo quería esa experiencia de por vida. Ahora estaba a punto de cumplirse.
VICTOR
No quería salir con nadie más, estaba cansado de que las hijas de los socios de papá se insinuasen, como si fuera tonto o no supiera lo que perseguían.
Esa semana de agosto solo quería dedicarme a mis casos. El primero no parecía tan complicado, solo tenía que defender a un hombre al que le habían dado una paliza en su negocio. Y el causante no era otro que un primo suyo, que había contratado a unos delincuentes. A mamá no le gustaba nada que tomase ese caso, pero era mi oficio.
Ese sábado que no tenía compromisos quedé con Rubén, él podía salir al menos ese día. Pensaba que algunas mujeres eran algo controladoras, pero mi opinión hacia Martina me la tenía que guardar delante de él.
De:
No soy lo que tú crees
A:
Entre tú y yo: un amor que no se dió.
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