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Hola, amiga, no sabes qué resacón tengo. Ayer salí de nuevo y vi que mi hermana me vigila. Pues me escapé con Jaime, ¿te acuerdas de él? Ese chico que viste con esos pantalones ajustados y unas camisetas muy horteras. Pues me encanta. No iré a las primeras clases, no me puedo creer que mis padres se hayan creído que he pillado un virus raro. Qué ingenuos; además, después de festejar su aniversario, estuvieron en plan empalagosos, que no hay quien los aguante. Bueno, que nos vemos.
Dejé el móvil guardado después de leer el mensaje. Era Leti. Menos mal que estaba Miriam para hablar de cualquier cosa. Ella era una chica seria y en la que se podía confiar.
En clase de Filosofía, el profesor explicó otro tema. Otra vez me tocaba repasar para el siguiente examen. Luego, a última hora, tuve Ciencias y la profe mandó un resumen de tamaño folio sobre los modelos de desarrollo.
Más deberes, por lo menos estaría ocupada.
Como de costumbre, me acerqué a la tienda de Enriqueta. Ella era muy simpática y a veces me regalaba alguna nube.
No pude ver a mi amiga, la pobre había salido antes porque a su madre la había atacado un perro en la calle y la habían llevado al hospital. Me enteré por una compañera de clase de Miriam, una tal Lourdes con un gran sentido del humor, se reía a menudo.
Al llegar a una fuente, me senté en el borde. Estuve de lo más tranquila hasta que apareció Gael de entre los arbustos. Estaba serio, miraba de un lado a otro, hasta que sus ojos aterrizaron en los míos. Sentí cómo mis pulsaciones iban en aumento. ¿Por qué? No quería verle de nuevo después de lo sucedido.
Me levanté para huir, él no me dejó.
-Leila, ¿por qué huyes?
-Suéltame, no responderé a nada.
-Estás muy rara y no lo entiendo. Siempre nos lo hemos contado todo.
-No siempre; además, tú tienes muchas chicas a tu alrededor.
«¿Por qué va a perder el tiempo conmigo? ¿Y qué pasará en un futuro cuando escoja a la mujer con quien casarse? Seré su amiga incondicional a la que terminaría queriendo como a...». ¡Qué leches estaba pensando!
-Tengo que irme, a mi amiga le urge quedar, lo siento.
-Oye, no me dejes así, Leila -gritó.
Salí corriendo, para esta vez sí escapar de Gael. Al mirar hacia atrás, verifiqué que él no estaba; respiré aliviada. Volvía a mentir.
Cuando llegué a casa, no estaban mis padres, pero tampoco me importaba mucho. A continuación, me dirigí hasta mi dormitorio. Allí, de inmediato, cogí mi móvil.
Ningún mensaje y ninguna llamada. Me eché hacia atrás, enseguida deseé que todo volviera a ser como antes, cuando no tenía que decir mentiras ni actuar extraña con él. Aquello no debía guardarlo, necesitaba la opinión de...
🌺🌺
Tocaba ducharse rápido porque si no me llevaría más de la cuenta llegar puntual al desayuno. Allí, en la cocina, solo se encontraba Domingo, que recién se tomaba su café. Él me miró de reojo; yo, sin embargo, permanecía pensativa.
Cuando se levantó, ni siquiera reaccioné.
-Hija, ¿te ocurre algo?
-No.
Yo tenía una relación increíble con papá, sin embargo algo estropeó esa sintonía. Y no es excusa que necesite a cierta amiga según él.
Lo extraño era su preocupación cuando no se molestaba en arreglar lo torcido.
-Hija, me marcho al bar. Si lo deseas te puedo llevar al instituto.
-No te molestes, cogeré el bus.
Mordisqueé una tostada, despreocupada.
-Como quieras. Nos vemos por la noche.
Cogí la mochila un instante después de levantarme de la silla. Sin pensármelo, fui directamente hasta la puerta de la cocina, desde ahí vi como mi padre cogía las llaves y luego traspasaba la puerta de entrada. Ya no lo vería hasta tarde.
No había hecho la redacción, pero no iba a ser la primera vez. Tampoco había estudiado, pero tenía una hora libre ese día. Siempre buscaba alguna solución para no agobiarme.
Después de la tercera clase, me reuní con mis amigas. Ellas me esperaban, como siempre, en el pasillo.
Miriam fue la primera en observarme, sin que dijera nada intuyó que algo me pasaba. Sin embargo, Leti no poseía esa capacidad de leernos.
-No pude salir en la tarde.
-Hizo un mohín.
-Chicas, no sabéis lo ocupada que estuve. Primero, mamá me dio la charla; llegó Tina con su novio y no tuve más remedio que permanecer con la familia. Me aburrí mucho. El novio de mi hermana...
-Detente, ¿no ves que ya nos enteramos de que tuviste una tarde en familia?
-Siempre me interrumpes, Miriam.
-Pues si no, solo hablas tú.
Además, es la hora libre y seguro que Leila tiene que estudiar, ¿cierto?
Asentí, luego continué absorta, ni siquiera me importaba lo que contó Leti.
Acabamos delante de un edificio con la fachada de color blanco, antes tuvimos que caminar por el patio del instituto.
Allí estaban situadas las aulas de Música, Geografía y Ciencias. Leti se apoyó en la pared después de entrar. Se aburría.
-Hoy no te apetece hablar, ¿verdad? No sé qué te ha ocurrido, pero, cuando necesites desahogarte envíame un mensaje.
-Gracias, ahora debo estudiar.
Miriam me miró por última vez, luego entró al edificio. Tenía clase de Geografía.
Me sentía fatal porque no le pregunté por su madre, pero lo haría, después fui a las gradas y, a continuación, decidí apoyar mi trasero en el frío suelo, luego cogí un libro de mi mochila.
No perdía de vista a unas chicas. Abajo se hallaban unos jóvenes jugando al baloncesto. Menos mal que Gael no estaba; sabía que en una hora le tocaba salir a jugar.
Casi se me cayó el libro de Filosofía, después noté la sombra de una persona. Levanté la cabeza hacia arriba y abrí los ojos lentamente porque apenas veía debido a que el sol me daba de lleno.
Cuando me coloqué la mano sobre la frente, descubrí la figura de un joven delgado, con gafas y el pelo despeinado. No me pareció un chico intimidante, más bien normalito. Lo que no sabía era qué hacía ahí.
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