"Ven aquí, Cielo."
SOUNDTRACK: The greatest ~ SIA
Capitulo 36: "Ven aquí, Cielo."
Los desfiles en sí, el salir y tener que andar por horas, son malos en todos los sentidos. No solo te destrozas los pies sino que también tienes que venir a arreglarte, o más bien a que te arreglen, casi tres horas antes de que se celebre el evento.
Eso era una de las muchas cosas que odiaba del mundo en el que estaba metida. No me malentiendan, adoro a mis fans y mi vida tal y como está ahora, pero hay cosas que desearía cambiar con cada partícula de mi alma.
Vivir en este mundo, trabajar en esto, no es un camino de rosas, conlleva sus riesgos. Ser modelo requiere vivir una vida sin privacidad, que la gente sepa tu más oscuros secretos, las parejas con las que has estado anteriormente.
Te recalcan cada mínimo detalle que hayas cometido, por muy pequeño que sea. Luego están las especulaciones, que si con quien vas a salir próximamente, cual es la mejor pareja que podrías en un futuro o cosas tan simples como la dieta que haces, si es que haces alguna.
Ser famosa no es algo que una persona desea infinitamente, tiene pros y contras y muchas veces la presión de los fanático o los paparazzi puede superarte. Es por eso que muchas veces entiendo a los famosos que mueren por sobredosis, no todas las personas pueden soportar tanta presión social, te sobrepasa, y lo digo por experiencia.
Muchas veces he tenido la necesidad de ingerir drogas solo para olvidarme por un momento de todas las cosas hirientes que se decían sobre mí, llegó un momento en el que no quería seguir escuchando esos rumores inciertos, y me pareció buena idea en ese momento tomar drogas.
Menos mal que cuando estaba a punto de metérmelas en la boca llegó Thiago. Ni siquiera yo sabía que hacía en Londres cuando hacía poco hablamos y seguía en California, el caso es que en el instante en el que me vio se descolocó, se quedó simplemente mirándome como si no pudiera creer lo que sus ojos veían, pero esa parálisis no le duró mucho.
En pocos segundos y con largas zancadas llegó hasta mí, me dio tal manotazo en la mano para sacarme las pastillas que me dejo su palma marcada en mi piel. La vena de su cuello estaba cada vez más hinchada y su cara estaba del color más rojo que en mi vida había visto.
Me gritó mil cosas pero en ningún momento dirigidas a mí, le echó la culpa a la sociedad que, según él, me había dejado la puerta abierta al mundo de la heroína y la marihuana. Después de eso, Thiago no se separó de mí durante medio mes, se lo dijo a nuestros padres y juro que jamás había visto a mis padres tan preocupados.
Me preguntaron el porqué y, ahí ya no aguanté más, me derrumbe sin poder evitarlo y lloré. Lloré por todo aquello que me molestaba, me entristecía o, simplemente, por que tenia ganas de sacar aquel dolor que habitaba en mi pecho.
Recuerdo que me insulte a mí misma por ser tan tonta, por dejarme llevar por lo que decía la gente en lugar de por lo que sentía mi familia por mí. Suplanté el rencor , el enfado y la envidia de aquellos a los que no les gustaba mi forma de ser por el cariño, la ternura y el amor que mi familia tenía hacia mí.
Y, fue ahí, justo en ese momento de derrumbe, cuando estaba en los brazos de mi madre, mi padre y mi hermano, en el que me di cuenta de que tengo que dejar de tomarme tan a pecho lo que la gente sienta de mí. Recuerdo y recordaré siempre, que preferiría mil veces a mi familia.
En verdad, la realidad de ahora no es tan diferente. Me separé de mis padres y de mi ciudad desde la infancia para venir a Londres, venir aquí fue mi droga. Tener que seguir desfilando fue mi presión diaria.
Pero en este caso no ha sido mi hermano el que me salvó, sin darme cuenta, cada día que pasaba con Dylan me hacía olvidarme de la fama y de los rumores, me salva diariamente sin que él ni siquiera se dé cuenta
Cada vez que hablaba con él, ya fuera para insultarnos o no, siempre lograba que las cosas que estaban en mi cabeza atormentándome, desaparecieran. Conseguía aquello que muy pocas personas han logrado, ha conseguido que me olvide de cualquier enfado, tristeza o preocupación porque me dedicaba solamente a él y no al mundo.
Por eso es que cada día que pasa estoy más y más agradecida con mi novio. Por que él ha sido mi salvación desde que vine aquí.
Pero volvamos al presente, donde Nick y Mara están arreglando mi cabello mientras mi amigo comenta la nueva aventura que ha tenido durante el tiempo que he estado "fuera" según él. Mara le recrimina cada aspecto del chico misterioso, pongámosle ese nombre, que a ella no le gusta.
Aunque si te lo imaginas según las características de Nick, no parece tan feo. Pelo rubio, ojos azules, de piel blanca, corpulento y con buen culo, palabras textuales de Nick, no mías. Sin embargo, sigo pensando que los morenos son mucho mejores.
— ¡No es taaan guapo! ¡He visto mejores! — recrimina Mara.
Llevan ya casi unos diez minutos discutiendo o mas bien, batallando por ver quien tenia razón. Mientras tanto, lo único que hacía yo en ese momento era mirarlos divertida y morderme el labio con diversión. No hay nada más interesante y gracioso que ver a dos adultos pelearse, y más aún por un tema tan absurdo como la guapura de un chico. Pero claro, todo depende de qué chico.
— ¿Ah, sí? ¿Como quién? — pregunta Nick con ironía.
— ¡Incluso el novio de Sky es más guapo que ese engendro!
Vale, eso ya es pasarse de la raya.
— ¡Oye! ¡Mi novio es mas guapo que todos vosotros, no hace falta insultar! — lo defiendo.
— ¡Tú te callas, Skylar! — dicen los dos "adultos" a la vez.
Se miran los dos con ojos fulminantes. Parece que en cualquier momento se vayan a matar. Si no fuera porque los conozco ya los habría separado el uno del otro.
¿Es totalmente seguro que ellos dos son adultos y no niños de primaria con ganas de pelear?
— ¡No me repitas! — grita Mara con la mandíbula apretada.
— ¡Pero si has sido tú la que me ha repetido a mí! — chilla con voz aguda Nick.
— ¡Has sido tú! ¡Repetidor!
De acuerdo, ya he escuchado demasiado.
— ¡Se acabó! — ese grito se ha escuchado en todo el edificio pero no me importa. Ya me estoy empezando a cabrear y antes de que eso pase prefiero pararlo desde el principio.
— ¡Es su culpa! — espeta Mara. Nick lo mira entre enfadado y incrédulo.
— ¿Mi culpa? ¡Tú has empezado diciendo que mi compañero era feo! — masculla Nick.
— ¡Es culpa de ambos! ¿No lo veis? — argumento mirando a los dos seriamente. Cuando se que he conseguido captar su atención prosigo — Desde hace más de una hora os estáis peleando por la guapura de un tío que ni siquiera sabéis si lo vais a volver a ver.
— Sí que lo voy a volver a ver — espeta Nick, le dirijo una mirada envenenada para que se calle. Dirijo la mirada hasta Mara al conseguirlo.
— Tú, Mara, deberías dejar de decir esas cosas, puede que a Nick no le importe tanto como para enfadarse contigo pero a otras personas les puedes sentar mal o tomárselo muy a pecho. Te podrías meter en un problema si dices eso con la persona que no debes.
Observo la cara triunfal que tiene Nick al ver que le echo la bronca a Mara, por irónico que suene, y es en ese momento cuando me giro y camino hacia él con semblante serio.
— Y, no creas que me he olvidado de ti. No tienes que ponerte de esa manera por un guaperas de una noche que seguramente no vuelvas a ver. Lo conociste hace dos noches y por lo que he escuchado ni siquiera te ha mandado un mensaje así no tienes razones para enfadarte de esa manera. Así que ahora mismo vais a venir los dos y os vais a pedir perdón y a daros un abrazo como buenos amigos y compañeros que sois — los miro a los dos. Uno en cada punta del camerino, quietos.Me impaciento — ¡Ahora!
Los dos pegan un bote por la subida de tono y lentamente se acerca hasta que quedan a unos metros el uno del otro. Se miran a los ojos. Puedo ver que sienten culpabilidad y me alegra saber que he conseguido mi propósito. Nick se lleva una mano a la cabeza y una sonrisa tira de sus labios para aliviar la tensión. Segundos después se dispone a hablar.
— Siento haberte gritado de esa forma. No tendría que haberlo hecho — se disculpa Nick. Sonrío complacida y muevo mi cabeza en dirección a la otra "adulta".
Está escrutando con la mirada a Nick como si quisiera conseguir alguna señal que le dijera si esta mintiendo o no. Ella es igual o más cabezota que yo, y, por lo tanto, sé cuando se echa atrás y cuando no. Pero ahora no voy a dejar que se eche atrás, Nick ya la ha perdonado y ahora es el turno de ella.
— Mara — le advierto cuando observo que no dice una palabra.
La castaña tira un sonoro suspiro y no pelea cuando finalmente le dirige la palabra a Nick.
— También es mi culpa. No debería haber insultado a ese chico — dice arrepentida Mara.
Con una sonrisa espero pacientemente el siguiente paso de la reconciliación pero ruedo los ojos, exasperada, cuando me miran sin saber que hacer. Y, luego yo soy la pequeña.
— Abrazaros — ordeno.
— ¿Es obligatorio? — pregunta Mara.
— Ahora — me cruzo de brazos esperando el momento tan esperado para mí. Los dos se acerca a paso lento y cuando están a pocos centímetros el uno del otro, Nick envuelve con sus brazos a Mara y, ella, con una divertida sonrisa sonrisa le devuelve el abrazo a al rubio.
Aplaudo efusiva. Sin embargo, detengo mi acción cuando recuerdo algo.
— Y, una última cosa — los dos me miran divertidos por la escena que hemos montado. — Mi novio es más es el chico más guapo que hay en el mundo — digo recordando cuando Mara llamó feo a Dylan.
Los tres estallamos en carcajadas, pero el momento de diversión no dura mucho. La directora toca a la puerta y nos grita que tenemos cinco minutos para salir. Nos miramos alarmados cuando observamos que todavía me falta la mitad del cabello por arreglar y también me falta vestirme.
No sé cuanto tiempo he estado desfilando y cambiándome un conjunto por otro. Ni siquiera siento las piernas. Hace más de una hora que ando como si tuviera miles de espinas clavadas en los pies y ya se me han dormido a causa del dolor.
Por eso, cuando salgo y veo el cielo con miles de estrellas, lo único que hago es respirar. El frío entra por mi piel y siento como si se enfriara. Mis pensamientos vienen en oleadas hasta mi mente. Me duele la cabeza tanto como si un camión hubiera aplastado mi cerebro pero lo dejo pasar.
Siempre me ha pasado esto, en cada fin de un desfile un dolor de cabeza empieza así que no me preocupo por ello. Lo que necesito es descansar y mañana estaré como nueva.
El día ya ha terminado y lo que pasa por mi mente en este momento es llegar a casa y darme un masaje en los pies. Se me pasa por la cabeza llamar a Dylan para ver como le ha ido la tarde y para conversar con Nora pero la desecho cuando pienso que seguramente los dos estén durmiendo. Seguro, que son la una o las dos de la noche, no puedo despertarlos a esta hora.
Camino a paso rápido hasta mi casa. Thiago no podía traerme y, la verdad es que no me importa, me encanta pensar mientras camino. Ya sea la una de la noche como las nueve de la madrugada, el caso es pensar y analizar el día de hoy.
Ha sido el día más ajetreado de mi vida, primero la conversación con Jack sobre Camille, después la pérdida de una clase que necesitaba aprobar, luego la confesión de Camille, la ira de Jack y la charla con Camille sobre su mudanza.
Y, como si eso fuera poco, la directora me llama en horario de clases para decirme que tengo que desfilar hasta un tiempo indefinido, el cual ahora sé que iba a terminar a las dos de la madrugada.
Cuando me quiero dar cuenta estoy a dos manzanas de mi casa, no sé si mi dolor supura la ilusión que tengo por llegar a casa o es al revés porque ahora mismo podría tumbarme aquí en medio de la calle y no me importaría saber que al día siguiente sería el hazme-reír del barrio.
Estoy tan cansada que ni siquiera me importa que otras personas se burlen de mi. En estos momentos solo necesito es una cama donde dormir y descansar mis pies porque no puedo más. Me siento como si estuviese bebida y no pudiera ni caminar.
Llego a mi casa y saco las llaves del bolso pero no hace falta que las meta en la cerradura para abrir la puerta porque alguien desde dentro lo hace. Ni siquiera me había fijado que había alguien en casa, supongo que el cansancio ha superado a mi cabeza. Pero lo peor de todo es que no me doy cuenta de que es Dylan el que ha abierto hasta que habla.
— ¿Dónde has estado, Cielo? — pregunta preocupado una vez que entro en casa.
No le contesto hasta que estoy en el salón y me tiro en el sofá. La cabeza me da vueltas constantemente y no puedo mantener mi cuerpo recto por lo que me tumbo bruscamente provocando una punzada en la cabeza.
— ¡Skylar! — Dylan viene corriendo hacía mi en cuanto observa que estoy tiritando. Se arrodilla hasta estar a mi altura y me observa con preocupación—. ¿Qué te pasa, cariño?
— F-frío — tartamudeo con dificultad. Toca mi frente con delicadeza y abre los ojos como platos, susurra algo que no consigo llegar a entender y después habla.
— Vengo en un momento — explica.
Se levanta rápidamente y se larga, espero que a buscar algo con lo que taparme. Llega en pocos minutos con una manta blanca, no sé de donde la habrá sacado, no recuerdo haberla visto antes.
Pero me sorprende más ver que también viene con un vaso en la otra mano y una pastilla. Me ayuda a tomármela, a estas alturas confío los suficientemente en él como para tomar las pastillas que me dé. Si me obliga a tomármela por algo será.
Deja el vaso en la mesa que esta delante nuestras. Se sienta a mi lado en el sofá y con su brazo me arrima hacia él.
— Ven aquí, Cielo — dice cuando observa lo encogida que estoy.
Lo siento por eso pero tengo mucho frío y temo que si me estiro tendré mas frío. Me acomodo en su pecho al mismo tiempo que Dylan extiende la manta y nos tapa a los dos. Deja un beso en mi frente y sonrío al sentir el calor corporal que siento a su lado. Me giro hasta quedar frente a frente con él y abro los ojos poco a poco solo para preguntarle una cosa.
— ¿N-Nora? — susurro.
Admiro la sonrisa que se forma en la cara de Dylan cuando le hago la pregunta. Su sonrisa es hermosa, él es hermoso.
— Tranquila, ella está bien.
Asiento. Y cuando voy a cerrar los ojos, me sorprende sentir unos labios sobre los míos. Sonrío contra su boca y le devuelvo el beso conforme puedo. Al final va a ser que el día va a terminar bien. Un poco mareada y friolenta pero bien. Siempre estaré bien cuando se trata de recibir sus besos.Capitulo 36: "Ven aquí, Cielo."
Los desfiles en sí, el salir y tener que andar por horas, son malos en todos los sentidos. No solo te destrozas los pies sino que también tienes que venir a arreglarte, o más bien a que te arreglen, casi tres horas antes de que se celebre el evento.
Eso era una de las muchas cosas que odiaba del mundo en el que estaba metida. No me malentiendan, adoro a mis fans y mi vida tal y como está ahora, pero hay cosas que desearía cambiar con cada partícula de mi alma.
Vivir en este mundo, trabajar en esto, no es un camino de rosas, conlleva sus riesgos. Ser modelo requiere vivir una vida sin privacidad, que la gente sepa tu más oscuros secretos, las parejas con las que has estado anteriormente.
Te recalcan cada mínimo detalle que hayas cometido, por muy pequeño que sea. Luego están las especulaciones, que si con quien vas a salir próximamente, cual es la mejor pareja que podrías en un futuro o cosas tan simples como la dieta que haces, si es que haces alguna.
Ser famosa no es algo que una persona desea infinitamente, tiene pros y contras y muchas veces la presión de los fanático o los paparazzi puede superarte. Es por eso que muchas veces entiendo a los famosos que mueren por sobredosis, no todas las personas pueden soportar tanta presión social, te sobrepasa, y lo digo por experiencia.
Muchas veces he tenido la necesidad de ingerir drogas solo para olvidarme por un momento de todas las cosas hirientes que se decían sobre mí, llegó un momento en el que no quería seguir escuchando esos rumores inciertos, y me pareció buena idea en ese momento tomar drogas.
Menos mal que cuando estaba a punto de metérmelas en la boca llegó Thiago. Ni siquiera yo sabía que hacía en Londres cuando hacía poco hablamos y seguía en California, el caso es que en el instante en el que me vio se descolocó, se quedó simplemente mirándome como si no pudiera creer lo que sus ojos veían, pero esa parálisis no le duró mucho.
En pocos segundos y con largas zancadas llegó hasta mí, me dio tal manotazo en la mano para sacarme las pastillas que me dejo su palma marcada en mi piel. La vena de su cuello estaba cada vez más hinchada y su cara estaba del color más rojo que en mi vida había visto.
Me gritó mil cosas pero en ningún momento dirigidas a mí, le echó la culpa a la sociedad que, según él, me había dejado la puerta abierta al mundo de la heroína y la marihuana. Después de eso, Thiago no se separó de mí durante medio mes, se lo dijo a nuestros padres y juro que jamás había visto a mis padres tan preocupados.
Me preguntaron el porqué y, ahí ya no aguanté más, me derrumbe sin poder evitarlo y lloré. Lloré por todo aquello que me molestaba, me entristecía o, simplemente, por que tenia ganas de sacar aquel dolor que habitaba en mi pecho.
Recuerdo que me insulte a mí misma por ser tan tonta, por dejarme llevar por lo que decía la gente en lugar de por lo que sentía mi familia por mí. Suplanté el rencor , el enfado y la envidia de aquellos a los que no les gustaba mi forma de ser por el cariño, la ternura y el amor que mi familia tenía hacia mí.
Y, fue ahí, justo en ese momento de derrumbe, cuando estaba en los brazos de mi madre, mi padre y mi hermano, en el que me di cuenta de que tengo que dejar de tomarme tan a pecho lo que la gente sienta de mí. Recuerdo y recordaré siempre, que preferiría mil veces a mi familia.
En verdad, la realidad de ahora no es tan diferente. Me separé de mis padres y de mi ciudad desde la infancia para venir a Londres, venir aquí fue mi droga. Tener que seguir desfilando fue mi presión diaria.
Pero en este caso no ha sido mi hermano el que me salvó, sin darme cuenta, cada día que pasaba con Dylan me hacía olvidarme de la fama y de los rumores, me salva diariamente sin que él ni siquiera se dé cuenta
Cada vez que hablaba con él, ya fuera para insultarnos o no, siempre lograba que las cosas que estaban en mi cabeza atormentándome, desaparecieran. Conseguía aquello que muy pocas personas han logrado, ha conseguido que me olvide de cualquier enfado, tristeza o preocupación porque me dedicaba solamente a él y no al mundo.
Por eso es que cada día que pasa estoy más y más agradecida con mi novio. Por que él ha sido mi salvación desde que vine aquí.
Pero volvamos al presente, donde Nick y Mara están arreglando mi cabello mientras mi amigo comenta la nueva aventura que ha tenido durante el tiempo que he estado "fuera" según él. Mara le recrimina cada aspecto del chico misterioso, pongámosle ese nombre, que a ella no le gusta.
Aunque si te lo imaginas según las características de Nick, no parece tan feo. Pelo rubio, ojos azules, de piel blanca, corpulento y con buen culo, palabras textuales de Nick, no mías. Sin embargo, sigo pensando que los morenos son mucho mejores.
— ¡No es taaan guapo! ¡He visto mejores! — recrimina Mara.
Llevan ya casi unos diez minutos discutiendo o mas bien, batallando por ver quien tenia razón. Mientras tanto, lo único que hacía yo en ese momento era mirarlos divertida y morderme el labio con diversión. No hay nada más interesante y gracioso que ver a dos adultos pelearse, y más aún por un tema tan absurdo como la guapura de un chico. Pero claro, todo depende de qué chico.
— ¿Ah, sí? ¿Como quién? — pregunta Nick con ironía.
— ¡Incluso el novio de Sky es más guapo que ese engendro!
Vale, eso ya es pasarse de la raya.
— ¡Oye! ¡Mi novio es mas guapo que todos vosotros, no hace falta insultar! — lo defiendo.
— ¡Tú te callas, Skylar! — dicen los dos "adultos" a la vez.
Se miran los dos con ojos fulminantes. Parece que en cualquier momento se vayan a matar. Si no fuera porque los conozco ya los habría separado el uno del otro.
¿Es totalmente seguro que ellos dos son adultos y no niños de primaria con ganas de pelear?
— ¡No me repitas! — grita Mara con la mandíbula apretada.
— ¡Pero si has sido tú la que me ha repetido a mí! — chilla con voz aguda Nick.
— ¡Has sido tú! ¡Repetidor!
De acuerdo, ya he escuchado demasiado.
— ¡Se acabó! — ese grito se ha escuchado en todo el edificio pero no me importa. Ya me estoy empezando a cabrear y antes de que eso pase prefiero pararlo desde el principio.
— ¡Es su culpa! — espeta Mara. Nick lo mira entre enfadado y incrédulo.
— ¿Mi culpa? ¡Tú has empezado diciendo que mi compañero era feo! — masculla Nick.
— ¡Es culpa de ambos! ¿No lo veis? — argumento mirando a los dos seriamente. Cuando se que he conseguido captar su atención prosigo — Desde hace más de una hora os estáis peleando por la guapura de un tío que ni siquiera sabéis si lo vais a volver a ver.
— Sí que lo voy a volver a ver — espeta Nick, le dirijo una mirada envenenada para que se calle. Dirijo la mirada hasta Mara al conseguirlo.
— Tú, Mara, deberías dejar de decir esas cosas, puede que a Nick no le importe tanto como para enfadarse contigo pero a otras personas les puedes sentar mal o tomárselo muy a pecho. Te podrías meter en un problema si dices eso con la persona que no debes.
Observo la cara triunfal que tiene Nick al ver que le echo la bronca a Mara, por irónico que suene, y es en ese momento cuando me giro y camino hacia él con semblante serio.
— Y, no creas que me he olvidado de ti. No tienes que ponerte de esa manera por un guaperas de una noche que seguramente no vuelvas a ver. Lo conociste hace dos noches y por lo que he escuchado ni siquiera te ha mandado un mensaje así no tienes razones para enfadarte de esa manera. Así que ahora mismo vais a venir los dos y os vais a pedir perdón y a daros un abrazo como buenos amigos y compañeros que sois — los miro a los dos. Uno en cada punta del camerino, quietos.Me impaciento — ¡Ahora!
Los dos pegan un bote por la subida de tono y lentamente se acerca hasta que quedan a unos metros el uno del otro. Se miran a los ojos. Puedo ver que sienten culpabilidad y me alegra saber que he conseguido mi propósito. Nick se lleva una mano a la cabeza y una sonrisa tira de sus labios para aliviar la tensión. Segundos después se dispone a hablar.
— Siento haberte gritado de esa forma. No tendría que haberlo hecho — se disculpa Nick. Sonrío complacida y muevo mi cabeza en dirección a la otra "adulta".
Está escrutando con la mirada a Nick como si quisiera conseguir alguna señal que le dijera si esta mintiendo o no. Ella es igual o más cabezota que yo, y, por lo tanto, sé cuando se echa atrás y cuando no. Pero ahora no voy a dejar que se eche atrás, Nick ya la ha perdonado y ahora es el turno de ella.
— Mara — le advierto cuando observo que no dice una palabra.
La castaña tira un sonoro suspiro y no pelea cuando finalmente le dirige la palabra a Nick.
— También es mi culpa. No debería haber insultado a ese chico — dice arrepentida Mara.
Con una sonrisa espero pacientemente el siguiente paso de la reconciliación pero ruedo los ojos, exasperada, cuando me miran sin saber que hacer. Y, luego yo soy la pequeña.
— Abrazaros — ordeno.
— ¿Es obligatorio? — pregunta Mara.
— Ahora — me cruzo de brazos esperando el momento tan esperado para mí. Los dos se acerca a paso lento y cuando están a pocos centímetros el uno del otro, Nick envuelve con sus brazos a Mara y, ella, con una divertida sonrisa sonrisa le devuelve el abrazo a al rubio.
Aplaudo efusiva. Sin embargo, detengo mi acción cuando recuerdo algo.
— Y, una última cosa — los dos me miran divertidos por la escena que hemos montado. — Mi novio es más es el chico más guapo que hay en el mundo — digo recordando cuando Mara llamó feo a Dylan.
Los tres estallamos en carcajadas, pero el momento de diversión no dura mucho. La directora toca a la puerta y nos grita que tenemos cinco minutos para salir. Nos miramos alarmados cuando observamos que todavía me falta la mitad del cabello por arreglar y también me falta vestirme.
No sé cuanto tiempo he estado desfilando y cambiándome un conjunto por otro. Ni siquiera siento las piernas. Hace más de una hora que ando como si tuviera miles de espinas clavadas en los pies y ya se me han dormido a causa del dolor.
Por eso, cuando salgo y veo el cielo con miles de estrellas, lo único que hago es respirar. El frío entra por mi piel y siento como si se enfriara. Mis pensamientos vienen en oleadas hasta mi mente. Me duele la cabeza tanto como si un camión hubiera aplastado mi cerebro pero lo dejo pasar.
Siempre me ha pasado esto, en cada fin de un desfile un dolor de cabeza empieza así que no me preocupo por ello. Lo que necesito es descansar y mañana estaré como nueva.
El día ya ha terminado y lo que pasa por mi mente en este momento es llegar a casa y darme un masaje en los pies. Se me pasa por la cabeza llamar a Dylan para ver como le ha ido la tarde y para conversar con Nora pero la desecho cuando pienso que seguramente los dos estén durmiendo. Seguro, que son la una o las dos de la noche, no puedo despertarlos a esta hora.
Camino a paso rápido hasta mi casa. Thiago no podía traerme y, la verdad es que no me importa, me encanta pensar mientras camino. Ya sea la una de la noche como las nueve de la madrugada, el caso es pensar y analizar el día de hoy.
Ha sido el día más ajetreado de mi vida, primero la conversación con Jack sobre Camille, después la pérdida de una clase que necesitaba aprobar, luego la confesión de Camille, la ira de Jack y la charla con Camille sobre su mudanza.
Y, como si eso fuera poco, la directora me llama en horario de clases para decirme que tengo que desfilar hasta un tiempo indefinido, el cual ahora sé que iba a terminar a las dos de la madrugada.
Cuando me quiero dar cuenta estoy a dos manzanas de mi casa, no sé si mi dolor supura la ilusión que tengo por llegar a casa o es al revés porque ahora mismo podría tumbarme aquí en medio de la calle y no me importaría saber que al día siguiente sería el hazme-reír del barrio.
Estoy tan cansada que ni siquiera me importa que otras personas se burlen de mi. En estos momentos solo necesito es una cama donde dormir y descansar mis pies porque no puedo más. Me siento como si estuviese bebida y no pudiera ni caminar.
Llego a mi casa y saco las llaves del bolso pero no hace falta que las meta en la cerradura para abrir la puerta porque alguien desde dentro lo hace. Ni siquiera me había fijado que había alguien en casa, supongo que el cansancio ha superado a mi cabeza. Pero lo peor de todo es que no me doy cuenta de que es Dylan el que ha abierto hasta que habla.
— ¿Dónde has estado, Cielo? — pregunta preocupado una vez que entro en casa.
No le contesto hasta que estoy en el salón y me tiro en el sofá. La cabeza me da vueltas constantemente y no puedo mantener mi cuerpo recto por lo que me tumbo bruscamente provocando una punzada en la cabeza.
— ¡Skylar! — Dylan viene corriendo hacía mi en cuanto observa que estoy tiritando. Se arrodilla hasta estar a mi altura y me observa con preocupación—. ¿Qué te pasa, cariño?
— F-frío — tartamudeo con dificultad. Toca mi frente con delicadeza y abre los ojos como platos, susurra algo que no consigo llegar a entender y después habla.
— Vengo en un momento — explica.
Se levanta rápidamente y se larga, espero que a buscar algo con lo que taparme. Llega en pocos minutos con una manta blanca, no sé de donde la habrá sacado, no recuerdo haberla visto antes.
Pero me sorprende más ver que también viene con un vaso en la otra mano y una pastilla. Me ayuda a tomármela, a estas alturas confío los suficientemente en él como para tomar las pastillas que me dé. Si me obliga a tomármela por algo será.
Deja el vaso en la mesa que esta delante nuestras. Se sienta a mi lado en el sofá y con su brazo me arrima hacia él.
— Ven aquí, Cielo — dice cuando observa lo encogida que estoy.
Lo siento por eso pero tengo mucho frío y temo que si me estiro tendré mas frío. Me acomodo en su pecho al mismo tiempo que Dylan extiende la manta y nos tapa a los dos. Deja un beso en mi frente y sonrío al sentir el calor corporal que siento a su lado. Me giro hasta quedar frente a frente con él y abro los ojos poco a poco solo para preguntarle una cosa.
— ¿N-Nora? — susurro.
Admiro la sonrisa que se forma en la cara de Dylan cuando le hago la pregunta. Su sonrisa es hermosa, él es hermoso.
— Tranquila, ella está bien.
Asiento. Y cuando voy a cerrar los ojos, me sorprende sentir unos labios sobre los míos. Sonrío contra su boca y le devuelvo el beso conforme puedo. Al final va a ser que el día va a terminar bien. Un poco mareada y friolenta pero bien. Siempre estaré bien cuando se trata de recibir sus besos.
CAPÍTULO EDITADO.
ESPERO QUE OS GUSTE ;)
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