"Precioso."
Soundtrack ~ Hearts Don't Break Round Here ~ Ed Sheeran
Capítulo 62: "Precioso."
Juicio: facultad del entendimiento, por cuya virtud el hombre puede distinguir el bien del mal y lo verdadero de lo falso.
No me lo creo. No puedo llegar a entender como alguien no tenga en su personalidad un adjetivo como ese. Ese hombre que se hace llamar padre no tiene juicio, es insensato hacer una cosa como la que ha hecho.
Sentada al lado de la camilla de Dylan, observando cada herida, cada hematoma, cada lesión. Lo único que se me pasa por la cabeza es, ¿por qué?
¿Por qué un padre puede tratar así a su familia? ¿Por qué una persona puede matar tan fríamente a su esposa? ¿Por qué alguien puede hacer que una persona tenga detrás de él unos momentos tan horribles?
Dylan, Nora, Thiago, incluso yo. Todos tendremos que vivir con el remordimiento de haber visto a una persona tan insensible. Dylan tendrá que vivir para siempre con el dolor de haber perdido a su hermano y sentir el odio que su padre tiene por él. Nora tendrá que vivir su vida sabiendo que su madre fue asesinada a manos de su padre. Nadie podremos quitarnos de la cabeza esos momentos, nunca podré despejar mi cabeza sin tener que recordar estas situaciones.
Acerco mi mano hasta su rostro, su cara dormida. Sus pestañas rozando sus pómulos. Su cuerpo relajado como hace meses que no lo veía, su mente ya no se preocupa por él. Es ahora cuando se sabe toda la tensión que ha tenido que soportar durante toda su vida para mantener a su familia a salvo. O el intento de una.
Acaricio con cuidado su cabello negro sintiéndolo igual de sedoso que antes. Una pequeña sonrisa tira de mis labios al sentirle a mi lado. Puedo tocarlo, acariciarlo, besarlo, abrazarlo y no va a haber ninguna barrera que me permita no hacerlo. Por fin puedo estar a su lado y ayudarlo.
— ¿Qué haces aún despierta? — su voz ronca hace presencia en la habitación.
Sonrío como una boba, con la ilusión de que estamos bien. Su mano sana se mueve hasta la mía, la cual antes estaba acariciando su cabello. Entrelazamos nuestros dedos, millones de emociones recorriendo mi cuerpo al mismo tiempo. Ni siquiera sé describirlo con palabras, simplemente disfruto de lo bien que se siente ese simple tacto.
— Solo estoy pensando — le susurro.
Trazo pequeñas líneas en su mano. Han pasado pocas hora desde que llegué, las suficientes como para que ahora sean las ocho de la mañana. No tardará en recuperarse pero los doctores aún quieren hacerle un seguimiento para asegurarse de que no se pondrá mal en el futuro.
Su mirada cansada me da la bienvenida provocando que mi corazón dé un vuelco. No creo poder acostumbrarme nunca a él, tampoco pretendo adaptarme a ello.
— ¿En qué? — cuestiona.
— Pienso en lo estúpida que he sido al perderte.
Mis ojos empiezan a escocer sin previo aviso. Una lágrima empieza a descender por mi mejilla, la retiro con la mano que tengo libre.
Una sonrisa se posa en su rostro. Quiero preguntarle la razón de esa sonrisa pero de mi boca no sale ningún sonido. Temo que si digo algo una cascada empiece a descender de mis ojos. No quiero seguir llorando.
— ¿Puedes acercarte un momento? — demanda.
Me arrimo a él pensando que necesita algo. Que tiene que beber agua o que le duele algo.
— ¿Qué pasa? — le pregunto cuando estoy levantada de la silla.
— Acércate, no muerdo — dice divertido con una sonrisa conservándose en su rostro —. Al menos, no ahora.
Sonrío al verlo sonreír. Camino un paso más cerca de él, estoy a un distancia próxima de él. Lo bastante como para que me pueda decir lo que necesita.
Sus ojos observan cada acción que realizo como si fuera el monumento más importante del mundo. Los latidos de mi corazón van tan rápidos que temo que me dé un infarto. Cuando se trata de él todo sería normal.
Su mano izquierda agarra mi mentón con delicadeza. Como si de una muñeca de porcelana se tratase. Arrima mis labios hasta los suyos, dejando una distancia antes de besarme. Cierro los ojos esperándolo. Nunca llega.
— ¿Sabes que te amo, verdad? — susurra rozando nuestros labios.
Realizo un asentimiento de cabeza casi imperceptible. Abro los ojos, impactan con fuerza en los suyos. Esos ojos con tantos sentimientos en su interior preparados para ser descubiertos.
— No pienses por un segundo más lo que pasó. ¿De acuerdo? — exige —. Estamos juntos ahora y nada va a cambiar eso.
Mis ojos se cierran cuando sus labios se posan en los míos. Introduce su lengua dentro de mi boca cuando le dejo un espacio. Nuestras boca moviéndose al compás y nuestras lenguas realizando una danza. Sigo su ritmo, mis manos dirigiéndose a su cabello, acariciando las hebras de éste. Su mano se posa en mi cintura. Sonrío en medio del beso al sentir lo frustrado que se siente al no poder incorporarse y besarme como quiere.
El aire hace su trabajo cuando nos separamos. Mi respiración igual que irregular que la suya, las inspiraciones se vuelven cada vez más lentas cuando nos acostumbramos. Nuestro ojos no se desconectan, son como imanes que no pueden ser separados.
Su brazo me empuja, tirándome hasta su pecho. Suelto un pequeño grito cuando aterrizo en éste. Mis manos se posicionan con rapidez a cada lado de su cuerpo intentando no hacerle daño. Parece mentira que en el estado en el que se encuentra aún haga esto. Luego no quiero saber nada si se hace daño.
— Te voy a lastimar — le aviso.
Una sonrisa divertida se posa en sus labios —. No me importa si eres tú la que lo hace.
Paso mis manos torpes por su nuca. Un escalofrío, que puedo sentir, recorre su cuerpo.
— ¿Ahora te va el masoquismo? — pregunto divertida.
Alza una ceja analizando su respuesta. Le regalo un pequeño pellizco en su nuca al ver todo lo que tarda en contestar.
— ¡Oye! No te he dicho nada — reprende.
— Eres un estúpido — declaro.
Acerca mis labios a los suyos de nuevo —. Pero soy tuyo.
Una sonrisa aparece en mi rostro al escucharlo —. Siempre.
Ni siquiera un mínimo roce nos dedicamos cuando la puerta se abre de golpe. Un pequeño cuerpo de nueve años aparece tras la puerta. Giramos nuestras cabeza hasta ella con una sonrisa.
— ¡Sabía que lo arreglaríais! — chilla como una enana —. ¡Quiero mi dinero, Thiago!
Sale de la habitación como alma que lleva el diablo. Vuelvo mi cabeza hacia Dylan, lo observo a los ojos para después estallar en carcajada. Puedo sentir lo molesto que esta al sentir los huesos rotos en su cuerpo y aún así se ríe como si no le pasara nada. No puedo estar más orgullosa de ella.
— ¿Debería preocuparme? — cuestiona con diversión.
— Creo que está en buenas manos — sentencio queriendo sentir sus labios de nuevo.
Su boca es como estar en casa. Nunca me he sentido mejor, a su lado todo es más fácil. Y no me puedo ni imaginar que es lo que habría pasado si Nora no me hubiera llamado a tiempo.
Por suerte el padre de Dylan está en una cárcel de California a la espera de un juicio. Hasta que Dylan no esté mejor no se va a celebrar. Aún no hemos hablado de lo que vamos a hacer. Perfectamente puedo contratar a uno de los mejores abogados de la zona para asegurarme de que el padre de Dylan va a estar el tiempo que se merece en la cárcel. Por mi se puede pudrir ahí dentro.
No albergo ningún tipo de compasión por ese hombre, ni una pizca. Lo único que deseo es que tenga por el resto de su vida ese sentimiento de culpa, quiero que sepa lo que ha hecho y si para ello tiene que estar en la cárcel toda su vida que así sea. Lo que no pienso soportar es ver una agresión suya de nuevo, me niego.
— ¡Ey! Deja ya a mi hermana. Te la vas a comer — grita mi hermano a lo lejos.
Separo mis labios de los de Dylan con rapidez. Observo a mi hermano mirarnos con una sonrisa. Por extraño que parezca, lo encuentro diferente. Si hace unos años me hubieran dicho que mi hermano me pillaría besándome con mi novio y no le habría hecho nada me habría reído por tan estúpido chiste. Pero ahora lo veo y sé que no es el mismo, ahora comprende que tengo mi vida y tengo que vivirla. Comprende que tengo que hacer lo que yo desee aunque me tropiece con la misma piedra veinte veces.
— Hace más de un mes que no la beso. ¿Crees que no voy a hacerlo ahora? — pregunta divertido Dylan.
Dirijo una mirada fulminante hacia Dylan. Estas palabras que se las guarde para otra persona y no para mi hermano. Puede que ahora se esté controlando pero que tampoco se pase.
— Eres un idiota, Dylan — insulta mi hermano fingiendo estar molesto.
— Lo he escuchado antes — responde Dylan mirándome.
Tuerzo una sonrisa divertida mientras escucho a mi hermano soltar una carcajada.
— Al menos no soy la única que lo piensa — escucho la voz de Nora.
Giro mi cabeza hacia ella soltando una carcajada cuando la observo cruzando el umbral de la puerta. El moratón de su pómulo ya no posee ese tono violeta tan temible, ahora ha adquirido un amarillo que pasa algo más desapercibido. Benditas cremas que ahora lo curan todo con rapidez.
El dolor que cruza mi corazón cada vez que observo a estas dos personas se hace insoportable pero a la misma vez agradezco tenerlos conmigo.
— Te he estado buscando por todas partes — dice ella acercándose mi hermano —. Mi dinero — acusa moviendo su mano reclamando lo que le pertenece.
— ¿Se puede saber que habéis apostado? — demanda Dylan.
Observo como Thiago saca su cartera con molestia y le entrega el dinero. Una sonrisa victoriosa aparece en el rostro de Nora. Causa gracia ver como cuenta el dinero para confirmar que le ha dado lo correcto.
— Thiago dijo que no os reconciliaríais hoy — explica Nora —. Según él seríais los mismos tontos de antes.
Abro mi boca con sorpresa al escucharla. Observo a Dylan que suelta una carcajada cuando oye salir esa última palabra de su boca. Thiago nos observa con una sonrisa ladeada rascándose la nuca, como si no quisiera que Nora hubiera dicho eso.
— Era un secreto, Nora — reprende mi hermano.
— Iban a terminar por saberlo — dice encogiéndose de hombros.
Se acerca a la silla de su hermano. Parece que se acaba de dar cuenta que su hermano está en la camilla. Guarda el dinero en su bolsillo con posesión, algo que causa una sonrisa en mi rostro. Se sienta en el lugar al lado de su hermano y le coge la mano que no tiene el yeso.
— ¿Cómo estás? — pregunta por primera vez en el día.
No sé quien de las dos ha sido la que más ha consentido a Dylan. Va a terminar hartándose de nosotras como sigamos así. Conociéndola Nora se va tirar todas las mañanas a su lado y cuando llegue la noche soy yo la que se quedará con él mientras mi hermano lleva a Nora a su casa. Entre todos hemos llegado al acuerdo de que la pequeña tenía que dormir en una casa y no en las incómodas sillas del hospital.
Estoy segura de que con una noche que se quede aquí lo va a odiar. No he visto lugares menos cómodos que estos. El cuello se me va a romper como siga así. Admito que Dylan me ha repetido durante la noche si quería dormir con él. El caso es que temo hacerle daño y no quiero dormir con ese miedo en mi cuerpo.
Despejo esos pensamientos de mi mente. Observo la hermosa imagen reproduciéndose delante de mis ojos. Nora y Dylan tomados de la mano, una sonrisa adornando sus rostros y una mirada de cariño de ambas partes.
— ¿Bonito, verdad? — escucho decir a mi hermano.
— Precioso.
CAPÍTULO EDITADO, ESPERO QUE OS GUSTE.
BESOS Y XOXO,
NHOA.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro