Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

" No sé que decir "

Soundtrack ~ Talking to the moon ~ Bruno Mars

Capítulo 55: "No sé que decir."

El timbre final suena. Encorvo mi espalda y bajo la cabeza provocando que mechones de cabello caigan por delante de mi rostro.

Durante toda la hora he estado ausente, tuve que escoger a otra pareja. Por suerte, una chica de mi clase estaba sola y no me ha costado nada juntarme con ella. No se le daba nada bien el deporte, tiraba el balón cinco metros más lejos de mi posición o simplemente no recibía bien la pelota pero no me ha molestado en absoluto. Eso me ha ayudado a perder más tiempo sin hacer nada.

Entro a los vestidores de nuevo y me deshago de mi ropa para volver a ponerme la que tenía anteriormente. En el transcurso de ese tiempo recibo miradas curiosas de muchas personas. Sin embargo, puedo diferenciar los ojos de Stacy con ese brillo de malévolo entusiasmo que solo ella posee.

La ignoro plenamente. Por mi se puede ir al carajo. A nadie le importaría si deja de venir a este instituto. Al menos, en mi opinión.

Recojo mi mochila cuando he terminado de cambiarme. Ni siquiera me pongo los lentes, es una tontería hacerlo. Además, me da igual que los periodistas vengan hasta la puerta del instituto. Tampoco les voy a hacer caso, aunque me atosiguen cien personas y no me cedan el paso.

Camino a paso rápido hacia el exterior del recinto. El infierno ya ha pasado. Aunque no sé si el infierno que me espera fuera es mejor o peor.

Miles de personas me esperan en la salida, como si fuera una pelea a la que todo el mundo está invitado. Paso por delante de todos ellos sin molestarme por contestar a sus preguntas. Seguramente lo haré cuando vaya a Londres así que no tiene sentido pararme ahora. Intento sacarme fotos con alguna chicas e incluso chicos. Estoy incómoda, demasiado. Y eso se nota en cada foto que me hago con mis fans.

Después de aproximadamente diez minutos decido irme. Mucha gente me agobia y me empuja para que responda sus cuestiones o para sacarme más fotos. Pero, con todo el pesar de mi corazón, intento salir. Y lo consigo. Aunque el recorrido a casa no es maravilloso porque la gente no se cansa de seguirme.

Tardo mucho más de lo normal en llegar a casa. Siento que la cabeza me va a estallar y el sonido de cámaras y gritos no ayuda. Tengo ganas de decirles que se vayan, que ya estoy en mi casa y no tienen que seguir preguntando. Sin embargo, decido callarme y entrar a mi casa con tranquilidad.

— ¡Ya estoy en casa, Thiago! — grito dejando mi mochila al lado de la mesa de la entrada.

Me dirijo a la cocina a prepararme la comida por que dudo demasiado que mi hermano me la haga. Es buen cocinero pero cuando se trata de hacerle algo a los demás es muy cabezota.

Durante la comida escucho con atención como, poco a poco, el sonido de voces y cámaras va disminuyendo hasta que, después de varios minutos ya no se oye nada. En ese tiempo, ya me ha dado el tiempo suficiente como para terminar de comer.

Subo las escaleras con lentitud. Analizando cada escalón con detenimiento como si eso me diera la clave de mis problemas. Sería capaz de besar el suelo si de verdad me da las respuestas. Cojo el pomo de la puerta de mi habitación para poder entrar y hundirme en mi tristeza sin que nada me importe. Sin embargo, el ruido que hace Thiago al salir de su habitación provoca que retroceda y lo mire.

No me dedica ni una sola mirada antes de bajar por las escaleras. A pesar de todo puedo llegar a ver la mirada de preocupación en su rostro.

— ¡Thiago! — grito.

Su paso no se detiene y decido ser yo la que baje las escaleras para llegar a él.

— No puedo hablar contigo, Skylar — dice con rapidez.

Viaja por todos los rincones de la casa buscando algo. Una cosa que no llega a encontrar.

— ¿Qué ha pasado? — interrogo preocupada.

Este comportamiento no es habitual en él. Siempre se toma las cosas con calma aunque la situación requiera rapidez. Siempre intenta analizar sus opciones antes de ponerse nervioso.

— Nora tiene una fiebre muy alta — avisa.

Coge su cazadora negra y las llaves. Parece un león enjaulado, sin embargo, yo también empiezo a preocuparme por ella.

— ¿Por qué Dylan no lo ha llevado al médico? — pregunto nerviosa empezando a moverme por todos lados. Al igual que él.

— Se necesita la asistencia de sus padres para atención médica. — me informa.

Sale del salón como alma que lleva el diablo. Tengo que procesar todo rápidamente para retenerlo a tiempo y que no se vaya.

— ¿Dónde vas? — pregunto como una estúpida.

Thiago no se percata de ello por estar pensando en otras cosas.

— Tengo que irme ya a casa de Dylan, Sky. Así que suéltame — responde de forma brusca.

Le suelto con lentitud impresionada por su tono de voz. Muy pocas veces me había tratado así y es ahora cuando comprendo la gravedad del asunto.

— Déjame ir a mí, Thiago — aconsejo cuando está a punto de salir por la puerta.

Se gira para mirarme sin dar crédito a mis palabras.

— Si es para arreglarlo con Dylan, no vas a ir — espeta.

— Por supuesto que no es por Dylan — mascullo con enojo.

Eso es lo último en lo que estoy pensando en este momento. Nora está enferma y esa es mi prioridad.

— Muy pocas veces has tenido que cuidar de una niña —recuerdo —. ¿Qué piensas hacer cuando llegues a su casa? — trato de hacerle razonar.

No me considero experta cuidando niños pequeños. Pero estoy segura de que ninguno de los dos va a tener ni idea de lo que hacer cuando mi hermano llegue a su casa. Thiago mantiene su vista puesta en mí intentando responder mi pregunta. Sé que no ha encontrado la solución cuando suelta el pomo de la puerta y me mira derrotado.

— Rápido — me apura.

Corro hacia la puerta cogiendo mis llaves y las del auto de mi hermano y salgo sin mirar atrás. Ni siquiera dejo que se lo piense detenidamente. Sé que si lo hace se arrepentirá de haberme dejado ir. Necesito que no piense en lo que acaba de hacer.

Cojo el coche como si fuera mío y arranco. Me alejo de mi casa con rapidez, acelerando al máximo para llegar a casa de Dylan. No me detengo a pensar lo que voy a hacer al llegar ahí. Nora está enferma y tengo que ponerle un remedio. Para todo hay solución y me obligo a mí misma a pensar todos los momentos en los que he tenido fiebre o he estado lo demasiado enferma como para quedarme en casa varios días.

Obtengo la solución en el momento en el que aparco enfrente de su casa. Salgo como un relámpago cerrando el coche en un tiempo récord. Me paro en su puerta en cuestión de segundos y toco en la madera.

Un cosquilleo se asienta en mi estómago a la espera de que abra la maldita puerta. Es ahora cuando me doy cuenta de lo que está pasando y los nervios salen a flote. Sin embargo, no dejo que ganen la batalla contra mi tranquilidad. Tengo que mantener la calma.

Dylan abre la puerta, sus ojos demuestran sorpresa al verme. No me extraña, se suponía que era Thiago el que tenía que venir, no yo.

— ¿Qué haces aquí? — pregunta.

— ¿Qué le pasa a Nora, Dylan? — cuestiono de vuelta frunciendo el ceño.

No quiero que se fije en quien está. Nora no está bien y hay que mirarle eso cuanto antes porque no quiero que vaya a más. Él me mira derrotado como si ya no le importar de que sea yo la que está frente a su puerta. Abre la puerta completamente permitiéndome pasar.

Entro en su casa y me dirijo a su salón. Dejo mis llaves en la mesa y vuelvo a enfrentarlo.

— ¿Dónde está? — mascullo.

Dylan me indica con la cabeza que le siga y emprendo mi camino con él. Vamos hasta su habitación y observo con detenimiento todo. Parece que hayan pasado mil años desde la última vez que vine aquí. Camino con rapidez hasta la cama de la habitación cuando me percato de su estado.

— Le he puesto el termómetro hace poco. Tiene cuarenta de fiebre y no sé que tengo que hacer para que le baje — confiesa preocupado.

Coloco una mano en la frente de Nora. La retiro rápidamente al sentir que está ardiendo. Su cuerpo se revuelve inquieto y con dolor. Sus ojos están cerrados y una mueca se dibujo en su pequeña cara. Su cabello está disperso por toda la almohada y las sábanas la tapan hasta el cuello.

— ¿Cuánto tiempo lleva así? — le pregunto.

— Desde que he salido del instituto.

Abro los ojos como platos y vuelvo mi mirada a él. Antes no me había fijado en él pero se nota inquieto que está. Su cabello está revuelto y sus ojos están brillantes. Como si estuviera reteniendo las ganas de llorar. Sin duda no le ha pasado esto muy a menudo.

— Necesito paños mojados en agua fría — ordeno.

Él asiente sin decir una palabra y sale de la habitación. Escucho el sonido del grifo siendo abierto para después girarme a ver a Nora de nuevo. Retiro los mechones rebeldes que han quedado en su rostro. Sus ojos se cierran con más fuerza como si ese roce le provocara el mayor dolor del mundo.

— Ya está, amor — le digo con voz dulce aunque no esté segura de que me vaya a escuchar —. Se te pasará.

Su cuerpo se mueve con dolor, solo por la forma en la que su cuerpo se contrae al moverse se sabe que la está pasando bastante mal.

Dylan entra a la habitación con lo que le había pedido. Me lo entrega con cuidado como si fuera la cura de una enfermedad mortal. Se lo coloco a Nora en la frente. Noto como un escalofrío se extiende por su cuerpo y se remueve en su sitio como si intentara decirme que le quite el paño. Me siento fatal de solo verla, sin duda desearía estar en su lugar.

Dirijo mi vista a Dylan de nuevo. Me observa esperando más indicaciones. Le pido un medicamento para la fiebre y él vuelve a repetir el mismo proceso que antes. Regresa a la habitación con aquello que le he pedido.

Incorporo lentamente el cuerpo de Nora intentando no provocarle más dolor y le doy la cantidad necesaria de medicina. Se queja al principio. Sin embargo, sus ojos siguen cerrados cuando se toma el jarabe. Vuelvo a dejarla tumbada en su cama. Su cuerpo se acomoda aunque aún tenga el paño mojado en su frente.

Le retiro las sábanas para que la fiebre baje, no es bueno el calor cuando está que arde. Me pongo de pie y salgo de la recámara sin hacer mucho ruido. Sé que no se va a despertar pero no quiero arriesgarme. Dylan me sigue cuando reconoce mis intenciones. Salimos los dos de la habitación y cierro con lentitud la puerta logrando que ésta no chirríe.

— Cámbiale el paño cada dos horas — recomiendo —. Debería bajarle la fiebre con el medicamento pero si no lo hace tienes que volver a dárselo. La misma cantidad — aviso.

— Muchas gracias.

Asiento sin importarme. Realmente no lo hace. Es Nora de la que estamos hablando, vendría aunque estuviera a la otra punta del mundo. Al igual que si fuera cualquiera de los que me rodean. Primero las urgencias y después los problemas personales.

Pese a todo, y, ahora que todo está más o menos bajo control, no puedo evitar sentirme nerviosa. Ahora puedo hablarlo con él. Pienso hacerlo sí o sí.

— Me voy a Londres — suelto de golpe.

Sé que he sido brusca. Eso lo compruebo cuando Dylan detiene su paso y se queda paralizado mirándome. Pero, si no se lo digo ahora estoy segura de que va a suceder algo que no me va a permitir contárselo.

— Mis padres quieren que esté un tiempo allí — explico cuando veo que no va a hablar —. Ya sabes, hasta que todo esto se calme.

Lo observo con atención. Simplemente está mirándome quieto en su sitio. Su mirada transmite mil emociones que no sé diferenciar. Demasiados sentimientos en un par de ojos tan oscuros.

— ¿No vas a decir nada? — pregunto después de unos minutos de la misma forma.

Su postura vuelve a ser la misma de antes, todo vuelve a la normalidad excepto su mirada. Esa mirada que puede decir tantas palabras sin ser formuladas. Contesta a todas mis preguntas con esa sola mirada.

— No sé qué decir — responde.

Llegamos al salón, con mucho pesar recojo mi juego de llaves de la mesa. Siento si mirada en mi nuca. Sé que está recapacitando sobre todo esto, y, sin embargo, no me dice nada.

— Me iré la semana que viene, el miércoles. Mi vuelo sale a las diez de la mañana — aviso, la esperanza aún latente.

Sigue igual que antes, sin mostrar nada físicamente y demostrando tanto emocionalmente. Necesito que me diga algo.

Camino hasta la puerta, oigo sus pasos siguiéndome. Su cabeza cabizbaja y sus hombros caídos hacen que mi corazón se rompa. Pero no puedo hacer nada, es su decisión la que cuenta en este momento por que la mía ya la sabe. Yo quiero estar con él.

Abro la puerta de la entrada y lo miro. Permanece exactamente igual y eso me provoca tristeza.

— Piensa en lo nuestro, por favor — suplico.

Cierro la puerto con un peso menos en la espalda pero con una carga diferente a la anterior. Como si nunca pudiera vivir libre de preocupaciones. Ahora lo único que puedo hacer es rogar porque me perdone.

CAPÍTULO EDITADO, ESPERO QUE OS GUSTE.

XOXO,

NHOA

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro