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"No os entiendo."

SOUNDTRACK: Pretty Girl ~ Maggie Lindemann

Capítulo 33: "No os entiendo."

Me encuentro de camino al instituto. Aún tengo en mi cabeza la advertencia que me dio la directora de mi agencia cuando la noche del viernes me fui antes de la hora que tenia acordada.

Ya me había dicho lo que tenía que hacer, en mayo me tenía que ir a mi ciudad natal, México, a hacer un desfile. Según mi superior era uno de los desfiles más importantes que había, asistían una gran cantidad de periodistas de revistas o de programas de televisión.

Es para mi una suerte pues todavía estamos a mediados de octubre y faltan los meses suficientes para que yo pueda planificarme los datos en mi cabeza. Sin embargo, lo que menos me importa era el mes que voy a estar allí, mi mayor prioridad es el saber que le contaré a Dylan para ausentarme durante tres semanas

Me obligo a alejar esos pensamientos de mi cabeza por un momento y entro al instituto. Trato de que mis pies se muevan por el suelo sin que nadie me dé codazos ni empujones, cosa difícil cuando la mayoría de los estudiantes están dormidos.

Con suerte consigo llegar hasta mi destino pero no soy capaz de evitar determe al ver la tierna pareja que hacen la dulce Camille y Jack. Sinceramente, siento que los estoy dejando de lado al estar más con Dylan y juro que durante esta semana he pensado en hacer actividades, por más absurdas que sean, que nos incluyan a los cinco.

Con las dos parejas que formamos y Marcus de aguanta-velas se haría un poco complicado pero no hay nada que más desee ahora mismo que eso.

Frunzo el ceño al distinguir un matiz triste en la mirada de ella, Jack pone sus manos a cada lado de sus mejillas con una sonrisa en la cara. Los labios de Camille se crispan en una sonrisa que nunca llega a formarse.

La sorpresa se instala en mi cuerpo al contemplar la manera en la que Camille rehuye a Jack, abro la boca incapaz de comprender la razón por la que Camille se larga del lado de su novio sin una explicación lógica.

No dejo pasar la impresión cuando los ojos cansados de Jack se chocan con los míos, suelta una gran bocanada de aire dándole más énfasis a sus sentimientos. Se apoya en los casilleros y flexiona su pierna derecha dejándola también en las taquillas.

— Juro que no os entiendo — bufa él, molesto.

— Tampoco somos tan malas, Jack, solo tienes que buscarnos nuestro punto — aseguro tratando de calmarle.

Jack se queda mirando un punto fijo en el suelo como si el polvo que hubiera en él fuera la mejor maravilla que el universo podía crear. Dejo que reflexione en su pequeña cabeza el problema que tiene con mi mejor amiga mientras yo recojo los libros de mi taquilla para las próximas clases.

No aguanta más de cinco minutos sin soltar una palabra, al cerrar mi casillero es como si un reloj de arena se hubiera dado la vuelta y el tiempo comenzara a correr para Jack.

— ¿Te ha contado algo Camille últimamente? — pregunta, convierte sus ojos en rejilla evaluando cada acción de mi cuerpo.

Niego con la cabeza —. No sé absolutamente nada.

Un bufido escapa de sus labios y pasa las manos por su castaño cabello hundiendo sus dedos en las hebras de este.

— Está demasiado ausente, más que de costumbre — explica irritado, su voz comienza a convertirse en un altibajo entre agudo y grave —. Cuando hablo con ella, pasa de mí. Si intento quedar con ella por la tarde me dice que tiene que estudiar para un exámen que no existe — forma un puchero —. Has visto que ya ni siquiera besarme puede.

— ¿Os habéis peleado? — pregunto —. ¿Has hecho algo que la ha molestado? Sabes que Camille suele guardarse todo para ella — recuerdo, se topa con mi mirada y contemplo en sus ojos un miedo indescriptible.

— ¿Tú crees que está enfadada conmigo? Dios, ni siquiera sé que he hecho — se refriega la cara con las manos con un aura de desesperación envolviendo su cuerpo.

Me acerco a él con la única opción de rodear su cuello con mis manos y ponerme de puntillas para acercarlo a un abrazo. Su delgado cuerpo me sostiene apoyando su rostro en mi hombro, su cuerpo tiembla y quiero creer que es de la impotencia.

— Intentaré averiguar qué le pasa — le susurro al oído, lo primero que necesito es que se calme y luego me romperé la cabeza al igual que él para intentar encontrar la razón por la que Camille se encuentra así. Asiente con la cabeza.

— Gracias, Sky — me responde él.

— ¿Podrías quitar tus asquerosas manos de mi chica, Woods? — dice una voz divertida a mis espaldas.

Me giro con una sonrisa irónica escalando las esquinas de mi boca. Desde lejos se puede distinguir la figura de Dylan y, como ahora mismo todos están caminando hacia sus clases, se hace difícil seguirlo con la mirada.

Aprovecho que la mayoría de alumnos se largan a sus clases para conseguir visualizarlo. Casi se me cae la baba cuando la camiseta de su equipo de fútbol americano se pega a su cuerpo como una segunda tela. Resisto el impulso de bajar la mirada y observar esos pantalones que le definen las piernas.

Mierda.

Levanta la vista, Skylar.

Se encuentra delante de mí cuando me permito ver su rostro despejado y su cabello revuelto pero con el enorme milagro de que se vea perfecto en él. Frunce el ceño fingiendo desconfianza, aplano los labios buscando la manera de no reír.

— Deja de ser tan celoso, Thompson, no estábamos haciendo nada — se defiende Jack igual de divertido que Dylan —. Además, tengo novia, ¿recuerdas? — pregunta con ironía.

— Sí, sí, como tu digas. Simplemente... — me agarra del codo sutilmente y me acerca a su cuerpo mientras termina su frase — mantén tus manos alejadas — termina.

— Vale, lo pillo — levanta las manos en símbolo de rendición —. En fin..., supongo que nos vemos luego, Sky — se acerca a mi y deja un beso en mi mejilla como provocación para Dylan. Y lo consigue por que Dylan gruñe y le aparta de mi amigo.

— Hasta luego, Jack y mantente tranquilo, seguro que no es nada — le digo con compasión acompañada de una sonrisa.

— Claro, por supuesto — me responde. Más bien se lo dice a si mismo, como si se estuviera convenciendo a su mente de esas palabras —. De todas formas, avísame si consigues saber algo, ¿vale?

— Serás el primero en saberlo — le prometo.

Asiente con la cabeza y se adentra hasta el final del pasillo con la cabeza gacha y los hombros caídos. Lo observo hasta que gira a la derecha para dirigirse a su clase. Suspiro cuando se que se ha ido.

Sinceramente, no sé como haré para que Camille me cuente. A lo mejor, como esta en un momento delicado me podría contar que le pasa, sus defensas están bajas y no tengo que hacer demasiado para que confiese. No es por aprovecharme de su debilidad, bueno, más bien sí, lo hago porque cuando Camille se pone en «plan antisocial» no hay quien consiga sonsacarle nada.

— ¿Qué le pasa? — pregunta Dylan dando una cabeza al lugar por el que Jack acaba de marchárselo.

Me giro para contárselo. Mi cabeza está gacha mientras intento buscar una respuesta simple y fácil que resuma todo lo que le pasa a Jack. Sin embargo, mi mirada se dirige a un pequeño hematoma en el brazo de Dylan. No sé cómo no me he dado cuenta antes, es lo suficientemente grande como para verlo a simple vista, el tono morado resalta en su piel.

— ¿Cómo te has hecho eso? — pregunto confusa.

No es por escandalizarme, pero me preocupo por él. Y con más razones para estar pendiente de él cuando últimamente he estado viéndolo con algunas heridas en su cuerpo. Reconozco que esta vez, ese golpe, se lo pudo haber hecho con cualquier cosa, pero por alguna razón siento que debo fijarme en todos los golpes que pueda tener. De esta forma, aunque no me cuente el porqué de sus heridas, al menos, puedo curarlas y aliviar su dolor.

— Ya sabes. Simples heridas de guerra en el campo de batalla. Me he chocado con un compañero en el entrenamiento — confiesa.

— Claro — respondo bajito con la intención de que me crea —. Seguro que ha sido eso — me repito de manera que no escuche el sarcasmo en mi voz.

Tengo un déjà vu con esa repetida excusa. Hace no más de dos semanas me dijo lo mismo cuando vino a clase con otro moratón, pero aquella vez el golpe se lo había hecho en el rostro. Con una puerta o no sé qué historia de mierda.

No sé si reconoce la punzada de dolor que siento cuando veo que me miente de algo tan grave. Puede, que yo sea muy poco evidente con mis sentimientos, o quizás, él es demasiado ingenuo como para no darse cuenta. Pero sé que la última opción que digo no es posible, porque reconozco la mirada de dolor que me lanza cuando respondo tan débilmente a sus explicaciones.

Como ahora.

— ¿Y a Jack? — vuelve a repetir.

Me olvido de todo lo que está pasando —aunque sea lo más difícil del mundo— para concentrarme en él ahora. Donde un amigo necesita ayuda con su novia, la cual esquiva a Jack y éste no sabe el porque.

— Camille ha estado rara estos días. Jack está preocupado — resumo, si el va a darme unas explicaciones estúpidas, yo también lo haré.

— Seguro que no es tan importante.

Dylan se ríe y pasa una mano encima de mis hombros. Caminamos sin rumbo fijo por los pasillos. Lo miro confundida al ver su aspecto divertido. Al darse cuenta de mi insistente mirada, se explica.

— Quiero decir, a lo mejor está a punto de entrar en sus días y está sensible. Recuerdo la última vez que tuviste el periodo y te pusiste como una loca conmigo. Juro que pensé que me matarías.

Me río junto a él. Es cierto. He de explicar que mi pasión por las galletas en días de cascadas rojas es indispensable. Fue un crimen que alguien tenía que cobrarse el no tener ni una maldita galleta en la encimera de la cocina cuando mi período lunar llegó.

— No fue para tanto — me defiendo calmada.

Dylan se para bruscamente provocando que de un empujón hacia delante por el movimiento. Me giro para encontrarme con su mirada entre divertida e irónica.

— ¡¿Que no fue para tanto!? — grita incrédulo —. Estuviste persiguiéndome con un bate de béisbol durante casi media hora. El entrenamiento con el equipo es una tontería comparado con lo que tú me hiciste correr.

Le respondo con una sonrisa de disculpa en mi rostro. Vuelvo a mi camino intentando ignorar los gritos de indignación de mi novio cuando me doy cuenta de algo. Algo demasiado importante. El reloj. Las manillas se mueven rápidamente, no hay nadie en los pasillos y se escuchan las explicaciones de los profesores.

Y ahora es cuando me doy cuenta de que ha pasado media hora desde que ha tocado el timbre que daba un aviso sobre el comienzo de las clases. Pero hay algo aún peor, y eso es acordarme de que hoy tenia un examen justo a primera hora, es decir, que me estoy saltando una clase y un examen.

— ¡Mierda, mierda, mierda!

Ni siquiera me doy cuenta de que grito millones de insultos y maldiciones en mi idioma natal hasta que la voz de Dylan se hace presente.

— ¡Vaya! Eso sí que lo he entendido — se enorgullece. Le lanzo una mirada envenenada— ¿Qué? — pregunta extrañado.

— ¡Por qué demonios no me has dicho que habían empezado las clases! — le maldigo furiosa agitando mis manos en el aire. Puedo asegurar que si alguien llega a pasar ahora se preguntaría qué narices hago. Pero eso ahora no importa porque estoy demasiado enfadada, demasiado irritada y demasiado asustada.

— Perdón por creer que habías escuchado la campana y que querías pasar tiempo con tu novio saltándote clases — ironiza.

— ¡No estoy para bromas, Dylan! ¡Joder! — vuelvo a insultar en español — ¡Tengo un maldito e importante examen Dylan! ¡Si no apruebo ese control, suspenderé la asignatura! — confieso asustada.

Sí, suspenderé. Siempre he sido mala en Biología, no me gusta. A parte de que el profesor es un amargado que parece sacado de la serie de The Walking Dead. Y ahora, por no hacer ese examen reprobaré la asignatura.

— ¡Ey! — exclama Dylan agarrándome por los hombros para que deje de caminar frenéticamente a lo largo del pasillo. Sostiene mi rostro con sus manos y me obliga a mirarle —. Tranquilízate.

— No puedo calmarme, Dylan. De ese examen depende que apruebe la materia — intervengo agitada con mis ojos empezando a picar advirtiéndome de futuras lágrimas.

— No vas a reprobar nada — tranquiliza, suelto un suspiro sin creerme sus palabras —. Iremos a la enfermería, diremos que te encontrabas mal y te harán un informe para que puedas retractar tu ausencia en clase, ¿de acuerdo? — se asegura de que le he entendido, frunzo el ceño.

— ¿Eso no está prohibido? — pregunto confundida.

— Lo está — afirma, sonríe —. Así que haz como que estás mareada o algo, tendrás que mentir un poco — responde con la sonrisa curvando sus labios.

— Me quedo mucho más tranquila — declaro sarcástica.

Recojo mis libros que habían caído al suelo cuando me he enfadado y camino hasta la enfermería junto con Dylan. Sólo espero conseguir ese maldito papel. Si no lo logro, Dylan ya puede ir buscándose una tumba donde descansar su cuerpo.

CAPÍTULO EDITADO.

ESPERO QUE LES GUSTE ;)

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