"Lo he intentado."
SOUNDTRACK: Paris ~ The chainsmokers
Capítulo 52: "Lo he intentando."
Mis pasos se sienten más pesados que nunca. Hoy ha sido un día de mierda, mucho peor que los anteriores.
Creo que lo único bueno de este horrendo día ha sido la noticia de Camille. En cuanto me lo dijo no me podía sentir mejor. La sensación de alivio que me produjo y que me sigue produciendo es increíble. Todavía siento la emoción del momento.
Aunque lo único malo de todo eso ha sido ver las muestras de cariño que se proporcionaban mis dos amigos. No es que estuviera enfadada ni nada por el estilo pero es extraño "hablar" con alguien y que a cada dos por tres ellos se besaran.
¿Pero a quién miento? Yo habría hecho lo mismo si me hubiera pasado algo parecido.
Cuento los pájaros que vuelan por el cielo y los que se posan en la rama de un árbol a observar a la gente pasar. Me pregunto si los animales tienen los mismos problemas en cuestiones de amor. Ellos parecen tan libres y seguros que una oleada de envidia me atraviesa de solo pensarlo.
Me encantaría poder sentir que lo próximo que voy a hacer va a ser lo correcto y que nadie me va a juzgar si lo hago mal. Pero esto es el mundo real, y en este lugar te juzgan hasta por el tono de piel que posees.
Abro la puerta de mi casa con cuidado. No estoy segura si Thiago ha llegado a casa. El sonido de unos platos me dan la respuesta que necesito.
Camino con lentitud hacia la cocina. Parece extraño pero la mayoría de veces nos encontramos en este lugar de la casa. Es como nuestro punto de encuentro.
Dejo mi mochila en el suelo y me siento en la silla en frente de la mesa. Paso mis manos por mi rastro intentando despejar mi mente. Las retiro cuando estoy algo mejor. Lo que no espero encontrarme es el cuerpo de una mujer en lugar de el de mi hermano.
— ¿Qué haces aquí, Jess? — pregunto con confusión.
Ya sé que teníamos que hablar y que, seguramente, por el tono de su voz, era algo bastante importante. Pero no esperaba encontrármela al entrar a mi casa.
Ella se gira con tranquilidad con los platos que ha cogido anteriormente en las manos. No sé de donde habrá conseguido la llave para entrar a mi casa pero eso no es mi prioridad por ahora.
— Tengo que hablar contigo — responde como si nada.
Voy hasta donde está ella y le retiro los platos de sus manos. Los coloco encima de la mesa de madera y la enfrento de nuevo.
— Ya sé que querías hablar conmigo — repito obvia —. Pero no pensaba que fuera tan pronto.
Jessica me dedica una sonrisa que no le correspondo. De un momento a otro, un olor a quemado entra por mis fosas nasales. Toso con disgusto al sentir ese aroma. Jessica abre los ojos con impresión y corre hasta la vitrocerámica. Apaga el fuego y me mira arrepentida. Una angelical sonrisa tira de sus labios. De ángel no tiene ni un pelo.
— ¿Que pretendías hacer? — pregunto mosqueada.
Puede que en otro momento me lo hubiera tomado con diversión pero con esta situación de por medio no voy a reírme.
La cara de Jessica cambia a una seria. Como si se hubiera dado cuenta de que lo que había hecho no causaba nada en mí. Coge una cuchara y empieza a remover la olla de los macarrones ya hervidos. Su mirada no transmite nada bueno.
— Quería haceros la comida a tu hermano y a ti.
Niego con una cara sería y devuelvo mi cuerpo a donde anteriormente se encontraba. Coloco mis brazos en la mesa y los flexiono para poder apoyar mi cabeza en las manos.
— ¿Qué querías decirme? — interrogo cansada de todo.
Reconozco que mi comportamiento no es el mejor de todos y me reprendo a mí misma por ser así pero no encuentro otra escapatoria para dejar salir toda esta tristeza que albergo en mi cuerpo.
Escucho como Jessica agarra un plato de los que hay en la mesa y coloca la comida. Repite lo mismo con el segundo y con el tercero. Los coloca en la mesa y se sienta al mismo tiempo que yo me levanto para coger el mismo número de vasos y la jarra de agua.
Me vuelvo a sentar de nuevo en mi lugar y empiezo a comer. No le han salido para nada mal a pesar de que se le hayan quemado un poco. Está en el punto exacto de sal y el tomate que le ha puesto lo hace más sabroso de lo que ya es. Mi estómago pide más y más, algo que estoy dispuesta a ofrecerle.
— Tus padres llamaron el viernes.
Dejo caer el tenedor en el plato con estruendo. Mi comida a medio tragar se atora en mi garganta impidiéndome respirar. Toso repetidas veces y agarro el vaso de agua para que la comida circule por mi cuerpo.
Observo con sorpresa a Jessica. Su mirada es triste y la sonrisa que me dedica, compasiva. Como si estuviera a punto de darme una mala noticia. Solo espero que el día de hoy, el cual se estaba haciendo pasable, no se convierta en nefasto.
— ¿Qué te han dicho? — cuestiono con miedo.
Supongo que mis padres la llamaron cuando vieron que yo no les iba a coger las llamadas el pasado fin de semana. Es ahora cuando me arrepiento de no haberlo hecho.
Ella mueve su cubierto con lentitud, jugando con la comida. Como si esa fuera una forma de soltar la noticia en lugar de mirarme a los ojos como cualquier persona haría.
— Quieren que vuelvas a Londres — suelta la bomba.
No despego mi vista de ella hasta que puedo analizar esa frase. Esa simple oración que cualquier persona podría comprender en menos de dos segundos a mi me cuesta largos y dolorosos minutos.
— No — respondo firme y decidida.
Me niego, tengo cosas que resolver aquí. No puedo simplemente marcharme y dejar aquí todo lo que he construido. Me opongo a ello.
Jessica me observa por primera después de extensos minutos. No sé cuanto tiempo me habré quedado pensando en ello. Tampoco me importa pues lo que realmente es importante para mí en este momento es mantener mi respuesta y hacerle cambiar de opinión.
— Intenta entenderles. Están preocupados. Cada vez son más los medios que quieren hablar contigo y que respondas a sus preguntas — argumenta —. Ahora no te han seguido porque están en su hora de comer y has tenido suerte pero dentro de una hora van a volver a estar todos delante de la puerta de nuevo. Esperando ese momento en el que salgas de tu casa.
— Puedo hablar con ellos. Responderé a las preguntas que quieran y se irán.
Una sonrisa irónica adorna su rostro. Aparta su plato de comida a pocos centímetros de ella y entrelaza sus manos por encima de la mesa.
— ¿Estás segura de que se irán? — masculla —. Parece mentira que no conozcas este mundo, Sky. No se olvidarán de ti porque respondas tres o cuatro preguntas. Cada vez querrán más y más hasta que se sacien del todo.
— Pero debo quedarme aquí, Jessica — ruego.
Podría hacer una rueda de prensa o una entrevista en plató. Lo que sea pero me niego a salir de este lugar.
—Eso ya no es decisión mía, Sky — me dedica una triste sonrisa —. Sigues siendo menor de edad y tus padres pueden hacer lo que crean conveniente para ti, yo no puedo hacer nada al respecto.
— Pero puedes intentar convencerlos.
Aunque no estoy segura si debería hacerlo yo.
— Lo he intentando. Juro que lo he hecho pero ellos ya lo tenían decidido.
Hundo mi cara en mis manos intentando que por un milagro del universo una idea aparezca en mi cabeza.
No puedo irme. Tengo que solucionar todo con Dylan. Un problema no se puede solucionar en la distancia, menos con un océano de por medio.
Nosotros dos tenemos que sentarnos a hablar. No puedo marcharme y dejar que por obra del destino nos podamos volver a encontrar. Esto lo tengo que hacer por mi cuenta y tiene que haber una manera de conseguirlo.
— ¿No se puede hacer nada más? — pregunto —. Podría hacer una rueda de prensa aquí. Sería capaz de responder preguntas durante un día entero — suplico.
Sus ojos me observan con cariño, tal y como lo hacen mis padres. Esa mirada me recuerda a cuando mis padres me decían que no me iban a llevar al parque a causa de la montaña de trabajo que tenían que hacer para el día siguiente. Esa mirada para mí es como si me estuviera negando algo aunque ella en su interior desee lo contrario.
— La rueda de prensa la harás allí — sentencia —. Tus padres ya han acordado la fecha y la hora a la que tendrás que asistir.
— Tendrían que haberme preguntado — espeto cabreada.
— Lo iban a hacer. Te llamaron para ver si estabas de acuerdo pero cuando no les cogiste las llamadas decidieron por ti.
Estúpida y mil veces estúpida. Esto te pasa por ser una enojada de mierda. No debí ser tan rencorosa y tendría que haber escuchado a mis padres. A lo mejor no era solo para eso por lo que querían hablarme. Soy su hija y estoy segura de que querían saber de mi.
Solo pido que me entiendan. Dylan me ha dejado por culpa de esto, aunque el verdadero error lo cometí yo. El caso es que en ese momento, cuando mis padres llamaban sin cesar, quería un momento a solas, necesitaba pensar y desahogarme. Lo que menos necesitaba era hablar con alguien.
— Tienen que entenderme. Lo que hice no estuvo bien pero no me puedo ir.
Jessica se levanta de la silla. Da unos pasos hacia mí y se sienta en el asiento más próximo al mío. Siento como sus pies buscan la posición más adecuada, tener tacones no es agradable si los tienes que tener puestos todo el día como le sucede a ella. Pero el trabajo es trabajo y hay cumplirlo.
Parece irónico que sea yo la que dice eso cuando yo no quiero hacer mi trabajo.
— Habla con ellos. A mí no me han hecho caso pero tú eres su hija, estoy segura de que te van a entender — aconseja.
La miro a los ojos. Su mirada me transmite tranquilidad, algo que necesito con urgencia. Un día sin decepciones ni problemas. Estoy segura de que cualquier persona lo que sepa que me está sucediendo diría que me estoy ahogando en un vaso de agua. Pero son tantas cosas seguidas las que están sucediendo en mi vida que temo no poder controlarlas a la vez.
Necesito ir poco a poco, paso a paso. Lo primero de todo es solucionar mis problemas con Dylan pero para ello tengo que conseguir que mis padres me dejen quedarme aquí. Puedo conseguirlo, debo hacerlo.
— ¿Cuándo se supone que me tengo que ir? — cuestiono.
Mis padres nunca han sido de hacer las cosas apresuradas así que estoy segura de que no habrán puesto una rueda de prensa demasiado pronto.
Jessica se acerca a un punto de la cocina, en la esquina. Se agacha y coge su bolso de ahí. Me pregunto por qué no lo habrá dejado en la pequeña mesa de la entrada. Sin embargo, retiro esas ideas de mi cabeza al saber que no son para nada convenientes en este momento.
— Dentro de dos semanas — responde.
Asiento soltando un suspiro. Tengo dos semanas para hacer que cambien de opinión. Creo poder manejarlo. Los tacones de Jessica se acercan hasta llegar a mi lado. Alzan mi barbilla y choca sus ojos en los míos con fuerza.
— Encontrarás la manera de quedarte — me anima con una sonrisa.
Me regala un beso en la mejilla para despedirse. Le susurro un adiós antes de escuchar la puerta cerrarse con un suave portazo.
Paso las manos por tercera vez por mi cara. Debo despejarme un momento pero tengo que hacer algo antes. Cojo mi mochila del suelo y busco mi móvil en los bolsillos de éstos. Lo encuentro con rapidez y lo desbloqueo. Me muevo con agilidad hasta llegar a mi lista de contactos y marco el número que deseo cuando lo he localizado.
Los pitidos del móvil parecen una sentencia de muerte. Como si fuera la llamada del infierno. Espero con desesperación equivocarme y que esta llamada me lleve al cielo en lugar de a mi mayor pesadilla. Una respiración se escucha en el otro lado de la línea.
— ¿Diga? — pregunta una firme voz.
— Soy yo, mamá — aviso cuando encuentro mi voz.
CAPÍTULO EDITADO, ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO.
BESOS Y XOXO,
NHOA
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro