"¡Feliz cumpleaños!"
SOUNDTRACK: We Are Never Ever Getting Back Together ~ Taylor Swift
Capítulo 44: "¡Feliz cumpleaños!"
Hoy es el día.
Con Thiago he acordado que él me daría las llaves de la casa de Dylan. He pensado muchas para hacer hoy y la verdad es que estoy muy emocionada y ansiosa por hacerlas. Por supuesto, Nora está incluida en algunas de ellas, la mayoría, pero no podría hacer una cosa y por eso le pedí a Thiago que se quedara con ella mientras yo hacía aquello que quería hacer.
Hace cinco minutos que he salido de casa, es temprano y sé que Dylan y Nora siguen dormidos para cuando yo llegue, solo espero que eso en verdad se cumpla. No quisiera que Dylan me pillara con las manos en la masa.
Hoy es un día lleno de cosas por hacer, quiero que todo salga perfecto y que nadie lo estropee. Incluso me he pedido el día libre en la agencia para no tener que ir a desfilar. Todo sea por pasarlo bien hoy.
Los pasos que tengo que recorrer hasta llegar a la casa de los Thompson son pocos. Ya no queda mucho mas de dos o tres minutos para llegar y siento el corazón en la garganta. Las manos me sudan temiendo que algo salga mal. Mi mayor miedo.
Por suerte, la prensa no ha dado indicios de futuras publicaciones sobre mí y eso me otorga algo de seguridad en mí misma. Aunque al mismo tiempo me dé miedo, me siento más segura que otras veces. Además, hoy solo me voy a ocupar de disfrutar al máximo.
Abro con mucho cuidado la puerta de la casa. De momento no he escuchado ningún ruido y eso me alivia. La primera parte del plan está lista. Sin moros a la vista.
Camino de puntillas, lo bueno de tener una casa enorme es que no se llegan a escuchar del todo bien los ruidos que haces. Ya que entre el piso de arriba y el de abajo hay cierta distancia que te permite hacer algún que otro ruido, siempre y cuando sean flojos. Mis pasos se dirigen decididos hasta la cocina, dejo el bolso y las llaves con cuidado en la mesa que hay allí y empiezo con mi propósito.
La leche, la botella de jugo de naranja, el bacon y dos huevos es todo lo que necesito para ponerme manos a la obra. Comienzo poniendo una sartén en el fuego. Lo único que quiero es que no se me queme nada, no soy muy buena cocinando, casi siempre le dejo el trabajo a mi hermano porque yo pocas cosas sé hacer. Más bien lo básico, el desayuno, los bocatas o lo que estoy haciendo ahora mismo, si alguien me saca de esas tres cosas soy capaz de incendiar la cocina.
Mientras espero a que el aceite se caliente voy cogiendo la botella de jugo, un sonido se escucha a lo lejos. Me paralizo de solo escucharlo.
Que no sea Dylan, por favor.
Sin embargo, al no seguir escuchando nada después de unos segundos, sigo con mi trabajo. El líquido naranja cae libremente sobre el vaso. Me habría gustado hacerlo yo misma pero habría requerido mucho ruido y no quiero que nadie se despierte. Bastante estoy arriesgando en hacer los huevos y el bacon.
Tranquilamente y con poco ruido voy tarareando una canción. Sinceramente, amo escuchar música, es otro tipo de salida de la realidad. Al igual que leer te desplaza a otro mundo, escuchar música sirve para aislarse de todo por unos momentos.
Cuando termino de poner el jugo en el vaso, agarro una bandeja lo suficientemente grande para colocar todo lo que estoy haciendo y dejo allí el jugo. Observo la sartén y al ver que esta caliente, empiezo a hacer los huevos fritos. Cojo uno y comienzo a golpear un poco la cáscara para que esta se rompa.
— ¿Sky? — pregunta una dulce voz a mis espaldas.
Salto del susto al escuchar el sonido. la comida se me cae al suelo, provocando que la cáscara se rompa y todo se vaya a tomar por saco.
— ¡Mierda! — susurro al ver la clara y la yema esparcida por el suelo.
Observo a Nora, quién ahora me está observando con una mirada culpable y confusa. Tiene una carita asustada, como si alguien le hubiera dado miedo.
— Lo siento, Sky. Yo... — dice intentando explicarse. Le dedico una sonrisa cariñosa. Es una ternurita de niña.
— No, lo siento yo. Supongo que he hecho demasiado ruido y te he despertado — me disculpo acercándome a ella. Me pongo a su altura y le doy un beso en la mejilla —- Buenos días, princesa.
— ¿Qué haces? — interroga curiosa eliminando la distancia y cruzando esta hasta el fuego para observar qué cocino.
— No te acerques mucho, Nora. El aceite puede saltarte — le digo alejándola un poco porque no me fío de que no pueda lastimarla, es muy incómodo y algo doloroso tener una quemadura. —. Es para tu hermano — le confieso.
No contaba con que nadie se despertara. Pero supongo que puede ser un punto a mi favor tener a Nora levantada. A lo mejor me puede ayudar a llevar todo a su habitación. Y así celebramos su cumpleaños los tres juntos.
— ¿Dylan? — dice confusa. Su rostro va cambiando a medida que pasan los segundos. Puedo escuchar a su cabeza trabajar desde aquí —. ¡Ostras! Se me había olvidado que hoy era su cumpleaños — explica llevándose sus manitas a la cara —. Y eso que lo he tenido en la cabeza toda la semana — argumenta en un susurro haciéndome reír.
— Suele pasar — le apoyo.
Camino hasta la nevera para coger la comida que se me ha caído y vuelvo al trabajo. Cuando he hecho el primer huevo frito y lo dejo en un plato, escucho el ruido de una barriga rugiendo. Me río al escuchar que no soy yo la propietaria de ese ruido y giro mi cabeza para encontrarme con una pequeña castaña con las mejillas coloradas.
— ¿Quieres desayunar, Nora? — le digo divertida.
Asiente con su cabeza gacha. Suelto una risita al darme cuenta de lo contradictoria que puede ser Nora sin darse cuenta. Unas veces puede hacer la mayor locura del mundo y no sentirse avergonzada por ello y, en otros momentos, puede estar con los pómulos como tomates solo porque otra persona ha escuchado como sus tripas pedían comida.
— Aquí tienes, Nora — aviso con una sonrisa cuando tengo su desayuno preparado.
Nora no es de las personas que tiene mucho apetito por la mañana, más bien es de las que solo les falta un vaso de leche para sentirse satisfecha. Por eso que es mucho más fácil hacerle el desayuno a ella que a Dylan. En serio, Dylan parece tener el estómago de una vaca por las mañanas.
— Gracias — exclama en tono bajo empezando a beberse la leche.
— De nada, princesa — le correspondo volviendo, de nuevo, mi atención a la comida del mastodonte.
No sé si fue por la ayuda de Nora al terminar de desayunar o por mi rapidez, pero terminamos de cocinar en nueve o diez minutos. Sin duda, tener a alguien que te brinde su apoyo es increíble, y más para una persona a la que le cuesta cocinar. Decido esperar un poco más, la comida ardía y no quería quemarme la mano al llevar el plato hasta la bandeja. Mejor prevenir que curar.
— Solo tengo una pregunta — le digo a Nora cuando hemos terminado de limpiar. Ella sigue secando los recipientes mientras que yo le paso el último vaso limpio —. ¿Si Dylan va a cumplir dieciocho años, cómo es que sigue cursando el último año de la preparatoria? — le pregunto curiosa.
Agarra un poco de papel de cocina para secarse las manos antes de contestar. Juro que en estos momentos parecería una chica más mayor si no fuera por su pequeña estatura.
— Dylan repitió el año en el que mi hermano mayor murió. No lo llevó muy bien y sus notas bajaron mucho — explica con algo de tristeza.
— L-lo siento mucho. No lo sabía —me culpo.
No dejo de reprenderme. ¿Cómo puedo ser tan estúpida? Es obvio que algo como eso era el causante de ir un curso atrasado. Tonta, tonta, tonta.
— No pasa nada, Sky. No lo sabías — declara divertida olvidándose de todo.
He admirado esa parte de ella desde que la conocí. No es de las personas que le da vueltas al asunto cincuenta veces. Nora prefiere dejarlo pasar antes de estar en un momento incómodo. Es por eso que intento no sacar este tema a la luz, no quiero colocar a nadie en una situación incómoda por mi culpa. Prefiero pasarlo bien.
— ¿Qué te parece si vamos a la habitación de tu hermano y le damos el desayuno? Apuesto a que está dormido — propongo jocosa a Nora.
Ella sale de la cocina rápido. Suelto una pequeña risa y cojo la bandeja con la comida. La pequeña da saltitos esperándome, le respondo con una sonrisa y, con una mirada, le digo que vaya subiendo las escaleras. Ella lo comprende y me devuelve con un asentimiento que lo ha comprendido para después subir las escalera con velocidad.
Subo escalón a escalón lentamente para que no se me caiga nada. Lo malo de tener esta casa es que al tener una escalera tan larga, sufres el riesgo de que se te caigan los vasos. No soy una torpe pero prefiero no correr el riesgo. Con gran habilidad y talento consigo que no se me caiga nada al suelo. Admito que a mitad de camino casi se me cae el jugo. Por suerte puedo mantener el equilibrio a tiempo como para que no se me caiga nada.
— Venga, Sky. Quiero despertarle ya — murmura ansiosa delante de la puerta entreabierta de Dylan.
— Ya voy, pequeña traviesa — le susurro cómplice.
Si cree que no sé lo que se trama está equivocada. Yo también he tenido hermano y el orgullo y la satisfacción que te da el saber que vas a despertar a tu hermano de un sueño es irreemplazable.
Llego hasta la habitación con la bandeja en las mano. Nora agarra el pomo de la puerta con cuidado de no hacer ningún ruido ni movimiento brusco.
— Uno... — comienzo la cuenta atrás susurrando —. Dos... — suelto un suspiro — Ahora.
Observo como Nora abre la puerta cantando la típica canción de "Cumpleaños feliz". Su voz es como la de un ángel. Sin embargo, la mía parece la de un ogro.
Dejo esos pensamientos de lado para concentrarme en la escena que estoy viviendo. Nora se tira a la cama de su hermano. A Dylan casi le da un infarto ante el brusco movimiento, pero suelta una risa al escuchar a su pequeña hermana cantarle esa canción. Su rostro irradia felicidad por cada poro.
Su mirada se dirige a mí. Hasta ese momento no me había visto. Admiro la forma en el que su rostro pasa de uno sorprendido a uno alegre. Admiro la forma en la que se forma su hoyuelo izquierdo o la forma en la que sus ojos se achican al sonreír. Pero sobretodo, admiro la forma en la que sus preciosos ojos brillan al vernos a los tres unidos.
— ¿Qué es todo esto? — dice con la sonrisa en su cara, todavía.
— Cumples dieciocho años Dylan. Hay que celebrarlo — le respondo divertida.
— No deberías haberte molestado tanto — argumenta con cariño.
Dejo la comida encima de sus piernas.
Me río al ver como Dylan devora la comida con la mirada.
— Sí debería. No voy a permitir que te quedes sin celebrar tu cumpleaños, eres mi novio— espeto señalándolo con el dedo índice.
Agarra mi muñeca y me empuja hacia él. Tengo que hacer maniobras para que nada de lo que hay en la bandeja se derrame. Sin embargo, al final acaba cayendo algo de jugo a la bandeja. Le dedico una mirada fulminante a Dylan. Pero no he contado con que me miraría de la forma en la que lo está haciendo.
Y es que, aunque tenga el enfado más grande del mundo, él va a ser capaz de desarmarme y tirar todos mis argumentos abajo solo con esa mirada.
He sentido el amor de una familia, admito que es un regalo del cielo poder tener el cariño y el amor de esta. ¿Pero, el de un novio? Eso es increíble. Sentirte querida por alguien que no sea de tu sangre. Que te quiera, te comprenda, te mime y te apoye como si fuera alguien de tu familia. Por que, al fin y al cabo, eso es lo que es. Tu familia. Una persona que se ha metido tan dentro de tu piel que piensas que es imposible no tenerlo a tu lado.
Eso es lo que siento con Dylan, y no estoy dispuesta a dejarlo ir.
— ¿He dicho alguna vez que amo que me llames así? —interroga retórico.
— Unas treinta veces — le respondo de la misma manera.
Su sonrisa se ensancha ante mi respuesta. Observo sus labios con detenimiento. En serio, tengo que dejar de mirarlos. Está Nora delante y no quiero montar una escena.
Sin embargo, Dylan no tiene intención de retirarse. Sino que, en lugar de dejar que me aparte, me da un tirón provocando que mis labios impacten fuertemente con los suyos. Abro los ojos sorprendida, pero los cierro al sentir los labios de Dylan amoldarse a los míos.
Se me escapa todo de la cabeza. Los pensamientos, el que Nora esté a unos centímetros de distancia, todo. Solo siento sus labios y la sonrisa que estos forman al ver mi estado de ensimismamiento.
— Sois muy adorables — confiesa una voz dulce a mis espaldas.
Me separo de golpe de Dylan al escuchar su voz. Mis mejillas empiezan a tomar color de la vergüenza. Me parece increíble que lo que quería evitar se ha convertido en lo que ha terminado pasando. Pero parece que yo soy la única de los dos que piensa eso, por que Dylan empieza a reírse como lunático por la situación. Al igual que Nora, que al verme tan sonrojada se ha puesto a reír como una loca.
Y acaban los dos riéndose menos yo. Aunque... para qué mentir. Yo también me he reído. Por la situación, por Nora, por Dylan, y sobretodo, por ser la mujer más feliz del planeta en este momento.
ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO.
¿OS GUSTA DYLAN?
BESOS Y XOXO
NHOA
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