"Están de camino."
Soundtrack ~ Propuestas Indecentes~ Romeo Santos
Capítulo 14: "Están de camino."
— ¡Acelera, Thiago! — Grito histérica, la velocidad que lleva mi hermano en el coche es mínima. Parecía mentira que él fuera el que tenía que asistir a unos planes en lugar de ser yo —. ¡Vamos a llegar tarde!
Miro a mi derecha, a través de la ventana parece que los árboles corran y las casas pasen por delante de nosotros sin tener que utilizar la fuerza. Escucho la risa de mi hermano, mi boca forma una mueca al no saber como tomarme lo que le sucede.
— ¿Por qué te ríes? — Mis ojos se entrecierran buscando una solución lógica para comprender la razón por la que ríe.
— No vamos a llegar tarde a la fiesta — su tono burlón consigue ponerme de los nervios. Intento no abalanzarme sobre él y darle una torta en su complejo rostro.
— ¿Cómo que no? — Thiago muestra sus dientes formando un sonrisa en sus labios que no parece ser buena — ¿Qué has hecho, Thiago? — Sus ojos me observan por unos segundos, vuelve su atención a la carretera.
No debía alterarme si ni siquiera me había contado lo que está haciendo. Pero lo conocía lo suficiente como para saber que esa fiesta en especial no iba a ser común, y Thiago sabía la razón de ello.
— No se puede llegar tarde a una fiesta si tú eres quien la organiza — sus ojos emiten un brillo especial, abro los míos intentando recapacitar.
Mi cara no debió demostrar el sentimiento correcto. Thiago suelta un suspiro con la sonrisa empezando a curvarse en sus labios, me contempla unos segundos para volver a su trayecto hasta el lugar donde tengamos que ir. Con él como conductor nunca sabes donde te va a llevar.
— Vamos a hacer la fiesta en nuestra casa, Sky — y eso fue lo que explota la bomba.
Estalla, se expande y arrasa con todo lo que encuentra. Mi cuerpo parece una explosión de malos sentimientos pues no puedo vislumbrar uno que sea agradable. Thiago también parece sentirlo, forma una mueca con sus labios al verme.
— ¿Nuestra casa? — Asiente, mi cuerpo quiere matarlo — ¿Te has percatado de todo lo que puede pasar allí, Thiago? — Rueda los ojos, eso consigue que me irrite más de la cuenta —. Fuiste tú quien no quería estar a mi lado cuando conseguí fama — recuerdo, muerde su labio. Me gustaría decirle que no retenga sus palabras, sé que eso es lo que siempre hace cuando una de estas cosas sucede —. No te prohibí que te alejaras de mí. Pero si lo que ahora vas a hacer es una fiesta creo que estás equivocado. Pueden descubrirnos con solo abrir una puerta — su mirada parece suavizarse, me contempla de nuevo soltando un suspiro para volver a girar su cabeza.
— No nos van a descubrir, Sky — intento creer su afirmación, no lo consigo —. Haré todo lo que pueda para que eso no pase — hace maniobras con el volante, me percato de que estamos aparcando para entrar a casa —. Las habitaciones van a estar cerradas y me he encargado personalmente de que no haya ninguna cosa que pueda emparentarnos — retira la llave del coche, decir que sus palabras no me han aliviado sería mentir.
Sus eléctricos ojos me observan, debo recordar que es mi hermano el que me contempla. Su mirada consigue cohibirme desde que era una cría. Alzo una mano en su dirección con mi dedo índice apuntándole.
— Como haya un simple rumor de nosotros mañana juro que haré lo que sea para arruinar tu vida — una sonrisa aparece en su rostro, asiente entusiasmado. Tengo que morderme el labio inferior para no reír — ¿A qué hora es? — abro la puerta del coche Thiago repite mi acción.
Observo como mira su reloj, una pequeña sonrisa se vislumbra en su rostro. Camina hacia la puerta empezando a abrirla, no me mira a los ojos cuando me responde.
— Deberían estar por llegar — mis dientes rechinan cuando lo dice, debo detener la presión que ejerzo para no arrancarme la mandíbula de su lugar.
— Juro que te mataré, Thiago — termina de abrir la puerta, no espero a que él pase.
Escucho su irritante risa mientras subo las escaleras dejándole atrás. Entro a mi habitación mirándome al espejo, me he puesto al terminar el desfile el conjunto que llevaba para el instituto.
No había nadie esperando en la puerta y fue un alivio que eso sucediera. Tampoco podía cambiarme ni maquillarme y la ropa que llevaba no estaba nada mal, no quería impresionar y lo conseguiré si llevo esta ropa.
Dejo caer mi cabello por los hombros, me coloco de nuevo los lentes. Mis ojos azules se muestran tras esto con un brillo extraño, me confundo al mirarlo pues parece el conocido brillo de cuando quieres llorar.
Suelto un suspiro retirando los pensamientos de mi cabeza, llevo mis manos hasta un pequeño colgante. La plata juntándose con el tacto de mi piel, un pequeño atrapasueños colgando de este.
Aún puedo recordar como mi abuela me dio el objeto, sus ojos cristalizados a causa de las lágrimas. Mi mentalidad sin llegar a entender porque estaba así aunque reconociera la razón de su partida.
No quería que ella llorara, consiguió que yo también lo hiciera pues sus palabras calaron en mi cuerpo como lo haría un cubo de agua helada deslizándose por mi piel. La fría plata toca mi cuello, un escalofrío recorre mi espina dorsal.
En el exterior del lugar puedo reconocer como unas voces empiezan a hacerse presentes, debo recordar quedarme algo más de tiempo para que la gente venga y no sea difícil colarme entre la multitud.
Mis labios se entreabren intentando cerrar el cierre de la joya que cuelga de mi cuello. Puedo ver la cara de mi abuela en mi cabeza, grabada a fondo. Su rostro envejecido recordándome la razón de su partida.
Sus ojos tan azules como los de mi hermano, cada vez que ella te miraba parecías estar contemplando el mar sufriendo la mayor tormenta que hubiera. Te imaginabas los barcos que pasarían por allí y se hundirían a causa de las oleadas que estos poseían. Ver a mi hermano solo conseguía recordarme a ella, y en cierta parte ayudaba a que doliera menos.
Saber que no te vas a olvidar de ellos lograba alegrar mi alma. El pánico de pensar que en algún momento intentarás pensar en su rostro y no lo recordarás me aterraba. No deseaba por nada del mundo olvidarme de la sonrisa con falta de dientes que ella poseía.
A pesar de no ser la persona más hermosa del mundo sabía que su corazón sí lo era. No he conocido una mujer tan increíble como lo era ella. Y sé que tampoco la iba a encontrar pues personas como ella no quedaban demasiadas.
Me olvido de todo por unos momento, en realidad necesito esa fiesta. Quiero olvidarme por unos segundo de todo lo que sucede a mi alrededor. Dejar de pensar en los problemas que puede suponer hacer una fiesta en este lugar.
La música ya está a todo volumen, no me había percatado de ello hasta que salgo por la puerta de mi habitación. No demoro mucho tiempo en permanecer en el segundo piso, que alguien viera como salía de una habitación habría sido horrible.
Bajo las escaleras, el cúmulo de gente posicionada en la improvisada parcela de baile me arranca una sonrisa. No puedo vislumbrar que Jack o Camille estén por aquí, me dirijo a la cocina antes de que pueda fijarme demasiado.
Abro la nevera contemplando con una risa llena de diversión como no queda en el electrodoméstico ningún rastro de lo que había hace unas horas. Ahora está lleno de botellas algunas de las que incluso ni siquiera reconozco su nombre.
Agarro una cerveza sin querer realmente beber demasiado. No me gustaría decir algo de lo que me pudiera arrepentir y, aunque sabía que era bastante tolerante al alcohol, no me quería arriesgar.
— No esperaba verte aquí — alzo mi cabeza de golpe, la giro encontrándome con unos preciosos ojos color carbón.
Su sonrisa divertida no sé como tomármela. No sé si debería ser amable, pasar de él o decirle que se largue. Opto por ignorarle volviendo mi vista a la nevera, abro algunos cajones intentando encontrar el abridor para quitarle la chapa a la cerveza.
— Está en el cajón de tu derecha — su voz vuelve a hacerse presente, asiento aunque no me vea por estar de espaldas a él.
Es irónico que no sepa la casa de mi hermano, que la sepa más Dylan que una persona de su propia familia parece decepcionante. Abro el cajón que me indica afirmando su teoría, saco el objeto colocándolo en la chapa de la botella para después quitársela.
— Gracias — respondo, mi voz suena dudosa. Como si ni siquiera yo estuviera segura de las palabras que suelto.
— ¿Qué haces por aquí? — Pregunta, debo dejar de beber de la botella para poder verle. Sus ojos escanean mi vestimenta —. No parece que vayas a una fiesta — ruedo los ojos ante su tono irónico.
Quiero decirle que esta es la casa de mi hermano y debería ser yo la que preguntara qué hace él en su casa. Me muerdo la lengua deteniendo las palabras que desean salir de mi boca como si esa fuera la única opción posible.
Retiro cada pensamiento que tuviera de él acerca de ser amigable, parece que su simpatía solo sirve con personas de alto estatus social. No le he visto comportarse de la misma forma conmigo aunque su irritación haya disminuido.
— No te debería importar — mi respuesta tajante consigue que él alce una ceja en mi dirección. Esa sonrisa que me he encargado de analizar en mi cabeza tantas veces que podría dibujarla incluso con los ojos cerrados.
Escucho las canciones que suenan por el lugar, la movida música hace que mis pies se muevan por sí solos. Retumban en mis oídos instándome a bailar pues su ritmo no logra hacerme pensar en otra cosa.
— ¿Por qué tan cor...?
— Baila conmigo — detengo su pregunta, sus cejas se alzan mientras una sonrisa irónica empieza a escalar por sus labios.
— Hace unos segundo me estabas tirando de este lugar — recuerda. Puede que no lo haya dicho con las mismas palabras pero está claro que mi tono no demostraba otra cosa más que eso. Lo importante no era lo que decía sino como lo decía.
— Cállate y sigue mis pasos — mi mano toca la suya, su cálida piel roza la mía. Le arrastro a través de la cocina acabando en el salón donde una aglomeración de personas llena el lugar, puedo admirar por las esquinas de mis ojos como en su rostro se forma una sonrisa.
— ¿Crees que no sé bailar? — Sonrío a como lo hace él, me detengo cuando encuentro el lugar adecuado. Me giro sobre mis talones sorprendiéndolo al colocar mis manos sobre sus hombros.
— No te he visto hacerlo desde que has venido — sus ojos se abren con rapidez, coloca sus manos en mi cintura como acto reflejo. Mi corazón bombea con fuerza deseando salir de mi pecho, puedo sentir como todo mi cuerpo retumba al mismo compás.
— No sabía que te fijabas en mí — bromea, ruedo los ojos entrelazando mis manos. La sonrisa en su rostro logra que mi corazón tarde aún más en ralentizarse, choca con mi pecho con más fuerza.
— Sigue mis pasos y cierra la boca — en un impulso, sus manos acercan mi cuerpo a su pecho. Si no fuera a causa de la tela de ropa que nos envuelve ahora mismo nuestras pieles se tocarían.
— Sé bailar, preciosa — no se mueve ni un milímetro, pienso que no se ve a sí mismo pues sus pies están anclados en el mismo lugar desde que llegamos.
— Seguro que sí — espeto con ironía, pellizca mi cadera. Salto de mi lugar mientras su risa se filtra en mis oídos.
— ¿Qué te apuestas? — Frunzo el ceño sin conseguir entender por completo la sonrisa que se curva en sus labios rosados.
— Lo que sea — mascullo, mis dedos tocan su nuca. El vello se le eriza al instante, sonrío divertida de lo que se muestra ante mis ojos.
— Una cita — mis caricias en su nuca se detienen, formo una mueca viendo como es él el que ahora tiene una sonrisa en su hermoso rostro.
— ¿Qué?
— Si gano — sus cejas se alzan mientras habla, unas figuras abstractas se dibujan en mi cintura mientras me habla — me deberás una cita.
Pienso en todo lo que eso puede conllevar. Vuelvo a mis caricias sobre su nuca volviendo a sentir como se estremece ante mi tacto lento.
— Tendrás que decir que eres homosexual a cada persona que veas por la calle si yo gano — sus ojos se abren sorprendidos intercambiándolo por una sonrisa que cubre su rostro.
— Hecho — sus pies comienzan a moverse mientras nuestros cuerpos se pegan como dos imanes.
Siento su pecho golpear al mío como si nuestros corazones quisieran fundirse pues suenan y retumban al compás. La música parece quedarse simplemente como un murmullo al sentir la movilidad de sus pasos.
Mis ojos impactan con los suyos, contemplo como sus pómulos se alzan y sus párpados se cierran levemente ante la sonrisa que invade su cara poco a poco. No puedo evitar quedarme sin palabras al ver la intensidad de su mirada.
Las personas a nuestro alrededor parecen un borrón que no tiene forma, simple e inadvertidas sombras que no logran quitarme de la inmersión en la que me encuentro. Sus pupilas se desplazan a otra posición.
Llevo mi lengua recorriendo mis labios con esta como si fuera un reflejo que no puedo detener. Frunce los suyos como si él tampoco pudiera evitarlo. Las caricias en nuestras pieles se convierte más intensa.
Me inmerso en el mundo de sus ojos color carbón, siento como mi alma se funde al verle. Parezco un chica completamente estúpida al estar mirándole de esa forma que ni siquiera yo sabía comprender. O más bien no quería entenderlo.
Sus labios se acercan a los míos, puedo sentir el roce de sus labios en los míos. Su dulce aroma se filtra en mis fosas nasales como un increíble perfume que compraría mil veces y no me cansaría de oler.
Su cuerpo se separa del mío con una fuerza impropia de ninguno de los dos. Unas manos diferentes a las de Dylan se posan en mis caderas girándome con brusquedad, mis ojos se abren como dos platos al ver dos ojos azules sustituyendo los marrones que antes admiraba.
— ¿Qué demonios te pasa, Thiago? — la voz de Dylan suena enojada, Thiago no me permite contestar pues me lleva antes de que pueda girarme para verle.
— Tengo que hablar un momento con tu pareja — río escuchando las palabras que Thiago le dirige a Dylan. Frunzo el ceño viendo como mi hermano me detiene en algún lugar de la casa que no consigo reconocer.
— ¿Qué pasa, Thiago? — La preocupación empieza a inundarme el cuerpo, sus ojos preocupados se estampan en los míos curiosos.
— Mamá y papá están de camino — la bomba estalla llevándome a un estado de parálisis del que no logro salir.
Mierda.
(CAPÍTULO EDITADO)
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