Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

"Está libre."

Soundtrack ~ Mama Said ~ Lukas Graham

Capítulo 19: "Está libre."

Mi mente está nublada por un solo pensamiento mientras camino al instituto. Mis pasos son pesados y pausados, suelto un suspiro martirizándome al recordar a cada segundo lo sucedido la noche anterior.

Concentrarme no estaba en mis planes cuando fui al desfile al que debía ir, las bronca que me brindaron lograron ponerme la noche de cabeza. Menos aún cuando un chico te envía mensajes a cada dos minutos en busca de tu perdón.

Playboy idiota (1): Lo siento, Skylar.

(2) No estaba pensando con claridad.

(3) No era mi intención tratarte de esa manera.

(4) Nora quiere estar contigo, y, la verdad, es que yo también.

(5) De verdad lo siento, soy un idiota.

De todas las maneras en las que quiero retirar a Dylan de mi vida ninguna ha funcionado. Parece como si él no pudiera separarse de mi piel y se hubiera adentrado en el interior de mi cuerpo buscando mi corazón para permanecer allí por tiempo indefinido.

Ni siquiera podía pensar la forma en la que haría para no arrastrarle a ese mundo de galas, desfiles y premios innecesarios. Todo iba encadenado a un solo gancho: la fama. ¿Cómo hacer que Dylan se acercara a mí cuando ni siquiera sabía como actuaría ante cada situación?

— Tierra llamando a Sky — vislumbro una mano moviéndose delante de mis ojos en busca de atención, Jack me sonríe cuando por fin puedo contemplarlo con claridad.

— ¿Qué? — mi voz de estúpida causa una risa en Camille quien me sonríe apoyando una mano sobre mi hombro como si deseara darme consuelo.

— Vaya, chica. No estás en este mundo — acierta, da un apretón a mi hombro antes de separarse de nuevo de mí, sacudo mi cabeza viendo con una sonrisa la situación.

— Lo siento, estaba... — intento corregir mi torpeza al hablar, hay una cosa que logra sacarme de mi explicación pues l amano de Camille rodea la de Jack. Mi cabeza se alza sin que sea posible disipar mi sorpresa. Dirijo una mano a mi boca capturando la inhalación repentina que absorbe —. ¿Estáis juntos? — Señalo a ambos siendo incapaz de dejar de lado la emoción que llena mi cuerpo.

— Lo estamos — un pequeña risa escapa de los labios de Camille, admiro como Jack le dedica un apretón de manos como si quisiera que le mirara.

— ¡te dije que no iba a pasar nada si se lo decías! — le recuerdo, debo rememorar quien es la que tiene que tener más emoción en este momento pues creo que soy yo la que está más feliz conforme estoy actuando.

— Gracias — dice Cam, una pequeña sonrisa aparece en su rostro. Contemplo con admiración como Jack le retira unos mechones de su pelinegro cabello para colocarlos tras su oreja, sonrío enternecida al ver la pareja que he logrado formar.

— De nada, para eso están las amigas. — ladeo mi cabeza viendo con total admiración sus rostros enamorados, son tal para cual. Abro mis ojos como platos al recordar algo, extiendo las manos hasta mi cabeza sorprendiéndole pues sus cabezas se giran como un resorte hacia mí — ¡He ganado la apuesta! — grito como niña pequeña, sus rostros están confundido en su total plenitud — Marcus me debe veinte dólares — me encojo de hombros como si ello debieran saber lo que he hecho.

No me despido de ello mientras me alejo, simplemente les dirjo una mirada inocente para volver a girar sobre mis talones con la sonrisa aún conservándose en mi rostro. Vislumbro a menos de dos metros un cuerpo con las mismas características de alguien que conozco a la perfección.

Cubro mi rostro creando una cortina con mi cabello haciendo que entienda que en estos momentos no es bueno establecer una conversación conmigo. Aún escuece la herida de anoche y no quiero que se infecte más.

Pienso que ya voy a lograr salir del embrollo en el que me he metido cuando su fuerte agarre provoca que me gire para mirarle. Es una obligación hacerlo pues mi mirada se alza para ver como unas ojeras crean unas negras bolsas bajo sus ojos. Trago duro intentando no hacer caso al pinchazo de arrepentimiento que me inunda.

— Lo siento, Cielo su voz suena culpable, no agacho mi mirada ni por un segundo. Un sentimiento extraño con el que me empiezo a familiarizar se instala en mi estómago al escuchar el apodo que me coloca —. Yo no quería que esto pasara, de verdad. Me encabroné y solté por mi boca todo...

— Soltaste por tu boca todo lo que pensabas de mí — ataco, retiro con fuerza el brazo de su agarre. Mis labios tiemblan mientras él niega con su rostro teñido de sueño y algún otro sentimiento que no quiero admitir. No quiero ser yo la que se sienta culpable de esto.

— No pienso eso de ti — suelto una amarga sonrisa, puedo ver a mi alrededor como miles de ojos están puestos en el momento. No logro ver ninguna mirada conocido excepto la de una pelinegra que no me cae exactamente bien —. Solo que te oí hablar con ese chico y...

— ¿Y qué? — vuelvo mi vista a él olvidando la mirada divertida que Stacy me dedicaba hace unos segundo. Sus ojos brillan parpadeando, esto me dolía más de lo que quería admitir — ¿Qué te pensabas? ¿Que iba a ir corriendo a por él aún sabiendo que había estado apunto de besarte? — Sacudo mi cabeza pensando en la estúpida adolescente hormonal que estoy sonando en esto momento — ¿Sabes qué? — No le dejo responder —. Olvídalo todo, Dylan. Está claro que esto que teníamos no iba a ir a ningún sitio.

Me abrazo a mí misma agachando mi cabeza para dejar de lado cada sentimiento de culpabilidad que viera en su rostro. Su voz grita mi nombre, no me detengo en ningún momento.

— ¡Joder, Skylar! — mis pasos me impiden seguir por órdenes estrictas de mi corazón —. ¡Lo siento! ¡No he querido decir eso en ningún momento! — La bomba se desata entre nosotros sin que ninguna persona pueda detenerlo.

— ¿Entonces por qué lo hiciste, imbécil? — mi grito sorprende a la mayoría de estudiantes, no me permito mirar a mis costados para saber que Stacy disfruta del espectáculo —. Me has llamado puta delante de tu hermana y encima te atreves a decir que no lo has querido decir — sus labios se mueven temblorosos mientras hablo, su mirada se encuentra perdida en algún punto de mi rostro —. Que te jodan, Dylan.

Aprieto mi mandíbula colocando de nuevo las asas de mi mochila. Vuelvo a escuchar como sus pasos resuenan por el duro suelo por el que camino. Dirijo una mirada sobre mi hombro descubriendo, y agradeciendo, que Thiago venga en mi ayuda.

— Vamos, Dylan — vuelvo mi vista al frente, agacho mi rostro para que no pueda ver como mis ojos se tornan vidriosos —. Hablarás en otro momento, ya has hecho mucho daño — sus palabras tajantes logran cortarme la piel. Razón no le falta, aún así, un parte de mí, cree que él está siendo demasiado brusco con Dylan.

Seguía sin creer como mi mundo de ánimos y alegría se había tornado en la mayor oscuridad y culpabilidad en menos de unos segundo. Cada personas que me veía se quedaba con la vista fija en mí como lo haría un periodista camuflado.

Suelto un suspiro divisando la cabellera dorada de Marcus, sonrío terminando por formar una mueca al no conseguirlo. Camino a su encuentro contemplando su incipiente barba alzada para poder colocar libros en su taquilla.

— Te he ganado, mundano — canturreo detrás de él, su postura se vuelve rígida mientras se gira para contemplarme. Sabe de lo que hablo y no hay nada que me guste más que eso. Niega con su cabeza, rodea un libro con sus fuertes brazos como si supiera que los libros deben pertenecer a él.

— Mientes — contraataca, niego con mi cabeza con una sonrisa formándose en mi rostro al fin —. Tengo que verlo yo mismo — sentencia, miro sobre mi hombro agradeciendo que la pareja de románticos venga a nuestro encuentro al fin.

Sus pasos se dirigen con rapidez hasta ellos, solo le hace falta dar dos grandes zancadas para estar cara a cara con ambos. Ni siquiera se preocupa de cerrar la taquilla, sonrío quedándome de guardiana para que nadie toquetee sus cosas.

— ¡Judas! — Pongo mi mano sobre mi boca ahogando la carcajada que desea salir cuando se posiciona delante de ambos —. Decidme por el amor de Dios que no estáis saliendo — su suplica desata la risa para que escape de mis labios.

— ¿Qué pasa si lo hacemos? — Rebate Jack con sus cejas frunciéndose con una visible molestia al escucharle. Coloca su brazo sobre los hombros de Camille acercándola a ella.

— ¿No podías salir la semana que viene? — Sonrío acercándome a él olvidándome del casillero, coloco una mano sobre el hombro de Marcus dándole el pésame.

— Ya es demasiado tarde, Marcus — niego con mi cabeza sonriendo triunfante ante mi reacción ganada apuesta —. Has perdido, mundano — me dirige una mirada envenenada antes de girarse sobre sus talones refunfuñando palabras que puedo llegar a imaginarme.

— ¿Cómo hemos podido encontrar amigos tan raros? — Me encojo de hombros mirándole, una pequeña sonrisa cruza sus labios mientras Camille niega con su cabeza como si fuera incapaz de creerlo.

— Lo normal aburre — sentencio girando para mirar a Marcus, termina de cerrar la puerta del taquilla justo en el momento en el que abro mi boca para hablar —. Pero quiero mis veinte dólares.

Los ojos de Marcus me contemplan con súplica, deseando por el sentido de su mirada que lo dejara de lado. Ladeo mi rostro negando su propuesta, si esto hubiera sucedido al contrario me habría obligado a pagar.

Saca un billete del bolsillo trasero de su pantalón, me lo tiende con resentimiento. Voy a cogerlo cuando un cuerpo choca con el de Marcus tirando el valioso trozo de papel al suelo, no me hace falta que se dé la vuelta para saber quien es.

Sus ojos me observan mientras Marcus se agacha para coger el billete, mis pies están tan anclados en el suelo que no puedo moverme. Su intensa mirada no sabe que hacerme sentir pues una oleada de miles de emociones abrasa mi cuerpo como si permaneciera en el mismo infierno. El infierno sería menos abrumador que esto.

Marcus no pareció darse cuenta de lo sucedido cuando su cuerpo se alzó negándome de nuevo la vista a Dylan. Sonríe mirándome sin percatarse del estado de ánimo en el que me encontraba. No quiso ni siquiera girarse para mirar quien le había tirado, siguió con su broma, me tendió el billete y refunfuño algo con un tono de diversión antes de girarse.

Mi vista seguía fija en el punto en el que Dylan había permanecido hace unos segundos. Rodeo el trozo de papel entre mis manos sintiendo como eso es lo único que hace que no se me vaya la cabeza y me vuelva loca.

— ¿Qué ha sido eso? — Pregunta Camille, me giro con lentitud observando a la pareja. Ambos con un ceño fruncido me preguntan lo que sucede sin necesidad de palabras.

Coloco de nuevo mis gafas sobre el puente de mi nariz sintiendo que se me van a caer. Mechones de mi cabello moreno caen sobre mi rostro mientras mantengo mi cabeza gacha intentando que nadie logre verme. Suelto un suspiro cargado de agotamiento.

— No ha sido nada — por cada apalabra que suelto mi corazón se resquebraja un poco más —. Un tonto cruce — le quito hierro al asunto, la mirada de Jack se suaviza. La de Camille se profundiza haciéndome saber que no está contenta con la situación.

— Hablaremos luego — sentencia, asiento mirando en su dirección. Sonríe, una sonrisa ladeada que ayuda a mi ánimo a alzarse unos milímetros —. Te esperamos en clase — avisa, agradezco infinitamente su comprensión al permitirme tomar un respiro.

El aire salía de mis pulmones ahogándome en mi propia desgracia. No sabía como tomar la situación en la que me encontraba, cada cosa que hacía se convertía en el mayor error del universo. Por mi cabeza pasaba la idea de perdonar a Dylan.

Rememorar la noche que me dijo no ayudaba en lo más mínimo, lograba que la bronca viniera a mí de nuevo. Apoyo mi frente sobre las puertas de los casilleros, una sombra impide el paso de la luz de las bombillas para que impacte en mi rostro.

Alzo mi mirada obligándome a no rodar los ojos y maldecir en todos los idiomas que conociera, una pelinegra bastante voluminosa se posiciona delante de mí. Sus ojos penetrantes y, lastimosamente, hermosos cruzan mi rostro con tanta maldad que parece desbordarla.

—¡Skylar McCurdy! — Por alguna razón escucharle hablar de mi falso apellido hace que suelte una pequeña risa —. ¿Qué ha pasado ahí fuera? — Pregunta con falsa inocencia, miro por sobre su hombro percatándome de una cabellera pelirroja a su lado —. Pensaba que estabais viviendo Dylan y tú vuestra historia de amor — lo dice con tanto desprecio que tengo que volver a mirarla para asegurarme de que ha dicho lo que de verdad creo que ha escupido por su boca.

—No quiero escucharte, Stacy — mascullo con mi mandíbula apretada, quiero disculparme al ver que la chica detrás de ella agacha la mirada como si estuviera avergonzada. Parece una chica simpática que no debería estar con alguien como ella —. Pareces una niña pequeña actuando de esta forma — confieso, me giro sobre mis talones dejando la conversación aparcada. No son las misma intenciones que tiene Stacy.

—Ni se te ocurra hablarme así, McCurdy — escupe con odio mi falso apellido. No me doy por aludida ante ello —. Eres una basura que ni siquiera debería existir— no se parecía en nada la voz dulce que tenía con la fealdad que poseía en su interior.

—¿Qué quieres ahora, Stacy? — Mis manos se convierten en puños duros como rocas sacando la tensión de mi cuerpo al clavar las uñas sobre mi piel. La rabias no se disipa aunque el dolor en mi piel persista.

— Sabes que Dylan ha estado conmigo mucho antes de que tu aparecieras en este instituto — reconozco el rumbo que toma la conversación logrando incordiarme más —. No te acerques más a él y lo digo por ti, Sky — su voz vuelve a teñirse de un dulce tono haciéndome creer que necesita ir a un psicólogo —. Terminarás lastimada si sigues con él.

Una cosa era que intentara enfrentar lo que creía que era suyo. Otra muy diferente era creerse dueña de las decisiones de otra persona que ni siquiera deberían importarle para su vida personal.

—Mira, Stacy — me acerco hasta ella despegando mi cuero de la fría taquilla a la que estaba pegada hace unos segundos — . Dylan no es ningún objeto para que vengas tú a decirme que no me acerque a él — sus ojos me dedican una mirada envenenada que me confirma como se siente —. Él también tiene una boca por la que hablar y solo cuando él me lo diga, lo haré. No haré caso de lo que me digas, Stacy. Prefiero confiar hasta en un tiburón antes de acatar tus órdenes — sentencio, una sonrisa empezó a tranquilizar cada músculo entumecido a causa de la persona que estabas delante de mí.

— No tardará mucho en hacerlo, McCurdy — detengo mis pasos para escuchar lo que esa falsa y dulce voz quería decir para mí —. Dylan se cansa muy rápido de las chicas — espeta, pasa por delante de mí chocando mi hombro con el suyo.

La chica pelirroja que la acompañaba pasa por mi lado echando una corta mirada en mi dirección. El infierno parecía desatarse en sus ojos mientras las llamas que poseía el tono de su cabello intensifica la situación.

Tan rápido como había venido se fue, dejándome con la palabra en la boca y con peor humor del que ya tenía, si eso era posible. Dirijo mis pasos hasta mi clase, paso el umbral de la puerta analizando la posición que Dylan mantenía con la chica que hace dos segundos me amenazaba.

Los conocidos y para nada experimentados celos cubrían la boca de mi estómago advirtiendo a mi cuerpo de un posible vómito que me niego a expulsar. Stacy mira en mi dirección con aquella oscuridad que sus oscuros ojos tienen.

Se acerca más al cuerpo de Dylan, el trasero de ella está en mi asiento lo que causa más inquietud en mi organismo. Ni siquiera me atrevo a mirar a Dylan cuando vislumbro un solitario amigo al lado de la ventana. Intento formar una sonrisa mientras me siento en el asiento de al lado.

— Hola — susurro sin asustarle, se encontraba tan absorto en su cabeza que le costó voltear su cabeza y mirarme. Su vista me enfoca, su boca se abre y cierra como pez fuera del agua al verme a su lado.

— ¿Qué haces aquí? — Echa un vistazo detrás de mí, una mueca se forma en su rostro reconociendo la razón de mi ida hasta este sitio —. Está libre, Sky — asiente respondiendo a mi pregunta no formulada, formo una sonrisa de boca cerrada agradeciendo en mi interior su amabilidad.

Me siento a su lado sintiendo como su mirada se clava en mi rostro, vislumbro por el rabillo de mis ojos como su ceño se frunce observándome. Coloco mis manos sobre mi cabeza apoyando mis codos en la mesa.

Intento liberarme de la bronca que esta estúpida situación me causa. No debería ser tan susceptible ante este tipo de problemas, sabía en lo que me estaba metiendo cuando casi le beso y, en aquel momento, no vi ningún inconveniente en hacerlo.

— ¿Skylar? — la voz de Marcus se filtra en mis oídos, hago un extraño sonido aceptando su palabra —. ¿Tienes algo que hacer mañana? — Mi vista se alza con rapidez para distinguir la nerviosa mirada que no he podido notar en su tono de voz. Ladeo mi cabeza sonriendo en su dirección al verle tan nervioso.

— ¿Qué quieres hacer? — Interrogo con diversión, pellizca la piel alrededor de sus dedos antes de volver a clavar su mirada en mí. Sus penetrantes ojos oscuros me hacen pensar en alguien sentado a unos metros de distancia.

— Había pensado en ir al cine — susurra, miro detrás de mí contemplando a la pareja pelinegra compartir miradas, un sentimiento de celos me inunda.

— ¿A las seis te parece bien? — Sus ojos se abren como plato, sus nerviosas manos detienen su acciones para mirarme y fruncir sus labios.

— Perfecto — susurra con una sonrisa dando a relucir sus diente blancos, su incipiente barba de unos días le da ese atractivo que pocas personas saben notar. Están más pendientes del chico detrás de mí.

Lanzo una última mirada al chico que ha montado un espectáculo en el campus del instituto y a la que lo ha formado en el pasillo del mismo edificio. La mirada de Stacy está enfrascada en conseguir la atención de Dylan.

Nuestras mirada se cruzan por unos segundo permitiendo que vea esas rasgos alrededor de sus oscuros ojos color avellana. Stacy coge su barbilla haciendo que rompa contacto visual con él en el momento en el que el profesor pasa por la puerta empezando su sermón.

Podía ver el brillo de culpabilidad en sus ojos caídos pero me negaba a creer que no volvería a hacer lo que ha hecho. La forma en la que soltó las palabras como si de verdad lo creyera ha creado un caparazón que solo se forma cuando él está a mi lado. Y, parecía, que iba a tardar en romperse.

(CAPÍTULO EDITADO)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro