"Es algo importante."
Soundtrack ~ Stars ~ Alessia Cara
Capítulo 57: "Es algo importante."
Sky
Empaco mi última prenda de ropa en mi mochila. No sé cuando tiempo estaré fuera y en casa de mis padres no tengo la suficiente ropa para manejarme. El nudo en mi garganta no se disipa, conforme pasan los minutos se va haciendo más intenso y no sé como detenerlo.
No he recibido nada de él. Ni un mensaje, ni una llamada. Mucho menos su presencia. Es como si la tierra se lo hubiera tragado.
Los pocos minutos que lo veía estaba ausente y ni siquiera reparaba en mí. Lo peor de todo es que me siento una maldita masoquista al buscarlo siempre. Es como si me gustara sentir como mi corazón se rompe en pedazos cada vez más diminutos hasta convertirlo en polvo.
Nunca había podido experimentar esta sensación. He tenido algunas parecidas aunque no se asemejen en lo más mínimo. No había creído demasiado a esas personas que decían que el amor podía doler. Ahora lo entiendo pero puedo asegurar que no me arrepiento ni por un segundo de haber estado con Dylan. Ha sido la mejor experiencia de mi vida hasta el día de hoy y no voy a reprochar nada de lo que hemos vivido. Me niego a ser la típica ex novia que le echa la culpa a su novio por lo que ha sucedido.
Ex novia.
Esa palabra lleva resonando en mi cabeza toda la mañana. No hemos formalizado nuestra ruptura aún. Sigo conservando la esperanza de que no dejará que me vaya a Londres sin saber una maldita respuesta suya. Sin embargo, voy a aceptar que hemos roto si no lo veo hoy. Si me voy a Londres y no sé nada de él comprenderé que no quiere seguir conmigo. Que hemos dejado de ser una pareja y cada uno estará por su lado rehaciendo su vida.
Agarro la cremallera y cierro la maleta. Observo a mi alrededor sintiendo que voy a tardar bastante en volver. Puede que al final incluso me guste estar en Londres y me quede allí a hacer de nuevo mi vida. Admito que en estos momentos pensar esas palabras me resulta un infierno, pero es cuestión de tiempo hacerme a la idea de que no todo va a ser lo mismo cuando regrese aquí.
— ¿Sky, estás ya?
Escucho el sonido de la puerta siendo abierta. Giro mi cabeza para observar a mi hermano. Su mirada es triste al igual que la sonrisa que me dedica. Quiero decirle que volveré y me quedaré con él pero ni siquiera yo sé si eso va a ser real.
— ¿Me das un minuto? — le pregunto con la voz apagada.
Él asiente y segundos después se retira cerrando la puerta de nuevo. Me acerco a la cama sentándome en ella. Mis manos en mi cabeza y mis codos en mis rodillas dejando que mechones de cabello caigan como una cascada alrededor de mi rostro.
Me prometí a mí misma no derramar ni una sola lágrima. El dolor de mi alma es horrible. En mi vida he sentido que necesitara a nadie para ser feliz. Pero,ahora es como si mi cuerpo y mi corazón se sintiera incompleto si no estoy a su lado. Sin su aroma, su calor corporal y sin esa única forma de hacerme reír cuando peor me sentía.
Cojo mi maleta y salgo de la habitación. Mi cabeza no deja de reproducir momentos a cada paso que doy. Como una vieja película la cual todos aman. Porqué yo amo esta película que se está rememorando mi cabeza. Cada escena o más bien cada momento está clavado en mi corazón como si lo hubieran marcado con tinta permanente en mi piel.
Cada risa, cada enfado, cada alegría ha sido gracias a ellos. Agradezco a Camille y a Jack que no dudaron ni un segundo en convertirse en las mejores personas de confianza de mi vida. A mi hermano que me ha ayudado a venir aquí y alojarme con él a pesar que no tenía la necesidad de hacerlo. A Nora que a sus nueve años se ha convertido en una compañera de secretos y alegrías increíble.
Y, por supuesto que le doy las gracias al chico más honesto y tierno que ha puesto mi mundo del revés. A ese hombre que me ha hecho ver que el amor es lo más bonito que puede haber en el mundo. Aunque duela. Gratifico a Dylan por haberme enseñado el significado del verdadero amor aunque nuestra relación no esté terminando de la mejor manera. Sus sentimientos hacia mí hacían que me sintiera la mejor persona que habitaba en este planeta, me sentía plenamente feliz.
Agarro la maleta para que no roce el suelo y bajo las escaleras con pesadez. Ni siquiera quiero irme de aquí, siento que me están quitando un trozo de mi corazón sin consentimiento. Mi hermano me espera abajo. Su vista está está en el móvil. Una sonrisa se extiende por su rostro con felicidad. Teclea rápidamente lo que yo creo que es una respuesta.
— ¿Por qué esa sonrisa?
Sus manos torpes casi tiran el móvil al suelo. Al parecer estaba tan embelesado con el celular que ni siquiera había escuchado mis pasos al bajar. Me observa despistado aunque segundo después su rostro cambia a una mezcla de alegría y euforia. Es extraño verlo así en estos momentos. Más cuando hace cosa de dos minutos estaba a punto de soltar una lágrima.
— Ya lo verás — me guiña un ojo sonriendo.
Le dedico una mirada confusa que se permite ignorar y emprende su camino hacía el garaje. Salimos de casa y cerramos la puerta con llave. Nos dirigimos hasta el coche de mi hermano y dejo mi maleta en el maletero.
Mis padres se han encargado de que hoy no hubiera periodistas ni entrevistadores para una salida más cómoda. Estuve a punto de decirles que no me sentiría cómoda en ningún momento pensando que podrían estar en cualquier lugar grabándome.
Entro al copiloto y me pongo el cinturón de seguridad. Observo por la ventana como si fuera un ritual.Thiago entra al auto y realiza el mismo proceso que he hecho antes. Segundos después estamos de camino al aeropuerto para despedirme por un tiempo de esta ciudad.
Los árboles pasan por delante de mis ojos con rapidez. Las personas salen a la calle para que el sol les dé la bienvenida a un nuevo día. Puedo admirar todo tipo de expresiones; desde las más felices hasta las más enojadas. Todas ellas con una historia detrás que contar.
Chequeo mi móvil en busca de un mensaje de él. Sin embargo, me encuentro con un de Camille.
Camille: Ya estamos en el aeropuerto.
Normalmente ella pone alguna carita que describiera su estado de ánimo. Suele hacer eso frecuentemente y es algo a lo que me he acostumbrado. Por eso me hace sentir fatal observar que tiene el mismo sentimiento que yo en estos momento. Lo peor de todo es no saber como puedes hacer que duela menos.
Yo: En diez minutos estoy allí.
Envío el mensaje para después volver a dirigir mi mirada al paisaje detrás de mi ventana.
Avisé ayer a Camille de que me iba. No quería contárselo por que aún esperaba que mis padres me llamaran y me dijeran que no hacía falta que me fuera. Rogaba que eso sucediera. Pero no fue así y se lo tuve que confesar todo.
Intenté que no sintiera lástima. Procuré ser lo más sutil con este tema a pesar de que fuera horrible para eso. Pretendí que no se derrumbara pero no lo logré y al instante me colgó para minutos después aparecer en mi casa.
Lloramos como enanas y reímos también pensando en un futuro donde no me tuviera que ir y donde pudiéramos hacer todas las travesuras que se nos pasaran por la cabeza. Por más descabelladas que fueran las realizaríamos una vez que yo volviera a California.
Le dije a que hora y donde tenía que estar en el aeropuerto si quería despedirme. A pesar de que mis padres restringieron la presencia de los medios no me termino de fiar de ellos. Pueden estar en cualquier lugar y no quiero que nos pillen ni que el aeropuerto se llene de gente porqué yo estoy allí. Quiero despedirme de mis amigos y familia y no quiero que nadie estropee ese momento.
— Ya hemos llegado — anuncia Thiago cuando estamos en el aparcamiento del aeropuerto.
Observo a mi alrededor desconcertada de haber llegado tan pronto. Observo el reloj de mi móvil para asegurarme de que en verdad no ha pasado tan poco tiempo. Simplemente he estado tan internada en mis pensamiento que no me he percatado de cuanto tiempo pasaba.
Me acerco a la parte trasera del auto y abro el maletero para volver a coger mi maleta. Cierro cuando ya tengo todo lo que necesito. Obligo a mis pies a andar aunque no lo desee. Mi cabeza vuelve a estar en otro mundo donde todo es de color gris y me pierdo en los sonidos del edificio cuando entramos.
Nos cruzamos con varias personas. Algunas de ellas me reconocen. Sin embargo, camino tan rápido que para cuando se han hecho a la idea de quien era yo ya estoy a veinte metros de ellos. Algo bueno que consigo y logro cuando llego a la puerta de una pequeña sala privada sin que nadie me haya detenido.
Pocas personas saben de estoy y es que los aeropuerto son bastante seguros cuando se trata de famosos. Si quieres privacidad ellos te la ofrecen sin pedir nada a cambio. Pocos lugares dan estos servicios de esta forma y es un alivio sentir que esta compañía sí que lo realiza.
Abro la conocida puerta y entro al interior. El lugar es como un pequeño cuarto, como los baños. Sin embargo, para lo que lo voy a utilizar me viene de perlas.
Me habría gustado observar más a fondo el lugar pero toda mi atención queda fijada en los dos amigos que están delante de mí. Ellos estaban hablando anteriormente hasta que han reparado en el ruido que hemos hecho al entrar y nos han mirado.
Observo primero a Jack que me regala una triste sonrisa y un guiño intentando darme ánimos. Le sonrío en respuesta aunque no me sienta para nada bien.
Muevo mi cabeza en dirección a mi querida amiga. Sus ojos están enrojecidos y no me dedica una sonrisa. Parece como si el mínimo movimiento la derrumbara. Se acerca a mí con paso decidido y cuando estamos cara a cara me abraza. Envuelvo mis brazos a su alrededor devolviéndole el abrazo.
Cierro los ojos con fuerza intentando no llorar. Puedo notar como ella suelta un silencioso sollozo. Quiero separarme y calmarme pero ella no me lo permite. Sino que me apega más a ella.
— Camille — intento despegarla y mirarla a los ojos. Ella sigue sin dejarme y tengo que fastidiarme —. Voy a volver. No sé cuando pero podemos hablar mientras estemos separadas.
Camille asiente con la cabeza como una niña pequeña. Se separa de mí y cuando puedo tenerla de nuevo en mi campo de visión observo como con las mangas de su camisa se limpia las lágrimas que han caído por sus mejillas.
Observo la puerta con tristeza y la poca esperanza que me queda. Todavía sigo esperando que un maravilloso y conocido chico abra la puerta y venga a mi lado cual príncipe con su princesa.
Admiro el rostro de mis amigos y me giro a ver a mi hermano. Sigue mirando el móvil y como siga haciendo eso juro que voy a rompérselo. Me da igual como reaccione lo único que quiero es que esté a mi lado y se despida de mí en lugar de estar con ese maldito aparato.
— ¿Puedes dejar el móvil y despedirte de tu hermana?
Sus ojos se percatan de mi presencia y, al verme tan cerca de él, guarda el móvil en su bolsillo. Como si escondiera algo.
— Es algo importante — habla nervioso.
— ¿Qué puede ser tan importante en este momento? — le pregunto molesta.
— Seguro que luego no dirás eso — espeta, espero que bromee.
— ¿Por qué?
— Ya lo verás — repite de nuevo.
Ruedo los ojos y voy a dirigirme con mis amigos. Sin embargo, los brazos de mi hermano me rodean apegándome a su pecho. Sonrío como una enana a pesar de tener un horrible rostro e intento despegarme de él. Lástima que él sea más fuerte.
— Suéltame — ruego tratando de parecer molesta. Intento que se lo crea pero la carcajada que él suelta después me dice que no ha sido así.
— ¿Ya estás enfadada? — se burla.
Levanto mi cabeza para observar esos ojos azules tan potentes mirándome con diversión y cariño.
— Yo no...
— Pasajeros del vuelo a Londres prepárense para embarcar — me interrumpe una voz por los megáfonos de la terminal.
Me separo de Thiago sin tener que usar la fuerza. Él se va hasta una esquina y vuelve a sacar su móvil. Ruedo los ojos y termino por ignorarlo. Casi me parece mejor idea centrarme en mis amigos que justo ahora están esperando que diga una maldita palabra o un discurso. Y me odio a mí misma por ser tan estúpida como para no saber que hacer en estos momentos.
— Supongo que hay que despedirse — digo como idiota.
Camille rueda los ojos con diversión al escucharme decir esas palabras.
— Se te dan mal las despedidas, eh — argumenta Jack con una sonrisa.
— Fatal — sonrío.
Soltamos una pequeña risa que se ve interrumpida por la maldición que suelta Thiago al otro lado del cuarto. Lo observo molesto mirando su celular como si quisiera matarlo. Al parecer alguien lo está haciendo rabiar.
— ¿Sabes cuánto tiempo estarás allí? — pregunta Camille provocando que mi atención se centre de nuevo en ella.
— No — respondo triste —. Solo espero que sea poco tiempo.
Miro a la puerta de nuevo cuando escucho un pequeño ruido de fuera. Los latidos de mi corazón se aceleran pensando y rogando que sea él. Una cabeza se asoma detrás de la puerta destrozando toda esperanza.
— Señorita, su vuelo está a punto de salir — explica una voz.
— ¿No se puede esperar un momento? — pregunta mi hermano comportándose de una forma realmente extraña.
Lo observo confundida mientras recojo mi maleta.
— ¿Para qué quieres esperar?
Él me observa con desesperación. Esperando que le diga al chico que está en la puerta que espere unos minutos. Sin embargo, es el hombre el que mantiene a raya la situación.
— En cinco minutos tienen que estar todos los pasajeros en el avión — habla un poco enojado observando a Thiago. Gira su cabeza a mí de nuevo —. La espero fuera.
Asiento con mi cabeza y me giro de nuevo a mi hermano. Vuelve a estar con el maldito celular. Me acerco con paso rápido hasta él y le arrebato el aparato de las manos con molestia. Me observa confundido hasta que se percata de la situación.
— ¿Podrías, simplemente, despedirte de tu hermana? — pregunto enojada —. Estoy a punto de irme y sigues con el maldito móvil.
Le devuelvo el celular de nuevo cuando reconozco que ha recapacitado. Al momento en el que él sostiene con sus manos el celular, lo guarda en el bolsillo. Acto seguido envuelve sus manos en mi cintura y me abraza.
Lo único que puedo hacer es descansar mi cabeza en su cuello en busca de comodidad. Una rebelde lágrima baja por mi mejilla para acabar en su piel.
— Lo arreglareis — adivina.
Otra lágrima cae de mis ojos y me obligo a mi misma a cerrar los ojos con fuerza para que no salga ni una sola gota salada más.
— Él no ha venido, Thiago. Esto se ha terminado, él no quiere seguir conmigo — argumento. Me separo de él para observarlo. Está a punto de hablar. Sin embargo, me permito interrumpirlo —. Adiós, hermanito.
Camille y Jack se acerca a mí y me vuelven de nuevo en un abrazo. Los rodeo a ambos y los acerco a mí. Dejo un beso en sus mejillas que ellos me corresponden.
— Nos llamaremos todos los días — amenaza Camille apuntándome con su dedo índice una vez que nos hemos separado.
— Por supuesto — afirmo con una sonrisa.
Recojo mis cosas dando por terminada la conversación. Mis pies parecen plomo saliendo por la puerta. Le sonrío al señor que ha aparecido antes y se ofrece a llevarme el equipaje. Yo le permito hacerlo.
De camino al avión no puedo dejar de mirar detrás de mí buscando una cabellera negra entre todo el gentío. Lo peor de todo no es no encontrarlo, sino emocionarme cuando veo alguna persona que se le parece y llevarme la decepción de más tarde saber que me he confundido de individuo.
Sacudo mi cabeza retirando esos pensamientos. Él ya no vendrá. Nuestra relación se ha roto y no hay marcha atrás. Yo me iré a Londres por un tiempo y él rehará su vida de cero. Y yo tengo que sanar este corazón aunque lo único que quiera es correr hasta su casa y tirarme a sus brazos rogando que me perdone.
Camino hasta llegar a la puerta del avión. Pongo un pie dentro de éste y entro.
— ¡Sky!
Giro mi cabeza con sorpresa y el corazón latiendo a mil por hora en mi pecho. Salgo del avión creyendo haber escuchado bien esa voz. Observo la cantidad de gente en un mismo lugar e intento buscar a la persona que necesito ver en este momento.
— ¿Va a entrar, señorita?
Giro mi cabeza a una azafata observándome. Me reprendo en mi cabeza haber sido tan idiota como para escuchar esa voz tan esperada. Él no va a venir. Dirijo una última mirada al gentío antes de caminar en dirección al avión que me llevará al lugar donde permaneceré por un tiempo indefinido.
CAPÍTULO EDITADO, ESPERO QUE OS GUSTE
BESOS Y XOXO,
NHOA
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro