"¿Eres nueva?"
Soundtrack ~ Sugar ~ Maroon 5
Capítulo 3: "¿Eres nueva?"
Al parecer, despertarse como lo haría una persona normal no estaría en mi planes nunca. El irritante sonido del despertador era lo que, esta mañana, provocaba que quisiera estamparlo contra la pared que tenía a los pies de mi cama.
Anoche tuve que quedarme hasta altas horas de la tarde terminando de probarme conjuntos y ordenándolos en el armario para que, hoy, no tuviera la habitación hecha un desastre. Odiaba ver como todas las prendas se arrugaban en el suelo y, sabía que, si dormía con todo tirado por cualquier parte, no podría conciliar el sueño.
Admito que soy una completa maniática al querer tener todo recogido y bajo control. Ni siquiera puedo contemplar como un bolígrafo no tiene su tapa. Lo que menos me gusta de todo esto es ver como, la habitación de invitados que mi hermano me había prestado, no la trataba correctamente.
Bastante tiene él con darme un lugar en el que dormir y arriesgarse a que alguien pueda verme como lo que en realidad soy. Mentir no es mi fuerte pero haría lo que fuera, incluso lo que estoy haciendo, si con eso puedo estar con él aquí.
Estoy completamente preparada y con las energías recargadas al cien por cien cuando me encuentro a mi hermano en la cocina. Termino de bajar las escaleras de la mansión que mis padres le obsequiaron para él.
Giro a la izquierda para entrar a la cocina con los pasos más emocionados que podría haber dado nunca. La anticipación brotando en mi interior como si se tratara de un árbol en crecimiento. Cada vez haciéndose más y más grande.
— Buenos días — escucho como su voz y su típico acento suramericano se acerca a mis oídos.
Distingo su figura, su cabeza girada en mi dirección con una pequeña sonrisa curvándose en sus finos labios. Asiento con mi cabeza gesticulando un saludo con mi boca sintiéndome incapaz de hablar a causa de los nervios.
Oigo como Thiago ríe ante mi estúpido intento de plática. Gira su cuerpo permitiéndome ver como sostiene entre sus manos dos vasos llenos de café, los deposita en la mesa. Me deleito del increíble aroma que éstos desprenden.
Mis ojos captan dos platos más impactando contra la madera que contiene la mesa. Dos doradas tostadas provocando que mi estómago ruga como un mendigo en busca de comida. El delicioso manjar extendiéndose a lo largo de la pequeña mesa.
Mi hermano se sienta, repito su acción siguiendo sin ser capaz de hablar. Me siento una chica muda que no consigue que sus cuerdas vocales funcionen por más que quiera. Los horribles nervios que me produce asistir a un nuevo instituto son el reflejo de mi repentina mudez.
Los ojos de mi hermano se clavan en los míos. Su iris azul como si una corriente eléctrica peligrosa pasará por su mirada. Es imposible no sentir un escalofrío cuando su vista se posa en ti, crees que está abriendo tu alma con solo fijar su mirada en tu cuerpo.
— ¿Nerviosa? — sonríe, la gracia con la que lo dice arrancándome una sonrisa que no se me hace posible evitar.
Asiento con mi cabeza removiendo la cuchara que mi hermano ha colocado en mi café. Sostengo con mi mano libre la tostada que ha hecho para los dos agradeciéndole infinitamente que sepa como tratarme en estos momentos.
No puedo asegurar que sea por mi inquietud o por algún otro sentimiento pero la comida que se conservaba en mi plato desparece en un tiempo récord. Mi estómago se siente satisfecho después de acabar con mi café poco tiempo después.
Tampoco puedo decir que mi hermano se sorprende al verme terminar tan rápido mi desayuno pues él lo logra hacer incluso más rápido que yo. Nuestro desayuno basándose en risas, diversión, recuerdos, noticias. Me cuenta gran parte de lo que ha hecho todo el tiempo que no hemos hablado, yo hago los mismo con él.
— ¿Cómo vas a ir al instituto? — su pregunta me pilla de improvisto, sin embargo, no puede tener más razón.
Suena nervioso, pasa su mano por su cabello intentando canalizar sus inquietudes no justificadas de alguna forma. Prefiero no meterme en sus asuntos aunque por dentro esté muriéndome de la curiosidad por saberlo.
Sus ojos se mueven de un lado a otro mientras busco la solución más lógica para ir. Mis padres me dijeron donde estaba el instituto; me contaron como era y me enseñaron fotos. Pero llegar hasta ese lugar desde aquí no parece tan fácil ahora.
— Voy andando — respondo, obvia. Clava su mirada en mí, sus facciones relajándose visiblemente al escuchar mi respuesta —. ¿Puedes darme la dirección? — Interrogo, su asentimiento con una pequeña sonrisa esparciéndose por su rostro.
— Te la paso por mensaje — recoge los platos y vasos de la mesa para dejarlos en el fregadero.
Se gira en mi dirección sin mirarme directamente pues se agacha para agarrar su mochila. Realiza un movimiento para que haga lo mismo que él y le obedezco. Cuelgo de mis hombros la mochila que mi hermano me compró el día anterior.
Una carga se descargó de mi espalda al saber que haría eso por mí pues no sabía cuando iba a terminar de probarme ropa. Fue un total alivio quitarme ese peso de encima y, aparentemente, me vino de perlas que él lo hiciera.
Vibra un mensaje en mi móvil, lo agarro de la parte trasera de mi bolsillo para contemplar como él me ha enviado un mensaje con las direcciones que tengo que seguir para poder llegar al instituto sin ninguna pérdida.
Se acerca hasta mí dejando un beso en mi mejilla. Me desordena el cabello como suele hacer siempre que me ve. La familiaridad con la que me tomo eso se ha vuelto normal, un beso en la mejilla y hacer de mi cabello un desastre parecen tradiciones para él.
— Vamos a llegar tarde como sigamos hablando aquí — bromea saliendo de la cocina. Sigo sus pasos hasta el umbral de la puerta donde él se gira para poder cerrar con llave.
Contemplo a mi alrededor como si nunca hubiera visto una calle. Mi camiseta holgada, mis pantalones anchos, mis zapatillas, mi rostro sin maquillaje, mis lentes. No podría sentirme más rara con ropa tan normal.
— ¿Tienes que hablar con alguien para entrar a clase? — Cuestiona desde detrás de mí.
Se coloca a mi altura, lo que logra que no tenga que girar mi rostro ni alzarlo para poder observarlo a la cara. Contemplo su coche delante de nosotros mientras él se encamina hasta él para abrir la puerta. Se queda observándome esperando mi respuesta.
— La directora me ha dicho que me pasara por su despacho — asiente con una pequeña sonrisa apareciendo en sus labios.
— Suerte — pronuncia con un tono de diversión en su voz.
Frunzo el ceño con confusión al escucharlo, los nervios invadiendo de nuevo mi cuerpo sin que pueda hacer nada para que eso deje de suceder. Se supone que él está conmigo para canalizar mis inquietudes, no para aumentarlas de nivel.
Oigo su risa mientras entra al coche y arranca. Le suelto una matadora mirada antes de que me lance un beso desde la ventanilla de su vehículo. Desparece de mi campo de visión dándome el aviso que necesito para ponerme en marcha a como él lo ha hecho.
Suelto un suspiro empezando a emprender mi marcha. Admito que caminar por estos lugares sin cincuenta periodistas que te sigan es extraño. Raro pero agradable, una sensación de alivio invadiendo mi cuerpo al ver a una persona pasar de largo por mi lado.
No se para a mirarme con cara de confusión, ni siquiera se percata de mí. Solo con eso puedo caminar con la suficiente seguridad para llegar al instituto. Mis pasos rápidos llenos de anticipación al querer conocer el instituto por primera vez.
He de asegurar que lo que se ve en las fotos que me mostraron no se parece absolutamente nada a lo que realmente es. Lo que se alza ante mis ojos es mil veces mejor que todas las increíbles imágenes que había en Internet.
Una exhalación escapando de mi boca al ver como dos edificios enormes aparecen en mi campo de visión. Un adornado e increíble cartel recibiendo mi bienvenida y la de todos los alumnos de nuevo a la preparatoria.
"INSTITUTO COLDWATER"
El primer empujón en mi hombro lo siento como una salida de lo que mis pensamientos contenían. No me piden disculpas ni se paran a mirar si me he hecho daño, simplemente siguen su camino como si no hubiera pasado nada.
Suelto una risa emocionada al ver que nadie de los presentes me reconoce en lo más mínimo y que, aunque sea invisible para ellos, no puedo sentirme más feliz en este mismo instante. Los pasos cortos se convierten en grandes y desesperadas zancadas por llegar a mi destino.
Mi castaño cabello cubriendo mi rostro sin una gota de maquillaje, mis lentes manchándose ante el contacto de mis pestañas contra los cristales de éste. Ignoro todo lo que sucede para poder caminar a mi punto de encuentro con la directora del centro.
Los alumnos entrando a sus aulas con rapidez, como si el diablo les fuera a cazar si no entran a su respectivas clases. Algunos permanecen en los pasillos del lugar conversando con sus amigos, otros abren sus taquillas para coger los libros que necesitan para sobrevivir a la mañana.
Camino con rapidez hasta el lugar al que tengo que entrar. Unas palabras completamente lógicas en el cristal tintado de la puerta permitiéndome sentir aliviada al saber que no he ido hacia el lugar incorrecto.
La sorpresa invadiendo mi cuerpo al reconocer que lo he encontrado de la forma más rápida que podría haber podido. Sin indicaciones ni pidiendo ayuda a nadie pues lo he hecho por mí misma y me siento orgullosa de ello aunque parezca estúpido.
Alzo mi mano para tocar la puerta de la directora Anderson, una brisa de aire impacta contra mi cuerpo en cuanto el trozo de madera se abre. Un cuerpo arrasa con mi equilibrio provocando que caiga al suelo en un fuerte golpe.
Una molesta mirada se fija en mí en el momento que las arrugas que cubrían las esquinas de sus ojos se suavizan. Cruza sus brazos con molestia ignorando la punzada de dolor que se extiende por mi cuerpo.
No me tiende una mano, no se echa a un lado para que consiga sostenerme a algo, ni siquiera me pregunta cómo me encuentro. Puede que el golpe no haya sido muy grave pero lo primero que debe tener es educación. Más aún cuando has sido él quien me ha tirado al suelo.
— Deberías haberte apartado — reprende como si fuera él la víctima de la situación. Su voz grave provoca que mi boca se seque.
No me he enfadado cuando me ha tirado al suelo. Sin embargo puedo sentir como el enojo inunda mi sistema al escuchar sus palabras. Yo no he tenido la culpa de que él haya sido tan brusco al abrir esa maldita puerta.
— Tú deberías haber mirado si había alguien antes de salir — devuelvo con mi mayor tono de enfado.
Coloco mis manos en el suelo impulsándome para levantarme. Una sonrisa extendiéndose por su rostro con la mayor diversión que podría contener la situación. Sigo sin verle la gracia de lo que a él le parece este momento.
Que yo sepa, caer al suelo no es del agrado de nadie. Aún así, el consigue una forma para que mi enfado aumente a rabia. No se aparta del lugar en donde está, simplemente me observa sin repulsión alguna.
Mentiría si dijera que no es atractivo. Sus pozos negros escaneando mi cuerpo mientras mechones de su cabello moreno caen en su frente. Debo reprimir las ganas de retirarle esas rebeldes partes de su pelo.
Su barba perfectamente afeitada sin un solo corte e, increíblemente, ningún grano en su rostro. Parece un extraterrestre al no tener ni un maldito volcán con pus en su cara. La envidia embriagaría el cuerpo de cualquier adolescente hormonal.
Su cuerpo sacado de un museo con su camiseta y sus pantalones de marca, al igual que sus zapatillas. Aprieto mi mandíbula sabiendo como debe comportarse este chico aunque ni siquiera lo conozca. He vivido toda mi vida con este tipo de personas y no creo que esta sea a excepción.
— ¿Eres nueva? — su tono consigue irritarme pues no lo dice como una pregunta casual.
— Sí — escupo con la pequeña pizca de educación que conservo.
Sé que nadie se debe llevar por las primeras impresiones. Es un error hacerlo pero no puedo conseguir ver de otra manera lo que está sucediendo. Está siendo un cretino y no hace nada para remediarlo. Eso es lo que más consigue que odie.
— Se nota demasiado — su respuesta consigue cabrearme más sin ningún sentido, solo me ha preguntado una cosa que parece lógica. Aún así, esto es más por lo que ha sucedido antes que por los que está pasando ahora.
Intento tomar unas respiraciones profundas antes de volver a mirarle a los ojos. Parece divertirse al verme pues conserva la sonrisa sin poder arrancarla de su rostro. Aprieto mi mandíbula contemplando como descruza sus brazos provocando que sus músculos se relajen.
— Ten cuidado la próxima vez, preciosa — pasa por mi lado deteniéndose a mi costado, sus labios rozan en mi oído y su aliento provoca un escalofrío en mi cuerpo —. Podrías hacer enfadar a alguien si sigues dando esos golpes — suelto un suspiro asqueada de su respuesta.
Desaparece antes de que le pueda decir que ha sido su culpa. Todo esto has sido su maldita culpa desde el principio. No debería haberse tropezado conmigo, tendría que haber mirado antes de salir pues yo no sabía que habría alguien al otro lado de la puerta.
Volteo mi rostro para observar como los pasos ligeros del chico resuenan por el pasillo. Ruedo los ojos al admirar su parsimonia al andar como si no le importara entrar a sus estúpidas clases. Un completo rebelde sin causa.
Toco por primera vez a la puerta sin ningún golpe de por medio, agarro el pomo de la puerta para, seguido de eso, abrirla y posar mis ojos en la joven directora que se alza de la silla para saludarme.
Su rostro suave y dulce, su cabello pelirrojo cayendo como cascadas por sus hombros en unas perfectas y delicadas ondas. Su jovialidad inesperada y sus preciosas esmeraldas convirtiéndose en sus ojos.
— Tú debes de ser Skylar — habla ella, asiento entrando por completo al despacho donde se encuentra.
Que mi primer día de clases comience.
o
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro