"Di que sí."
Soundtrack ~ Queen Of Hearts ~ We The Kings
Capítulo 30: "Di que si (Parte 1)"
No puedo decir bien todo lo que pasó mientras estábamos en el concierto por que ni siquiera yo tuve tiempo para hacerme a la idea de que estaba delante de ellos cuando terminó el evento. Por no hablar de Dylan, él estuvo a punto de caerse al suelo cuando reconoció que su grupo musical estaba delante de él. Menos mal que él guardia de la otra vez estaba detrás de él cuando eso sucedió y pudo sostenerlo antes de que se cayera de espaldas. Habría sido una dolorosa caída en caso de que hubiera pasado.
Y Dylan debería haberle dado las gracias en lugar de dirigirle una mirada moribunda.
Los integrantes del grupo estaban reteniendo risas cuando Dy se volvió a levantar y comenzó a tartamudear cosas sin sentido. Es un milagro que pudiera tranquilizarse minutos después lo suficiente como para formar palabras sin problemas, al igual que pudo saludar a los hombres con un apretón de manos sin que le temblaran demasiado las manos.
Pasamos un gran momento con ellos, no sólo porque parecían personas agradables, sino porque Dylan sacaba cualquier tema de conversación sobre ellos y nosotros escuchábamos atentamente sus respuestas locas y entretenidas.
No podría haber deseado estar en otro sitio cuando al volver a casa, Dylan me besó como si se le fuera a acabar el aire. Me agradeció infinitas veces por lo que había organizado y no me importaba absolutamente nada si la forma en la que me lo agradecía era a besos. Es más, estoy pensando en hacerle más cosas como esta si me lo recompensa así. Terminaría siendo pobre de dinero pero no de besos.
Pero como todo buen fin de semana, tenía que terminar en cualquier momento y aquí estaba yo, preparándome para volver a los días de instituto. Me visto en pocos minutos, no era de personas que tardaban una hora en prepararse, más bien era de las pocas personas que no le importan lo que la gente diga. «A quien no le guste que no mire» había escuchado por algún sitio una vez. Mi estomago rugía como un condenado y, con la intención de no escucharlo más y saciar mi hambre, recorro el pis de arriba en busca del camino hasta la cocina.
Mientras bajo las escaleras recuerdo que hoy habría un partido, según había escuchado nuestro instituto nuestro equipo — si es que lo puedo llamar de esa forma — había sido ganador de dos ligas y todos esperaban que este año también ganaran. Esta noche se vería si entraban dentro de la competición o si se quedaban fuera. Confiaba lo suficiente en las habilidades de mis dos chicos.
— Buenos días, peque — saludo mi hermano nada más llegar. Tiende un plato de comida delante de mí y no espero a que él esté sentado para comenzar a comer —. Aquí tienes tu desayuno.
Mi estomago suena por toda la cocina pero es imposible de controlar. Suelo ser de las personas que por más que coman nunca sacian su sed de comida. Las personas suelen impresionarse cuando me ven comer tanta cantidad de comida sin que afecte a mi físico. Me decían que era una virtud y la verdad es que no me importaría engordar un par de kilos para no parecer una maldita anoréxica.
— Muchas gracias, Thiago. — le agradecí con un trozo de bacon en mi boca.
— ¿Vas a venir esta tarde al partido, verdad? —pregunto, Thiago con un toque nervioso, frunzo el ceño contemplándole. Él siempre sabia que yo iba a todos sus partidos, aunque tuviera que ir caminando hasta el estadio con un tobillo roto.Antes de que pudiera afirmarle que iría, mi teléfono sonó. Lo agarro de la mesa para observar quien me reclamaba. Jessica.
— Lo siento. — me disculpo con mi hermano. Me dedica una sonrisa indicándome que podía coger el móvil y hablar tranquilamente. Sin embargo, podía deducir que detrás de esa sonrisa se escondía un poco de curiosidad y nerviosismo.
Me retiro rápidamente de la cocina y entro en la solidaridad de la sala de estar. Contesto antes de que pueda cerrar la puerta para tener más privacidad. Nunca me ha gustado que la gente escuche acerca de mis conversaciones y supongo que ya me he acostumbrado a esconderme de cualquier persona cada vez que alguien de mi equipo de trabajo me llama.
— Hola, Jessica. — saludo una vez que descuelga la llamada.
— Uhm, sí. Hola, Sky — dice de vuelta — Por casualidad, ¿te acuerdas del evento que se celebraba hoy? — pregunta con urgencia en la voz.
— Sí, por supuesto. ¿El de las modelos de toda América, no? — asiente en respuesta —. ¿Pasa algo con ello?
— Me dijiste que veías difícil poder ir y he intentado negarme a ello, sé que quieres una vida más tranquila que la que tenias antes y que por eso estas aquí, pero la directora de la empresa me ha pedido, bueno, más bien ordenado, que tenías que estar aquí esta tarde para ese desfile. Según ella eres la modelo más talentosa de esta empresa y no quería que otra persona fuera.
— ¿Perdón? — digo sin creerlo. No puedo saltarme el partido de esta tarde, es el primer partido en el que puedo celebrar los triunfos de Dylan, además, en la vida me he saltado un partido de Thiago. Incluso cuando no estaba allí para verlo personalmente, después de cada partido llamaba a Dylan para saber los resultados.
— Te juro por todas las cosas bonitas en el mundo que he intentado negarme de todas las maneras pero la directora se ha enfadado tanto por buscar una excusa para que no vayas, que me ha advertido que, si seguía así, iba a despedirme.
— Tengo que ir al partido de esta tarde, Jessica. No puedo simplemente saltármelo. — le explico.
— Lo siento mucho Sky, pero tienes que venir. La directora está enfadada y sabes que tu trabajo puede estar en juego si no vas.
— Lo sé. No... No pasa nada. Pero podrías intentar convencer a la directora para irme pronto. Se lo que suelen tardar esos desfiles y, por lo menos, quiero llegar al final del partido. — ruego.
— Ten eso asegurado. Muchas gracias, Sky. Te veo más tarde. — se despide ajetreada. Ni siquiera me deja decirle adiós cuando ella ya ha colgado. Suspiro y ordeno las palabras en mi cabeza para explicarle a Thiago que no podré ir al partido y que seguramente ni siquiera aparezca por allí.
— ¿Vas a terminar tu desayuno? — salto del susto al escuchar la voz de Thiago resonando en mis oídos.
Me giro sorprendida a él. Sinceramente, se me ha cerrado el estómago desde el momento que Jessica me ha llamado. Sabia que algo de esto pasaría pero conservaba la esperanza de que se olvidaran de mí por un tiempo. A veces deseaba no ser nada para el mundo. Ser una persona normal, con preocupaciones como no haber recordado estudiar para un examen en lugar de preocuparme por esconderme de todas las personas que me reconocen por la calle por desfilar por una estúpida pasarela.
— No quiero, Thiago. Ya no tengo hambre. — camino pasando de largo de él hasta la cocina. Recojo mi mochila del suelo y compruebo que todo este bien. Puedo notar como dos pares de ojos me están mirando fijamente, sé que tengo que decirle pero no sé como hacerlo, no quiero desilusionarlo.
— ¿Estas bien, Sky? ¿Pasa algo?
Y, como siempre, es él quien empieza las conversaciones. A veces me odio por ser tan cobarde y tener que esperar a que las personas me pregunten en lugar de plantar cara y contar las cosas.
— No estoy segura de poder ir al partido de esta tarde — suelto lo más rápido que puedo, no miro sus ojos por miedo a lo que pueda encontrarme —. Me han llamado para desfilar y ni siquiera sé a que hora me dejarán volver. Jessica me ha prometido que adelantaría un poco las cosas pero sabes que en mi trabajo las promesas son una basura.
— ¡No! — Grita, alzo la cabeza sorprendida, carraspea — No puedes hacer eso, este partido es especial — su voz va desvaneciendo a medida que habla, como si hubiera cometido un error al soltar esas palabras.
— ¿Porque es especial? — pregunto confundida — Sé que es la eliminación pero puedo ver luego la repetición, seguro que estará subido a la página del instituto.
— Eh, p-porque... y-yo te voy a... digo, porque soy... t-titular... ¡Sí! Soy titular. Además no te puedes perder el primer partido con Dylan.
Lo fulminó con la mirada. Esa última frase me hunde más de lo que ya estoy. Se suponía que hoy podría celebrar con Dylan su victoria, celebraría más en algún lugar y luego, con suerte, podría quedarme en su casa y acurrucado en el sofá a ver una de esas películas tan divertidas que a Nora le gustaban y, para qué mentir, yo también las amaba.
— Intentaré estar aquí antes de que el partido termine. — me acerco a él y le doy un beso en la mejilla. — Me iré caminando al instituto. Hasta luego, Thiago — no dejo que conteste. De todas formas ya estaba fuera antes de que él pudiera decir algo cualquiera.
Sacudo la cabeza tratando de dispersar de mi mente la reacción de Thiago, él nunca se había comportado de esa forma. En la vida había salido una frase tan nerviosa de su boca. Excepto cuando rompió la televisión mientras jugaba con la pelota en la sala de estar cuando tenía ocho años.
Sus nervios se notaron tan fuertemente que, mamá, con sólo llegar a casa sabia que algo pasaba. Thiago intento de todas las maneras no tener que contarle a mamá pero no pudo conservar esa espera por mucho tiempo. Y, cuando ella se enteró, se enfadó un poco pero después de arreglarlo le explico que un engaño de él le importaba más que una estúpida televisión.
Lastima que un mes después volviera a romper otra.
Ni siquiera me había dado cuenta de que había llegado a mi casillero. No me paro a mirar si estaba Dylan en alguna parte pero por, por ahora, quería retrasar el momento de la verdad hasta que pudiera ordenar mis palabras al igual que lo había echo con mi hermano. Abro la taquilla con mil pensamientos revoloteando por mi cabeza. A veces deseaba poder esconder todas mis ideas y pensamientos en una caja fuerte, ponerle un candado, tragarme la llave y echar la caja al fondo del mar.
Una desgracia que no se pudiera hacer.
Saco dos libros de mi mochila y los dejo en mi taquilla para que el peso sea más llevadero. Antes de que pueda cerrar mi casillero unas manos se colocan en mis ojos provocando que un mar de oscuridad se implante delante de mí.
— ¿Quién eres? — preguntó con una sonrisa.
El sujeto ríe. Con sólo eso puedo saberlo. Pero antes de que le diga quien era, las manos de él se retiran de mis ojos, sin embargo, la luz no llega a mi mirada porque rápidamente unos labios están siendo envueltos en los míos. Me permito no abrir los ojos y sentir sus labios.
Puedo asegurar el momento exacto en el que un espectáculo de fuegos artificiales se extiende en mi barriga, un petardo detrás de otro. Un latido cada vez más fuerte que otro. Sus labios se sienten casa, y aunque no me atreva a decirlo en voz alta todavía, siento que aquel sentimiento que había estado construyendo día tras día, se ha hecho realidad. Ha logrado formar esa sensación de tranquilidad cuando estoy nerviosa, esa sensación de calma cuando me encuentro enojada y ese sentimiento de felicidad si estoy triste. Él ha conseguido sustituir todas mis emociones malas en buenas en tan solo unos días.
Sus labios se despegan de los míos y es ahí cuando Dylan permite que pueda abrir mis ojos. Al instante que lo hago un vuelco da mi corazón. Lo primero que encuentro es su sonrisa, esa preciosa alineación de dientes bancos son lo mejor que hay en el mundo para despertar el buen humor que se había escondido en la mañana.
— ¿Como has podido besarme sin saber quien soy? ¿Y si era otra persona? — pregunta con una ceja enarcada. Sé que esta bromeando, una sonrisa quiere salir a la luz en su rostro.
— No lo sabia hasta que oí tu risa. La próxima vez deberías no reírte de alguien que conoce todas tus reacciones — sugiero mientras el pasa sus grandes brazos por mi cintura.
— Anotaré ese consejo. Y ahora... Hola, preciosa ¿Qué tal tu día? — pregunta sonriente.
— Sin duda acaba de mejorar. ¿Y el tuyo? — vuelvo la pregunta.
— Perfecto, y estoy seguro de que esta tarde mejorará.
— ¿Se puede saber por qué? — pregunto con una sonrisa.
— Ah, no. Eso es una sorpresa, señorita.
— ¿Y cuándo podré saber acerca de esa sorpresa tan impresionante? — cuestiono de nuevo.
— Solo tendrás que venir al partido de esta tarde.
Mi sonrisa se borra al instante. No esperaba que él me pidiera que fuera al partido porque me quería hacer una sorpresa. Me siento fatal. No quiero arruinarle su ilusión. Observo sus ojos con tristeza. Maldito desfile, tenían que celebrarlo justo hoy. Y para colmo no tenía una buena excusa que decirle para que no se decepcionara.
— ¿Pasa algo? — masculla en cuanto se da cuenta de mi estado de ánimo.
— Yo... No sé si pueda ir al partido... — balbuceo, soy incapaz de hablar cuando sus ojos me observan tan atentos y su felicidad se va desinflando como un globo —. Me ha surgido una cosa y no estoy segura de poder llegar. — explico. El rostro de Dylan se convierte en nerviosismo puro. Ya no sé si es por que su sorpresa se ha arruinado o porque piensa que algo malo está pasando.
— ¿Qué clase de cosa?
Mierda. ¡Piensa Sky!
— Tengo que... a-ayudar a Camille con su trabajo en la cafetería. Su abuela está enferma y me ha pedido que la suspira en su turno — improviso. Me siento como una maldita zorra por estar mintiéndole.
— ¿Desde cuándo Camille trabaja? — pregunta, alzo una ceja en su dirección. Puede que no sea verdad que vaya a su trabajo a ayudarla, pero en lo de Camille no estoy siendo una farsante.
— Dylan, Cam trabaja desde hace dos semanas. ¿No te acuerdas la vez que fuimos a esa cafetería que se parecía tanto a un Starbucks? — pregunto. Y por primera vez no miento. Es cierto que Camille tiene un trabajo que le cubre casi todas las tarde.
Por suerte eso, no le afecta a Jack, es más, todas las tardes va a verla. Aunque yo creo que más bien va a su trabajo para poder amenazar a cada chico que le pasa sus números de teléfono. Ya me lo contó Camille una vez, casi echan de la cafetería a Jack por estar a punto de golpear a un cliente que había coqueteando con ella. Por suerte consiguió domar a la bestia y no fue a más pero a pocos minutos estuvo de que Jack se tirara sobre el pobre chaval.
— ¿No puede hacerlo otra persona? Es muy importante que estés ahí está noche — urgencia se escucha en su voz. Ni siquiera una buena amiga puedo ser.
— Te prometo que estaré ahí antes de que termine el partido — aseguro. Lo beso para sellar mi promesa. Ahora si que no puedo decepcionarlo. Haré hasta lo imposible para ir a ese partido.
— Eso espero — susurra cuando rompemos el beso.
— ¡Tengo que irme, Directora! ¡Es muy urgente!
Lucho con todas mis fuerzas para que mi enfado no aumente. Sé con todas mis fuerzas que no debería estar gritando a mi superior pero no puedo más. Sólo queda media hora para que el partido termine y no puedo romper mi promesa.
No sé de qué forma lo hice pero conseguí salir antes del instituto para estar preparada en la pasarela y ser la primera de todas. Así, por lo menos, tendría que estar menos tiempo desfilando. He estado durante tres horas cambiándome, peinándome y caminando.
Mis pies no dan más de sí, y lo único por lo que podría aguantar un poco más es por darme una carrera hasta el instituto y llegar a tiempo al partido. Pero al parecer eso no le importa a esta señora porque no me deja salir.
— No puedes irte, Skylar. Tienes una pasarela que terminar y no puedo darte el pase para largarte sin más, aun no has terminado. — esa maldita frase no la ha parado de repetir desde el momento en que le he dicho que me tenía que ir.
— Por favor. Tengo que irme. — ruego con los ojos escociendo. Estoy perdiendo mis esperanzas y lo peor de todo es que si no voy, estaría tan enfadada conmigo misma que ni siquiera seria capaz de ver a Dylan a los ojos.
— No puedes. Es la última vez que te lo digo. — sentencia.
— Haré lo que quieras pero déjame ir. Puedo venir a todos los eventos de la semana que viene si así lo deseas pero déjame irme — propongo. Es mi as bajo la manga. Si esto no funciona no sé que más hacer.
La Directora me mira a los ojos. Evaluando la sinceridad de mi propuesta.
Te puedo asegurar, Directora, que estoy hablando muy enserio, pienso.
— De acuerdo — suelto un suspiro que se había quedado retenido en mi garganta, alza el dedo índice y sube sus cejas dándole énfasis a sus próximas palabras—. Mañana por la mañana te quiero aquí. Jessica te mandará un mensaje con todos los detalles.
Y con esa simple respuesta salgo corriendo. Puedo notar el momento exacto en el que los huesos de mis pies crujieron al hacer tanto esfuerzo. Puede que la gente piense que nuestro trabajo no lo ganamos, que conseguimos dinero por andar en una estúpida pasarela y que no debería cobrar tanto por eso, pero lo que estas personas no saben es todo lo que tengo que conseguir de mi misma para no destrozarme los pies.
Recorro las calles de California a una velocidad impropia de mi. Lo único que espero es que el partido aún no haya terminado. No he mirado la hora y temo que al verla sepa si he cumplido o no mi promesa.
Visualizo unas luces provenientes del campo de fútbol americano. Unos jugadores están recorriendo la pista, mis esperanzas aumentan.
No todo está perdido, aún tengo una oportunidad.
— ¡Y con este punto el equipo del instituto Coldwater gana el partido! ¡Un aplauso para ellos! — la voz del presentador resuena por los altavoces.
Mi cabeza palpita por la fuerte caminata, pero no paro. No debo parar. Paso entre los estudiantes que están de pie viendo el partido por que no han tenido el tiempo suficiente para coger sitio. Llego hasta las barandas donde puedo ver a todos los participantes que forman el equipo premiándose por el triunfo. Han ganado, y he estado en el momento justo para celebrarlo con Dylan.
Intento encontrarlo en la multitud. Ahora, no sólo los del equipo están en círculo, también se han juntado los estudiantes del instituto. No lo veo, pero a quien sí veo es a mi hermano. Consigo que su mirada se cruce con la mía, y al instante una sonrisa tranquilizadora aparece en su cara.
— ¿Dónde esta Dylan? — gesticulo con los labios. Thiago asiente con la cabeza y me hace una señal de espera. No sé para qué quiere que espere pero más le vale que sea importante, no me he roto los pies para nada.
— ¿Hola? ¿Se escucha? — una voz resuena por los parlantes. La voz de Dylan. La multitud grita un sonoro sí mientras que yo miro a todos lados para encontrarlo.
— Bueno... nunca he tenido que hacer este tipo de cosas, soy una basura en esto. Bien... N-no, no sé si la chica con la que quiero compartir esto está conmigo hoy. Espero que cumpla su promesa de no dejarme solo esta noche. La verdad no quiero hacer el ridículo, y menos delante de tanta gente — la multitud ríe. No sólo por lo nervioso que está Dylan, si no por el poco sentido de sus palabras.
Lástima que la gente no sepa de qué está hablando. Vuelvo a mirar a Thiago, él me esta observando desde antes con una sonrisa en su cara. Me hace señas a un lugar del estadio, dirijo mi mirada hasta allí y lo veo.
Tiene el uniforme del equipo sucio y medio roto. Su cara está manchada de barro. Sujeta un micrófono como si en ello le fuera la vida. Su mirada está fija en las bancas y ni siquiera se ha dado cuenta de que ahora mismo estoy cruzando las barandas y caminando lentamente, muy lentamente hacia él.
— Hay... hay una chica. Creo que todos los que estáis aquí sabéis de ella o habéis oído algo sobre ella. Esta... esta chica ha conseguido lo que ninguna otra. Ha hecho que pueda ver cosas que antes no sabía, hacerme sentir sentimientos que pensaba que no volverían a resurgir. Nada ni nadie me ha hecho sentir de la manera en la que lo hace ella. Sabe que hacer en los momentos más difíciles. Es la única mujer que a pesar de mis celos, inseguridades o de mis estúpidos momentos más egoístas ha estado allí para mí. No ha soltado mi mano y ha confiado en mí aun sin conocerme. Todavía recuerdo el día en el que vino, estaba tan distraída encontrando el despacho que se chocó conmigo y ni siquiera se disculpó, es más, me gritó todas las cosas posibles, incluso las que no sabia que existían. — una sonrisa se planta en mi cara mientras la multitud ríe.
» — Me impresioné del modo en el que no le afectaba mi presencia. Parecía no importarle el hecho de que era..- bueno, saben cómo soy — sonrío aún más —. Me acuerdo del momento exacto en el que me enfadé tanto con ella porque pensaba que estaba con otro. Mi ira estaba descontrolada hasta que ella vino. Me explicó que ese chico no era nada suyo y luego me besó. No podría decir qué reacción fue la más fuerte de todas porque no sabría decirle. Lo que sí que puedo asegurar es que mi enojo se disolvió. Sólo podía sentir sus labios contra los míos y no quería que nada ni nadie interrumpiera eso.
Silenciosas lágrimas de emoción se filtran por mi rostro. Cada vez estaba más cerca de él pero no parecía darse cuenta. Estaba distraído, recordando momentos, esa faceta era la más natural y preciosa que el tenía.
— Dormiste conmigo ese día. Me levanté de mi cama contigo repartiendo besos por toda mi cara. Fue en ese momento en el que supe que haría lo que fuera para poder despertar así todas las mañanas. Quería despertar con tus besos y no con el maldito despertador. No quería despertarme con ese asqueroso artefacto del demonio, quería despertarme con tu maravillosa habilidad de darme besos. Hemos estado un largo tiempo, eterno para mí, conociéndonos el uno al otro. Soy consciente de que todavía tengo mucho que contarte pero ya no lo soporto más. Quiero poder decir, incluso gritar al mundo que eres mía. Deseo compartir tus besos y poder presumir de ti. Quiero levantarme contigo de mi cama. Quiero espantar a cualquier hombre que se acerque a ti — suelta una risa nerviosa. Puedo saber lo nervioso que está al no encontrarme entre el público — Incluso quiero seguir bailando contigo cada noche. No lo soporto más y quiero preguntártelo, preciosa.
Mi corazón bombardea con fuerza. Me encuentro a pocos pasos detrás de él y sigue sin darse cuenta.
— Voy a decirlo. Y espero que lo escuches bien. Cielo, ¿quieres ser mi novia? — la multitud grita en asombro. Llevo mis manos a mi boca ahogando un grito de estupefacción. La gente miraba en todas direcciones para saber quién recibía esa proposición. Claro está, que nadie sabía que mi nombre latino y por eso no podían reconocer que era yo.
— ¿Sky? — pregunta. No respondo. Me acerco a paso ligero hasta él — Supongo que no estás aquí — susurra. Lo puedo escuchar. Rodeo su cuello con mis brazos y me acerco a su oído.
— Sí quiero — susurro.
CAPÍTULO EDITADO ;)
ESPERO QUE LES GUSTE.
N H O A
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro