"¡Cuidado!"
Soundtrack ~ Sun Is Shining ~ Axwell / \Ingrosso
Capítulo 5: "¡Cuidado!"
— Encantada de conocerla — mis pasos son vacilantes. Observo la sonrisa que se muestra en el rostro de la joven pelirroja.
Extiendo mi mano, la brisa corriendo alrededor de mi dedos. Un escalofría me recorre desde los pies hasta la cabeza, mi mirada sigue fija en ella, su sonrisa intacta. Empiezo a inquietarme al ver que no responde a mi saludo, la situación lo suficiente incómoda como para que retire el brazo de su campo de visión.
Un ruido burbujea en mi garganta, abro y cierro mi boca intentando con ello que su cuerpo vuelva al presente. Sus ojos dejan de brillar con expectación, sacude su cabeza con una risa escapando de sus labios.
— Perdona, no me esperaba tu llegada tan rápido — vuelve a extender su brazo, esta vez consigo sacudirla correctamente —. Soy la directora Anderson, me alegro de verla, Skylar — parece que los segundo que ha estado paralizada no hubieran sucedido. Su formalidad vuelve a estar presente.
— Igualmente — soltamos nuestras manos, el olor dulce que desprende adentrándose en mi organismo con placer.
Se desplaza por la sala saliendo de su pequeño rincón en el que estaba su mesa. Agarra unos cuantos papeles entre sus manos antes de tendérmelo, su sonrisa amable aliviando el nerviosismo de mi interior.
— He imprimido tus horarios y las posibles extraescolares a las que te puedes apuntar — se voltea hacia la mesa, su cabello girándose con la misma velocidad. El sonido de unas llaves resuena en el pequeño espacio, su rostro vuelve a prestarme atención —. Estas son las llaves de tu taquilla. Tienes todos los libros que necesitas dentro — el frío acero roza mi piel, cierro la mano guardándolas en el bolsillo trasero de mi pantalón.
La tensión podría ser un poco menos palpable si no fuera por la extensa sonrisa que la directora me brinda en todo momento. Tanta amabilidad consigue asustarme, más aún cuando su mirada no deja de brillar con emoción.
— ¿Eso es todo? — Cuestiono buscando la manera de salir de ahí.
Su sonrisa decae, otra nerviosa y más pequeña formándose en su rostro. Vuelve a moverse alrededor de su mesa de trabajo consiguiendo con eso que pueda admirar todo lo que el pequeño despacho posee.
El dulce aroma propio de la joven directora inunda el lugar. Sus modernos objetos llenando su mesa mientras millones de papeles dejan sin un solo espacio el lugar. Consigue sacar de todo su desastre un, para nada arrugado, troza de papel.
— ¿Me podría hacer un favor? — Su pregunta consigue tomarme desprevenida. Aún así, asiento con mi cabeza siendo incapaz de negar su propuesta.
Suelta un suspiro volviendo a retomar su palabra —. Tengo una hija — confiesa —, es una increíble fanática tuya. No he visto más imágenes tuya rodeando las paredes de su habitación en mi vida — una pequeña risa brota desde el fondo de mi garganta empezando a entender el rumbo que toma la conversación —. Esta semana es su cumpleaños y con el comienzo de las clases no tengo tiempo ni de respirar — me tiende un bolígrafo y el papel que conservaba anteriormente —. Esperaba que pudieras ayudarme y le firmaras un autógrafo, eso me ahorraría un regalo que no creo que pueda conseguir.
Su mirada baja avergonzada, supongo que no es muy fácil tener que pedirle a una alumna una cosa tan personal como un regalo para su hija. Mi sonrisa divertida es imposible de borrar mientras agarro los utensilios que me brinda.
— ¿Cómo se llama su hija? — Mis dedos sujetan el bolígrafo esperando a que conteste, la enorme curva que sus labios forman causan la mía.
— Adelaine.
Apoyo el papel en su ocupada mesa. Siento los ojos de la pelirroja mujer posados en mi nuca, las letras empiezan a llenar el pequeño papel. La sonrisa que la joven posee es indescriptible cuando se lo doy de vuelta a sus manos.
— Muchas gracias, señorita McCurdy — mi nuevo apellido sale de sus labios, sorprendiéndome. Le dedico una aliviada sonrisa, mi cuerpo se llena de tranquilidad al escucharla.
— A usted, señora Anderson — me muevo hasta la puerta, la anterior situación inundando mis pensamiento, sacudo mi cabeza intentando olvidarlos —. Tenga un buen día — me despido.
Recibo un adiós de su parte, mis dedos rodean el pomo de la puerta. Lo giro sintiendo el frío que el objeto me brinda. Salgo por completo al desierto pasillo, ni un alma correteando por el lugar destrozando el silencio que lo invade.
Echo un vistazo a la pequeña llave que conservo en mi mano, grabado en el acero con el que está fabricado, observo el número que contengo.
"55"
Las taquillas a mi alrededor contienen la misma hilera de número, justo a mi derecha consigo dar con la mía agradeciendo internamente no tener que caminar demasiado para llegar al lugar que necesito.
Un apresurado sonido de pasos logra desconcertarme de un momento a otro, dirijo mi mirada a ambos costado de mi cuerpo sin ver ni un indicio de peligro. El primer cuerpo aparece a mi derecha, frunzo el ceño sin entender absolutamente nada.
Una cabellera morena provoca que mis azulados ojos se fijen en él, su tez blanca moviéndose con nerviosismo en pasos lo suficiente rápido como para hacerme pensar que corre. Su rostro girado a otro lugar del pasillo que no puedo ver.
Mis pies se anclan en el suelo siendo estúpidamente imposible reconsiderar la idea de moverme. Su cuerpo se acerca hasta el mío sin percatarse de que, justo a menos de dos metros delante de él, estoy yo.
— ¡Cuidado! — Mi advertencia llega demasiado tarde, mi trasero impacta con crueldad en el duro suelo bajo mis pies.
Es una inmerecida suerte que el chico que choca conmigo solo consigue tambalearse. Un repentino malestar en mi cuerpo causa que mi cuerpo se revuelve. Mis ojos impactan con la mirada de pánico que el chico posee.
— Perdón, lo siento — su amabilidad para ayudarme consigue que un poco de mi enfado disminuya. Al parecer nadie quiere que permanezca en pie mi primer día de clases —. No me he dado cuenta de que estabas aquí, normalmente no hay nadie — se rasca la nuca con una pequeña sonrisa nerviosa cubriendo sus finos labios.
Sus ojos tan azules como el cielo, sus cejas tan juntas que dudo que estén divididas en dos. Sus labios se fruncen mostrándome la intranquilidad que siente, tiende una mano en mi dirección mientras dirige un pequeño vistazo detrás de él.
— No pasa nada — mi mano toca la suya suave, un pequeño impulso causa que mi trasero deje de estar pegado al suelo.
Su sonrisa incómoda me hace preguntar que es lo que le mantiene tan nervioso como para no fijarse de por donde va y chocarse conmigo. Se supone que a este momento del día todos los alumnos deben estar en sus clases escuchando un sermón del profesor.
— Soy Jack Woods — sacude mi mano sin soltarla después de alzarme para ponerme en pie.
Sus ojos se entrecierran en mi dirección, ladea su cabeza logrando ponerme nerviosa de su escrutinio. Suelto su mano girándome de nuevo en dirección a mi taquilla intentando que no vuelva a fijar sus ojos en mí.
— Me resultas familiar — mi inquietud se muestra en mis manos, las cuales tiemblan sin para esperando que por un milagro del universo deje de pensar en mí —. ¿Nos hemos conocido antes? — su pregunta logra con altas expectativa que el pánico me invada.
— No lo creo — respondo, un suave sonido llega a mi oídos, decido ignorarlo. Mis gafas se desplazan por el puente de mi nariz, mis manos temblorosas presas del miedo vuelve a colocarlas en su lugar —, soy...
— ¡Jack LeSean Woods, ven aquí ahora mismo! — me sobresalto ante la intensidad del grito agudo que alguien emite.
Vuelvo a dirigir mi mirada suponiendo que el lugar de donde va a salir la chica que ha gritado sea el mismo por el que Jack corrió. Un cabello negro consigue despistarme lo suficiente como pare no ver que Jack desaparece de mi campo de visión.
— ¡Nos vemos luego, desconocida! — su grito logra que una risa salga de mi boca sin poder remediarlo.
— ¡No te escondas, cobarde! — otro grito de la chica me saca de mis pensamientos, sus furiosos ojos tan parecidos a una gema de color esmeralda impactan con los míos.
Se retiran de mí en el momento en el que contempla salir despavorido al chico que persigue con tanto esmero. Una sonrisa maliciosa alzan sus pómulos, logra que una divertida se pose en mi rostro al verla.
Desaparece de mi campo de visión en una segundo soltando por su boca palabras que no son para todos los públicos. Niego con mi cabeza sintiendo como el tiempo se escurre de entre mis dedos, me apresuro a agarrar el horario de clases percatándome de mi primera clase.
Biología nunca ha sido mi fuerte, a decir verdad la institutriz con la que estudiaba se rendía cada vez que intentaba que aprendiera. Es como una asignatura imposible para mí, aprender del cuerpo humano cuando todos sabemos que vamos a morir algún día me parecía estúpido.
Cojo los libros de la mañana adentrándolos en mi mochila, vuelvo a colocar el asa en mi hombro dirigiéndome a la cercana aula. Thiago me explicó como se dividen las clases, encontrar la mía no me resulta nada complicado.
Toco repetidas veces a la puerta, el silencio repentino del interior de la clase taladrando mis oídos. Escucho el pomo girarse mientras un hombre calvo aparece detrás de ella. Su regordeta cara junto con sus pobladas cejas causando un revoltijo en mi barriga.
Sale por completo fuera de la clase no sin antes advertir a los alumnos del interior de conservar su buena educación. Su gordura más aparente cuando su camiseta tres tallas más pequeña se hace presente. Una mueca se forma en mi rostro al observarle.
— Buenos días — saludo amable mientras aprieto a mi pecho los libros que posee, su mirada sorprendida no se separa de mi rostro —. Soy Skylar McCurdy, soy nueva.
Mi presentación causa aún más impresión en su rostro. Coge aire con fuerza, mueve sus pupilas por todo mi cuerpo, analizándome. Consigue ponerme más nerviosa de lo que ya me encuentro. Que tantos profesores estén envueltos en mi encubrimiento logra inquietarme.
— ¿Eres la modelo? — su susurro forma mi sonrisa sin poder evitarlo.
Según las pocas personas que conozco y que asisten al instituto catalogan a los profesores de cascarrabias y antipáticos. Mi experiencia está siendo otra completamente diferente y mucho más agradable.
— Soy yo — asiento con la pequeña sonrisa empezando a desparecer.
Repite mi acción estupefacto, se gira de nuevo hacia la clase. Me permito seguirlo aunque no me lo haya dicho, vuelve a entrar a la clase conmigo detrás de él. Todas las miradas de los alumnos puestas en mí.
Desde miradas recelosas hasta miradas tímidas. Todos con un expresión diferente en sus rostros. La mía no puede evitar dirigirse a la de una en concreto. Como por arte de magia el carbón de sus ojos impacta en los míos, una sonrisa divertida posándose en su rostro.
Tenso mi mandíbula apretando los libros a mi pecho, el olor a humanidad llenando mis fosas nasales. El tacto áspero de los libros entre mis dedos, mi visión posicionada en sus marcadas facciones.
Escucho el murmuro lejano de las personas a mi alrededor, solo una voz en especial consigue desviar mi atención.
— Puede sentarse en el asiento al fondo de la clase — la sorpresa de los alumnos se extiende por el lugar logrando que me cuestione el por qué de sus reacciones —. Espero que el señor Thompson le trate como merece.
Lo dudo mucho — pienso para mis adentros.
Mis pasos son vacilantes mientras el supuesto chico asiente en dirección al profesor, su mirada no se despega de mi cuerpo en ningún momento. Puedo sentirlo incluso cuando solo puedo contemplar las envenenadas miradas que me lanzan algunas chicas.
El asiento se nota completamente helado cuando me siento, la temperatura asciende mil grados cuando su rostro se acerca al mío. La clase vuelve a retomar su rumbo, muy pocas personas se giran de cuando en cuando a observarnos.
Puedo asegurar que se podría elaborar una exquisita comida en mi rostro, el calor inundando cada parte de mi cuerpo cuando sus labios se acercan a mi oreja.
—Nos volvemos a ver, preciosa — su labios rozan el lóbulo de mi oreja, el escalofrío recorre mi cuerpo completo mientras agarro con fuerza los libros que están encima de la mesa.
Mi enfado vuelve a hacerse presente en el momento en el que suelta esas palabras, mi rostro volviendo a su temperatura normal mientras maldigo a mi mala suerte por ponerme con una personas como él.
¿Por qué todo me tiene que pasar a mí?
¿Os está agradando?
En el capítulo anterior se me olvidó deciros algo, cuando los diálogos están en cursiva significa que están hablando en su idioma natal (español) y no con la cual hablan en el lugar donde se encuentran (inglés).
Si hay algo que no entiendan no duden en preguntarme por comentarios o por mensaje privado, e incluso por redes sociales. Estaré encantada de responderles.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro