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Capítulo extra II

Soundtrack ~ Better Together ~ Jack Johnson

Capítulo extra II: "Adivina."

Ella estaba ahí. Con aquel birrete negro en su cabeza. Una sonrisa adornaba su rostro mientras observaba a sus compañeros de universidad.

En este día todos sus seres queridos nos encontrábamos allí. Desde sus amigos más íntimos hasta su familia. Los fotógrafos estabaN en la parte final del lugar intentando ajustar el objetivo de sus cámaras para poder sacar las mejores fotos de mi novia.

A Sky no le importaba que le sacaran fotos, después de todo ella había estado desde pequeña metida en ese mundo. Yo no terminaba de acostumbrarme a que, cada vez que salía a la calle, alguien se me acercara preguntando por ella. A veces se volvía algo agobiante, pero no había nada que una buena sonrisa y una bonitas palabras no pudieran arreglar.

La universidad ya estaba terminada para mí, y ahora también para Skylar. Con esa sonrisa reluciente asomándose por sus labios. Lo único en lo que podía pensar era en lo que sucedería más tarde, cuando todo este evento acabara.

Las manos me sudaban sin sentido alguno. Bueno, todo sería más fácil si ella supiera acerca de la sorpresa que le iba a hacer. Mi labio iba a terminar por sangrar si no dejaba de morderlo, parecía un estúpido comportándome de esta forma.

Un grupo de unas cincuenta personas estaban al lado del escenario. El grupo de Sky era bastante reducido y, por suerte, no había muchos chicos de veinte años a sus lados. Era una verdadera alegría que la mayoría de los hombres en la universidad hubieran elegido otra carrera.

Era capaz de matar a alguien si se acercaban más de la cuenta a ella.

— ¿Estás nervioso? —pregunta una voz a mi lado.

Mi hermana se sienta en el asiento junto al mío. Se coloca en su sitio como toda una princesa, sus piernas rectas, su espalda derecha y las manos sobre sus piernas. Parecía mentira que ella ya tuviera ya dieciséis años, el transcurso del tiempo cada vez se me hace más rápido y ella se hacía mayor.

Ya no podía vigilar quien se sobrepasaba con ella y Nora tampoco me lo querías contar. Según ella yo debería actuar como adulto y no como hermano celoso. A fin de cuentas era ambas cosas, pues nunca iba a dejar que un maldito estúpido me quitara a mi hermana. Antes muerto.

— No, para nada —miento.

Siento en cada respiración como el corazón se me va a salir de la boca, no me deja respirar ni vivir. Mis barriga rebosa de mariposas que no detienen su vuelo por mi estómago. Y, para colmo, mi corazón latía tan rápido que temía que se fuera a salir de mi cuerpo. Mal momento para que eso pasara pues quiero vivir para enseñarle mi sorpresa.

— No me puedes mentir, Dylan —recuerda mi hermana.

Observo como un hombre de unos cincuenta años sube al escenario con su ropa de marca. Una sonrisa se planta en su rostro al colocarse en medio del escenario. Se acerca al micrófono a comprobar que todo va bien. En ese tiempo giro mi cabeza hacia mi hermana mirándola divertido.

— ¿Cómo sabes que estoy mintiendo, pequeña? —cuestiono.

Suelta una carcajada. Sus mejillas se tornan rosadas en el momento en el que se fija de que alguna personas la observan debido a su risa. Suspiro con diversión cuando ella baja su cabeza avergonzada conservando su sonrisa.

— Incluso la madre de Skylar sabe que estás nervioso —confiesa Nora.

Abro los ojos sorprendido y observo en la dirección en la que estaba antes los padres de mi novia. Encuentro a la pareja en una esquina a pocas sillas delante de mí. Ambos me contemplan con atención, una sonrisa divertida posicionada en sus rostro, como si se estuvieran riendo de mí.

Los dos me dedican un saludo cuando se percatan de mi mirada. Se giran de nuevo en sus asientos mirando al frente sin permitirme devolverles el saludo.

— Vas a terminar sangrando por ese labio si sigues así. Y no creo que Sky quiera ser un vampiro para besarte —habla de nuevo divertida.

Le dedico una mirada fulminante mientras me rindo al intentar evitar una sonrisa. Mis labios se curvan sin que yo pueda pararla. Sin duda, los años de novios no paran para nosotros. Siento que ella y yo seguimos siendo los mismos enamorados de antes. La llama que nos mantiene vivos y enamorados como locos no se ha apagado. Incluso podría decir que se ha hecho más fuerte e intensa.

No había día en el que no nos dijéramos lo mucho que no queríamos. De una forma u otra siempre nos hacíamos ver que no amábamos. Sigo pensando que ella y yo eramos dos piezas de un puzzle que por fin había logrado ser construido. Alguien había conseguido que nos juntáramos, el destino había obtenido que nuestro corazones se unieran de todas las maneras posibles.

— Bienvenidos señoras y señores. — empieza el hombre que se había estado preparando hace menos de dos segundo. — Es un placer para mí poder decir que los alumnos que están aquí presentes este año han logrado superar todas y cada una de las fases de su carrera. Derecho no es para nada una carrera fácil y me alegro de sobremanera que no hayan terminado locos en el proceso. — habla divertido.

Admiro el rostro de mi novia. Una sonrisa se tuerce en sus labios mientras niega con la cabeza. Dice algo a sus compañeros, mis ojos no se despegan de ella esperando que pueda verme.

Y lo hace. Su mirada se cruza con la mía. Una sonrisa enorme aparece en mi rostro. Otra sonrisa aparece en sus labios provocando que sus ojos se achiquen. Levanta una mano saludándome con la sonrisa conservándose en cada una de nuestras caras. Le gesticulo un hola con la boca que ella comprende a la perfección.

Volvemos a prestar atención al señor que reparte los diplomas y los títulos de sus carreras. Hemos estado tan enfrascados en nosotros estos mínimos segundo que al hombre le ha dado tiempo a terminar su discurso. Suerte que no haya sido tan pesado como suele pasar en estas celebraciones.

— Thomas Johnson. — anuncia el señor con un diploma en sus manos.

Un chico alto y rubio se acerca al hombre. Las sonrisas en sus rostros son inexplicables, esa euforia que sientes al saber que has logrado superar otra etapa de tu vida.

— Mucha suerte en tu vida. —Se escucha por el micrófono casi imperceptiblemente.

Ambos están cerca del aparato mientras se dedican un abrazo de despedida. Puedo estar seguro de que él es el director y ni siquiera se conocen. Más que nada porque los profesores que Sky tiene están colocados en la parte trasera del escenario esperando a ser saludados también. Además de que yo he ido a la misma universidad que ella y sé que él es el director.

El adulto sigue diciendo nombres. Algunos los conozco pues Sky suele salir con ellos para tomar unas copas cuando terminan sus exámenes. Ahora van a deber tener otras excusas para salir a beber, los exámenes ya no son una opción.

— No tienes que estar nervioso —anima mi hermana después de un rato escuchando nombres—. Le va a encantar lo que has hecho, tenlo por seguro.

— ¿Tú crees? —dudo nervioso.

Me dedica una sonrisa con esa dentadura alineada y blanca que ella posee. Sus ojos brillan con cariño cuando me mira, no podría mirarle a ella de otra forma a como ella hace conmigo. Se ha convertido en la chica más educada, bondadosa y simpática del mundo.

Las preocupaciones que tenía acerca de ella se disiparon con el paso del tiempo. Al final era verdad cuando me decían que solo necesitaba encajarlo todo antes de volver a ser la misma de siempre. Podría decir que incluso ahora es mucho más amable, su esencia se ha vuelto más fuerte. Ya no es la misma chica de antes, sino que se ha convertido en una mucho mejor y no podía estar más orgulloso de ello.

— Skylar Forbs —anuncia el director.

Un millón de sonidos de cámara resuenan por el lugar. Tengo que contenerme para no ir ahí atrás y decirles que paren para que mi hermosa novia pueda disfrutar de su momento. Sin embargo, me detengo al levantarme y vitoreo con ímpetu hacia ella. No sé si soy un estúpido, sin embargo, me siento como en casa cuando todos los conocidos, amigos y familia de Sky hacen lo mismo que yo.

Reímos todos juntos cuando ella nos dedica una mirada fulminante. La sonrisa en su rostro no se retira por nada del mundo. Y espero que no se vaya nunca.

— Al parecer tienes muchos acompañantes —escuchamos que dice el director divertido entregándole el título.

— Demasiados diría yo —contesta lo suficiente alto para que lo oigamos.

Reímos de nuevo. Mi hermana me dedica una mirada de diversión cuando escucha lo que ella dice. Paso un brazo por sus hombros apretujándola contra mi pecho. Deposito un beso en su cabeza mientras observo como le hace todas las fotos que sus cámaras dan. No me preocupo en sacarle una foto pues estoy seguro de que voy a tener suficiente cuando las revistas estén llenas de ellas. Aunque, le pediré a Camille y Jack que me pasen las fotos que le han hecho.

Se queda en el fondo del escenario con sus amigos y profesores esperando que todos los que quedan sean anunciados. Sonríe como una enana, sus amigos hablando con ella como una persona normal y no como una famosa. Estoy seguro de que está totalmente feliz de que un grupo de personas la puedan tratar como a una más y no como una reina a la que no se le puede dirigir la palabra.

— Puedo asegurar que tenéis unas ganas enormes de salir de este lugar. No habéis estado aquí cinco años para nada. Así que, lo último que os puedo decir es que tengáis mucha suerte buscando un trabajo, que forméis vuestras vidas y que seáis lo más felices que podáis. ¡Enhorabuena por vuestro triunfo! —grita con una sonrisa aquel hombre.

No da tiempo a que el señor deje de hablar cuando el vitoreo se hace presente y los birretes negros son lanzados al aire. Miles de aplausos inundan el lugar mientras que ellos se divierten celebrando haber podido lograr su título.

Mi hermana se marcha de mi lado esperando junto a Camille, Jack y Thiago a que mi novia baje del escenario. Empiezan a hablar de cosas que no llego a oír pues me dedico a observar con una sonrisa de tonto enamorado a Sky. La sonrisa en sus labios es imborrable, sus ojos demuestran la felicidad que posee en su interior. Mientras, yo, no puedo dejar de hacer otra cosa que no sea admirarla saludar a todos sus seres querido.

Se acerca al grupo que hay delante de mí. Habla con sus amigos, su hermano y la mía. Su felicidad es insuperable y eso no sé si me alegra más a mí o a ella. Puedo ver su sonrisa que crea mi alegría y eso es algo que no quiero que se disipe en la vida.

— Saluda a tu chica graduada —canturrea Sky al llegar hasta mí.

Sonrío con más fuerza. Mis mejillas duelen al no dejar mi rostro serio ni por un segundo. La agarro de la mano acercándola a mí. Choco nuestros labios formando un increíble beso. Sus manos van a mi nuca y las mías a su cintura. Juntamos nuestras lenguas formando una danza espectacular, nadie lucha por el control. Disfrutamos lo máximo que podemos de ese beso, nos separamos después de desgastar nuestros labios.

— Tengo que enseñarte una cosa —susurro mirándola a sus ojos cerrados.

Una sonrisa asoma por sus labios. Abre sus ojos observándome con expectación.

— ¿Ahora? — cuestiona divertida.

Asiento con mi cabeza sintiendo los nervios inundar mi cuerpo de nuevo. Agarro su mano tirando de ella mientras escucho de fondo el sonido de su risa detrás de mí.

— ¿Y los demás? —pregunta parando un poco mi paso rápido.

Observo detrás de mi hombro como se quita el birrete y lo aguanta en su mano.

— Ellos ya saben que te vas a ir —respondo con una sonrisa.

— ¿Y Nora? —cuestiona de nuevo.

Mis ojos se achican al escucharla. Otra cosa que tampoco ha perdido, el amor por mi hermana. Nora tiene dieciséis años y Sky sigue preocupándose de ella como cuando era pequeña. Cada vez que Nora se iba a algún lugar por la tarde no se dormía hasta que ella llegara sana y salva a casa. Mentía diciendo que tenía que estudiar en algunas ocasiones por estar esperándola.

Mi corazón rebosaba felicidad cada vez que la contemplaba hacer eso.

— Se irá con tu hermano cuando termine todo esto —contesto.

Un bufido se escucha de su parte. Me giro a observarla sin detener mi ritmo. Sus ojos me miran divertido sin que ambos soltemos nuestras manos entrelazadas.

Cruzamos la multitud de periodistas. Coloco a Sky a mi lado sintiéndome más seguro teniéndola a mi alcance. No me importa que haya gente, me he tenido que acostumbrar aunque Sky ya no ejerza de modelo desde que empezó la universidad. Los fanáticos no se habían cansado de ella y andaban buscándola a todas horas. Y, si a la población le gusta, a los periodistas y las revistas también.

Con mucha paciencia y a paso ligero conseguimos llegar a mi coche. Después de aquel juicio podía decir que el auto era mío pues, ahora que no tenía propietario y mi padre estaba en la cárcel, conseguí tenerlo conmigo.

— ¿Dónde vamos? —cuestiona dejando el birrete en los asientos traseros.

— Las sorpresas no se dicen, preciosa —digo divertido.

Arranco con una sonrisa en mi cara. Ella niega con la cabeza divertida mientra emprendo el camino a un lugar que espero que le encante.

Mi mirada no se despega de a carretera. Sin embargo, no puedo evitar mirar en su dirección de vez en cuando. Ella me pregunta a cada minuto a dónde vamos y yo no puedo estar más divertido por ello. Escuchar sus quejas era de lo más divertido en este momento, además de que me ayudaba a calmar mis nervios.

— ¿Cuánto queda? —pregunta como una niña pequeña.

Giro el volante aparcando en la acera sin preocuparme que éste enfrente de una propiedad privada. Tuerzo una sonrisa al saber a quien pertenece esta casa.

— Ya hemos llegado —respondo.

Ella ni siquiera me mira. En el momento en el que hemos aparcado se ha quedado observando la casa. Río silenciosamente y bajo del auto al admirar lo petrificada que se encuentra. Doy la vuelta al coche y abro su puerta.

Su boca abierta observando la casa cuando aún no sabe nada de la sorpresa. Al parecer se huele lo que le voy a decir pues cuando nos quedamos los dos observando la casa ella gira su cabeza hacia mí. Una sonrisa abriéndose paso en sus labios.

— ¿Qué es esto, Dylan? — pregunta con la sonrisa más grande del mundo.

Admiro la moderna casa que he podido comprar. Su fachada blanca con unos gigantes ventanales que le dan ese aspecto moderno tan bonito. Un césped enorme extendiéndose alrededor de la casa. El interior es lo mejor que hay, pero, sin duda, no podría haberme gustado otra casa mejor que esta.

— Adivina, a ver si puedes. —La incito.

Se gira quedando enfrente de mí. Observo su rostro acercándola a mí lo suficiente para que ni una brisa de aire pase entre nosotros. Sus manos van a mi nuca, la mías se dirigen a su cintura como si fuera un ritual.

No podía dejar de observar su rostro. Con esos ojos tan hermosos que ella poseía, su cabello moreno cayendo en ondas por su espalda permitiéndome tocarlo. Y sus labios deberían ser ilegales. Sus besos envían corrientes eléctricas por todo mi cuerpo, el simple roce ya provocaba un huracán en mi interior.

— ¿Es nuestra casa? —pregunta, emocionada.

La sonrisa en nuestros rostros se conserva sin decaídas. Asiento en su dirección al momento en el que ella chilla y envuelve sus piernas en mi cintura. Río como un loco agarrándola para que no caiga. Juntamos nuestros labios al momento. No pudimos besarnos como queríamos, pues la sonrisa que teníamos en nuestros rostro no nos lo permitía.

Hacía un año veníamos hablando de esto. No queríamos adelantar las cosas. Pero en los últimos meses sentía que necesitaba estar con ella cada día, a cada momento. Deseaba despertarme cada mañana con ella a mi lado, quería desayunar con ella y prepararle el desayuno. Ansiaba dormir con ella cada noche y hablar de lo que habíamos hecho en el día. Incluso si la noche terminaba de otra forma, deseaba con todas mis formas estar con ella.

— Te amo —susurra Sky al separar nuestro labios.

Las sonrisas en nuestros rostros vuelven a aparecer. Vuelve a darle un casto beso en los labios sintiendo como mi corazón va a mil por hora y emocionándome al saber que el suyo va a la misma velocidad.

— También te amo, mi Cielo.

Ahora. Ahora puedo sentir que mi alegría no podía ser más. Mi novia está a mi lado y ahora iba a estarlo en cada momento. Todavía faltan un montón de cosas que tengo pendientes por hacer. Y, aseguro que no tardará absolutamente nada en llevarse a cabo.

Necesito todo de ella. Todo.

Y no pararía hasta conseguirlo. Ella era, es y será el amor de mi vida por y para siempre. La amaba con todo mi corazón y nunca iba a cambiar ese sentimiento.

(CAPÍTULO EDITADO)

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