Capítulo extra I
Soundtrack ~ Ho Hey ~ The Lumimeers
Capítulo extra I: "Eres mala."
Los rayos de luz inundaban cada lugar de mi habitación. No podía dejar de observar un punto fijo de ésta desde hacía un buen rato. Una sonrisa se posaban en mi rostro como si hubiera sido cosida por la mejor costurera del condado.
Ella estaba tan ensimismada en coger mi portátil que ni siquiera se fijaba que ya llevaba más de media hora observándola desde el umbral de la puerta. Su vista estaba fija únicamente en buscar el máximo número de datos que pudiera sobre la universidad a la que asistiría en menos de tres semanas.
Por suerte, la universidad a la que quería ir era una de las mejores en la carrera de Derecho. En el momento en el que me dijo que estudiaría a menos de dos metros de nuestras casas volví a respirar. Allí también estudiaba yo ahora, junto con Thiago, pero eso era un caso aparte.
Conseguí decidirme por una carrera al poco tiempo de terminar el juicio por la custodia de Nora. Ahora estaba estudiando Trabajo Social con la intención de presentarme para asistente social en un futuro. De esa manera, todos los niños que se sintieran en la necesidad de un cambio de aires, que lo estuvieran pasando realmente mal, podrían tener un lugar en el que refugiarse más allá de la cárcel en la que vivían.
— ¿Cómo son las cafeterías de allí? — pregunta, o mas bien grita, Sky pensando que estaría en otro lugar. En realidad, sí que puede que parezca un psicópata mirándola embelesado.
— Las cafeterías son geniales — respondo, sorprendiéndola.
Gira su cabeza hacia mí. Mechones de su cabello castaño caen por su cuello. Esos ojos marrones que me cautivaron desde el primer día me observan con diversión. La sonrisa de cariño en su cara imposible de borrar cuando ambos estamos al lado del otro.
— Y hacen unos bocadillos para chuparse los dedos. — informo.
Me acerco hasta mi cama. La cual está siendo usurpada por su delgado cuerpo. El colchón era lo suficientemente grande como para que ella no llenara ni la mitad de ésta.
Mi cuerpo aplasta el suyo cuando, en un intento de sentarme a su lado, me tropiezo con una de sus zapatilla. Un gemido de dolor junto con una risa divertida se escapa de sus labios. Consigo recuperar mis pies de vuelta al suelo y me levanto.
El colchón cruje al retirarme. Le dirijo una mirada fulminante mientras ella se soba la parte lastimada.
— ¿Qué? — pregunta.
Una sonrisa tira de sus labios a pesar de que hace unos segundos estaba encima de ella. Y, por desgracia, no era en el buen sentido.
— Si hubieras quitado las zapatillas no te habría hecho daño. —La reprendo.
No me importaba haberme caído. Ahora ella se quejaba cuando, en realidad, la culpa había sido únicamente suya.
— No hagas eso —ordena —.Te pareces a mi madre.
La observo queriendo, en este preciso momento, que la tierra le trague. Me acerco a ella con precaución. Mis ojos entrecerrados acechándola. Una maliciosa sonrisa extendiéndose por todo mi rostro.
— ¿Te crees graciosa, eh? — pregunto con diversión.
Como acto reflejo coge un cojín que había encima de la cama para protegerse. Sus ojos observan los míos con miedo y diversión.
— No lo hagas —obliga.
— ¿Por qué no? —pregunto retórico —.Me acabas de comparar con tu madre.
— Lo siento. —Se disculpa al instante.
Suelto una risa. En menos de dos pasos aplasto su cuerpo con el mío. No le doy tiempo a reaccionar pues me levanto con rapidez y ataco sus cosquillas. Una malvada sonrisa se posa en mi rostro al ver como achina sus ojos.
Las carcajadas inundan la habitación. Mis manos no paran de moverse por su barriga prolongando sus incesantes carcajadas.
— ¡Para! —Consigue hablar. —¡Dylan, quieto! —Intenta de nuevo.
— ¿Por qué tengo que hacerlo? —cuestiono cesando mi ataque.
Mis manos se quedan en su cintura, como si estuvieran pegadas a ellas. Su respiración se acompasa con la mía, relajándonos. Una sonrisa se conserva en su rostro cuando consigue calmarse.
Alza sus manos como un bebé reclamando a su madre. Rodea mi cuello mientras obtengo caricias en mi nuca. Su sonrisa enternecida se convierte en orgullosa.
— Pararás porque me amas —responde con ese ego que ha aprendido del mejor.
— ¿Solo por eso? —Sonrío —.Tendré que volver a hacerte cosquillas entonces —respondo con alegría.
Sky pellizca mi nuca con su mano. Suelto un quejido mientras hago lo misma que ella con su cadera.
— Eres un estúpido —dice divertida.
Me recuesto con mis codos pegados a la cama. Su cuerpo pegado al mío al igual que nuestro rostros. Acerco mi boca a la suya. Mis labios buscan los suyos como un tesoro esperando a ser abierto.
— Lo tengo asumido —contesto finalizando la conversación.
Ataco sus labios al igual que antes he hecho con sus cosquillas. La diferencia es que ahora ambos estamos disfrutando de ello como posesos. Sus labios se sienten dulces. Permite que los moldee a mi gusto antes de que nuestras lenguas se unan completando las piezas de un rompecabezas inexistente.
Nuestras cuerpos se reclaman, desesperados. Mis pulmones empiezan a picar por falta de aire y no me podría importar menos. El beso se hace más intenso cada vez. Mis manos bajan por su cuerpo deteniéndose en su muslo. Sus manos recorren mi espalda con intensos deseos por apartar mi camiseta del camino hacia la perdición.
— Tu hermana está aquí, Dylan. —Escucho que dice divertida una vez que nuestros labios se separan en busca de aire.
Un gruñido torturado sale de mis labios. Me regaño internamente de no haber dejado a Nora con Thiago como ella me había pedido que hiciera hace unas semanas. Este momento podría haber terminado de otra forma si no hubiera estado mi tierna y querida hermana aquí y ahora.
Descanso mi cabeza en el hueco del cuello de la hermosa chica que tengo a mi lado. Mi respiración se tranquiliza considerablemente en unos minutos pero otras cosas no lo hacen. Dejo un beso en su cuello sintiendo como los vellos de su cuerpo se erizan contra mi toque. Sonrío contra su piel en el momento que un escalofrío la recorre.
— No sabía que te afectaba tanto —hablo retórico divirtiéndome de la manera en la que un tono rosado cubre sus mejillas.
Su mirada se detiene en la mía. Me había levantado a una distancia casi mínima de su cuerpo para observarla a los ojos. Para admirar esa mirada de ternura que sus ojos dirigían en mi dirección de la misma manera que yo hacía con ella.
— Podría decir lo mismo —arguye.
Sonrío recostándome de nuevo contra ella. Esta vez deposito un suave beso en sus labios que se prolonga un poco más de lo esperado pero no tanto como para que nos pase lo mismo que hace unos segundos.
Observo delante de mí. El portátil aún se halla abierto con la pantalla encendida. Contemplo la página abierta por un chat de Facebook. La cabeza de Sky también se mueve buscando la dirección en la que se encuentran mis ojos.
— ¿Qué le pasa a Jack? —dudo observándola de nuevo —.Pensaba que estabas viendo la universidad.
— Ese edificio ya lo tengo demasiado visto —confiesa con diversión—. Jack quiere regalarle algo a Camille por su aniversario.
Frunzo el ceño—. Todavía falta un tres meses. Empezaron a salir un par de meses antes que nosotros.
— Buena memoria. —Se cachondea Sky.
Me muevo a su costado sin dejar la cama. Su cuerpo se gira poniéndose boca abajo en la cama. Agarra el portátil y escribe unas cuantas cosas en el chat.
— Quiere estar prevenido —habla.
— Es un exagerado.
Skylar chasquea su lengua, lo cual me toma desprevenido. — Solo no quiere olvidarse —reprende—. Sabes como es Jack con las fechas y quiere hacerle algo especial.
Admiro su rostro, analizando su expresión. Un brillo se posa en su mirada y puedo asegurar que no es por el reflejo del ordenador.
— ¿Qué tipo de regalo especial? —cuestiono contemplándola.
— No lo sabe —susurra como si estuviera intentando recapacitar de todo lo que Jack y ella han hablado—. Él está pensando en un viaje a Francia. Ya sabes, la ciudad del amor —bromea—. Son unos locos. Estoy segura de que si Jack compra los boletos Camille no tardará en hacer las maletas.
Una carcajada abandona mis labios al escuchar su confesión. Viniendo de esa pareja nada me extrañaría. Mi cabeza se apoya al colchón observando su perfil. Su rostro se gira para dar con el mío. Alargo mi mano retirando el mechón de pelo que cae por su rostro entorpeciendo su vista.
— ¿Y tú? —pregunto.
— ¿Yo qué?
— ¿Qué te gustaría que te regalara para nuestro aniversario? —suelto la pregunta.
Sus ojos observan los míos con ese brillo que solo ella posee para mí. Todavía me siento en un sueño cuando estoy con ella. No me entra en la cabeza creer que en menos de cinco meses ella y yo íbamos a cumplir nuestro segundo año de novios.
Dos años en los que no he hecho otra cosa que pensar en cómo podía ella estar conmigo. Miles de veces nos hemos peleado, a veces eran bromas entre nosotros para divertirnos en los días cansados y aburridos. Otras eran discusiones que no tardábamos en arreglar pues, normalmente, uno de los dos tiene razón y se lo hace saber al otro. Ambos hemos aprendido a dejar nuestro orgullo atrás en este tipo de situaciones.
— Quiero estar contigo —me sorprende—. Estar así, contigo a mi lado. Relajados. Yo mirando la universidad a la que voy a ir mientras tú acaricias el pelo. Me encantaría estar en casa, nada de restaurante, solo tú y yo compartiendo una cena hecha por ti.
Sonrío acercando su rostro al mío—. Sabes que cocino pésimo. —Hago un mohín.
Las cosas más simples las sé hacer. Un desayuno en el cual solo tengo que calentar leche es sencillo. Sin embargo, Nora ya se estaba empezando a hartar de mi inútil intento de cocinero.
— Ahí está la gracia. —Sonríe—. Sabré que te habrás esforzado por nuestra cena al intentar cocinar para mí.
— ¿No te importaría comer algo realmente asqueroso? — cuestiono rozando sus labios con los suyos.
— Claro que me importa —confiesa haciéndome rodar los ojos—. Después pediríamos comida rápida y me reiría de ti por un tiempo —argumenta soltando una carcajada.
Me giro con rapidez para quedar frente a frente. Sus ojos me observan con diversión.
— Eres mala.
Se encoge de hombros.
— Solo he dicho la verdad.
Poso mis labios sobre los suyos dejando el tema de lado. Volvemos al mismo momento de hace unos segundos. Mi respiración agitada contrasta con la suya. Sin embargo, mi propósito es uno diferente. Reparto besos por su cuello. Sus manos cogen el dobladillo de mi camiseta mientras responde a mis torpes besos.
Sonrío con malicia contra su boca mientras me separo de ella. Dejo un casto beso en sus labios dando por zanjado el momento.
— Yo también puedo ser malo. —Me regodeo contra sus labios.
Me levanto de la cama con una sonrisa en mi cara. Me sorprendo al recibir un fuerte cojín contra la parte trasera de mi cabeza.
— Imbécil —masculla con diversión y frustración.
— Así me amas. —Le envío un beso invisible con mis labios.
— Por desgracia lo hago —susurra en un intento de que no la haya escuchado.
Alargo mi mano en busca de su rostro. Su mirada escanea la mía fulminante. Me permito una sonrisa burlona en mi rostro antes de que mi boca aplaste de nuevo la suya en un beso tierno y lento.
— Yo también te amo, Cielo. — confieso.
Nos volvemos a adentrar en nuestra burbuja de empalagoso amor. En la cual, por extraño que parezca, mi hermana no interviene. Una de las primera veces que no lo hace.
(CAPÍTULO EDITADO)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro