Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

EL LUGAR ESPELUZNANTE


Leo la publicación por encima del hombro de Bianca. De pronto, la palabra «fantasmas» deja de resultar chistosa y pasa a generarme inquietud. Aquel lugar suena peligroso. No por la presencia de algún espectro o ser sobrenatural, sino a causa de las muertes que sucedieron en él.

Bianca devuelve el teléfono sin darme tiempo a terminar la lectura.

—Cuéntame el plan —ordena.

—Pos, iremos en un pequeño grupo a explorar este lugar. Queda realmente cerca... Y justo es noche de luna llena. La idea se oye genial.

Tengo la sensación de que Fermín se halla en un estado de embriaguez donde incluso la idea de meterse un pepino por la nariz le resultaría fantástica. Nico cruza la puerta que da al patio seguido por Yanina y Gustavo, dos chicos del colegio, y un tercer muchacho que desconozco.

—¿Listos?

—Me sumo —anuncia Bianca mientras se pone en pie.

—¿Qué? No puedes hablar en serio —exclamo.

Ella se aproxima al grupo y voltea a verme expectante.

—La tontería de la exploración se oye mil veces mejor que pasar más tiempo en esta fiesta. Necesito salir de aquí.

—Pero... No podemos meternos en un edificio abandonado.

—Descuida, yo lo hacía siempre —asegura Nico—. Es más divertido de lo que uno pensaría. Te va a gustar.

—No lo sé...

—Puedes quedarte si te da miedo —dice Bianca.

Me conoce mejor que los demás, sabe lo que sucede. El hecho de que me delate frente a todos, en especial ante alguien que muestra un mínimo de interés en mí, me ofende. Nico se acerca y se acuclilla a mi lado. Su mirada es dulce y gentil, al grado en que parece alcanzar un punto susceptible en mi interior y se apodera de él por completo. Recuerdo aquellas cuerdas y me aparto un poco con temor, al mismo tiempo, recuerdo que apenas unos minutos atrás su pelvis trataba de masajear mi trasero y no puedo evitar cohibirme ahora que lo tengo en frente. Son dos sensaciones nefastas que me presionan la garganta.

—Me encantaría que nos acompañes —dice en un tono bajo que, gracias a la música, solo yo logro escuchar.

Aprieto los labios, nerviosa. Nico me observa suplicante y mi deseo de ser incluida y no arruinar el momento me empuja a aceptar.

—De acuerdo, voy.

Resignada, los sigo hacia la salida.

—Fermín, no puedes dejar a toda esta gente en tu casa —señalo en un intento por hacerles cambiar de idea.

—Nah, no pasa nada —responde él agitando una mano—. Confío en mis amigos.

Muerdo mi labio inferior en frustración. Tras una conversación breve decidimos que Fermín no está en condiciones para manejar el suntuoso Audi que el padre le obsequió como regalo de graduación, así que viajará conmigo y Bianca mientras los demás van con Nico en su modesto Ford. Fermín se desploma en los asientos traseros, murmurando palabras inentendibles, mientras Bianca y yo subimos a la parte delantera. Ahora que puedo respirar tranquila y la imagen de las cuerdas queda cada minuto más distanciada de mi memoria, vuelvo a sentirme como yo misma, lo que significa que aprovecho el momento para soltar lo que pienso.

—¿Te volviste loca, Bianca? ¿Por qué estamos participando en esto? Es una idea estúpida.

—Aún estás a tiempo para cambiar de opinión —indica mientras aguardamos a que Nico maniobre el coche para seguirle.

Cruzo los brazos, sin responder. Bianca procede a maniobrar también y pronto salimos a la carretera tras el Ford gris.

—Además —dice luego de la pausa—, creo que será una buena oportunidad para que estés a solas con Nico.

—Disculpa, ¿qué?

—¡Vamos! Vi cómo bailaban. Creo que tienes altas chances de que algo suceda esta noche.

Sin duda, no presenció mi pequeño show.

—¡Por todos los cielos! —exclamo avergonzada—. ¡Lo acabo de conocer! 

Encoge los hombros.

—No tienes que conocerlo para pasar un buen rato. Pueden perderse en algún cuarto vacío y aprovechar para...

—¡Basta! No sigas.

—¿Tú qué opinas, Fermín? —Bianca lo mira a través del retrovisor.

—¿Mh? Sí, sí, Nico querían que vengan.

—¿Ambas?

—Ajá. Dijo que... Dijo: «invita a Daniela, y, si puedes, también a su amiga. Mientras más seamos, mejor».

Siento que algo abandona mi pecho, aunque no tengo idea de qué puede ser. Luego comprendo que se trata de la ilusión que me provoqué al creer que podría interesarle incluso pese a mi demostración de locura. 

Bianca frunce el entrecejo.

—¿Hace cuánto conoces a Nico? —pregunta.

—Lo conocí... eeeh, esta tarde.

—¿Solo una tarde? ¿Y lo invitaste a tu casa? —intervengo con espanto.

Volteo y capto el movimiento de sus hombros cuando los encoge con indiferencia.

—Es un sujeto agradable, claro que lo invité...

El resto del trayecto dura pocos minutos. Bianca enciende la radio y mueve la cabeza al ritmo del saxofón, Fermín dormita en el asiento trasero y yo me dedico a mirar publicaciones en internet para distraerme.

La inquietud que el viaje mermó regresa con ímpetu ni bien alcanzamos el hotel. Cuando lo veo aparecer, trago saliva. Es un edificio rectangular, ennegrecido por el tiempo y arruinado por el vandalismo. Su sola imagen inspira un rechazo abrumador; incluso desde el exterior el lugar parece exhalar maldad pura. 

Nico estaciona cerca del alambrado que rodea al terreno y Bianca se detiene en un espacio junto al otro coche. Bajo del Jeep sin apartar la mirada del alto edificio iluminado parcialmente por las luces de la calle. El barrio está desolado y tiene mala pinta, lo que despierta desconfianza y miedo. O tal vez solo soy yo, pues los demás sueltan exclamaciones y risas que me resultan injustificadas.

Me acerco con disimulo a Bianca en busca de protección. Si lo nota, no comenta al respecto.

—¿Todos listos? Tengan. —Nico abre el baúl y saca tres linternas de un bolso.

Le entrega una a Bianca. Planeo interrogarle al respecto, pero la sonrisa dulce que nos enseña calla mis inquietudes. Bianca no muestra la misma reserva.

—¿Por qué tienes tantas linternas en tu coche?

—Ya lo dije: es como un pasatiempo. Síganme, por aquí hay una abertura por donde podemos pasar.

Le da una linterna a Gustavo y se queda con la tercera, luego procede a encabezar la marcha. Intercambio una mirada con Bianca.

—¿Cómo lo sabe?

—A lo mejor ya estuvo aquí. Debe ser un lugar que ya exploró —ofrezco la única explicación que se me ocurre.

Avanzamos pegados a la reja. Me aterra quedar de última, así que me posiciono entre Bianca y Gustavo. Oigo las risitas y los susurros que Yanina y Fermín comparten, los cuales me irritan. ¿No comprenden la gravedad de lo que estamos haciendo? Trato de ver la situación desde otra perspectiva para calmarme, pero no lo logro, así que recurro a la única solución que tengo a disposición: saco el móvil y comienzo a grabar.

—Bien pensado —me dice Gustavo cuando por fin nos detenemos en un lateral oculto por la vegetación frondosa.

Los alambres presentan un gran tajo que Nico aferra y empuja hasta asegurar espacio suficiente para que crucemos. Voltea y clava la mirada en Yanina. Le sonríe con galantería y le ofrece una mano, acto que ella acepta mordiéndose el labio en un ademán sensual. Nico la ayuda a pasar y la sigue sin soltarle la mano. Es toda la confirmación que necesito para saber que estoy fuera de su radar. Algo debió suceder durante el viaje hasta aquí que volcó el interés del hombre en Yanina luego de que mi comportamiento lo espantara. La ilusión de ser deseada desapareció mientras hablaba con Fermín en el coche, y Nico no es más que una cara bonita a la que acabo de conocer, así que mi ego no sufre el terrible golpe que uno esperaría. Además, en estos momentos mi prioridad es no mearme del miedo.

Gustavo ayuda a Fermín a cruzar, luego me toca a mí. El alambrado se engancha a mi ropa, jala de la tela como manos que pretenden detenerme, advirtiéndome del peligro que acecha tras sus límites.

Es el punto sin retorno, pienso con fatalismo.

Impulso mi cuerpo hacia adelante hasta que los dientes de metal por fin me liberan, soltándose cual resortes que chillan a mi espalda. Me enderezo y sacudo la ropa, tanteando la tela para asegurarme de que los alambres no las han rasgado. Una vez que compruebo que todo está en orden, miro al cielo y grabo la luna llena que se eleva sobre el hotel abandonado. El plenilunio otorga misterio a la escena, la vuelve tenebrosa. Los demás deslizan los haces de luz por el edificio, revelándolo más tétrico de lo que parecía en la distancia. Mantengo la mirada fija en la pantalla, pues me da escalofríos solo pensar en entrar ahí.

Fermín, Gustavo y el chico que no conozco comienzan a bromear, así que los apunto con la cámara para distraerme mientras nos dirigimos a la puerta principal. Nico la empuja y se escabulle dentro sin soltar a Yanina; los tres chicos les siguen y, cuando es mi turno, vacilo. Las tablas de metal son un lienzo plagado de grafitis y se hallan entreabiertas; del otro lado, solo existe una oscuridad insondable.

—Podemos irnos, si quieres —ofrece Bianca a mi espalda.

Sus palabras me fastidian y me motivan a avanzar. Cruzo la puerta con todo el sigilo del cual soy capaz, que no es mucho, porque mi cadera toca la puerta y le arrebata un chirrido. Levanto la cámara y apunto al frente, usando la luz del flash a modo de linterna; lo siento como un escudo contra lo inimaginable y, por si acaso, mantengo la vista fija en la pantalla. De ese modo, la situación parece irreal.

Gustavo silba, el sonido agudo reverbera en las paredes hasta desvanecerse de forma gradual. El ambiente se percibe pesado y un cosquilleo me recorre la nuca, pues me siento observada por ojos fantasmales. Paso saliva al ver la imagen que me recibe: es tal como lo pintan las escenas de terror de las películas que moldearon mis peores pesadillas. El vestíbulo es enorme y lo cubre una densa capa de polvo, el cual resplandece bajo la luz blanquecina de las linternas. Hay una escalera que se bifurca en la cima y un elevador destrozado. Las paredes están repletas de mensajes vulgares; las puertas, derribadas, y las ventanas, rotas.

El lugar repele. Emana una energía aterradora que me insta a escapar, así que recurro a la lógica para calmarme. Somos siete personas, un grupo grande, y eso ofrece seguridad.

Todo estará bien.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro