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Capitulo 8

Habían pasado tres días desde que Hwanwoong la visito, estaba ansiosa, necesitaba quitar esas horrendas dudas que se cargaba, Hwanwoong aseguro desmentir a su familia, lo cual hacia que Andrea sintiera escalofríos, miedo repentino por descubrir algo malo, algo que tal vez la jodería aun más.

Al parecer la familia Kim había salido de viaje, eso tranquilizaba a Andrea pues sabia que ninguno de los niñitos esos le tocaría, al menos no por esa semana, se sentía mas tranquila, los empleados del lugar la cuidaban y se aseguraban de mantenerla bien.

Por desgracia, las cadenas en sus manos y pies seguían sujetas a su cuerpo, sus muñecas ya tenían un horrible color morado debido a cuan apretadas resultaban ser ambas cadenas, la habitación seguía siendo fría, debía dormir en el suelo y hacer sus necesidades en una vasija, era asqueroso pero así la trataban.

Por mas que se quejara o pidiera a Dios misericordia, siempre le llegaba mas dolor, se sentía cansada, estaba demasiado cansada, sus pobres ojos estaban adornados con unas ojeras marcadas, dándole un aspecto demacrado.

Andrea lucia como un muerto, su piel estaba pálida apocando su hermoso color canela, sus labios se encontraban partidos y que decir de su pobre cabellera, debido al maltrato, sus largos mechones ahora no tenían aquel brillo característico.

La puerta fue abierta, con una sonrisa ya característica de este, ingresaba al lugar sujetando un computador portátil, a simple vista, el joven se veía de buenas intenciones, pero que mentira.

—Hola Andi, así te llamas ¿no?

Andrea gruño como perro salvaje, demasiado molesta como para tratar con él —Solo Xion me llama así— habló con odio —Así que no lo repitas.

El recién llegado trago saliva —Bien... Andrea ¿Que has decidido?

Andrea sonrió torcidamente sin ánimos de nada —Has lo que te apetezca niño malcriado.

Hwanwoong soltó una leve risita muy peculiar de el, sorprendiendo a Andrea pues era la primera vez que lo escuchaba reírse como alguien normal —Bueno, ya que no andas de humor te enseñare lo que tengo aquí— señalo el aparato electrónico.

Andrea simplemente bufo, no tenia ánimos de nada y su cabeza parecía querer estallar —Tu familia me da cringe.

—Opino lo mismo de la tuya.

Hwanwoong encendió el equipo, incierto una memoria USB y busco los archivos que había obtenido de la computadora de su padre, habían muchos documentos, tablas de valores, inversiones ilegales y vídeos.

Dando un suspiro le enseño todo a Andrea, quien dudando de su captor, se acerco con cautela, sus ojos no dejaron de leer todos aquellos documentos de diferentes rangos, asombrada e intrigada no se detuvo, arrebatando el objeto de las manos de Hwanwoong, Andrea Wang leyó cada detalle de su familia.

La familia Wang, quienes la educaron, la familia que le dio amor y confianza, su adorada familia,  esa familia solo es una mentira total, la pequeña Wang jamas imagino ver todos aquellos delitos vinculados con su familia.

Ahora entendía porque sus padres la obligaron a tomar clases de tiro libre e incluso le dieron una colección de armas, ahora era mas claro saber porque había una salida secreta, ahora tenia sentido ver aquellos rastros de sangre en el sótano.

Los Wang son considerados una familia peligrosa, pues trabajan directamente con la mafia Yakuza, ellos se posicionaron en la sima con el trafico de blancas y el trafico de órganos, con el paso del tiempo, aquel imperio se hizo mayor, haciendo frente a los Kim, quienes no dudaron en recordar viejas alianzas de tratados.

Andrea era parte de aquella alianza, lo que mas impacto a la pobre chica fue leer aquellos documentos de adopción, no tenían mucha información pero se entendía que ella no tenia sangre de los Wang, solo una pequeña en medio de leones hambrientos.

La pequeña Wang estaba entrando en Shock, un mundo falso, una vida falsa, todo lo que le rodeaba, todo era una cruel mentira —Sabes yo quede igual que tu al saber en que trabajaban mis padres— una sonrisa socarrona surco sus labios —Pero finalmente me adapte.

Los vídeos fue lo peor que pudo ver, su propio padre torturando personas, médicos sacando órganos y niños... la sangre le hervía de cólera, toda su vida le habían ocultado la verdad —¿Quien me asegura que esto es real?— pero claro que era real, ella conocía aquel símbolo, lo usaban en su casa, en todas partes incluso aquellos sellos.

—¿Quieres mas pruebas?— pregunto dudoso —Yo creo que con eso es suficiente, toda tu familia apesta.

Andrea gruño —Mi familia sigue siendo mejor— susurro —prefiero mil veces estar con ellos a tener que aguantar a tu repulsiva familia.

Hwanwoong sonrió, no de manera arrogante, esta vez su sonrisa denotaba satisfacción —No puedo mentirte pequeña, yo odio a mi familia— el rubio se acerco a su rehén —La detesto— afirmo inclinándose para tocar el rostro ajeno —Odio cuando torturan a un ser tan hermoso— las manos de Hwanwoong acariciaron con delicadeza la mejilla de Andrea —Pero sin duda, lo que mas odio es no ser lo que quiero ser en realidad.

Andrea le miro sin comprender —¿A que te refieres?

Hwanwoong se enderezó rápidamente —¿No te has preguntado por que estoy aquí? ¿Por que no he ido al dichoso paseo? ¿Por que Hwanwoong no puede estar solo en un solo lugar?

Andrea hizo una mueca, recordando vagamente lo dicho por los empleados —¿Eso importa?

Hwanwoong asintió rápidamente —Ser un Kim es un dolor de cabeza, créeme— hablo afligido —Yo no soy como mis hermanos y tu no eres cono los Wang, deberías pensar muy bien tus opciones.

Tomando el aparato se dispuso a salir —Estas diciendo que debería estar... contigo?

Hwanwoong suspiro cansado —Que gran deducción.

Cuando el rubio abandono la sala, Andrea era un desastre, su familia pertenece a la rama mas fuerte entre los Yakuza, su identidad como Wang es un peligro por ello hicieron un tratado con los Kim, así evitarían guerras innecesarias, prácticamente, Andrea fue puesta como ofrenda de paz.

Tronando sus dedos golpeó el piso —¡Malditos!— grito ya salida de sus casillas —No le pertenezco a nadie, yo no soy de nadie, no pueden hacer esta tontería— tras golpear y golpear, pequeñas gotas de sangre decoraron el suelo, sin importarle el ardor siguió golpeando, estaba cansada de tantas mentiras.

No seré de nadie nunca, todos se arrepentirán de lo que me han hecho.

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