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40: Te Quiero, Pero No te Creo

6 de octubre, 2022

Valeria me había invitado a almorzar y yo no encontré la excusa perfecta para desaparecer; fui a su casa y me recibió con su mirada que gritaba "Lo estoy intentando". Verla me hizo acordar de lo completamente estúpida que fui al acostarme con Manú. No tenía cara para mirarla, pensé que podría, pero seguía sin hacerlo.

Lo mismo fue ayer. No pude mirarla, me daba vergüenza y no me quedó más remedio que llorar sola en un día tan triste como lo fue ayer. Hace un año murió Martina y el golpe de la realidad llegó como una ola de agua fría, revolcándome y haciéndome llorar mientras me hundía en varios líos de mi mente.

Era como si el universo se hubiese puesto en mi contra, sumándole que Pedri también fue y me dolía que estuviera a mi lado y no hiciera nada.

No decía nada y yo solo quería gritarle que hiciera algo. Porque me estaba perdiendo.

Era una sensación tan mezclada lo que sentía por él; le quería, pero también llegaba a mi mente todo lo que le dijo a Fer sobre mí.

Todo era completamente falso, lo que significaba que yo solita me enamoré. Y eso dolía.

Dolía más por estas fechas.

Y también me sentía sola.

A la única persona que tenía no podía mirarla porque me acosté con su ex y él me escribía. Seguía haciéndolo, sin importarle que lo estuviera ignorando.

Ser el personaje principal estaba pasando factura.

—Perdona, me he olvidado que tenía que hacer algo con mis padres... Yo debo de irme —Me excusé cuando Valeria me invitó a pasar.

—Entiendo, la familia es lo primordial.

Tú también eres mi familia, Val y te falle.

—¿Te veo luego?

—Espera, ayer me dejaron algo para ti.

—¿Para mí?

—Sí, de hecho tres cosas. ¿Me esperas o pasas? —me preguntó.

Decidí que lo mejor era esperar afuera. Entrar significaría verle la cara por más tiempo.

—Te espero. Si entro, me va a llegar el olor a comida y me va a provocar.

—Vuelvo enseguida.

Valeria se fue y me quedé esperando lo que sea que tenía para darme; por nada del mundo me imaginé que serían dos cartas de declaración de amor y mucho menos un anillo que di.

—¿De quién son? —pregunté.

—Creo que ya lo sabes.

«Pedri»

—Nos vemos luego.

—No sobrepienses, te lo digo por experiencia —me dijo con una sonrisa de apoyo.

—Vale.

Di media vuelta y me alejé de la casa, tomé un taxi el cual me dejó en mi hogar. Llegué a mi habitación donde Lady dormía en mi cama.

—¿Y nuestros papás? —le pregunté, como si Lady me respondiera—. Tampoco lo sabes —Se quedó muda—. Pues ya somos dos.

Me quedé echada en la cama junto a ella, teniendo las dos cartas y el anillo a un lado de mí. Los estaba viendo con un poco de miedo, como si Pedri fuera a decirme que todo se acabó.

Y claro que se había acabado, si lo había dejado bien claro.

No quería leerlas, pero a la vez que los segundos pasaban, mi corazón me invitaba a hacerlo. Con temor fui acercando mi mano y antes de agarrar las cartas, volvía a alejarme, así sucesivamente varias veces hasta que me arme de valor y abrí una.

Estaba equivocada, no era Pedri.

Las lágrimas se me acumularon en los ojos. Leí la otra carta, pensando que tal vez se trataba de Pedri, pero no, no era él. Al terminar de él, dejé de caer las lágrimas.

Todo hubiese sido más fácil si me hubiese enamorado de uno de ellos.

Miré el anillo. Era uno de los que yo había hecho y terminaban con Pedri. Era una especie de decirle que lo quería, aunque él no se diera cuenta, y ahora él me estaba devolviendo el anillo, el cual era una promesa y él me lo estaba devolviendo. ¿Estaba terminando conmigo?

Era de esperarse.

¿Por qué las cosas tuvieron que pasar así?

¿Por qué me mintió?

Sé que no era perfecta, pero yo le quería. En verdad lo quería y lo único que conseguí fue que aplastaran mi corazón.

Se sintió todo tan real, y ahora solo era un eco distante, un sueño del que me habían despertado bruscamente.

Mi móvil vibró y aunque no quería verlo, tuve una pequeña pizca de esperanza de que fuera él.

Manú:

En verdad la pasé bien contigo.

¿Qué le pasaba?

Ignoré su mensaje y me acurruqué con Lady, lamiéndome mientras me asomaba un poco por mis redes sociales. No me sentía tan mal (ignorando algunos comentarios); la mayoría me querían y eso me incitaba a seguir creando contenido. Por más que tuviera el corazón roto, fingía una gran sonrisa.

Subí un Grwm y me pasé leyendo los bonitos comentarios (eliminando otros). Y al ver que había mucha curiosidad al saber si había tenido algo con Pedri, decidí no darle más leña al fuego.

"Amores estoy soltera 🥰" fue lo que escribí en los comentarios, anclándolo.

Seguí en lo mío, tratando de no pensar en él. Decidí poner música, Taylor Swift podría darme un respiro, pero apenas su música sonó, pensé más en él y los karaokes que nos dábamos en su coche.

Las lágrimas volvían a asomarse. Rápidamente las limpié. Ya no quería llorar, me prohíbi llorar por esta noche, ya había llorado suficiente y el dolor en el pecho era insoportable. Debía de dejar de sentirlo, al menos por esta noche.

Decidida, me puse de pie y fui a darme una larga ducha; una vez estando impecable volví a poner música y me obligué a que Taylor me animara, como siempre lo hacía.

Revisé las redes sociales y aproveché que Sira había subido unas historias. Se las contesté.

Me:

Vamos por unas copas?

😊

No tardó en responderme.

Siramartinez:

Paso por ti en 1h.

Con Shake It Off sonando, empecé a arreglarme. Moví mi cuerpo al ritmo de la música, mientras iba por mi armario eligiendo qué ponerme.

Me arreglé y al terminar me di el visto bueno al verme en el espejo. Un vestido negro y corto, que resaltaba mis curvas. El vestido tenía un escote en V profundo que me hacía saber que el pecho me había crecido. Complementé mi look con unos tacones dorados que alargaban más mis piernas. Llevaba mi cabello suelto y ondulado.

Mi mirada bajó a mi escote, en esa parte reposaba ahí el collar que me regaló Pedri. Un corazoncito de oro que guardaba una foto de él, porque sí yo estaba tan enamorada que guardé un recuerdo suyo. Lo acaricié con mi mano y quise quitármelo, pero por más que lo intentaba no tenía fuerzas para hacerlo.

Lo deje ahí, reposando a la altura de mi corazón.

Volví a concentrarme en mí, y le di los últimos retoques a mi maquillaje. Unos jugosos labios rojos y unos ojos ahumados. Me veía sexy y deslumbrante.

—Cualquier tío mataría por estar conmigo —me dije a mí misma.

Agarré un pequeño bolso y metí todo lo necesario. Salí de mi habitación, rezando para no encontrarme con ninguno de mis padres. Me puse nerviosa y alerta al ver a papá a inicios de la escalera. Intenté pasar normal y no llamar su atención, pero el sonido de mis tacones lo hizo mirarme.

—¿A dónde vas?

—He quedado con una amiga —dije, hablando con la verdad.

—¿Y a quien le has pedido permiso?

—Soy mayor de edad —contesté siendo franca.

—¿Y no había un vestido más corto?

—Papá, solo es un vestido y me gusta así —contesté con los nervios a punto de explotar.

—No me gusta esa actitud que tienes —dijo, alzando la voz y señalándome con su dedo, reprimiéndome.

—Solo voy a salir, no es para tanto.

—Dejas los estudios, eres el centro de rumores de toda la ciudad; ¿lees lo que dicen de ti?

Pues sí bien era cierto que habían comentarios feos hacia mí persona, llamándome la "puta" de Pedri. Pero yo solo me enfocaba en los buenos comentarios, donde era la mejor amiga de las Girls.

Miré a mi padre. Sus fosas nasales se habían ensanchado y me miraba demasiado molesto.

Me encogí de hombros.

—Me da igual —dije siguiendo mi camino. Pasé por su lado sin mirarlo.

—Te estás arruinando, Carla —sentenció mi padre. Seguí mi camino—. Lo único que quiere ese futbolista es una cosa y luego te dejará tirada.

Sus palabras golpearon mi corazón. La ira y el dolor se mezclaron dentro de mí.

—Tienes razón —dije, volteando y desfogando toda la ira que tenía—. Tuve mucho sexo con él y me dejó tirada, ¿contento?

El rostro de mi padre palideció al escuchar mis palabras. Acaba de decirle que había tenido mucho sexo, algo que quizá un padre nunca quisiera saber, ese aspecto de su única hija. Sin esperar su respuesta, giré sobre mis tacones y me dirigí a la puerta principal.

Agarré la manija de la puerta con fuerza y con un portazo, cerré la puerta detrás de mí, dejando a mi padre y sus palabras atrás. Las lágrimas amenazaban con salir, pero me negué a permitirlo. Necesitaba esta noche, necesitaba alejarme de todo, aunque fuera solo por unas horas.

Aparcada me esperaba Sira. Dibuje una gran sonrisa y fingí que lo de hace rato no había pasado.

—Que guapa —halagó Sira tomándome una foto antes de subirme a su coche.

—Lo mismo digo.

Pusimos música del momento y charlábamos sobre una nueva colección de una marca de ropa en la que ella era la imagen y la cual me había contactado para una campaña. En cada semáforo en rojo nos deteníanos a grabar TikToks o tomarnos fotos solo por diversión.

Al llegar, el lugar estaba lleno, la música era alta y las risas resonaban por doquier. Era lo que necesitaba. Encontramos una mesa y menos de lo esperado ya nos estábamos riendo y compartiendo anécdotas. Agradecí que no mencionara nada al respecto de Pedri; eso me hizo olvidar la herida abierta.

Ya iba por mi tercera copa cuando miré a mi alrededor en busca de la persona que me pareciera más guapa. Sira me había dicho el suyo y solo faltaba yo. Fue en ese momento cuando lo vi. Manú, con su sonrisa de "Soy demasiado guapo". Nuestras miradas se cruzaron y rápido dejé de verlo para que no pensara que estuviera pendiente de él. Debía de ignorarme, yo también lo iba a ignorar, pero intuía que se estaba acercando.

—¿Ese no es el ex de Valeria? —preguntó Sira, viendo a Manú—. Se está acercando —confirmó mis sospechas—. Y te está mirando a ti.

—¡Carla! ¿Qué haces aquí? —saludó Manú, con sorpresa.

—Salida de chicas —respondí con una sonrisa, esperando que mis palabras lo hicieran irse.

—¿Les importa? —preguntó señalando la silla, preguntando si podía acompañarnos.

Era un claro no, pero Sira lo miraba sonriente y por más que yo le hacía señas, ella no me entendía.

—Claro que puedes.

Fingí que no me importaba cuando Sira le dio la bienvenida a Manú, quien como era de acostumbrarse se adaptó muy bien. La conversación fluyó muy bien. Manú era divertido y encantador, Sira había quedado en su encanto y yo me vi envuelta en su carisma. La noche siguió avanzando y las copas llegaban. La risa se volvió más fácil y el dolor, aunque no desapareció, se hizo un poco soportable.

Me sentí como una niña de secundaria, sintiendo atracción por el chico mayor de bachillerato. Volví a estar en esa época en donde babeaba por él. Ambos nos vimos envueltos en una anécdota de cuando íbamos a la escuela, y las sonrisas cómplices no faltaron.

—Ostras, me olvidé de que tengo que hacer algo mañana a primera hora —dijo Sira, atrayendo nuestra atención.

—¿De verdad? Tía, quédate un poco más —le pidió Manú.

—No se preocupen, sigan ustedes que se les ve muy bien juntos —Sira me miró y disimuladamente me guiñó. Se acercó a Manú para despedirse y en el momento en que juntó su mejilla con la de él, ella volteó a verme y me dijo "Aprovecha, a Valeria no le importará", o al menos fue lo que leí en sus labios.

Tragué saliva y quizá era el alcohol en mi cuerpo, pero estaban dando cosquillas de los nervios.

—Quedamos solos —dijo.

Bebí de mi copa para no demostrar nada.

—Es lo que he querido desde lo de Madrid —dijo y tuve que dejar de beber para no ahogarme al sentir su mano en mi muslo por tal atrevimiento.

—No he dejado de pensar en ti.

—¿Es lo que le dices a todas?

—Es la primera vez que se lo digo a una mujer.

"Una mujer" su voz sonó en mi mente, mezclándose con el "una niña inmadura" de Pedri.

—¿De verdad? —Ni yo misma me creía lo que mi boca acababa de preguntar y la forma tan suave en la que lo dije. ¿Por qué lo hice?

Me quedé quieta al ver como se acercaba más a mí y me besaba, suave. Todo lo que Pedri dijo, sonaba en mi cabeza; lo lindo y lo que me hizo daño eran una mezcla y ese sentimiento de querer ser querida volvía a aparecer.

—¿Cómo sé que dices la verdad?

—Nunca le había insistido a una mujer, has leído mis mensajes. Creo que merecemos una oportunidad.

Intento volver a besarme, pero doble mi rostro.

¿Y si me estaba mintiendo?

—Eres promiscuo, te metes con todas. Has estado con Ester, cuando eras novio de Valeria. ¿Por qué te creería?

—Ester y Valeria no tienen nada que ver aquí. Es historia pasada. He cambiado, créeme —susurró entre mis labios.

Creo que moría por besarme.

—Son mis amigas.

—Ester está lejos y Valeria perdidamente enamorada de otro. No les importará si tú y yo...

—¿Tú y yo?

Todo lo de Pedri vino como una película, todo lo que creía, y fue una cruel mentira de su parte. ¿Por qué no me funcionaba nada a mí?

Pero ahí estaba Manú y su mirada me rogaba por un beso mío.

Tal vez Manú no era tan hijo de puta.

Tal vez él no era compatible con Valeria y Ester, por eso nunca funcionó con ellas. Tal vez yo...

—No quiero ser un secreto —susurré, aunque esas palabras iban dirigida a otro tío—. Quiero algo serio ¿Eso va contigo?

—Puedo hacerlo por ti.

Sonreí al escucharlo y aunque Pedri seguía en mi mente, los buenos recuerdos y aquel amor seguían, pero era falso, debía de hacérselo saber a mi corazón. Necesitaba que mi corazón ya no lo extrañara y tampoco que mi cuerpo lo extrañara. Iba a olvidarlo en todos los sentidos.

—Vale —dije y se acercó más a mí queriéndome besar, pero yo no sé lo permití. El alcohol estaba influyendo en mí y sabía que unos besos me llevan a otra cosa y yo no quería volver a sentirme como una basura al despertar.

Si lo que Manú decía era verdad, debía de hacer algo por mí, jugársela, demostrar que sus palabras eran verdad. Porque las palabras eran fáciles de ser llevadas por el viento, en cambio las acciones demostraban que era verdad.

Y por otro lado, yo debía de hablar con Valeria y decirle todo, solo así lo pensaría de verdad. Sin nada de alcohol de por medio y queriendo olvidarme de Pedri.

Y esa noche solo quería pasarla bien.

Te olvidaría, querido Pedri.

Yo solita me enamoré, yo solita te iba a borrar de mí.

—¿Vamos a otro sitio? —sugirió Manú.

—Solo a charlar, porque voy pasada de copas.

Terminamos en la casa de Manú. Había venido a alguna que otra fiesta cuando él estaba en bachillerato y sus padres se habían ido de viaje, pero esta era la primera vez que venía a solas con él. La casa era demasiado espaciosa; si la mía ya era grande, la de él era el doble. Estuvimos en la sala, charlando y sobre la etapa del colegio. Era lo único que teníamos en común y aquellas anécdotas me hacían reír (probablemente era el alcohol en mi sistema).

Hablando con él supe que no estaba enamorada de él, que nunca lo estaría, que no era mi tipo, pero me resultaba inquietante cómo podía mantener una conversación y hacerme reír, pasando el rato. Siguió haciéndose el galán, queriendo robar besos y diciendo lo bien que la pasaba conmigo.

No era amor, lo sabía. Sabía que no podía llegar a hacerme sentir lo mismo que Pedri me hacía sentir, pero Manú tenía la habilidad de hacerme creer que podría bajarme la luna si yo se la pedía.

Y eso me hizo sentir bien por una noche.















































💌💌💌





















7 de octubre, 2022

Las horas pasaron y el sol comenzó a asomarse por la ventana. Me había quedado mirando el techo, con Manú dormido a mi lado. Sentía una mezcla de alivio y confusión. No nos habíamos vuelto a acostar, pero se sentía personal dormir con alguien en la misma cama.

Con cuidado, me levanté de la cama, agarré mi bolso y salí de la casa. La mañana la recibió con una brisa fresca, y las lágrimas volvieron a salir. Lloré intentando encontrar un poco de paz. Preguntándome si lo que estaba haciendo estaba bien, era como si al salir de la burbuja de Manú un viento frío me hubiera sacado de la realidad y me dijera lo estúpida que soy.

Que yo no soy así.

Pero tampoco quería quedarme llorando y comiendo helado. Era como un auto de escape y Manú no era tan malo que digamos.

Pero también estaba Valeria.

Y también estaba el hecho de que era feliz con Gavi. Tal vez no le importaba.

¿Y mis sentimientos por Pedri? Estaba claro que él solo me vio como un juego, no le importaba. Pero una parte de mí quería que él luchara, que todo haya sido un mal entendido y luchara por mí, pero no lo hacía.

Entonces, ¿qué me quedaba? Intentarlo con Manú no era tan mala idea. Aunque sabía que no sentía nada por él, lo haría para olvidarme de Pedri. Necesitaba algo, alguien que me ayudara a llenar el vacío que Pedri había dejado en mi corazón.

Por ahora, era la distracción que necesitaba para no volverme loca pensando en lo que pudo haber sido y no fue con el que pensé que era mi end game.

Llegué a mi casa y solo me encontré con Lady emocionaba por verme (ladrandome). Mis padres debían de estar desayunando afuera para luego ir a sus oficinas.

Fui directo a mi habitación y tomé una larga ducha; me sentía sucia y el agua tibia en mi cuerpo calmó mis pensamientos. Decidí ir a una clase de pilates; mayormente solía hacer mi propio ejercicio en el espacio que tengo en mi propia casa, pero me daba cosita estar sola.

Me cambié con la ropa adecuada y me puse una banda elástica en la cabeza para que mis ondas no estén sobre mi rostro. Llamé un taxi y a la espera de este, vi los mensajes que tenía. Valeria, Bruno, Raúl, Manú y Gavi.

Al único que le contesté fue a Gavi.

Champiñón:

¿Cómo estás?

Me:

Bien

mejor que nunca :)


Champiñón:

¿Salimos a desayunar?

Valeria, tú y yo.

Ya le estaba escribiendo un sí. Quizá pasar tiempo con él me cambie el humor. Después de todo, éramos amigos y congeniábamos muy bien, era divertido y me daba buenos abrazos (algo que necesitaba), pero al ver que iría Valeria, borré la respuesta.

Me:

Tengo planes, pero para otro día

Papá adoptivo 🥰

Champiñón:

¿Qué harás?

Me:

Pilates 🤸🏼‍♀️

Deje de escribirle luego de que me deseara un bonito día y yo le escribiera lo mismo. El taxi ya me estaba esperando cuando salí de casa. Miré por la ventana la ciudad pasar, perdida en mis pensamientos; en sí estaba haciendo lo correcto. Al llegar, apagué el móvil para no tener ninguna distracción y poder entrenar con la mente despejada. Entre al local y la calidez del lugar me dio un poco de paz, saludé a la recepcionista y guardé mi bolso en uno de los lockers. Al estar lista fui al salón, donde apenas entré, las miradas cariñosas de señoras de 65 años a más me dieron una cálida bienvenida.

—¡Carla!

—Yo también las extrañé.

Alcé mis brazos invitándolas a un abrazo; vinieron hacia mí y su olor a casa me dieron un poco de amor.

—¿Quién ha sido el muchacho que te ha tenido secuestrada? —preguntó Rocío, volviendo a traer la imagen de Pedri a mi cabeza.

Pero él no pintaba nada aquí.

Me puse en mi tapete y empecé a estirarme. Toqué las puntas de mis pies. Escuché como la puerta se abrió y la voz de la profesora junto a una que conocía muy bien se escuchó como eco en el salón.

Con la cabeza a la altura de mis tobillos, abrí los ojos y vi hacia la entrada. Ahí estaba él, mirándome como si estuviéramos bien y fuera lo más normal que estuviera en mis clases.

El corazón sin pedir permiso empezó a gritar "Código rojo" todo en mí entró en caos, las rodillas me flaquearon, perdí el equilibrio y caí sobre el tapete.

Se escucharán los sonidos de preocupación por mis compañeras.

—Estoy bien —dije ante las miradas.

Me senté en el tapete e hice como si nada hubiese pasado. Volví a estirarme, esta vez sentada. Ignorando la presencia de Pedri, quien saludaba a mis abuelitas como todo un caballero.

Se escuchaba el murmullo de las señoras diciendo lo guapo y atento que era, unas le pedían una foto y otras si podía mandarles saludos a sus nietos.

Me quedé mirando un punto fijo en la pared, ignorando los murmullos. ¿Por qué era tan importante?

—Deberías acercarte, es guapo —dijo Rocío llegando a mi lado; era una viejecita de ya 80 años y su sordera hizo que sus palabras salieran demasiado fuertes, llamando la atención de Pedri.

—No es mi tipo —susurré para ella, pero como era de esperarse no me escuchó y siguió alabando lo guapo que era Pedri, llamando más su atención y haciendo que sus ojos se fijaran más en mí. Sentía la pesadez de su mirada y más cuando puso su tapete a mi lado, ¡A mi lado!

Quería voltear y gritarle que se alejara de mí, que su jueguito no lograría nada, pero mi cuerpo no reaccionaba a lo que pedía. Es más, mirarlo de reojo me hacía querer ir a abrazarlo.

Necesitaba ahogar más esos sentimientos.

—Sí soy tu tipo —murmuró para que solo yo lo escuchara. Volteé a mirarlo (no era tan fuerte) y tenía una sonrisita que derretía.

Me planteé agarrar mis cosas e irme, pero me detuve al saber que este era mi lugar. Él no pintaba nada aquí.

Regresé a mirar al frente con el mentón alzado e ignorando toda presencia del señor maduro.

La clase inició y me concentré en ello. La profesora inició con estiramientos y cada vez que estiraba mis brazos hacia ambos lados, mis dedos rozaban con los suyos creando hormigueos por todo mi cuerpo. No sabía si lo hacía adrede o era casualidad, pero necesitaba que parase.

Me moví más hacia la derecha a la vez que la profesora cambiaba un nuevo ejercicio. Me concentré en ello, trate de poner mi mente en blanco, en inhalar, en exhalar, en poner fuerza en el abdomen y el culo, me concentré en sentir dolor en mis músculos por cada ejercicio. Dejando atrás a quien estaba a mi lado, pero seguía ahí y fue imposible ignorarlo cuando escuché su risita y la de la profesora.

Miré de reojo y una punzada de celos apuñaló mi corazón al ver como ella le sonreía, tocándole los brazos y las piernas, corrigiendo la postura en la que estaba y él le sonreía.

¿Por qué tenía que tocarlo de esa forma? Vale, que era su trabajo. Pero a mí solo me corregía y apartaba su mano, pero ella seguía con su mano en él.

¿Y por qué él le sonreía así?

¿Por qué me molestaba? No éramos nada; además, seguro lo hacía para su nuevo pasatiempo de medianoche.

Lo odio.

Torcí los ojos cuando él se dio cuenta de que lo estaba viendo, volví a mirar al frente.

—Muy bien, Carla, ¿sigues entrenando? —preguntó la maestra, dejando al fin a Pedri.

—En casa —contesté—. Pero hoy me apetecía venir.

—Muy bien, ¿podrías ayudar a Pedri? —preguntó señalando al susodicho. Lo miré y nuestras miradas se cruzaron; él me dio una sonrisa inocente.

La profesora se fue con otras alumnas. Refunfuñé por lo bajo, pero accedí a regañadientes. Me acerqué a él con una mueca en el rostro, intentando mantener la distancia emocional. No podía permitir que viera cuánto me afectaba su presencia y, sobre todo, la forma en que la profesora lo tocaba.

—Hola —saludó.

No le devolví el saludo.

—No sabía que tomabas esta clase.

—Yo no sabía que venías —Toqué su espalda y era como si me quemara, de una buena y mala manera.

—Me la recomendaron.

—¿Por la lesión? —pregunté, si bien era cierto que ya se había recuperado, pero algo extra de ayuda no le vendría mal—. El pilates ayuda a la flexibilidad y fuerza; también ayuda a prevenir lesiones, ¿sabías?

Traté de sonar indiferente mientras mis manos temblaban ligeramente al posicionarlo correctamente.

—Sí —contestó. Su mirada fija en mí, analizándome, como si supiera exactamente lo que pasaba por mi mente.

En un momento, aprovechó y me cogió de la cintura. Sentí que mi cuerpo se tensaba al instante, y mi corazón latió con fuerza. No pude evitar un leve estremecimiento. ¿Por qué tenía que ser así? Tan molesto y encantador a la vez. Intenté concentrarme en lo que decía sobre los beneficios del Pilates, pero la proximidad de su cuerpo hacía que todo se volviera difuso.

—No me toques —murmuré fría e inmediatamente su mano abandonó mi cintura, dejando una sensación extraña.

—Lo siento.

—Creo que ya puedes solo, concentrate en la respiración.

Regresé a mi asiento, con las piernas pesadas al igual que los brazos. Seguí sintiendo la mirada de Pedri y de vez en cuando los celos se apoderaban de mí cada vez que la profesora lo ayudaba.

Me daban ganas de voltear y gritarle que dejen de coquetear o que se vayan directo a un hotel. Pero cada vez que llegaba al borde de la irritación, la profesora se iba con otra alumna.

El tiempo en las máquinas fue exactamente igual y en vez de distraerme lo único que hacía era torturarme hasta que el tiempo de la sesión acabó.

Guarde mis pertenencias lo más rápido que pude, necesitaba largarme y ya no verlo más, también cambiar mi horario y no decírselo a nadie.

Ni siquiera a champiñón, estaba 100% segura de que él le había dicho mi paradero a su amigo. Me quedaba claro de qué bando se había puesto. Se suponía que yo era su amiga, pero estaba apoyando al tío que solo me usaba para follar.

Entre hombres que solo piensan con la polla, se entienden. Los odio.

—¿Podemos hablar?

No alcé la mirada al escucharlo demasiado cerca de mí.

—Carla —dijo mi nombre tan despacio—. No me ignores, por favor.

Su súplica fue el colmo que derramó el vaso.

Le golpeé el pecho con mi tapete y con mis dos manos lo empujé. Lo necesitaba lejos de mí.

—¿Quieres que siga detrás de ti? —pregunté harta de él—. Eres cruel.

—Te extraño —dijo con una intensidad que se veía reflejada en sus ojos.

Y en mi mente una vocecita no dejaba de decirme que solo me estaba mintiendo.

El dolor y la desconfianza se mezclaron en mi pecho.

—¿Extrañas follarme? Es eso, ¿verdad? —Contuve mis lágrimas.

—Extraño todo de ti.

Me tragué un sollozo y, antes de que una lágrima se derramara, la limpié con el dorso de mi mano.

—Vale. Pues yo extraño lo que era antes de ti.

—Carla...

Sabía lo que diría, buscaría enamorarme con sus palabras, volverme a llevar entre sus brazos y hacerme suya. Su pasatiempo favorito.

—Escuché todo lo que le dijiste a Fer —dije, tratando de mantenerme firme.

Pedri frunció el ceño, parecía confundido, como si no supiera de lo que le estaba diciendo y luego lo recordó.

—Soy un idiota —dijo como si supiera a lo que me refería —. Carla, déjame explicarlo —su mirada brillaba en súplica.

—Lo dejaste muy en claro, no te preocupes.

Estábamos solos en el salón y Pedri aprovechó para sujetarme de la mano y detenerme.

Me safe de un tirón.

—No me toques o grito y grito muy fuerte —amenace.

—Déjame explicarte.

—No.

—Todo lo que dije era mentira —dijo rápido, poniéndose al frente de mí. Ignoré su presencia y lo iba a rodear para ya irme, pero él me respondió, acercándose y tomándome de las mejillas para besarme.

Me sujeto de las mejillas para estar más cerca de mí. La rabia subió a mi cabeza y quise empujarlo y darle un bofetón, pero ya me encontraba correspondiéndole el beso con la misma intensidad. Sentí su urgencia, su necesidad, y eso solo aumentó la mía. Su boca se movía con determinación, sabiendo lo que me gustaba y eso me desarmó. Me regañé internamente por ceder tan rápido, por seguir los movimientos de sus labios y no darle un gran patadón.

Suspiré cuando me pegó más a él, sus brazos rodearon mi cintura y las mías tiraban de su cabello con desesperación.

Sentí calor en mi entrepierna; aun así no ponía distancia entre los dos. Es más, necesitaba estar más cerca de él.

Pensé en un buen polvo; no me importaría, no pensaría en lo hijo de puta que era, porque él me tocaba y me hacía sentir única.

Sus dedos subieron por mi espalda, trazando líneas de fuego en mi piel, mientras mis manos exploraban cada rincón de su rostro, como si intentara memorizarlo.

A pesar de todo, seguí el beso, sintiendo la electricidad recorrer mi cuerpo. Cuando finalmente nos separamos, jadeantes, él dijo:

—Te quiero.

Aparté la mirada, sintiéndome mal.

¿Lo decía para acostarme con él?

—Es la primera vez que me lo dices —susurré y vi como Pedri sonrió e intentó volverme a besar, pero yo ya había salido de su encanto.

Retrocedí un paso.

—Te quiero —repitió.

—Vale —Bajé la mirada y lamí mis labios antes de mirarlo a los ojos—. Te he escuchado.

—Entonces ¿podemos besarnos otra vez? —preguntó esperanzado, avanzando un paso.

—No —Retrocedí—. No, te creo.

Lo que le dijo a su hermano seguía ahí y sonaba tan real.

—Carla... Me has seguido el beso.

—Fue un desliz, me gustas Pedri. Estoy enamorada de ti y te quiero, pero me enamoré de alguien que fingía.

—Nunca fingí nada contigo.

—El problema es que no me creo si lo que pasó entre nosotros fue real o no —confesé.

—Créeme a mí, Carla. Te quiero y estoy loco por ti; no dejo de pensar en ti ni un puto segundo, apareces en mis sueños y cuando despierto no te tengo, quiero estar contigo, quiero algo contigo.

—Ya no me creo lo que dices — susurré, sintiendo un nudo en la garganta—. No sé si solo soy un polvo para ti, tu pasatiempo favorito o Dios sabe qué.

Él negó con la cabeza, intentando tomar mis manos.

—No lo eres, Carla. Te prometo que...

—Se lo dijiste a Fer.

—Estaba asustado, tenía miedo. Todo lo que decían, tú... Me sentí atrapado y...

—¿Cómo sé que no es una mentira?

—Créeme por favor —me sujeto de las manos, rogándome—. Volvamos a lo de antes...

—No quiero una relación en privado, no quiero ser un puto secreto —Lo interrumpí, soltándome de su agarre —. Lo que me hiciste fue cruel; nunca debí haber aceptado algo "privado" contigo —dije haciendo comillas con los dedos al decir "privado"—. ¿Por qué sabes una cosa? Hay una gran diferencia entre mantener una relación privada y ser en secreto. Y yo fui un secreto y no pienso volver a serlo.

Pedri asintió, desesperado.

—No lo serás.

Lo miré fijamente, con lágrimas en los ojos.

—Ya no creo en ti — dije, antes de darme la vuelta y alejarme, sintiendo cómo mi corazón se rompía con cada paso que daba.

Pedri me llamó por mi nombre y me detuve en seco antes de cruzar la puerta. Volteé a verlo y él daba los últimos pasos para estar al frente de mí.

—Haré que vuelvas a creer en mí, te lo juro —susurró acariciando una de mis ondas.

—Más te vale —susurré antes de irme.

Escuché su respuesta que me hizo sonreír. 
















































Xoxo. Holiiii

Pedri al fin va por ella!!!!!!

¿Creen que Carla debería seguir dándole una oportunidad a Pedri o es mejor que siga adelante? ¿Qué harían ustedes en su lugar? ¿Le creerían?

¿Alguna vez han sentido que tomaron una decisión sólo para protegerse emocionalmente, como Carla con Manú?
Lxs leo

Este capítulo fue muy intenso para Carla. ¿Cuál fue su parte favorita y por qué? Me encantaría saber qué piensan.

¿Qué creen que pasará ahora entre Carla y Pedri? ¿Pedri logrará recuperar su confianza o ya es demasiado tarde?

He hecho un video sobre Carla y pedri, vayan a verlo a mi tiktok 💕✨️

Si les ha gustado el capítulo, no olviden dejar su estrella ✨. Es una forma súper importante de apoyarme y me motiva a seguir escribiendo. ¡Gracias por estar aquí y por todo su apoyo!

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

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