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35: Para siempre

Nota de autora: Holi, una vez alguien por la caja de preguntas de instagram me pregunto cual era mi capitulo favorito de NSUTV, pero yo no lo dije porque aún no estaba publicado y lo iba a decir cuando lo publicara. Y bueno el momento a llegado, es este capítulo mi favorito 💞

No se olviden de votar y comentar, eso aunque parezca poco e insignificante, me ayuda a seguir editando y subiendo los capítulos :)

Muchas personas dicen que no saben como votar, solo le das a la estrellita 🌟














































PEDRI

22 de septiembre, 2022

Habían pasado dos días desde que hablé con Carla, desde su mensaje. No supe nada de ella y me atormentaba; no dejaba de pensar. Por más que me mataba entrenando, Carla era un tormento. No me dejaba en paz; la había dejado meterse tanto en mí; me había acostumbrado a ella que se había adueñado de mi mente.

Y ella no me buscaba.

Verla en el desfile fue un puñado de aire que necesitaba; volvió a mirarme, volvió a sonreír y aunque todos la miraban, ella me miraba a mí.

Estaba demasiado hermosa; parecía un ángel, una princesa; se veía tan inocente, cuando yo sabía que no era así, que la sonrisa diablilla que me daba era lo suficiente para darme sueños salvajes y hacerme actuar de una manera irracional.

Detrás de las bambalinas la besé y se sintió como si estuviera besando a un ángel. Sus labios suaves, su sonrisa y hasta sus gemidos y suspiros eran perfectos.

Todo el problema había desaparecido al besarla, porque sabía que ella me pertenecía, que ella nunca se iría.

Tenerla tan cerca y lejos era un tormento, fingir que éramos amigos se me hacía cada vez más pesado, pero era lo correcto.

Necesitaba tiempo con ella. Los días que pasaron eran una eternidad y sentía que quería hacer algo con ella.

Me estacioné al frente de su casa y la llamé. Escuchar su voz fue el motivo por el cual mi corazón latía fuerte y latía más al verla salir de su casa y dirigirse a mí. 

—Hola...

Recordé cómo me sentí al ver esa foto, la furia y la tristeza mezcladas en un remolino de emociones. Pero más allá de todo eso, el vacío que dejó su ausencia era lo que más me dolía.

—Yo te he extrañado —dijo ella, sus ojos encontrando los míos—. Pero sé que te herí con mi broma y lo siento mucho. No debí haberlo dicho.

Sus palabras tocaron hondo. Sentí el calor de sus manos cuando las tomé entre las mías, buscándola a ella y la relación que estábamos forjando.

—No puedo negar que no me dolió ver esa foto y escuchar tu broma —admití, intentando mantener la voz firme—. Pero he estado pensando mucho y me di cuenta de que te quiero más de lo que quiero admitir. No puedo seguir así, lejos de ti, sin arreglar las cosas.

Su mirada se llenó de lágrimas, y mi corazón se contrajo. Cada segundo sin ella me había parecido una eternidad.

—Pedri, te prometo que no significó nada —dijo, con una sinceridad que me desarmó—. Fue solo un malentendido, y lo único que quiero es estar contigo, sin más malentendidos ni bromas estúpidas.

La intensidad de su mirada me hizo estremecer. En ese momento supe que no podía perderla.

—Entonces...—dije, acercándome más—. Dejemos atrás lo que pasó.

Sin más palabras, me incliné hacia ella y nuestros labios se encontraron en un beso lleno de promesas y redención. Sentí su cuerpo temblar bajo mis manos mientras la acercaba más a mí. La suavidad de sus labios, el calor de su aliento; todo en ella me decía que ella era la indicada, que solo necesitamos tiempo.

—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó cómo si se hubiese olvidado todo ese detalle que nos mantuvo separados.

—Que me prometiste que me darías un gran beso.

Me miró juguetona, esos ojos que siempre me desarmaban. Se acercó más a mí, mirándome de una forma que me dejaba sin palabras.

—¿Así? —susurró, y antes de que pudiera responder, sentí el roce suave de sus labios contra los míos, un toque tan ligero que apenas fue real.

Fruncí el ceño, frustrado. Ese no era el beso que había estado esperando. Ella me estaba desafiando, disfrutando cada segundo de mi impaciencia.

—Eso no cuenta —murmuré, la necesidad evidente en mi voz. Quería más, mucho más que un simple roce.

Ella me sonrió, consciente de la reacción que había provocado, y antes de que pudiera decir algo más, se acercó de nuevo. Esta vez, su beso fue todo lo que había imaginado y más.

—Me llevarás a tu habitación o entramos a hurtadillas a la mía —susurró con una sonrisa traviesa dejando de besarme—. Pero me tapas la boca porque soy ruidosa y mis padres están en casa.

Su propuesta me hizo sonreír y mi corazón latió más rápido al imaginar la escena, pero entonces una idea mejor se formó en mi mente.

—Tengo una mejor idea —le dije, mi voz, apenas un susurro—. Quiero hacer algo diferente esta noche.

Carla arqueó una de sus rubias cejas, intrigada.

—¿Diferente? —preguntó, su sonrisa creciendo—. ¿Qué tienes en mente?

Me acerqué y le susurré al oído, explicándole mi plan. A medida que hablaba, vi cómo sus ojos se iluminaban con emoción.

—Me encanta la idea —dijo, con una sonrisa cómplice—. Sé exactamente a dónde ir.

Ella me pidió el móvil y yo se lo entregué, intrigado. Carla se concentró en buscar el lugar en Google Maps y, una vez que lo encontró, puso el móvil en el soporte del coche.

—Sigue las indicaciones —dijo con una sonrisa cómplice y emocionada.

Arranqué el coche y seguimos las indicaciones del GPS. La pantalla mostraba por dónde ir, y según el trayecto, llegaríamos en menos de 2 horas. Conduje por 30 minutos y me detuve en una gasolinera.

—¿Quieres algo? —le pregunté a Carla, quien había dejado de cantar apenas me estacioné.

Treinta minutos en carretera y ella nos mantenía despiertos con canciones de Taylor Swift.

—¿Se vale helado?

—Es de madrugada.

—Se vale comer helado todas las veces que quieras —Me miró suplicante, sus ojos brillantes y verdes, su boquita en un mohín, una expresión a la cual no podía resistirme—. Porfis.

—Está bien, helado será.

Besé su frente y apreté sus mofletes, me bajé del coche y dejé llenar el tanque, mientras iba a por el helado en el minimarket. Compré un par de helados, sus favoritos, también todo tipo de gomitas, patatas, con unas latas de refresco y agua para mí.

Regresé al coche y me encontré a Carla con una de mis chaquetas. ¿De dónde la había sacado?

—La encontré atrás. ¿Te molesta?

Le quedaba ancha y su cabello rubio resaltaba. Me miraba con la misma expresión de princesita caprichosa a la cual no podía resistirme.

—No —dije, no me molestaba, más bien me había hecho sonreír.

Le tendí la bolsa con todo lo que había comprado para ella y curiosamente rebuscó hasta conseguir los helados.

El resto del camino volvimos a la carretera, escuchando música entre nuestros gustos musicales y Carla comiendo una rara combinación entre patatas, helado y gomitas ácidas.

—Que asco.

—Son ricas ¿pruebas?

Negué mirándola de reojo. Ella sacó otra patata, la sumergió en el helado y como cereza del pastel le puso una gomita.

—Juzgas, sin probar. Anda.

La fue acercando a mi boca y yo, sin poder decirle que no, me comí su rara combinación. No sabía tan mal a decir verdad.

—¿Te gustó?

—No está tan mal.

—Es fabuloso.

Carla se lamió los dedos y siguió comiendo, dándome en la boca de vez en cuando.

Llegamos a nuestro destino y el aire olía a mar. Me detuve frente a una gran casa con un imponente portón.

—¿Aquí es?

Carla asintió y se limpió las manos en la tela de su pijama.

—Espérame aquí, abriré el portón.

Se bajó del coche y no despegué la mirada de ella. Estaba lloviendo suave y Carla miró hacia el cielo oscuro, dejando que la lluvia acariciara su rostro.

Mi novia se acercó a la cerradura, la inspeccionó y trató de abrirla. Empezó a tantear por unas piedras del muro y cuando vi que miró entre unos arbustos, supe que no tenía ni una llave.

Me bajé del coche.

—¿La llave? —pregunté al llegar a su lado.

Carla me dio una encogida de hombros.

—Debe de estar por aquí, hay un repuesto entre una roca, pero no está y pensé que se había caído al arbusto, pero tampoco está.

La suave lluvia ya la había empapado y comenzaba a caer más fuerte, que en menos de un minuto buscando yo también ya me había empapado. 

—Regresemos al coche.

—No —Pidió—. No es tan alto, podemos trepar.

No me gustaba para nada su idea, estaba lloviendo a mares, podíamos caernos.

—No creo...

Ni siquiera terminé de formular la oración y Carla ya estaba trepando y pasando al otro lado. Le seguí y con el mayor cuidado ya estaba junto a ella.

Estaba lloviendo más fuerte.

—¡Corramos! —gritó para que la escuchara por encima del sonido de la lluvia, se oían truenos y relámpagos que iluminaban el cielo.

Carla me agarró de la mano y corrimos hacia la entrada principal donde el techo nos acogió de la lluvia.

Carla se agachó y de un tapete sacó una llave, sonrió y abrió la puerta.

—Venga, entremos.

La dejé pasar primero y cerré la puerta detrás de mí. No se veía nada, solo veía la espalda de Carla, buscando los interruptores en la pared. 

—No hay electricidad por la tormenta.

Volteó a verme y sus verdes ojos brillaban en la oscuridad al igual que su sonrisa, parecía estar disfrutando la situación como si fuera una aventura.

Encendió la linterna de su móvil y dejó ver dónde nos encontrábamos, pero eso no importaba. La poca luz dejaba verla por completo y cómo temblaba por el frío.

La rodeé con mis brazos, tratando de darle algo de calor mientras miraba a mi alrededor, buscando algo con lo que pudiera abrigarla. Yo también estaba empezando a sentir el frío de la lluvia empapando mi ropa.

—Hay una chimenea dentro —dijo Carla, sus dientes castañeando ligeramente—. Tal vez podamos encenderla.

—Buena idea. Voy a buscar algo de leña para la chimenea —le dije—. Tú busca algo con lo que podamos abrigarnos.

Asintió, todavía temblando, y comenzó a explorar la casa. Encontré el cuarto de herramientas donde se solía guardar la leña. Recogí algunos troncos y regresé a la sala, donde Carla había encontrado una frazada grande y gruesa. La vi envolverse en ella y la imagen me hizo sonreír a pesar del frío.

—Aquí tienes —dije, comenzando a preparar la chimenea—. Vamos a calentarnos un poco.

Carla se acercó y se sentó cerca de la chimenea mientras yo trabajaba en encender el fuego. Pronto, las llamas empezaron a crepitar y el calor comenzó a llenar la habitación. Me senté junto a ella, sintiendo el calor envolvente del fuego, ambos seguíamos temblando, con la ropa empapada, tratando de calentarnos.

—Deberíamos quitarnos la ropa —sugerí.

—¿Me estás pidiendo que me desnude?

No lo había pensado con segundas intenciones, pero Carla ya me miraba como si lo hubiese dicho así.

—Es solo para no enfermarnos —Me apresuré a decir

—Aja ¿Te estás sonrojando? —preguntó como si no lo creyera—. Joder, Pedri González se está sonrojando.

—Yo no... —Carla acarició mis mejillas y sonrió, asintiendo—. Tal vez.

—No es un tal vez, estás sonrojado.

Sentía el calor en mi cara, su mirada, presencia e imaginarla desnuda a mi lado, no ayudaba en lo absoluto.

Carla dejó de mirarme, la miré de reojo y vi que había dejado la frazada para empezar a desvestirse.

—¿Qué haces?

Ella volteó a verme.

—Tienes razón, no quiero enfermarme.

El impulso fue irresistible. Me acerqué a ella y la besé, un beso lleno de pasión y deseo acumulado. La ayudé a quitarse su camiseta y recibí el mismo favor. Mis manos recorrieron su espalda, sintiendo su piel fría al principio, pero calentándose rápidamente bajo mis caricias. Ella respondió con igual fervor, sus manos deslizándose por mi espalda, acercándonos aún más.

—No hay nadie —susurré entre su boca—. Puedes ser ruidosa.

Vi su sonrisa y como intentó tapar su rostro con sus manos, pero yo se lo impedí. Me gustaba más cuando no se contenía.

La besé de nuevo, esta vez con más intensidad, acallando cualquier sonido con mis labios. Mis manos recorrían su cuerpo, sintiendo su piel cálida bajo mis dedos mientras nos íbamos cayendo con cuidado sobre la alfombra. La luz del fuego iluminaba su rostro y cuerpo con un resplandor suave.





























💌💌💌










































—¿Alguna vez has pensado en cómo será todo dentro de unos años? —preguntó Carla, tumbada a mi lado, su mirada fija en el techo.

Giré mi cabeza hacia ella, sonriendo levemente. La luz del fuego de la chimenea resaltaba el brillo en sus ojos.

—Supongo que sí. El fútbol es lo que más quiero ahora, pero sé que no durará para siempre —respondió él con sinceridad—. A veces me imagino retirado, después de haber ganado todo con el club y la selección...

—¿Todo?

Me encogí de hombros e im imaginés títulos con los que todos jugador soñaba.

—Champions, Liga, la Euro, un mundial... —señalé contando con mis dedos todos aquellos sueños—. Retirarme siendo leyenda del fútbol y vivir en un lugar tranquilo, Tenerife obviamente, lejos de las cámaras. Aunque, siempre he tenido la idea de hacer algo más. Quiero tener algo propio, quizás una marca, algo que deje huella.

Carla me miró curiosa, intrigada por lo que le había dicho.

—¿Una marca? ¿De qué?

—No lo sé —contestó Pedri, encogiéndose de hombros—. Siempre he querido que la gente me recuerde. Que lo que construya tenga un significado, algo que represente mis valores fuera del campo. Me gusta la idea de crear algo que conecte con la gente.

Carla sonrió, acariciando mi mejilla y depositando un suave beso volviendo el momento más mágico de lo que ya era.

—Me parece asombroso y como soy la mejor de todas, te daré una idea —dijo ella, con esa chispa juguetona que siempre me desarmaba—. Puede ser una marca de ropa.

La miré con una ceja levantada, intrigado.

—¿De ropa? No sé mucho de moda...

—Es una buena idea —respondió ella con seguridad—. Y ya me di cuenta quede que sabes mucho de eso —dijo y calló mis quejas con un par de besos y sonrisas—. Pero para eso puedes buscar un buen equipo que te asesore. Y crear algo que combine con tu estilo casual y deportivo, algo que represente lo que eres, dentro y fuera del campo. Ya sabes, una mezcla entre funcional y con onda. Yo te ayudaría con los diseños, obvio si quieres.

Su entusiasmo era contagioso, y por un segundo, imaginé cómo sería tener algo propio, algo en lo que ella también estuviera involucrada. La idea de crear algo juntos no solo sonaba increíble, sino que me hacía pensar en un futuro con ella.

—Me gusta cómo suena —dije, sintiendo una chispa de emoción al imaginarlo—. Una colección nuestra... sería épico.

—¿Nuestra? Yo solo te ayudaría, sería tuya.

La miré, frunciendo el ceño con una sonrisa. ¿De qué estaba hablando?

—No, no. Si estás metida en esto, será nuestra. No me veo haciéndolo sin ti. Además, tus ideas son las que me están inspirando ahora mismo.

Ella me dio un suave golpe en el brazo, riendo.

—Vale, pero si lo hacemos, no quiero que mi nombre aparezca en todas partes —dijo, aún con ese brillo en los ojos.

—¿Carla Nunier está diciendo que no quiere que su nombre aparezca?

Me resultaba medio raro, ella no era tipo de tía y eso me hizo pensar que tal vez ni quería que la relacionaran conmigo.

—Te dejaré el protagonismo, pero yo estaré detrás, manejando las cosas.

—¿En verdad no quieres que tu nombre aparezca?

—No —negó con la cabeza, escondiéndose en mi pecho, evitando que le viera el rostro.

—¿Por qué? —pregunté, extrañado por su reacción.

—Mis padres son muy intensos y no me dejarían en paz hasta que ellos también estuvieran involucrados... y no quiero. Además, sería algo tuyo y mío, no de terceros... —Se quedó callada de repente, como si se arrepintiera de lo que estaba a punto de decir. Murmuró un apenas audible—. Suficiente tengo con... nada.

Fruncí el ceño, sintiendo que había algo más. No me gustaba cuando se cerraba así. Deslicé mi mano por su espalda, tratando de hacerla sentir cómoda.

—¿Qué pasa? —pregunté suavemente, sin presión, pero lo suficientemente claro como para que supiera que no dejaría el tema de lado.

Sentí cómo se tensaba contra mi pecho, y no podía dejarlo pasar. Con suavidad, deslicé mi mano bajo su barbilla, levantándola para que me mirara.

—Puedes contarme todo, onditas —susurré.

—Pues es una tontería...

No era para nada una tontería, no cuando se trataba de ella.

—Anda, dímelo.

Suspiro lentamente y mordiéndose el labio, claramente indecisa, decidió confiar en mí.

—Me abruman con todo, las sesiones, las promociones, los hombres... No me sorprendería si un día de estos mamá aparece con un matrimonio arreglado —dijo con voz apagada—Y yo solo... I'm just a girl que quería hacerlo a mi manera. 

Al escucharla mencionar a otros hombres, un matrimonio arreglado un pequeño nudo se formó en mi pecho. No era algo que quisiera admitir, pero no podía evitarlo. Los celos me picaban. Pero me mantuve calmado al verla a ella.

—Si quieres hacerlo a tu manera, entonces hazlo. No dejes que nadie te diga que hacer, princesa.

Carla sonrió y me dio un beso, apretando mis mejillas.

—Gracias, Bananin, alias señor adulto.

Nos dimos varios besos chiquitos y nuestros cuerpos empezaban a calentarse por si solos. Pero necesitaba hablar más con Carla y es por eso que continúe con nuestra conversación.

—Entonces vas a ser el cerebro detrás del imperio, ¿eh?

—Por supuesto —respondió, dándome un guiño—. Soy Swiftie, una mastermind de sangre y profesión.

Sonreí por su respuesta muy digna de ella. La miré por un momento, disfrutando de su risa, y luego, de manera más seria, le pregunté:

—¿Y tú? ¿Qué ves en tu futuro?

Carla levantó la mirada, y su expresión cambió a una más pensativa. Se quedó en silencio unos segundos, como si estuviera ordenando sus ideas.

—Siempre quise ser arquitecta —dijo finalmente—. Construir algo con mis manos, darle forma a mis ideas... ser más allá que una rubia tonta, siempre me han denominado como ello, la rubia rica y tonta, pero soy más que eso, hello fui el mejor promedio de mi generación y aun así, sigo siendo la rubia tonta.

Me quedé en silencio, dejándola continuar.

—Quiero que lo que haga me haga sentir orgullosa, no solo a mí, sino a las personas que quiero. Sé que no fue la mejor idea dejar la universidad y sé que muchos, incluyendo mis padres pensaron que lo deje por un hombre, pero no fue así y es algo que no te puedo decir, pero realmente es importante. El punto es que quiero ser la mejor arquitecta y que algo mío dure por miles de años. 

La escuché atentamente, sintiendo la profundidad de sus palabras y su mirada. Sabía que su decisión de dejar la universidad no había sido sencilla y que había más detrás de su elección. La admiraba por su pasión y su deseo de superar las expectativas que otros tenían de ella, la entendía. Entendía esa búsqueda de hacer algo con un propósito, algo propio.

—Carla, eres una mastermind, estoy seguro de que lograrás hacer algo que durará para siempre. Lo harás.

La conversación nos había acercado más. Sin dejar de mirarnos, la atraje hacia mí, besándola suavemente.

—Eres extraordinaria —susurré sin dejar de besarla, queriendo estar lo suficientemente cerca de ella.




















































💌💌💌








































Me desperté por el suave susurro de su voz llamándome por mi nombre.

—Despierta —dijo Carla con dulzura.

Abrí lentamente los ojos y me encontré con sus hermosos ojos achinados, brillando con una ternura que me hizo sonreír de inmediato.

—He preparado el desayuno —dijo, su voz llena de cariño mientras me besaba los labios.

Los recuerdos de la noche anterior inundaron mi mente, trayendo consigo una sensación de felicidad y plenitud. Habíamos follado y hablado de una manera extraordinaria. Ella era extraordinaria.

Nos levantamos y nos dirigimos juntos a la cocina, donde un delicioso aroma nos recibió. Carla había preparado un desayuno especial, y mientras comíamos, compartimos risas y miradas cómplices.

Me sorprendió lo rico que estaba, no tanto como los desayunos de mamá, pero estaba rico. No sabía que Carla cocinaba o bueno, nunca habíamos tenido la oportunidad de despertar juntos sin estar apresurados por escaparnos de la casa del otro a hurtadillas.

Me pregunté sí...

No, aún no era el momento.

Después del desayuno, nos quedamos conversando, disfrutando de la calidez y la tranquilidad de estar juntos. Carla me contaba acerca de la casa. Era de la familia de Valeria y ella me contó que prácticamente también era suya porque Valeria y ella eran hermanas. Emocionada me habló de lo enamorada que estaba de la arquitectura de la casa; los ojos le brillaban y también me contó las aventuras de cuando venía con Val de vacaciones y se acercó más a mí, para contarme un secreto.

—Mis hijos vendrán a jugar en esta casa con los hijos de Val; será una tradición —Lo decía como si estuviera viendo el futuro y viera a su familia jugar con la de Valeria.

Me pregunté si ella me veía en ese futuro. No me mencionó y tampoco yo, pero sí me lo imaginé y sonreí por ello.

—Gracias por la comida, estuvo deliciosa.

—Gracias.

—Deberías invitarme a desayunar más a menudo.

—Quizá cuando mis padres se vayan de viaje o cuando tengas libre, podemos rentar un depa y darnos una escapada un finde...

Hablaba tan emocionada, que me creía todo lo que decía.

Me ofrecí a lavar los trastes y cuando terminé vi en el bote de basura unas bolsas de restaurante. ¿Acaso ella?

Reí por su ingenio y guardé el secreto.

—Ha sido perfecto, gracias por esto —Besó mi mejilla.

—Fue tu idea.

—En realidad tuya. Yo solo quería follar a hurtadillas en mi habitación.

La besé y por primera vez una tía me hizo desear que sea para siempre.

—¿Te gustó?

—La mejor cita de todas. Como una canción de Taylor Swift, así de perfecta.

—¿Así? ¿Cuál canción?

Se hizo la pensativa.

—Lover, Daylight, love story, end game y todas las malditas canciones de amor que ella escriba —dijo sonriente, pasando sus brazos por mi cuello y atrayéndome más hacia ella—. Si le contara a Taylor sobre nosotros, escribiría un álbum completo de amor.

Me besó sin freno y en un intento de ser romántico, me separé y le dije que me esperara un momento. Fui por móvil y regresé a donde carla estaba, le di play a la primera canción que carla mencionó y la invité a bailar conmigo.

—Eres un encanto.

Acepto mi invitación y, al ritmo de la música, empezamos a bailar por toda la cocina al ritmo de lover.

A medida que la música nos envolvía, Carla comenzó a susurrar la letra de la canción cerca de mi oído, con su voz suave y cálida acompañando cada paso que dábamos juntos.



















































Xoxo. Holi soy yo de nuevo

¿Qué les pareció el capítulo?

¿Qué opinan de Carla y Pedri hasta el momento?

¿Ya escucharon su playlist? Si no la tienen agregada en Spotify, me envían un mensaje por instagram o tiktok para enviarles la playlist 🥰

¿Que dudas tienen acerca de la historia?

¿Tienen teorías? Lxs leo 😼

He leído sus comentarios y se dieron cuenta de lo obvio. Carla y Pedri se han denominado "novios", pero ¿Se han dado cuenta que solo lo hacen en sus mentes? 🙂🙃

Si se dan cuenta nunca se lo han dicho de frente en voz propia 🫢

Si les ha gustado no se olviden de votar y comentar.

Hagamos de los comentarios algo interactivo.

Nos leemos pronto

Chao 🥰

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

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 ©  a  n  c  o  v  i  1  2

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