29: Celos y un pez dorado
Pedri
15 de agosto, 2022
Había estado con muchas mujeres, pero ninguna me había hecho sentir lo que Carla me hacía sentir. Su sola presencia era suficiente para alegrarme, calentarme y hacerme sentir como si todo estuviera bien.
Había algo en ella que siempre quería y nunca me saciaba; sus besos, sus caricias, su piel, su risa, su sentido de humor y lo inteligente que era, me dejaba sin aliento.
Era increíblemente sexy, pero iba más allá de su físico. Era su confianza, su manera de hablar y de moverse, su inteligencia afilada y su sentido del humor lo que me tenía completamente atrapado. No podía decirle que no y a la mínima oportunidad deseaba quitarle la ropa y estar demasiado cerca de ella.
Terminamos de follar y quería más, estaba exhausto y contaba los minutos para volver a tenerla encima mío o debajo, acabar y charlar como lo estábamos haciendo. Complementarnos.
Fuimos a una habitación y me tumbé en la cama. Carla se acomodó a mi lado y me estuvo mirando. Sentí como me miraba y sabía que por su cabeza estaba pasando lo mismo que en la mía. Volver a estar demasiado juntos.
Se acercaba a mí y yo contenía las ganas de lanzarme a ella y besarla quitándole las braguitas de un tirón.
Acarició mi pecho y murmuré un "¿Qué pasa?" Conteniéndome de no agarrarla y besarla. Pero ella era más atrevida que yo y me sorprendía cada vez que lo hacía.
Sonrió y aguanté la respiración al sentir sus labios en mi oído.
—¿Quieres una mamada?
Tragué saliva.
Su pregunta me había tomado por sorpresa. Era increíble lo directa y segura que podía llegar a ser.
Bajo su pícara mirada, el deseo de sentir su boca me hizo asentir lentamente.
—¿Cómo te gusta? —preguntó en voz baja, acomodándose entre mis piernas mientras sus dedos jugaban con los bordes de mis vaqueros.
Otra vez tragué saliva y respiré hondo antes de responder. Sabía que Carla, por más que se le veía segura de sí misma, nunca lo había hecho.
—Bueno… empieza despacio con las manos —dije, otras veces ya me lo habían hecho y, aunque en su momento resultó placentero, no era nada comparado a lo que me hacía sentir Carla.
Ella asintió, su mirada llena de curiosidad y determinación. Carla hizo lo que le dije, y tuve que contener un gemido al sentir sus dedos envolviéndome. El calor de su mano, combinado con su tacto suave, envió golpes de placer a través de mi cuerpo.
—Así… —No pude contener un gemido, ganándome una sonrisita de niña caprichosa y victoriosa.
—¿Qué más?
—Ahora, usa tu lengua. Lame desde abajo hasta la punta.
Ella obedeció.
—Eso es… justo así —jadeé y la agarré del pelo.
Carla continuó, alternando entre lamer y acariciar, explorando con cuidado cada centímetro. La guié con mis gemidos, mi respiración entrecortada y mis indicaciones suaves. La combinación de su inexperiencia y su deseo de aprender me excitaba aún más.
—Usa tus labios ahora —le indiqué—. Succiona suavemente.
Cuando Carla lo hizo, sentí que cada movimiento suyo era una tortura exquisita, cada caricia me hacia gemir a su merced.
—Sí, justo así —gemí—. Hostias.
Ella me miró con esos ojos llenos de seguridad, su boca trabajando con una mezcla de cuidado y pasión. Me sentí al borde, mi cuerpo temblando por la intensidad de lo que me hacía sentir.
Quería tener el máximo cuidado con ella, no sobrepasarme y estar pendiente de si algo no le gustaba. Lo estábamos haciendo de una manera lenta y a su ritmo, y cuando Carla empezó a agarrar ritmo, mis gemidos incrementaron y las ganas de querer meterle la polla hasta al fondo me invadieron. La agarré más fuerte de sus ondas y Carla se sacó mi miembro para tomar una bocanada de aire, continuando con suaves besos y una sonrisa pícara.
—¿Te gusta? —preguntó sin dejar de besarme.
—Me vas a matar.
💌💌💌
Sonreía viendo a Carla dormir a gusto luego de una larga sesión de madrugada. Podía pasar toda la mañana viéndola, pero el estómago me rugía y el hecho de que Gavi entrara por la puerta y nos viera juntos me perturbaba.
Besé su mejilla y acomodé sus mechones, viéndola sonreír entre sus sueños al dejarle el beso.
¿Soñará conmigo?
Ya me había aseado y cambiado por lo que bajé a la cocina. Encontrándome con la mamá de Gavi y él ayudándola a preparar el desayuno.
—¡Pedri! —La mamá de Gavi me abrazó y en menos de un parpadeo ya me había puesto un gran desayuno.
Tenía mucha hambre y no me fue difícil acabar con todo lo que me dio y pedir otra porción.
—Joder, el sexo le da apetito a alguien —murmuró Gavi para que solo yo lo escuchara. Me dio unas palmadas de aliento y me pregunté si nos había escuchado. Lo dudaba porque yo no los escuché a él y a Valeria.
—¿Hablas por experiencia?
—Sí —dijo y luego todo arrogante me enseñó sus brazos e hizo presión alardeando de sus músculos—. A ver si ganas un poco de masa muscular.
Maldito hijo de puta. Le enseñé mi dedo corazón y seguí con mi desayuno. Era verdad que Gavi estaba más fuerte que yo y no le quitaba oportunidad para alardear de sus músculos.
Yo también tenía lo mío, no tenía por qué quejarme.
—Bon dia —La piel se me puso de gallina al escuchar la voz de Carla y me obligué a no mirarla, sino quería tener un accidente al recordar lo bien que la pasamos hace unas horas.
La miraba de reojo y estaba pendiente de ella, haciendo como si nada hubiese pasado y ella también hacía lo mismo.
—Val, ¿me prestas tu móvil? —preguntó Carla y aunque no la estaba mirando, toda mi atención era de ella.
—Lo he dejado arriba —Le contestó Valeria y en automático Carla le pidió el móvil a Gavi.
—¿Y el tuyo?
—Se me ha perdido —contestó de lo más normal, cuando el móvil era parte de su mano.
—¿Se te ha perdido? Pero si paras con el móvil pegado a la mano, tomando fotos, grabando videos, ¿cómo se te va a perder? —dijo Gavi.
—Se perdió. Choqué con un tío ayer y el bolso se me cayó; supongo que se me quedó el móvil —contestó y la vi; se había encogido de hombros.
—Ayer no traías tampoco tu cartera contigo —hablé y la miré.
Hice un gran esfuerzo al no pensar en su boca en mi polla o su cuerpo encima del mío, moviéndose encima de mi polla.
—Es que esa también se me ha perdido.
—Te lo ha robado —dije, era la única respuesta lógica. Carla nunca iba a confundir su móvil.
—Tenía cara de bueno. No creo, de seguro se confundió y…
Noté una sonrisa que se asomaba en su rostro. Sonreía al recordar a ese tío.
—¿Y…?
—Nada.
—¿Nada? —pregunté con una punzada en el pecho.
—No es importante.
No me gustaba para nada lo que me estaba diciendo.
—Te ha robado.
—No, es su excusa.
¿Excusa? ¿Para qué?
—¿Excusa?
—Sí, me dijo que era guapa y me invitó a tomar un café.
—¿Le dijiste que sí? —pregunté con una molestia en la boca.
—Obviamente no, no soy una bruta. Vine directo acá y me di cuenta de que no tenía mi cartera, ni el móvil.
—¿Y lo dices tan tranquila? Ese tío es un…
Carterista que se aprovechó de ella.
—No tenía cara de serlo.
—¿Y de qué tenía cara? —pregunté, irritado al pensar en lo fácil que caía a los encantos.
—Era guapo y fue atento. Y seguro que tiene mi móvil y mi cartera, pero lo ha hecho para tener una excusa y volver a vernos.
—¿Escucha lo que dices? —preguntó con un tono de voz de regaño—. Díganle que escuché las gilipolleces que está diciendo.
Volteé a ver a Gavi y Val. Ambos nos miraban como si estuvieran viendo su novela favorita.
—Val, apoyame —Escuché lo que dijo Carla y la mencionada le dio la puta razón.
—Ehm, puede ser verdad, puede que el tío se haya flechado por Carla y lo haya hecho por querer una cita con ella. Mírala; es muy guapa. En los libros pasa.
Decía la verdad y eso me molestaba; Carla era demasiado guapa y cualquiera lo notaba.
—Gavi, apoyame —dije y en vez de recibir su apoyo, se mantuvo al margen.
—A mí no me metas, tío.
—Lo ves. No seas un exagerado —dijo Carla apuntándome con su dedo.
—Tú no seas tan ilusa.
—¿Y a ti qué te importa? ¿Cómo si tuviera que darte explicaciones?
Me quedé callado, tragando las palabras y los argumentos para decirle todo lo que me importaba y lo ilusa que era creer en un tío que ni conocía.
—Me largo —fue lo único que dije.
—Pues chao, cascarrabias.
💌💌💌
17 de agosto, 2022
—Puedes quitar esa cara de culo —pidió Ferran, empujándome—. Hombre, pareciera que el espíritu de Gavi te hubiera poseído.
—Cabrón.
—Cuéntame lo que te pasa. Estas así desde…
Los pasos de Gavi y de alguien más se escuchaban más cerca, se escucharon unas voces y supe de quién se trataba. Era ella, podía reconocer su voz.
Mis ojos la vieron. Fue rápido para ver que iba de la mano con Gavi. Deje de verlos. ¿Por qué iban agarrados de las manos?
—Hola… —Su voz sonaba tan casual—¿Podemos ir a tu habitación? —Le preguntó a Gavi.
—Puedes decirlo aquí, Carla.
—Es privado, Gavi. Muy privado, y en serio, es PRIVADO.
—Venga, vamos.
No los miré, no me importaba. Gavi no me importaba, Carla no me importaba y me importaba un pepino, lo que sea que van a hacer en la habitación. Solos.
¿Por qué tanto misterio? ¿Por qué no me lo decía a mí? ¿Por qué quería ir a esa habitación, agarrar a Carla de la mano y llevarla muy lejos de Gavi?
—Ya sé lo que te pasa —dijo Ferran.
—¿Así?
—Te estás muriendo de celos.
—¿Estás ebrio?
—Estás celoso, admitelo.
—¿De quién estoy celoso?
—Gavi.
—¿Gavi?
—Carla se ha ido de la manito con Gavi a su habitación y ni siquiera te ha dirigido la mirada. Ni tú ni ella, y estás agarrando el mando como si estuvieras ahorcando a Gavi por irse a solas con tu chica a su habitación, sólitos. Dios sabe qué estarán haciendo.
La idea de ellos dos, de tan solo pensarlo, me daba nauseas y ganas de…
—Mejor te quito esto, antes de que lo tires contra la pared —Ferran me quitó el mando de las dos manos—. Relájate, Bro. Sólo son amigos.
—Deja de…
—Shhh. No lo niegues. Ya sé que no quieres una relación, pero soy tu amigo y ese humor que te traes últimamente es por falta de polvos, porque no se lo propones a Carla. Fácil, y se acaba la tensión sexual entre los dos si mantienen una noche…
Ya lo había hecho. Follé con ella y la tensión sexual no se acabó. Seguía presente como si el fuego en vez de apagarla, le fuéramos echando más leña al fuego.
—No digas tonterías, hermano.
—No me vengas con tu tonta excusa de "la veo como mi hermanita".
Ya había empezado a verla con otros ojos. Carla era de todo.
—Una partida más —cambié de tema.
—Vale, pero si gano y tú pierdes, te ofreces a llevar a Carla a su casa.
—No puedes dejar en paz el tema.
—Te estoy haciendo un favor.
Y fue un gran favor.
Perdí la pérdida y quería ganar, pero también quería tener una excusa para estar con Carla a solas.
Escuché pasos bajar la escalera, las voces de Gavi y Carla se escuchaban cercanas, podía notar sus típicas charlas vacilantes y sentí una pizca de envidia.
—Mi padre viene en una hora; si esperas te puede llevar —dijo Gavi, llegando con la rubia a donde estábamos.
Ferran golpeó mi hombro con el suyo, haciéndome recordar lo que tenía que hacer.
—Te puedo llevar yo.
Carla no se esperaba mi propuesta; volteó a verme y sus verdes ojos aligeraron la presión que sentía.
—Vale, si quieres —Se encogió de hombros y dio media vuelta, dirigiéndose hacia la salida.
Me quedé estático y no hubo reacciones hasta que Ferran me dio un empujón.
—Conquistala, folleti —susurró para que solo yo la escuchara.
Seguí los pasos de Carla, salimos de la casa de Gavi y fui yo quien guió hasta llegar donde había aparcado mi coche. Quise abrirle la puerta del coche, pero ella se interpuso y ella misma lo abrió.
Ahogué un suspiro de frustración y le di la vuelta al coche. Entre al asiento del piloto y puse en marcha el vehículo. El silencio fue incómodo, Carla solo miraba por la ventana y revisaba sus uñas de vez en cuando.
El rojo del semáforo me hizo detenerme. La miré a ella. Seguía con la misma expresión, dándome la espalda y no me quedó más remedio que ser el primero en hablar.
—¿Cómo estás?
—¿Me estás preguntando cómo estoy? —Su voz sonaba sarcástica al igual que la sonrisa que me enseñaba sin mostrar sus dientes.
—Solo quiero hablar.
—Estoy bien.
El silencio volvió.
La luz verde del semáforo me hizo volver a conducir.
—Tenías razón —habló Carla; la miré de reojo, ella me miraba y sus brazos estaban cruzados—. Me vio la cara de estúpida.
Se refería al tío por el cual habíamos tenido este problema. Me aguanté una sonrisa y de decirle que era muy ilusa.
—Y el muy gilipollas me mandó un mensaje.
—¿Qué te dijo?
—Gracias, rubia tonta.
Contuve de reírme y decirle un gran “Te lo dije”, pero aún estábamos entre esa delgada pared que nos separaba.
—Claro si le he dado dinero para que tenga una vida decente y mi padre me hará pagar ese dinero a mí. Así que puedes decir lo estúpida que fui, tenías razón.
—Eres un poco ingenua.
—¿No dirás que soy estúpida?
—¿Te enojarías si te lo digo?
Volteé a verla y vi que le había robado una sonrisa de verdad.
—Pues sí.
—Vale, entonces no lo diré.
—Vale.
—Por lo del otro día… —Empecé y ella me detuvo.
—Trata de controlar tus celos.
—¿Celos? ¿Yo? No estaba celoso.
—Aja y yo soy la novia de Taylor Swift ¿Seguimos con las mentiras?
—No estaba celoso.
—El teatrito que hiciste en la casa de Gavi, dice todo lo contrario.
—Quería que entrarás en razón.
—No seas celoso, bueno tampoco es que digamos que yo fuera la persona menos celosa de todo el mundo. Porque me pongo celosa por todo, me puse celosa de Gavi cuando Valeria empezó a dormir con él y tuve que compartir mi espacio de la cama con champiñón. También me puse celosa cuando te acostaste con Ester, fui dramática lo admito y también me pongo celosa cuando mis amigos hacen otros amigos o cuando hay rumores de que mi Crush tiene novia. El punto es que sé ocultar mis celos, en cambio tu. Vaya drama que hiciste, madre mía.
—No estuve celoso.
—Aja, dije que el tío era guapo y te pusiste como perra defendiendo a su hueso.
—Y tu dijiste semejante estupidez, de que porque el tío tenía cara de bueno, no te iba a robar. Pues a buena hora, mira te ha robado.
—¿Me has llamado estúpida?
—Dije que dijiste una estupidez.
—Discúlpame por confiar en la gente.
Sira martinez ha creado el grupo
💘amor en barna💘
Sira martínez ha agregado a Ferran Torres🦈
Sira martínez ha agregado a Valeria Rosón
Sira martínez ha agregado a Gavi😤
Sira martínez ha agregado a Carla Nunier 👱♀️💜
Sira martinez te ha agregado
Sira Martinez:
No se nos
ha olvidado la apuesta 😏
@pedri @carlanunier
No hagan planes, tienen
Una cita.
—Creo que tenemos una cita.
💌💌💌
Conduje de regreso a casa (Después de haber hecho unas pequeñas paradas por un par de cositas), luego de haber dejado a Carla en la suya y haber escuchado como su padre la había dejado sin ningún euro y que su pez dorado volvió a estar de cabeza.
A veces me sorprendía lo ingenua y a la vez suspicaz que podía llegar a ser.
—Al fin te dejas ver —Fer miró las bolsas que llevaba—¿Qué llevas ahí?
—Regalos de fans —Mentí, yendo apresurado a mi habitación.
No estuve mucho tiempo en casa, debía de actuar rápido si no quería encontrarme con su padre en casa y que me diera esa mirada de querer matarme. Me intimidaba y debía de encontrar la manera de caerle bien. Por el momento no quería encontrarlo, no hasta tener un plan.
Salí a hurtadillas de mi casa para que Fer no me preguntara a donde me iba. Conduje con los regalos de Carla en el asiento donde ella solía sentarse. Llegué a su casa y una de las chicas que trabajaban para su familia, me abrió la puerta. Le sonreí, saludándola y me dejó pasar, luego de confirmarme que el señor Nunier llegaría para la cena. Faltaban un par de horas, iba a tiempo.
Conocía muy bien el camino de su habitación, caminé rápido y al llegar a la puerta, está se abrió, dejando ver a Carla.
Los ojos se le abrieron de la sorpresa, no esperaba verme.
—Hola ¿Qué haces aquí?
—Era una sorpresa.
—Jolín.
Tosí como parte de mi plan para distraerla.
—Te traigo un vaso de agua, espérame aquí ¿Vale?
Tosí en forma de respuesta y la vi alejarse, al estar lo suficientemente lejos, entré a su habitación y seguí a pie de la letra todo lo que tenía que hacer para cambiarle el pez.
Dejé la bolsa de regalo con su nuevo móvil y pude respirar tranquilo. Nadie me había visto.
O eso creía.
—¿Pedri?
Volteé a escuchar mi nombre y me encontré con Valeria, sentada en un sofá con unos auriculares, libro en mano y con Lady en su regazo. Su mirada estaba fija en mí, como si estuviera leyendo todo lo que había hecho.
—Val, hola…
Se puso de pie, se bajó los auriculares al cuello y dejó a la perra en el sillón, junto al libro. Dejo todo lo que estaba haciendo para caminar hacia mí.
Era chiquita, pero sus grandes ojos marrones me estaban intimidando.
—Sabes que Carla se sentirá mal si se entera que le has estado cambiando el pez, ¿verdad?
Me quedé callado.
—Planeaba decírselo hoy después de la cena —dijo.
—¿Qué planeabas decirle? —pregunté.
—Que su pez murió. Pero se lo has cambiado, ¿por qué?
Porque no quería hacerla sentir mal.
No sé lo dije.
—Son amigos ¿Verdad?
—Amigos.
—Vale. Porque Carla merece un tío que la ame con todo su corazón, que no se quite la ropa para demostrar su amor. Conseguir un tío que la lleve a conocer a sus padres, no su cama. Que quiera tomarse fotos graciosas, no fotos sucias. Ella merece que la amen con toda su alma, no solo su cuerpo. Merece ser mirada con amor genuino, no con ojos lujuriosos que buscan llevarla a su cama. Así que me alegra que sean amigos, porque ella merece todo, no migajas.
Valeria, con su mirada penetrante, me reprochaba con palabras que cortaban como cuchillas afiladas. Como si supiera la verdad entre Carla y yo, como si juzgara nuestra relación y me dijera que me alejara de su amiga. Sabía que tenía razón, Carla se merecía todo eso y yo trataba de cumplirlo. Lo estaba haciendo, pero aún así, sus palabras me abrumaban y me hacían sentir pequeño e insignificante.
Entendía porque Gavi se quedaba sin habla al estar con ella.
Estaba dispuesto a abrirme, a ser sincero acerca de mis sentimientos, pero cada vez que intentaba articular una respuesta, sus palabras me dejaban sin aliento, paralizándome en mi lugar.
Justo cuando estaba a punto de responder, Carla irrumpió en la habitación. Su presencia repentina rompió el tenso silencio y desvió la atención de Valeria hacia ella, dejándome un respiro.
—Ya se encontraron. Pedri venía a dejarme… a dejarme… la goma que se me cayó en su coche.
—Vale. Yo estaba leyendo. Los dejo solos. Me voy al jardín.
Agarró sus libros y Carla la detuvo lo más rápido que pudo.
—Ostras, no. Porque no vemos una película, los tres juntos. Será divertido y está vez no veremos una peli de terror.
Carla me guiñó, divertida y sonriendome añadió:
—¿Estás libre Pedri?
Estaba dispuesto a irme si ella me lo decía con su mirada, pero fue todo lo contrario. Me insistió en que me quedara.
—Estoy libre.
—Genial. Elijamos la película.
Nos quedamos en su habitación. Supuse que lo hicimos porque estaba Valeria y sus padres no iban a pensar que haríamos otras cosas inapropiadas.
—Iré por comida, venga Pedri, ayúdame y tú Valeria, puedes elegir la peli.
—Claro.
Seguí a Carla hasta llegar a la cocina. Ella sacaba un montón de comida chatarra y luego se apoyó en el mesón, me miró y con súplica me dijo:
—Podrías hacer que Valeria te quiera.
—Me quiere; también me quiere muy lejos de ti.
—Tiene una mala imagen de ti, como el tío malo que lee en sus libros, salvo que no se traga el cuento de que cambiarás por la chica y ella lo sabe de primera mano. Pero tú eres diferente, vale que eres un puto fuck boy, pero también eres dulce, ¿verdad, bebé?
—¿Soy tu bebé?
—Shi —Lo dijo tan dulce que morí por una sobredosis de azúcar. Carla se inclinó a dejarme un suave beso, esos que no necesitaban de más para ser perfectos—. Vamos.
Regresamos a su habitación y Valeria había elegido una película.
—¡Amo esa película!
Valeria asintió y su mirada reflejaba: "Lo sé". Yo no sabía ese detalle de Carla.
Desde que empezó la película, vi cómo Carla se sumergía completamente en la trama. Sus ojos brillaban con cada escena romántica y su emoción era reflejada en los suspiros que dejaba escapar. Recordé cómo ella solía emocionarse apasionadamente cada vez que Gavi y Valeria intercambiaban cartas, era una fiel creyente del amor verdadero. Con cada gesto de cariño en la pantalla, podía sentir cómo Carla suspiraba y se emocionaba, acurrucándose más a la almohada. Deseé ser esa almohada.
Me pregunté si también pensaba que lo nuestro era algo verdadero, si también creía que tendríamos un futuro juntos.
Después de la película, cuando Val se levantó para ir a la cocina, aproveché el momento para tomar la mano de Carla.
No se me daba bien lo romántico, no tenía ni idea de cómo actuar al respecto, pero verla suspirar viendo la película con los ojos brillosos me dio una pizca de valentía y sin detenerme a pensar en la vergüenza, hablé:
—Eres mi mujer bonita.
Tal vez soné como un tonto que la haría reír por esa confesión. Vi cómo su rostro se iluminaba con una tímida sonrisa y un rubor en las mejillas.
—No sabía que eras cursi.
—Yo tampoco —confesé con un poco de vergüenza. Nunca en mi vida me había imaginado diciendo semejantes palabras y era un hecho de que si escuchaba a alguien más decirlo, las risas no hubiesen faltado de mi parte.
Carla se inclinó hacia mí y dejó suaves besos en mi boca. Era dulce y de una mirada traviesa, al igual que su sonrisa. Mi mano acarició su mejilla y fui bajando con suavidad su cuello. Bajé y mis dedos rozaron con una cadena. Fui bajando y llegué a ese corazón de oro, que le regalé por su cumpleaños.
Llevaba una foto de Taylor Swift.
—Te lo sigues poniendo.
—Es mi amuleto de la suerte.
Vi su sonrisa traviesa y cerré los ojos al recibir con más intensidad su boca. Su mano se puso sobre mi pecho y tiró de mí.
Mis manos encontraron su cintura y la acerqué más a mí, como si quisiera fundirnos en ese momento.
De repente, el sonido abrupto de la puerta nos hizo separarnos bruscamente, como si los dos tuviéramos una gran enfermedad contagiosa.
Miré hacia la puerta, rezando que no sea el padre de Carla; no sería una buena impresión que nos encontrara enrollándonos en su cama. Tampoco deseaba ver a su madre y mucho menos a Valeria y su mirada juzgona.
En el umbral, ajena al momento que acababa de interrumpir, se encontraba Valeria con el móvil pegado al oído, la mirada baja y caminando hacia nosotros.
—No, Gavi. No puedes colarte por la ventana. Por los dioses del Olimpo.
¿Colarse por la ventana?
Hola. Si les has gustado el capítulo no se olviden de votar. Chao :)
Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12
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© a n c o v i 1 2
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