3
Elena Bourte
Me miro en el espejo y veo el morado debajo de mi ojo. Me coloco las gafas y salgo como si en mi vida todo fuera perfecto.
Fingiendo lo que no es para no sentirme tan miserable. Voy a tomar un café con mi amiga Tina. Salgo a la calle con el miedo
de que alguien descubra lo que escondo detrás de esos grandes anteojos oscuros.
Llegó al lugar acordado y me siento en una mesa a esperarla; está llegando tarde como siempre. Unos diez minutos después veo a la rubia correr como loca.
—¿Hace mucho estás aquí? —pregunta sofocada.
—No, tranquila; acabo de llegar —miento para no hacerla sentir mal.
—Qué bueno —responde sentándose en la silla—. Deja que te cuente lo que me ha pasado.
Después de unos largos minutos de escuchar sus cosas, se percata de mis lentes.
—¿Qué haces con esos lentes oscuros? —pregunta, pero levantando una ceja. ¿Te ha pegado de nuevo?
—No, es que tengo alergia —miento.
—¿Piensas engañarme a mí? —se hace la ofendida y batalla por quitarme los lentes hasta que lo logra—. ¡Lo sabía! Debes
denunciarlo.
—Ya hemos hablado sobre esto —corto el tema colocándome nuevamente las gafas.
—No le restes importancia ¡Escúchame por favor! —me insiste, pero no le hago caso.
—Camarero —la ignoro mientras pido la cuenta.
—Entonces eso harás. Me ignoras y seguirás aguantando — vuelve a hablar.
—No es tu asunto. Es mi vida y lo manejaré a mi entender —le digo directamente levantándome de la silla.
—No te pongas así, solo me preocupo por ti —habla mientras le doy la espalda y me dirijo a mi propia cárcel.
Esa cárcel de la que tengo la llave para salir pero no sé cómo usarla.
Los pongo un poco en contexto: Soy Elena Bourte, tengo dieciocho años y estoy casada con un viejo de cincuenta años.
¿Cómo?
Mi padre me vendió apenas cumplí los quince y desde entonces he sido abusada, tanto sexual como verbal y físicamente. He aguantado de todo.
¿Saben lo horrible que se siente tener relaciones con un ser al que solo le tienes asco, repugnancia, odio? Pues es la peor
sensación del mundo.
¿Por qué no me voy?
Simple: mi padre me amenaza constantemente con matar a mi madre si hago algo. Esta es la principal razón por la que he callado durante tantos años.
¿Qué gana mi padre con esto?
Dinero, mucho dinero. Roberto es un hombre rico que se obsesionó conmigo desde la primera vez que me vio y el
miserable de mi padre le sacó provecho.
Gracias a mí está viviendo como vive.
Ya pueden imaginar cómo es mi vida. Solitaria, sufrimiento, odio. Tengo mucha rabia en mi interior. Contra el asqueroso de Roberto, la mierda de mi padre y con mi madre por no impedir que esto pase. No la culpo; si se pone rebelde, mi padre le haría mucho daño.
Esto soy: la muñequita de juguete de Roberto. Hago lo que quiere y cuando lo quiere. Me he olvidado de lo que es amarme como persona; ni siquiera sé lo que es ser una mujer, porque lo que soy no es eso, sino una sumisa, gobernada, maltratada.
No me pertenezco y estoy cansada de eso. De que mi cuerpo sea una entrada de dinero, que me usen para su parecer, que
me toquen sin desearlo.
Pero eso no es lo peor. Hace unos días noté que mi menstruación no ha aparecido. Estoy asustada, no estoy preparada para ser madre y mucho menos en estas condiciones.
Me doy asco. No soporto verme en los espejos. Solo de recordar su lengua pasar por mi piel me da vértigo. No puedo traer a una criatura al mundo sabiendo que odio todo a mi alrededor.
De regreso a casa compré una prueba de embarazo para salir de dudas. Al llegar fui directo al baño; por suerte el viejo no ha
llegado aún. Los nervios me recorren todo el cuerpo. Estoy al borde de la locura. Al ver el resultado no puedo evitar que las lágrimas rueden por mis mejillas.
<Positivo>
¿Y ahora que haré?
No pensaba tenerlo, esa no era una opción. Muchos podrían criticar mis pensamientos, pero por ninguna razón tendría a ese
bebé; sé que es una vida que arrebataré, pero le estaría haciendo un gran favor.
¿Y si no solo arrebato una sola vida? ¿Y si acabo también con la mía?
Dejar de respirar sería mi mejor opción, me liberaría de este suplicio y podría ser libre por fin. Cualquier cosa es mejor que esté mal vivir. No puedo soportar un día más dentro de esta casa y sé que si me voy me encontrará donde quiera que vaya, me lo ha dicho.
Busco una soga y la amarro en el techo. Me subo a una silla.
Estando ahí, tan cerca de la muerte, me hizo recordar todo lo que he vivido. Realmente siempre he estado muerta; a esto no se le puede llamar vida. Así que me toco la barriga pensando en esa criatura no deseada que crece en mi interior. No dudo
más y me dejo caer.
Sentir como el aire va abandonando mi cuerpo es la sensación más feliz que he tenido. No había nada en este mundo que me hiciera más feliz que saber que no tendré que volver a permitir que me toquen, que me usen, que me utilicen.
Ya no podrán hacerme daño. Ya estaré muerta.
Para algunos sería una opción no tan buena pero para Elena era la indicada, hay que encontrarse en el pellejo y en sus zapatos para saber lo que realmente se siente. Nunca he pasado por situaciones como está pero si entiendo que debe ser realmente difícil y horrible. Así que no juzgo ninguna de las decisiones que tomen estas mujeres. Para algunas la muerte es la salida más fácil. Aunque les reitero que hay otras formas de llevar estos casos.
Tina tenía razón y era mejor denunciarlo, es cierto que a veces las denuncias no resuelven el problema pero al menos intentas otras soluciones antes de cometer un acto tan radical como la muerte.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro