3 [Añorar]
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😈
Aplico un poco de bálsamo sobre mis labios y me observo en el espejo. Creo que aún hay un dejo de palidez en mi piel. Me siento tentada a usar más corrector, pero sé que si abuso del producto, será peor.
«Con la máscara de pestañas es más que suficiente», digo mientras intento sonreír a mi reflejo, pero solo logro hacer una mueca torcida.
Camino hasta el recibidor y tomo una sudadera blanca, varios talles más grandes. Con mi móvil en el bolsillo central, abandono la casa de mi tía con las llaves en la mano. A pesar de que una parte de mí sabe que no sirve de mucho, verifico haber cerrado dos o tres veces.
La noche en Deeping Cross me hace sentir intranquila.
Camino hacia la acera y volteo. Me quedo unos minutos pasmada, sintiendo cómo mi corazón comienza a palpitar, desesperado, producto de un recuerdo traumático. Parece que nada pasó, que la casa está igual al día que llegué, ilusionada por un nuevo comienzo, pero nerviosa de lo que me encontraría.
No hay ningún rastro del ataque a la casa. Me pregunto quién pudo haber sido el responsable. Porque aún no lo sé y Simone, la sheriff del pueblo, dice que aún no hay culpables por ello.
Suelto un suspiro. Miro a hacia arriba, hacia las copas de los árboles que cada vez están más desnudos, por la cercanía del invierno y rememoro los momentos de terror que viví en el bosque, pero también el deseo que soy capaz de sentir cuando estoy cerca de ellos.
Me arrebujo en mi sudadera blanco oversize, y la estiro lo más que puedo para taparme los leggins negros enrejados.
Si las noches de verano suelen ser frías, las noches con la llegada del invierno son despiadadas. Suelto vapor caliente sobre mis dedos mientras espero que Kris llegue. Creo que salí muy rápido de la casa. Tendría que haber esperado a que él llegue para evitar congelarme fuera.
El aire está frío y la oscuridad es total, salvo por las estrellas en el cielo. Tengo la mente abarrotada de pensamientos confusos y recuerdos borrosos. La sensación de vulnerabilidad me enoja porque no es algo que pueda controlar. Lo único que puedo hacer es seguir adelante. No sé qué haré, pero tengo la necesidad de saber más.
De pronto, los faros de un vehículo que se acerca me enceguecen. Por más que sé que es Kris, por un instante, me estremezco. Los pensamientos se arremolinan en el caos de mi mente y se entrelazan de una forma que me quitan mi tranquilidad, generándome angustia y dudas. «¿Qué hago aquí?», me digo. «Estoy loca. Debería volver con Flo, a la ciudad, y dejar todo esto atrás».
Kris estaciona frente a mí y la ventanilla del copiloto se desliza hacia abajo. Ladeo mi cabeza para verlo bien y ver su sonrisa me desarma. La calma regresa a mí de forma antinatural, como todo lo que rodea el asunto de los ascendidos. Escucho que destraba la puerta, y se estira a abrirla, a pesar de poder dejarme que lo haga yo. Siempre lo hace y me gusta que lo haga.
—¿Todo bien, princesa? —pregunta a modo de saludo.
—Ahora que te veo, mejor —respondo y, a pesar de que lo parezca, no es mentira. Me siento aliviada de tener compañía dentro de la oscuridad de Deeping Cross y, sobre todo, mis pensamientos.
Me acomodo en el asiento del copiloto y me coloco el cinturón de seguridad. Me percato de que la camioneta está recién lavada. Dentro, luce como nueva y, del espejo retrovisor, cuelga un simpático pino de color verde musgo. Estiro mi mano para tocarlo cuando noto que Kris me observa de reojo, sin decir nada. Los segundos pasan de una forma que se me hacen eternos.
—¿Qué ocurre, Rain? —quiere saber, paciente. Cuando utiliza mi nombre, sé que las cosas van en serio.
Suelto el aire que tengo contenido en mis pulmones. El pino bailotea de un lado al otro, gracias al pequeño empujón que le di con mi dedo índice. El aroma a limón que hay en la cabina me invade y, sin pensarlo demasiado, le respondo.
—Pasan demasiadas cosas... —Pronto, soy consciente de que esas palabras, para él, pesan más de lo que significan para mí. Trago saliva en seco.
Sé que se culpa de lo que le ocurre, me lo dijo. Sé que odia depender de la sangre de los marcados para no perderse a sí mismo. Sé que odia que con él me sienta a salvo, porque sabe que no lo estoy, porque él es uno de los que más puede lastimarme.
—Lo siento —se disculpa.
—Es solo que... a veces, creo que debería volver y huir de todo esto. ¿Siquiera es posible? —pregunto entre refunfuños, más para mí que para él—. Me gustaría saber si la maldición también me habría alcanzado con su música, si yo no hubiera vuelto al pueblo. ¿Estaba a salvo en la ciudad? A veces pienso que, una noche cualquiera, me hubiera despertado en el medio de la autopista, siguiendo algo que no soy capaz de entender, queriendo arrancar la música de mi mente —expreso parte de mis miedos y dudas en voz alta, y lo miro a los ojos—. ¿Si hubiera obedecido tu advertencia... o la de la persona de los mensajes, me encontraría en este estado...?
Suelto un jadeo ahogado.
«¿... extrañando la sensación de tus colmillos desgarrar mi piel para hundirme en un éxtasis que me hace feliz y deseada...?», completo en mi mente.
—Yo... no lo sé —suspira él, con cansancio, y me acaricia la rodilla. Siento un escalofrío—. A veces, creo que si regresaste a Deeping Cross, fue por esto. Naciste aquí, eres de aquí. Y por eso el pueblo te necesita. Como a nosotros.
—Solo a algunos de nosotros —corrijo—. No todos la escuchan.
Kris clava sus ojos en mí. Los cabellos de mi nuca se erizan por completo cuando percibo su aura bestial, esa que está oculta en él y que, a veces, parece ni siquiera percatarse de que posee.
—No lo sabemos con certeza, pero con Simone creemos que los que seguimos la música somos los que nacimos aquí —me explica—. No todos los que somos de Deeping Cross, nacimos en el pueblo.
Analizo en silencio sus palabras por un momento. Poco a poco, las asimilo. Es como si los engranajes de mi mente hicieran conexiones y quisieran entender de verdad qué es lo que ocurre. Pienso, pienso y pienso. Recuerdo los rostros de mis excompañeros de clases y sus historias de vida. Reflexiono, por ejemplo, en que Samuel y Samantha son de aquí, pero nacieron en una ciudad cercana porque su madre tenía un embarazo delicado al ser ellos gemelos.
Y ellos no parecen ser conscientes de lo que ocurre en el pueblo.
Asiento despacio con mi cabeza, dándole la razón, y volteo a mirar por la ventana. Me quedo en silencio. Kris no acota nada más y, por fin, se pone en marcha. Conduce en dirección al pueblo.
Cuando estamos por llegar a destino, Kris rompe el silencio con una expresión acongojada. Su interrupción me saca de mis pensamientos y me hace sentir una punzada de culpa en el estómago.
—Entonces... ¿segura que estarás toda la noche con Samuel?
—Sí. No te preocupes. Iremos a cenar con su madre y, luego, pasaremos un rato por Twisted. Seguro dormiremos en mi casa. Samu me dijo que se lo pediste. —Kris abre los ojos y se muestra sorprendido por un instante, luego, gira su rostro y vuelve a mantener su vista en la carretera—. No te preocupes, estaré bien —aseguro.
Kris chistea sonoramente con la lengua, pero asiente mientras estaciona frente a la fachada de la casa de la familia Todd. Me despido de Kris con un fugaz beso en la mejilla, sintiendo la calidez de su piel bajo mis labios fríos.
Sin embargo, apenas nos separamos, Kris me devuelve una pregunta:
—¿De verdad puedes confirmarme que vas a quedarte con Samuel? —me pregunta con un tono suave y una expresión de ligera preocupación en su rostro. Siento que aún hay más cosas que no soy capaz de entender.
Asiento de manera conciliadora. Entiendo que se preocupe con todo lo que ha ocurrido en los últimos días en Deeping Cross.
—Sí, Kris, lo haré —repito—. Cenaremos con su madre y luego pasaremos la noche en casa de mi tía —le aseguro, tratando de transmitirle que todo estará bien.
Kris asiente. Luce levemente aliviado por mis palabras. De todos modos, sé que no confía en casi nadie, más con lo que nos pasó en el bosque. Teme que me vuelvan a poner en peligro.
—Mañana no estaré en el pueblo —aclara—. Tengo que ir a la ciudad por algunas cosas, pero si necesitas algo, no dudes en llamarme. Estoy para ti, Rain.
Apoya una de sus manos en mi hombro y, con sutileza, apoya su frente contra la mía. La cercanía entre nosotros hace que pueda sentir el suave roce de su aliento contra mi piel. Mi corazón aletea con rapidez, anhelando algo que no llega.
—Cuídate —añade él y se separa de mí. En el instanteen que nuestros cuerpos dejan de tocarse, siento como si un pequeño destello devulnerabilidad se apoderara de mí, como si una ligera sensación dedesprotección se filtrara en mi interior para ocultar algo más.
💜 ¡Aquí está, por fin, el tercer capítulo de Los ascendidos! 💜
Sé que me ausenté por meses, pero no estuve pasando un buen momento personal.
A veces, nuestra mente nos puede jugar muchas malas pasadas y nosotros mismos nos volvemos nuestro peor enemigo. 💔
Cuesta volver a ver la luz, retomar rutinas y, sobre todo, convencernos de que vale la pena.
Estos meses, han sido de mucho autodescubrimiento e introspección. Me cuesta mucho escribir este mensaje porque ni siquiera estoy segura de qué querer decir o contar.
Solo puedo agradecerles por seguir acá.
Los espero en mi grupo de lectores. 💘 Planeo revivir así no pierdo el contacto con ustedes. Pídanme el link. 💫
|| Próximo capítulo: antes de que se acabe septiembre 💜 ||
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