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10 [La discordia]

Hayden sube conmigo los primeros dos escalones de la gran escalinata de piedra de la biblioteca. Increíblemente, me siento de descansada. A pesar de todo lo que ocurrió ayer —los mensajes, el bosque, la criatura—, me siento tranquila. No tuve pesadillas ni nada perturbó mi sueño. No sé si fue porque la casa de Hayden me resultó segura o es porque sabía que no estaba durmiendo sola, aunque metros nos separaran.

Sin embargo... Sin embargo...

Algo me tiene incomoda y no sé qué es.

—No tenías por qué traerme, en serio —respondo con una sonrisa mientras jugueteo con uno de los aretes que tengo en mi oreja izquierda—. Hubiera caminado menos que desde la casa de mi tía —bromeo.

Tal vez es su forma de ser, tanta atención y comodidades me resultan algo abrumadoras...

—Por favor, no me costaba nada —aclara—. Además, me gusta pasar tiempo contigo. Aún nos queda mucho para ponernos al día.

«Tal vez es su amabilidad excesiva y sus ganas de verme bien», pienso.

Pero no. No es eso, hay algo más.

—Sí, seguro —respondo, queda.

Hay algo que me está desquiciando. Hayden me atrae físicamente, pero a su vez me genera rechazo en partes iguales. ¿Por qué? Siento que para él el tiempo no pasó, pero en realidad fueron diez años los que no estuvimos juntos. ¿Cómo no puede notar que ahora no tenemos la misma relación que cuando éramos niños? ¿Será por el desliz de anoche? Eso no significó absolutamente nada para mí y, con su impronta, dudo que lo haya hecho para él. Fue mi primer beso, sí; pero también lo fue para medio pueblo. Su lista es larga y de dominio popular, aun así, de chica me fue imposible no fijarme en él.

—Cuando gustes, puedo pasar por ti un día de estos y de ahí vemos qué hacer. —Avanza un paso hacia mí y me apoya las manos en los hombros; instintivamente retrocedo—. Tú solo pon la fecha.

¿Será algo en su rostro? Lo miro a los ojos: negros, oscuros, brillantes. De niña lo vivía observando, podría jurar que era uno de mis pasatiempos favoritos. Sin embargo, ¿siempre fueron así? Creo que hay un brillo diferente, algo que antes no estaba.

—Sí, seguro —respondo otra vez, distraída. Sé que nota mi falta de atención, peroactúa como si no percatase. ¿Es buen chico o se hace el idiota? ¿Por qué?

Quizá, aunque no soy capaz de explicarlo. Es como una intriga, un misterio sin resolver que me afecta el cerebro por su complejidad y repercute en el fondo de mi estómago, un miedo irracional que me revuelve las tripas; casi como esa sensación de estar sola, de noche, en la calle y temer que un delincuente te siga o esté detrás de la esquina, listo para abalanzarse sobre ti.

Una amenaza desde todos mis flancos.

De pronto, Kris se asoma. Me sobresalto.

Al principio, el sobrino de mi anciano jefe parece solo percatarse en mí, pero luego de unos momentos su rostro se ensombrece. Kris se acerca a nosotros, a paso ligero. Apoya una de sus manos en mi hombro y me pide que vaya a mirar unas cosas adentro. Unos libros están húmedos y uno de los voluntarios quiere sacarlos al sol, lo cuál sería muy peligroso para la tinta.

Asiento, aliviada por tener algo que corte ese incómodo momento con Hayden, mientras le doy los buenos días a Kris.

Luego, me volteo hacia a Hayden. 

—De nuevo, gracias por traerme —respondo con una sonrisa que, en el fondo, es sincera mientras le agarro sus muñecas con mis manos—. No tenías por qué.

O al menos eso deseo; sin embargo, con la luz del día Hayden me pone los pelos de punta. Es algo como lo que me ocurre con Kris, pero con este último es diferente, me incómoda de otras maneras.

—Tranquila —añade mi antiguo novio, encantador, y por un momento siento que me derrito como una niñata; me volteo, confundida por lo que me ocurre—. Avísame cuando estés libre para cenar. ¡Espero que te quedes en el pueblo por mucho tiempo! —sube la voz, para que lo escuche yo y todo el mundo—. A ver cuándo repetimos la pijamada —bromea.

Sus palabras me encuentran cuando estoy terminando de subir la escalera:

—Emmm... Sí, seguro, te avisaré —me giro de manera fugaz, lo suficiente para verlo guiñarme un ojo, y me meto dentro de la biblioteca con la esperanza de desaparecer del planeta.

Mi cabeza es un torbellino de pensamientos, confusos e irracionales, sin sentido alguno. No entiendo qué demonios me sucede. Lo de anoche con Hayden fue totalmente inesperado. ¿Tan asustada y desesperada estaba que me dejé llevar? ¿Por qué?

A un costado de la entrada, bajo el foco amarillento de una luz mortecina, me quito la mochila y guardo mis cosas para que no se ensucien con el polvo. El murmullo de una conversación a dientes apretados llega hasta mí. Hayden y Kris continúan en la entrada y hablando de algo que no comprendo.

De hurtadillas, camino hasta la ventana más cercana: está abierta e intacta, pues la fachada delantera es la parte que no se cayó.

—Las cosas cambiarán, Kris —murmura Hayden, despreocupado—. Te lo advertí; pero tú no me quisiste escuchar. Los planes ya están en marcha.

—No lo hagas, te arrepentirás —amenaza Kris, algo sulfurado—. No deben hacerlo.

—Yo no tengo nada que perder. ¿O sí? —Sonríe son sorna—. Tú sí, preocúpate por ellos.

Kris aprieta sus puños y no responde.

—Aún tienes tiempo de cambiar de idea. Hazlo mientras no sea demasiado tarde —advierte Hayden; luego, se acerca y baja la voz para susurrarle algo que no alcanzo a oír.

En cuanto lo hace, la espalda de Hayden queda frente a mí. En la nuca tiene una marca negra, un tatuaje extraño de algún tipo. Parece ser enorme; al parecer, nace en su columna vertebral y serpentea por su cuello hasta , bifurcarse e internarse en su cuero cabelludo como filamentos

De pronto, Kris luce totalmente irritado. Se gira frugalmente hacia mi dirección, pero como estoy asomada en un minúsculo rincón no me puede ver. El cuerpo de Kris se tensa, levanta su brazo derecho con un puño y creo que va darle un puñetazo a Hayden; sin embargo, se detiene.

«¿Qué demonios ocurre con estos dos?», pienso con interés.

—No deberías escuchar conversaciones ajenas. —Una vocecita fastidiosa canturrea a mis espaldas lo suficientemente alto como que el resto de los voluntarios se volteen a vernos.

Me controlo de dar un respingo y me levanto de mi posición, agazapada frente a la ventana como un gato curioso. . Ya es tarde, Kris se enterará de esto. Alguno de estos chismosos se lo dirá.

«¡Maldición!». 

Me volteo, tensa, con unas ganas enormes de estrangular a Pratt.

—Hola, Rain. —El joven de unos veinte años, me saluda con una encantadora sonrisa de dientes blancos salida de un comercial de alguna marca de dentífrico—. Tanto tiempo.

—Hola, Pratt. ¿Cómo dormiste? ¿No tienes nada que hacer que te metes en mi camino? —Mi sonrisa se deshace a punto de mandarlo al cuerno y él se ríe. Sigue siendo el mismo grano en el culo que cuando era un niño.

—Bien, mi cielo —se rasca el cabello igual de rubio que el de Winnie mientras intenta lucir como todo un ganador—. Winifred me contó que intercambiaron números —dice— y que planean verse. Awww... Todas unas adolescentes.

Ruedo los ojos sin entender su inútil sarcasmo. Sin embargo, me alegra saber que Winnie está entusiasmada por nuestro reencuentro.

—Así es. Eso hace la gente cuando se reencuentra.

—Pero no sé qué tan divertido será para mi hermana saber que tuviste una pijamada con Hayden. —Se ríe con sorna y yo lo miro con parquitud. Dejo una pregunta implícita en el aire a la cual él asiente: doble maldición—. Tampoco ser divertido para Kris saber de la poca privacidad que tiene. —Señala la venta—. ¿No crees?

—Eres el mismo maldito mocoso de siempre —suelto sin ningún tapujo y camino hacia él, riendo. Luego, lo tomó de los hombros y lo agacho hacia mí, para despeinarlo de la misma forma que se lo hacía cuando era un chiquillo de siete u ocho años. La única diferencia es que ahora es altísimo y ya no lo puedo intimidar. Finjo que sus palabras no han tenido efecto en mí, al fin y al cabo, yo no sabía que Winifred estaba enamorada de Hayden cuando éramos niños.

Y tampoco sabía que seguía enganchada de él ahora... 

En esos momentos, Kris ingresa en la biblioteca. Su cara se transforma cuando me ve acosando al ya no tan pequeño Pratt.

—¿Qué demon...? —comienza, pero lo interrumpo cuando me acerco de unas zancadas.

—¿Podemos hablar? —pregunto.

—Justo te iba a preguntar lo mismo —pide, visiblemente algo molesto.

Kris me arrastra de la mano hacia un pasillo vacío, que pronto comenzará a ser restaurado y ahora se encuentra limpio. Estamos solos y siento que me perdí de mucho más de lo que creía en estos diez años. Algo pasó entre él y Hayden, pero no me imagino qué. La idiota teoría de que yo era la causa de sus miradas asesinas se fue por el inodoro en cuanto los oí hablar.

Voy al grano; si Pratt me va a delatar, al menos no le daré el gusto:

—Oye... —comienzo, preocupada—. ¿Qué pasa entre Hayden y tú?

Kris se ríe, parece que no puede creer lo que le pregunto. Frunzo el entrecejo, contrariada:

—Al parecer, podemos pensar igual —murmura—. Venía a preguntarte exactamente lo mismo: ¿Qué pasa entre Hayden y tú, Rain?

Asimilo su pregunta. No tengo nada que ocultar, así que comienzo:

—Fuimos «novios», o eso creo —me rio al recordar esa época preciosa de mi vida—. Pasó en mi último año en Deeping Cross. Cortamos lo que estaba por empezar cuando me mudé. No quería una relación a distancia. Y anoche...

Hago una pausa. ¿Qué es lo que pasó anoche? Mi cara se transforma y pronto me veo invadida por lo recuerdos de lo sucedido. ¿Por qué hice algo así? Kris observa cada una de mis facciones y parece comprender parte de mis pensamientos. Quiero decir algo, quiero que se quede conmigo y que no malinterprete mi silencio; pero no puedo.

Kris se va, dejándome con las palabras en la boca. 

Mi orgullo no hace nada para detenerlo.


Pobrecita, Rain... Se creyó por un momento que estaban peleando por ella. xD Su ego se estrelló contra el piso. 

😂😂😂

Pero no... 💨

¿Qué creen que ocurre entre esos dos? 👀

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