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3

Me encuentro ante la casa de Leo.
Es bastante grande a simple vista.

Comencé a adentrarme en el jardín delantero.

A mi izquierda se encontraba el garaje, del cual salía música. Me asomé y la encontré pintando la pared mientras bailaba y cantaba al ritmo de la música, que estaba a todo volumen.

Me retiré y me dirigí hacia la puerta. Toqué el timbre y esperé a que alguien abriera la puerta.

Un chico de mi estatura, musculoso, un tanto parecido a mi, me abrió la puerta.

-¿Quien eres y que quieres?- fue muy directo.

-Emmm... vengo a buscar a la madre de Leo.

-¿Para?

-Quisiera hablar con ella...

Me analizó. Su mirada era fría y penetrante.

Se hizo a un lado, después de estar observandome un par de segundos, dejándome pasar.

Y así lo hice.

La casa era grande y espaciosa, tal y como lo imaginaba.

Aquel chico se fue y me dejó allí solo.

Al volver, a su lado, había una mujer. Era joven, o por lo menos lo aparentaba.

-Hola. Soy Tauro, la madre de Leo. ¿Que deseas?

-Hola. Mi nombre es Sagitario y... me agradaria hablar con usted sobre... su hija- me costó mucho hablar, sobre todo con la mirada de aquel chico.

-Claro, ven- fui hacia su posición-Escorpio-llamó- cuida de tu hermana y mira que no haga nada extraño.

Él asintió y se marchó.

Tauro me llevo hacia la cocina. Me ofreció un vaso de agua e hizo que me sentara.

-¿Qué quieres saber sobre mi hija?

-Verá, ayer la conocí y me pareció muy agradable. Pero, como explicarlo, hoy...

-¿No te reconoció?- dijo interrumpiendome. De algún modo me ayudó que lo dijera ella y no yo.

-Si...

-¿Quien te dijo que hablaras conmigo sobre eso?- su voz era dulce y eso me tranquilizaba.

-Una chica de la cafetería, Aries es su nombre.

-Aries... esa chica es muy buena con mi hija, siempre la ha apoyado aún sabiendo que Leo no la va a recordar nunca...

Mi mente estaba alborotada, no sabía y no tenía idea de la situación. Simplemente la observé esperando algún tipo de explicación.

-Leo, ella sufre de amnesia- tomó un largo respiro.

Yo procesé la información y le encontré un poco de sentido a lo que me había ocurrido.

-Un día como ayer, hace ya un año, ella y su padre salieron a dar un paseo en coche. El objetivo de Leo era mantenerlo fuera de casa para poder preparar lo necesario, ya que al día siguiente era su cumpleaños. En casa yo y Escorpio preparamos una pequeña sorpresa y decorabamos todo. Ellos llegarían a la media noche, ya que en ese momento se haría oficial el cumpleaños de mi marido- suspiró y noté como sus ojos se cristalizaban- esperamos toda la noche y empezamos a preocuparnos, ya que habían pasado varias horas desde lo acordado y ellos aún no llegaban. El teléfono sonó y al escuchar la noticia mi mundo se vino abajo. Avisé a Escorpio y ambos salimos corriendo de casa. Recuerdo haber llegado. Recuerdo ver como él estaba en una camilla golpeado. Sus ojos estaban cerrados y no se movía, ni siquiera su pecho subía o bajaba. Lo taparon con una manta y se lo llevaron. Quedé ahí durante varios minutos hasta que mi hijo me llamó. Me dirigí hacia él y encontré en el mismo estado a mi hija. Pero ella si se movía, si respiraba. Se la llevaron en una ambulancia de urgencia- de sus ojos escaparon unas cuántas lágrimas- desde aquel entonces ella sufre de amnesia.

La historia me impactó bastante, pero aún no sabía porque no me había reconocido. Tenía entendido que la amnesia era una enfermedad que te hacía olvidar, pero... ¿así, tan derrepente?

-Cada día al levantarse revive el mismo día. Se despierta, baja, se marcha a la cafetería, vuelve, coge sus pinceles y pinturas, se dirige al garaje, pinta, canta y baila, vuelve a casa para cenar y se va a dormir. Al día siguiente no recuerda nada y vuelve a hacer lo mismo, pensando que, todo lo que pinta y decora, es un pequeño regalo para su padre y que el volverá al día siguiente y celebraremos su cumpleaños. Pero no es así. No recuerda nada. Para ella todos los días es el mismo.

Mi cara reflejaba sorpresa. Al parecer ella olvidaba todo durante la noche, mientras dormía.
Ante mí tenía la respuesta del porque se comportó así conmigo.

-Pero la pared estaba blanca cuando llegué...- aquellas palabras salieron de mis labios sin previo aviso.

Tauro sonrió.

-Escorpio y yo la pintamos todas las noches de blanco. También...- se puso de pie y me llamó para que la siguiera- nos encargamos de que vea el periódico y crea que de verdad aún estamos en aquel día- tenía una habitación llena de pintura blanca y periódicos, los cuales eran todos iguales, del mismo dia, de la misma fecha.

-¿Pero no es malo hacerle creer que aún sigue en ese día?

-No se que pretendes pequeño, pero no quiero ver a mi hija sufrir. No se como explicarle que ya ha pasado un año, que tiene amnesia, y que su padre no volverá. Sería inútil. Al día siguiente lo olvidaría y yo, seguramente, no sabría como actuar.

Quedé pensativo.

Tenía un nuevo propósito en mente. Había quedado prendado de la belleza de aquella chica, no importaba si tenía que hacer locuras por ella. Conseguiría hacer que me recordara aunque fuese imposible.

~Mai~

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