Pequeña historia: El pequeño mal líder (parte 2).
Pequeña historia: El pequeño mal líder (parte 2).
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Anteriormente, vimos el comiezo de un joven mexicano como líder. Poco tiempo ha pasado y ese niño ha tenido más problema en un mismo año. Apenas era el segundo año de primaria.
Uno de esos problemas es cuando, en esa misma escuela, obtuvo un gran enemigo: niñas de sexto año.
Para muchos, niñas de doce años no es la gran cosa, pero para un niño de siete años es como ver a unas malditas brujas, y eso que se salvó de los niños de sexto año.
El pequeño niño tenía una compañera que no sabía bien qué quería de él, pero se comportaba medio raro cuando convivía con él.
¿Sería un joven amor? ¿Se trataba del corazón de una niña enamorada de un niño que sólo piensa en jugar y ver caricaturas después de la escuela y de las tareas?
Sea lo que sea, el niño no le gustaba estar con ella.
Es algo raro en los niños de antes. A ellos les da asco las niñas y cosas que tienen que ver con el amor. Eso, hasta que llegan a la secundaria.
En fin, el niño odiaba estar con ella, y el caso era diferente para la niña.
Un día, la niña recurrió a su hermana que iba unos años más adelante en la primaria.
—Hermana, necesito tu ayuda con un chico...
Los hombres jamás ententeremos a las mujeres. Si está feliz, es porque está enojada; si está enojada, es porque está feliz; si no tiene nada, tiene algo; si tiene algo que decir, ese algo se convertirá en horas de puro escucharla; si te dice que sí, es un tal vez; si te dice que no, es sí; si te dice tal vez, es un no; si te dice no sé, es una broma, pues ellas jamás son indecisas; si te dice que te vayas, te matará si te vas; si le haces caso, estás muerto; si no haces caso, estás muerto; si estás en una relación, estarás muerto.
Y así sucesivamente.
Bueno, jamás sabremos qué favor le pidió la niña a su hermana, pero estoy seguro que sus acciones no eran las correctas para cumplirlo.
—¡Mira, niño, a mi hermana la tratas bien, ¿oíste?! —exclamó la hermana mayor, con el pequeño niño en medio de un círculo de chicas de sexto año, en el suelo, sucio y lleno de golpes.
Las amigas se unieron a la actividad. Cuando terminaron, dejaron al niño, confundido y con dolor físico.
—Q_Q ¿Qué...Qué hermana?...
Desde ese día, el niño vivió con miedo de salir al recreo. Estaba al tanto de esas chicas. Volteaba hacia un lado, hacia el otro, hacia atrás y hacia adelante de manera tan consecutiva para no bajar la guardia.
Y después, ahí estaban; las encontró, y ellas a él.
—¡Ahí está! —exclamó la líder y hermana de la niña aparentemente enamorada—. ¡Agárrenlo!
Esa fue la señal para el niño para empezar a correr.
—Q_Q ¡No, otra vez! ¡¿Qué quieren de mí?!
El niño corrió entre los demás estudiantes, por la cancha de tierra, por los juegos, y jamás perdió a esas chicas. Ellas, de manera inteligente, se dividieron para cuidar cada rincón de la escuela.
El niño jamás se memorizó la cara de todas... eso es una gran desventaja.
El niño, sintiéndose seguro en los estacionamientos de tierra, descansó un poco.
—Por fin... —suspiró él, sentándose en la sombrita.
—Hola, pequeñín~ —pero su descanso fue su condena cuando, a su lado, llegó una de las chicas.
—0_0 Oh, no...
La chica, sin una pizca de compasión, tomó al niño de las greñas y lo jaló hacia su 'guarida ultra secreta': las afueras de los baños de la mañana.
Todas se reunieron y, tan rápido como se reunieron, tan rápido comenzó la terapia de guamazos contra el inofensivo niño.
—¡Te dije que trataras bien a mi hermana!
—¡Ni siquiera sé quién es tu hermana!
—¡Pues no te irás sin conocer la mamá!
—¡¿Cuál mamá?!
—¡¡La mama-driza!!
Los días siguientes, el niño comenzó a idear rutas de escape.
¿Quedarse en el salón?
—Hola~ ¿Qué te parece si salimos un rato?~
—Q_Q ¡No!
—¡Es de mala educación no aceptar la petición de una chica!
No funcionó porque lo sacaron a la fuerza...
¿Estar con un profesor para tener su protección?
—Buenos días, profe. Ese niño es muy grosero. ¿Nos lo puedes permitir un tantito para llevarlo a la dirección?
—Claro.
—Q_Q ¡Pero si ya estamos en la dirección!
—¡No me importa!
Tampoco sirvió...
Ah, pero hay una ley inquebrantable: un niño jamás tiene que entrar al baño de mujeres, y ni una niña puede entrar al baño de hombres.
El niño, en medio de la persecución casi diaria que vivía/sufría, tuvo la arriesgada idea de meterse en el baño de caballeros, pues, según él y el tratado que fue firmado por todos de manera mental, ninguna niña se deberá meter a esos lugares.
—¡No me queda de otra!...
El niño, entonces, se metió al baño de hombres, sintiéndose seguro.
—¡Na, na, nana, na! ¡No pueden entrar!~♪
El niño fue hacia el fondo y se metió en el último cubículo para estar el doble de seguro.
—... Está ocupado.
—0_0 Ay, perdón.
El niño se salió, pero las vio ahí adentro, a las chicas que lo perseguían.
—¡E-Eso no se vale! ¡No está permitido!
—¡No nos importa, niño!
El pequeño niño, aunque esté ocupado, se metió en el último cubículo y puso el seguro.
PAM PAM PAM
Los golpes fúricos y desesperados de las chicas espantó a ambos niños.
—Q_Q ¡Aaaah! ¡Un monstruo! —gritaron los dos.
—¡Abre, pequeño cobarde! ¡Pagarás por no tratar bien a mi hermana!
El niño sintió que una mano le agarró la cabeza.
—¡Aquí lo tengo! —exclamó una de las chicas, asomándose desde el cubículo de a lado.
—Q_Q ¡Suéltame, bruja!
El niño logró safarse.
—Q_Q ¡Ustedes son niños porque se metieron en el baño de los niños!
—¡Somos grandes! ¡Podemos hacer lo que se nos plazca!
Una se asomó desde la parte baja del cubículo y le agarró al niño una pierda.
—¡Ya lo tengo!
El niño intentó safarse, pero aquella chica entró, quitó el seguro y la puerta fue abierta.
—Vaya, vaya, así que querías escapar de nosotras, hijo de...
La chica se detuvo al ver a otro niño en el inodoro.
—._. ... Está ocupado.
La chica volteó hacia su juguete, entrecerrando los ojos.
—... ¿Qué a caso no tienes educación?
—Q_Q ...
La chica tomó al niño del uniforme y lo jaló hacia afuera. El niño intentó forcejear, pero la comparación de la fuerza de ambos era para reír.
El niño intentó de todo para no salir del baño con ellas, pero tuvo que ceder cuando le comenzaron a golpear, arañar y jalarle de la greña.
Y afuera fue peor.
El niño, en medio de la golpiza, se preguntaba: «¿Qué hice yo para merecer esto?».
Fue entonces que se dio cuenta de su desventaja.
«Ellas son muchas... y yo estoy solo... ¿Y si consigo mi propio ejército?».
Al día siguiente, con la ira y el deseo de venganza hirviendo, el niño comenzó a juntar sus tropas.
—¡Va a haber guerra más tarde, no falten! —informaba el niño, colgando de la rama de un árbol, a unos niños que estaban ahí. Les entregó un folleto para más detalles.
—¡Una guerra contra niñas, no lo olvides! —seguía informando el niño, entregando más folletos a los niños que veía en la tiendita.
—¡Psss!, habrá una guerra más tarde —susurró el niño, entregando un folleto en medio del examen de un salón que ni era de él.
Incluso en el baño, donde estaba mayormente ocupado, fue a informar.
—¿Alguien tiene papel? —preguntaba un niño de ahí. El pequeño líder le pasó el folleto desde abajo.
—Ten, y no olvides venir a la guerra contra las niñas más tarde.
—... Gracias.
La batalla era muy importante para el niño que hasta recurrió al niño que le caía mal y a su grupo de amigos.
Ese niño lo estaba esperando, a lado de la tiendita junto a su grupo matón.
—Miren nada más, es el chico al que muchas niñas de sexto lo persiguen~
—¡Diego!... —gruñó el niño, mirando a su rival y némesis, con odio.
—No me llamo Diego... pero acepto el nombre.
Ambos se acercaron el uno al otro, cerrando la brecha entre ambos. Incluso el cielo comenzó a cerrarse con nubes grises cuando estos dos se aproximaban. El cielo azul desapareció y el sol fue tapado.
Los dos se detuvieron, mirándose fijamente a un metro de distancia.
En su mirada se veía el desprecio entre ambos.
El némesis se veía arrogante y superior, a pesar de ser de la misma edad. El pequeño líder se veía molesto por recurrir a él por su decesperación.
El diálogo entre los dos iba a ser material legendario para las crónicas de las escuelas de México, lleno de frases célebres.
El pequeño líder sabía que intentar convencerlo no iba ser tarea fácil. Las negociaciones entre los dos colosales iban a hacer temblar esa generación y al planeta Tierra.
—Diego, ocupo tu ayuda y el de tus amigos para combatir contra las niñas que me molestan.
—¿Y por qué yo tengo que hacerlo?
—Porque hoy por mí, mañana por ti.
—... Hecho.
El momento había llegado. El punto de encuentro de la reunión era detrás de los salones: la cancha de tierra.
Para sorpresa de muchos y para la alegría del niño, muchos chicos asistieron con ganas de repartir justicia. Incluso su némesis llegó con su infantería.
—¿Listo para derramar sangre, debilucho?
—Siempre y cuando haya también de la tuya.
El pequeño líder se paró frente a su multitud de pequeños varones, listo para dar su discurso y dar por comenzada la guerra.
—¡Hermanos, les pido un poco de su atención!...
Las voces se fueron apagando cuando el líder de reunión comenzó a hablar.
—... ¡Muchos ya sabrán por qué los traje a este punto! ¡Nuestro mayor enemigo, el género femenino, se ha burlado de nuestra tribu! ¡Nosotros hemos convivido en paz y armonía, y ellas fueron las que empezaron esto, así que lo menos que ellas pueden hacer es aguantar el desquite!
«¡¡Sí, sí!!», exclamaron los niños, viendo la fortaleza de su nuevo líder. «¡¡Si se llevan, que se aguanten!!».
—¡Esa guerra será recordada como el día en que los niños demostraron ser superiores a las niñas!
«¡¡Los niños le ganan a las niñas!!».
—¡Preparen sus balones y agarren sus palos porque ellas tienen sus propias armas adheridas a sus dedos, así que atacaremos a distancia!
«¡¡Sí, sí!!».
El pequeño líder vio a las niñas a lo lejos, buscándolo. El pequeño líder entrecerró los ojos. Sonrió de una manera que hacía lucir su confianza.
—¡¿Están listos?!
«¡¡Sí, sí!!».
—Bien, entonces... ¡¡¡síganme!!!
Para que un ejército se muestre fuerte y con el ánimo en alto, su líder debe transmitir confianza, fortaleza, valentía, coraje, honor, estar al frente del batallón y jamás debe verse ridículo en ningún momento.
Lo triste de la traición... es que jamás viene de un enemigo.
Al momento que el pequeño líder saltó hacia al frente para liderar la guerra, su amigo, uno muy cercano, le puso el pie, haciendo que cayera al suelo, de cara y lastimándose.
El pequeño líder vio esa acción en cámara lenta. Mientras él caía, los sueños y esperanzas de todos lo acompañaban.
«No fue un accidente...», pensó el niño. «Sentí que me metieron el pie a propósito...».
El pequeño líder en decadencia buscó por el rabillo del ojo para ver quién estaba a su lado.
«¡Lalo!... ¡No...! ¡¿Por qué?!...», y su dolor fue ver a su amigo, sonriendo y riendo.
En ese momento que él cayó, todos los niños que él reunió se rieron de él y, de pronto, se separaron, viendo el caso como perdido al ver a su líder en ridículo.
El némesis vio al exlíder, en el suelo.
—Hmf, qué patético —dijo para después irse con su camarilla.
El pequeño líder alzó la cabeza, sobándose la cara y sintiendo ardor en los brazos y piernas.
—E-Eso dolió...
—¡Ja, ja! ¿Qué intentabas hacer, pequeño?~
En ese momento, el niño se llenó de terror cuando varias sombras lo taparon. Temblando en el suelo, el niño pudo identificar esos zapatos, esas medias, esas piernas, esas faldas...
Alzando la mirada, vio a esas chicas que tanto lo han molestado. Estaba rodeado, sin oportunidad de escapar.
—¡Mírenlo, jugando a los soldaditos!
—¿Ya tan rápido acabó nuestra guerra, chiquitín?~
—¡Ni siquiera puedes defenderte de nosotras!
El niño estaba aterrado, pero pudo ver a alguien viéndolos, un poco alejado de ellos.
Una niña, había una niña observando en silencio y sonriendo de manera dulce y gentil. El niño pudo reconocerla.
Ella era su compañera.
El niño no comprendió qué hacía ella ahí, pero se dio cuenta que los golpes ya iban a comenzar.
—¡¡Aprenderás a respetar a mi hermana!!
El niño sólo hizo una última acción.
Él agachó la cabeza... se cubrió con sus brazos... y cerró los ojos.
Aceptó que ese es su destino.
≈
Años han pasado, y al pequeño niño, una vez que terminó ese semestre, lo cambiaron de turno.
Un alivio para él, pero el trauma ya estaba sellado en su mente.
Aquel niño con espíritu de líder murió, y ahora era el peón que seguía órdenes de los demás.
Ya no volvió a estar al frente de ningún conflicto y decidió mejor evadirlos para no verse involucrado.
El niño batalló para conseguir amigos. Él antes era el que los unía, era el que mandaba, era el que todos seguían.
Ahora... no buscó a nadie. Se sentó en una esquina, encorvado, asustado, traumado...
Duró varios días así, hasta que los 'inadaptados' se atrevieron a hablarle.
—Ehm... ¡Hola!
El niño se sorprendió y volteó a verlos.
—¿Cómo te llamas?
El niño se veía un poco asustado. Miró a todos los niños que se acercaron a él.
—Y-Yo... Yo me llamo...
~
Desde ese día, la alegría volvió en una pequeña proporción, pero ya era algo.
Él conoció a sus nuevos amigos: chicos otakus y gamers que eran considerados como 'raros' o 'frikis'.
Eso no fue problema para el pequeño niño, pues encontraba felicidad y entretenimiento en eso y en ellos.
—Y entonces, el Luchador en Muletas tomó un cuchillo de la cocina y...
A veces, se juntaban en el recreo para contar historias de terror, cosa que sí le daba un poco de miedo al pequeño niño.
—¡Toma, toma! ¡Te pegué!
En otras ocasiones, el pequeño niño traía muñecos para jugar con sus amigos.
—¡Las trais, las trais!
Y también jugaban a juegos que muchos niños han jugado al menos una vez.
—¡¿Has jugado este juego?!
—¡¿Has visto a este Youtuber?!
—._. Uhm... N-No...
Y también iba a la casa de sus amigos, conociendo cosas de las que él desconocía debido a su situación económica.
El pequeño niño aún tenía sus problemas, sus secuelas del turno de la tarde. Batalló para superarlas.
Pero nadie en esta vida se salva.
Se quitó de encima a las niñas abusadoras, pero ahora tenía un problema con unos chicos.
Lo bueno es que no era agresión física... la mayoría de veces, sino que era burlas sobre sus gustos de juegos o caricaturas.
No era tan doloroso, pero sigue doliendo de manera mental.
Hasta que un día, cuando estaba con sus amigos en su 'guarida', escuchando historias de terror, llegó ese grupo que se burlaba de él y de sus amigos.
—¡Hola, hola!
Las historias se pausaron cuando ellos llegaron. El pequeño niño frunció un poco el ceño.
El líder de ese grupo llegó con el pequeño niño y le tendió la mano, ofreciéndole una propuesta.
—Oye, ¿qué te parece? Deja a esos raritos y únete a nosotros. Nosotros sí te protegeremos, te cuidaremos. ¿Eh? ¿Arres o no?
El pequeño niño pudo ver a sus amigos agachar la cabeza, lastimados y ofendidos por las palabras de ese chico.
El pequeño niño sintió tristeza al verlos así.
Y también... sintió coraje.
Ese sentimiento... hizo que un viejo sentimiento reviviera en él. Una llama de fortaleza se encendió.
Poniéndose de pie, el niño dio un paso al frente, haciendo que el otro niño retrocediera uno.
—No. No seré tu amigo y no dejaré a estos chicos.
El pequeño niño volteó hacia sus amigos. Ellos alzaron la cabeza, sonriendo y sorprendidos. El pequeño niño sonrió de manera cálida.
Se volvió hacia el otro niño.
—¡Ellos son mis amigos y han estado conmigo desde el primer día, y jamás los traicionaré!
Esa respuesta no esperó ese niño caprichoso. Impactado, volteó hacia su grupo y después hacia el pequeño niño.
—¡Arres, ¿eh?! ¡Conste que te lo advertí!
Dijo él, y después se fue, molesto.
Es obvio que, desde ese día, el bullying empeoró.
—¡Amigo!
Pero poco importó.
Sus amigos, felices, se pusieron de pie y lo abrazaron, felicitándolo por no dejarlos.
El pequeño niño se sintió feliz con ese afecto cálido. No volvió a mostrar otra vez esa actitud justiciero y protector, pero pensó que tal vez valió la pena haberlo sacado en ese momento.
Y aquí acaba esta pequeña historia sobre un niño que perdió su chispa como líder, yendo en decadencia, pero jamás perdiendo su lealtad hacia los suyos.
Estas historias son reales, pues ese pequeño niño es su servidor, CandoCedez, cuando iba en primaria.
Muchas cosas he vivido en esa época, pero esta es una de muchas.
Moraleja: Jamás discutas con una persona del género femenino y jamás le des la espalda a tus amigos.
PD: No romanticen el bullying.
En serio, ¿qué le pasa a los japoneses?
¡Eso es todo menos romántico!
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