Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14


—Hora de irse, Moratti.

—Max, permite que me quede unas horas más —rogó al servirse su cuarto café en el transcurso de una hora.

Su superior chequeó el reloj en su muñeca y sacudió la cabeza de un lado al otro.

—Ya es tarde. Deberías haberte ido hace rato.

—Sabes que no puedo entrar a mi apartamento, sigue clausurado todo el edificio.

—Y por eso es por lo que te quedas con tus padres, vete de una vez.

La miró, le guiñó un ojo y salió del despacho.

—¡Max!

—No protestes. ¡A casa! —exclamó desde el corredor al dirigirse hacia los ascensores.

Anna no quería regresar cuando aún estaban levantados. ¿Cómo lo vería a la cara? ¿Qué se dirían? Deberían hacer de cuenta de que nada había sucedido. ¿Podrían? ¿Podría ella? Una punzada en medio del pecho la importunó, se frotó el sitio a sabiendas de que no era nada que ameritara una atención médica, sino un torbellino emocional que no sabía cómo manejar.

No obstante, se puso el abrigo. Salió del hospital y se subió a la bicicleta que había amarrado en el estacionamiento. Pedaleó con lentitud, sin premura por arribar al hogar. El viento le pegaba en pleno rostro y le dio la bienvenida a la sensación que le congelaba el calor que le emanaba por dentro. Claro que no a lo Meg Ryan en Un ángel enamorado, no era tan estúpida, prestaba atención al camino siempre y con los ojos bien abiertos.

¿Debería avisarle a Nino que llegaría más temprano? No, no estaba mal darle un día de descanso. Llegaría y se iría directo a su cuarto, no intercambiaría ni media palabra con cierto policía.

No obstante, fue al primero que se encontró en cuanto abrió la puerta.

Parker se detuvo en mitad del vestíbulo con la mirada fija en ella. La expresión insondable. Anna colgó su abrigo y, sin percatarse, alzó una mano para hacer un gesto de saludo tan raro que él frunció el ceño. Ella se apresuró, pasó y corrió hacia su habitación.

Halló a Candance tirada sobre la cama, dado que Giovanna dormía en un viejo colchón en el suelo que, usualmente, se guardaba en la buhardilla.

—¡Hola, Anna! —la saludó con entusiasmo y la luz irradió de su mirada verdosa—. Mira, estoy viendo un nuevo drama, te encantará.

La chica se alzó con la tableta en la mano y la intención de mostrarle lo que se reproducía en la pantalla. El cabello dorado le caía sobre los hombros como una versión moderna de Rapunzel.

—Es un poco oscuro, pero tiene romance, con un tinte sobrenatural y...

—Bien.

Giovanna tomó la tableta de una forma un tanto brusca y se sentó en la cama. La chica se acomodó junto a ella, pegó su brazo al suyo. La médica quitó el pausado y constató que veía una serie sobre la encargada de un hotel donde se hospedaban fantasmas o algo así.

—Interesante.

—¿Cierto? —La sonrisa se amplió de oreja a oreja y Giovanna hizo una nota mental de conseguirse unas gafas para el sol cuando entrara a su antiguo cuarto—. Ellos se llevan mal, pero ella lo ha obligado a ser el gerente. ¿No es genial?

—Seguro.

No le prestaba demasiada atención a lo que decía Candance, solo buscaba un distractor, lo que fuera que la sacara del foco de lo que el ver a Parker le había hecho sentir. Tenía el corazón desbocado, las palmas le hormigueaban por el anhelo de tocarlo y los labios se le secaron ante las ganas de besarlo.

Al transcurrir los minutos, pudo calmarse un tanto y comenzar a disfrutar el drama paranormal que veían.

—Está bueno.

—¿En serio te gusta?

La felicidad que irradiaba la joven le impactó. La tenía revoloteando a su alrededor cada vez que llegaba, si aún no se había dormido. No entendía tanto interés en ella, pero tampoco podía decir que le molestara. Tenía que confesar que la chica le agradaba.

—Por ahora. —Una respuesta que no decía mucho, más bien neutral, pero la adolescente sonrió de forma tan amplia como si le hubiera regalado la luna y las estrellas—. No es que me haya convertido en una fanática, pero los que me has recomendado los he disfrutado, en especial el de los chicos.

—¿Quieres que hagamos algo juntas? —sugirió la joven y el anhelo anidó en su mirada.

—¿Cómo qué?

—No lo sé. Comprar ropa, tomar un helado, pasear por ahí —respondió de un modo un tanto vago y como si no fuera la gran cosa, pero Anna notaba que la atendía por el rabillo del ojo. Era algo importante para Candy.

La mujer reprimió una sonrisa.

—Eh... No estoy muy segura. No hago mucho fuera de lo que es mi trabajo.

—¿El sábado? Yo lo planearé.

Candance aplaudió con alegría y Giovanna, para su propio asombro, dejó en libertad la sonrisa que pugnaba por formarse en su rostro.

—¡Iré a contarle a papá! —Dejó la tableta y saltó de la cama—. Está ayudando a preparar la cena con eso de que abandonará la policía y comenzará a trabajar en el restaurante.

¿Trabajará con sus padres? ¿Era en serio? Eso quería decir que lo vería todos los domingos si volvían a hacer los almuerzos familiares allí. ¿Cómo haría para sobrellevarlo? ¿Verlo todas las semanas?

Sacó el móvil del bolsillo de la chaqueta del ambo celeste y buscó el teléfono de su cuñada en la pantalla. Desde que se habían conocido, se formó entre ellas un vínculo inquebrantable y se habían tornado confesora una de la otra.

—Hola, Viv. Tengo un problema.

Se le tensó bien adentro en el pecho.

Lo supuse. Nino ha estado yendo demasiado seguido a la casa de tus padres. Cuéntame.

—He tenido un inconveniente con Parker. —Jugueteó con el borde de la chaqueta del ambo.

¿Discutieron?

—No exactamente. Tuvimos un intercambio.

Giovanna, debes ser más clara.

Suspiró. Era tan difícil hablar de sí misma. Era buena escuchando, pero no al contar lo que le sucedía y menos cuando se trataba del policía.

—Desde lo que me ocurrió cuando tenía dieciséis años, me ha costado tener intimidad —confesó con lentitud. Inhaló y exhaló—. No solo eso, ni siquiera soportaba que se me acercara mi familia, me abrazaran o besaran.

Entiendo. ¿Y qué ocurrió con Parker?

Lo bueno de hablar con Vivien, o tal vez lo malo, era que ella sí comprendía. Sus vidas habían sido tan mierda que no hacía falta que se contaran las cosas con lujo de detalles para captar a la otra.

—Hice más que eso.

¿Más que abrazar y besar? —El silencio se estiró entre ellas, solo se oían sus respiraciones—. ¿Tuvieron sexo?

No había juzgamiento en las palabras, solo establecía un hecho. Giovanna tragó y se dio ánimos para continuar. Necesitaba eso, precisaba hablar con alguien y descarnarse de una buena vez.

—No del todo, por sus heridas no llegamos a tenerlo. Pero estuvimos cerca.

¿A qué te refieres?

Giovanna soltó un gemido estrangulado y alzó la mirada al cielo raso.

—Desnudos, tocándonos.

Oh... ¿Y cómo te sientes? ¿Estuvo bien?

—Ay, Viv... ¡Eso es lo peor! ¿Qué voy a hacer? —lloriqueó al tiempo que se tapaba los ojos con la palma.

¿Te hizo daño? ¿No querías y él no se detuvo?

—¿Qué? No, claro que no. Él no haría algo así.

Ah... —Un sonido que, Giovanna notó, indicaba la comprensión a la que había arribado—. ¿Acaso te gustó?

—Viv, ¿qué voy a hacer?

¿Tan mal está que lo hayas disfrutado?

—Es que fue con Parker.

A mí tampoco me agradaba la intimidad con alguien hasta que Nino apareció en mi vida. Con él fue diferente desde el inicio, no solo porque me atraía y me enamoré, sino porque siempre confié en él. ¿Será que te ocurre algo similar? ¿Confías en que Parker no te hará daño?

—Sé que no me lastimaría.

Eso me deja otra pregunta, ¿te atrae?

—Mucho —susurró—. Tanto que no logro conciliar el sueño por las noches. Tanto que le rogué a Nino que lo importunara en casa de mis padres para que evitara que me acercara a él.

Ay, Anna. ¿Por qué te torturas? ¿Por qué no te permites disfrutar? Si él te gusta e infiero que tú a él, ¿por qué no te das libertad de sentir?

—¡No lo sé! Tal vez debido a que solo me ocurre justo con él, la persona que odié durante todos estos años con tanto empeño.

Tampoco comprendo tu odio, pero aprendí a no meterme. ¿Quieres que mande a Nino para allí? ¿O que vaya yo? Estamos para ti.

—Lo sé, Viv.

—¡Giovanna, mangiare! —«¡Giovanna, a comer!», exclamó la voz de su madre.

—Tengo que irme.

Llámame después.

Después de lanzarle un sentido «te quiero» y recibir otro igual, Giovanna cortó la comunicación.

Tragó en seco y se preparó para enfrentarlo desde el otro lado de la mesa mientras cenaran.

No obstante, no fue tan traumático como se había imaginado. Por suerte, Candance llenó el vacío con su parloteo sobre la serie que habían estado viendo juntas y, luego, sobre los exámenes. Todos se inmiscuyeron en la conversación, menos ella.

Los ojos oscuros la buscaron de vez en cuando, pero Anna se cuidó de no conectar con estos.

Cuando ya se hubieron acostado, Anna aún permanecía despierta. Caminaba de un lado al otro de la habitación que compartía con la adolescente. La necesidad de correr al cuarto del otro lado del corredor le era acuciante e intolerable.

Cerró las manos en puños y se instó a tranquilizarse, pero con cada paso que daba, era peor el deseo que la abrumaba.

Escuchó las palabras de Vivien en la mente y pensó en la libertad que se negaba. Decidida, abrió la puerta, cruzó el pasillo y se adentró en la otra habitación.

Estaba recostado contra el respaldo de la cama. Elevó la vista en cuanto Anna ingresó. Permaneció callado y con la atención fija en ella, quien se había congelado en su sitio.

—Yo...

—¿Otro desatino? —ironizó Parker.

—Tal vez.

—¡No me acostaré contigo o lo que sea que hicimos anoche! —Cruzó los brazos sobre el pecho y desvió la mirada a un costado, la resolución marcaba los rasgos del rostro masculino—. Ya puedes marcharte por donde viniste.

—¿Por qué no? Te gusto —protestó como una niña pequeña.

—Es más que eso —masculló con frustración—. ¿Es que no te das cuenta? ¡Maldita seas, Giovanna Moratti!

—¿Por qué me gritas? Eres tú el que...

—Yo, ¿qué, Anna?

—El que ha provocado esto.

Él suspiró y se pasó una mano por el cabello, el que quedó despeinado y en punta.

—¿Acaso esto es igual a aquel período por el que pasaste en el último año de escuela? —cuestionó y ella notó la variación en el tono, la tristeza en la voz, hasta ciertos retazos de angustia.

—¿A qué te refieres?

Sabía de lo que hablaba, no quería percatarse, aunque lo hiciera. Ese momento de su vida había sido oscuro, autodestructivo y una forma de buscar el suicidio sin hacerlo de una manera directa. Solo ansiaba desaparecer del mundo.

—Al sexo desenfrenado. ¿Se trata de algún tipo de, no lo sé, autocastigo o algo así?

—No soy masoquista.

—No hacía alusión a eso, sino a que quizás fuera una forma de que lo pasaras mal —dijo despacio como si temiera pronunciar una palabra equivocada.

—¿Quieres decir a si acostarme contigo es como un autoflagelo?

—¿Entonces? ¿Es así?

Contempló la preocupación en su rostro, en la tensión alrededor de sus ojos y su boca. Sacudió la cabeza de nuevo y se sintió chiquita. Caminaba por baldosas flojas después de una tormenta y trataba de pisarlas sin que el agua estancada la empapara.

Parker le tendió una mano. Giovanna observó la palma abierta que se le ofrecía y dudo en si poner la suya encima, pero, al final, lo hizo. Él cerró los dedos alrededor de los suyos y tiró de ella hasta que llegó al borde del lecho y un poco más para instarla a sentarse junto a su cadera, de cara a él. Vivien tenía razón, la clave estaba en que confiaba en él. La atraía y confiaba. Dos características que no se habían dado en ningún otro hombre al que hubiera conocido.

No sabía quién se había acercado a quién, pero, a los dos segundos, cada uno acunaba el rostro del otro mientras se besaban con ardor y exigencia.

La acompañó hasta que casi se recostó contra su pecho, pero Anna se sentó de golpe antes de reposar su peso sobre el hombre.

—Estoy mucho mejor, lo juro —aseguró Parker que debía haber notado su inquietud.

—No, tienes que cuidar de tus heridas. Ya están cerradas, pero eso no significa que debas sobreexigirte. No podemos aún.

—Amo ese aún, Anna. —Le pasó los dedos por el costado del rostro y le acomodó el cabello detrás de las orejas—. ¿Lo que hicimos ayer estará bien?

No contestó. Dudó. Sabía que estar con él abriría una caja que había sepultado bien dentro de ella, una en la que había encerrado los sentimientos y temía abrirla como había hecho Pandora y liberar todos los males y desgracias a su vida. Pero recordó que, en lo más profundo, lo único que restó en la caja fue la esperanza y se agarró de esta.

—Estoy muy trastornada —confesó.

—Seremos un par entonces. Si esto es un desatino, no me importaría que nos equivocáramos juntos.

—Parker...

—Me gusta escuchar mi nombre en tus labios, en muy contadas ocasiones lo has pronunciado.

—Esto no nos hará bien.

—Déjame que me preocupe un poco yo por eso, Anna. No le hacemos daño a nadie ni tampoco a nosotros. ¿O acaso te has sentido mal? —preguntó con lentitud y una delicadeza que ella no caracterizaba con él. Anna sacudió la cabeza de un lado al otro—. Cometamos errores, muchos, toneladas.

Ella sonrió.

—Un error semántico.

—¿Qué?

—Seremos un programa que se ejecuta sin dar mensajes de error, pero que opera de forma errónea.

—Sigo sin comprender, Anna.

—Uno de los dramas que me recomendó Candance.

—Ah, veo que mi hija es una mala influencia para ti, quizás deba agradecerle. Entonces, seamos un maldito error semántico.    

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro